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Kiss por Gaara_Uchiha

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Notas del fanfic:

Hace ya un tiempo que mi loca cabeza a comenzado a shippear esta pareja... Mi novia me dice que estoy loca, pero... ¡Yo sé que es real!(?) En fin, si alguien está leyendo esto, gracias y espero que llegue a gustar.

El fic está inspirado en Kiss de Sandara Park. 

Notas del capitulo:

OKey es real, bitches.

Capítulo 1: objetivo en la mira.

Todo comenzó como una apuesta. Esa tarde en la universidad, dentro de la cafetería, a la hora del almuerzo, rodeado de unos cuantos amigos, aquel hombre de tez morena y cabello oscuro conversaba entre risas con todos los que le rodeaban. Sus labios, de vez en cuando se curvaban hacia arriba y sus ojos se achicaban cada vez que alguno de sus compañeros decía algo gracioso y/o estúpido y él no podía reprimir sus carcajadas.

—¿Ves a ese chico de allá? —la voz de Nichkhun, un chico tailandés de cabellera rubia, había bajado unos cuantos tonos, dándole la impresión de que no quería que nadie además de ellos, le escuchara. Todos los presentes llevaron sus miradas disimuladamente hacia el muchacho blondo con anteojos que se hallaba sentado en un lugar apartado, completamente solo, ese a quien el extranjero había señalado con un ademán ejercido por su cabeza.

—¿Qué pasa con él? —preguntó el pelinegro curioso por la repentina actitud sigilosa de su amigo.

—Se llama Kim Ki Bum, ha sido trasladado desde otra ciudad, no habla con nadie y es obvio que no tiene amigos, creo que es un ratón de biblioteca o algo así —explicó centrándose ahora en su bandeja con el almuerzo—. Te reto a que lo beses, Taecyeon —y lo siguiente que se escuchó en la mesa fueron los abucheos y silbidos de los otros cinco jóvenes que les acompañaban. La sonrisa del aludido no se hizo esperar, y Nichkhun, quien ahora se llevaba una patata frita a la boca, sonrió de la misma forma.

—Eso es pan comido —murmuró Taecyeon al mismo tiempo que le arrebataba el trozo de papa y se lo introducía en la boca, masticándolo y tragándolo de inmediato, ignorando la queja que no tardó en llegar por el de cabello claro.

—En la boca, Don Juan —añadió cruzándose de brazos y apoyando su dorso en el espaldar de la silla. De nuevo los jóvenes de exaltaron y la bulla presentó al instante.

—¿Y qué gana hyung? —Wooyoung,  el chico de cabello castaño claro que estaba a su lado, le había quitado las palabras de la boca. El de cabello de tono rubio oscuro se permitió mostrar una sonrisa maliciosa, enseñando sus caninos.

—¿Qué quieres a cambio? —fue entonces en el momento consecutivo a que el tailandés pronunciara aquella interrogativa, cuando el retado igualó la mueca impresa en los labiales de su mayor. Lo que quería como premio si ganaba la apuesta se mantuvo como una incógnita, y Taecyeon se rehusaba a decirlo, aun bajo las súplicas de sus insistentes compañeros... En cuanto a Nichkhun, a él solo le había bastado con mirar la expresión del otro para saber qué era lo que tenía en mente.

— ¿Pero si falla? —la pregunta de Chansung, quien paba una de sus manos por las hebras lacias, largas y oscuras de su pelo,  no se hizo esperar. Bajo la atenta mirada de todos, incluso de Taecyeon, el rubio simplemente dejó escapar de sus labios una pequeña carcajada.

—Una disculpa —la cara de confusión que tenían los presentes, exceptuándolo a él, era digna de retratar—. Te disculparás con todas tus ex-novias por haberlas dejado una semana después de habértelas tirado —dictaminó, el de cabello negro no se veía nada feliz con eso y lo demostraba por medio de la mueca que tenía en su boca.

—¿Con todas? —era bien sabido que el moreno había salido con muchas chicas antes, por eso, cuando Junho, el de cabellera roja, preguntó aquello, uno que otro soltó un carcajada muy sonora y molesta para el pelinegro.

—No va a terminar nunca —comentó socarronamente Jay, el mayor de todos, aquel que poseía una cresta con puntas blanquecinas..

—Estás jodido —dijo Jun.K, Taecyeon bufó y fijó su vista en el de cabello café, entrecerrando sus ojos y arqueando una de sus cejas a la vez..

—A partir de Jessica, ¿está bien? —murmuró el blondo con recelo puesto que sus compañeros le quitaban la diversión al asunto. Es decir, uno no veía todos los días a Ok ofreciéndole disculpas a las mujeres con las que ha estado y ha dejado por su extraña política sobre relaciones a largo plazo. Eso era algo que si llegaba a suceder, debía ser documentado y archivado para las futuras generaciones—. ¿Entonces, qué dices? —le dirigió una mirada traviesa al pelinegro frente a él, que parecía estar meditando sobre el asunto, y sonrió con autosuficiencia, acercando otra tira de harina de papa previamente freída a su boca.

—Hecho —se inclinó hacia adelante y repitió la acción de hace unos minutos: arrebatarle la comida al mayor, quien frunció el entrecejo y balbuceó un par de cosas inentendibles que solo hicieron reír a sus acompañantes.

Por otro lado, el blondo que sin saberlo, se había convertido en la víctima de un moreno cuyo plan de vida era divertirse hasta que el dinero de sus padres desapareciera de la faz de la tierra, se dedicaba a terminar de consumir los alimentos que yacían sobre su charola, absorto de todo lo que pasaba a su alrededor. Hubo un momento en el que se sintió observado y aquello causó un escalofrío en todo su cuerpo, sin embargo decidió hacer caso omiso a ello, después de todo, sentir la mirada de los de los demás sobre sí, no era nada nuevo.

El ruidoso, ensordecedor y por ende, molesto timbre que indicaba el final del almuerzo, se hizo presente en el lugar, haciendo que al insistente sonido se le unieran las voces de algunos alumnos que reprochaban el poco tiempo que se les daba para comer. Ki Bum frunció levemente el entrecejo y lanzando un suspiro cansino, se levantó de su asiento, tomando seguidamente con ambas manos la bandeja de aluminio que le había sido de utilidad hace unos instantes. A paso lento y con cuidado de no tropezarse entre la multitud de estudiantes, se dirigió hacia la salida de la cafetería, no sin antes pasar por el lugar destinado para los utensilios usados, dejando ahí la que traía consigo.

Al estar fuera, miró rápidamente el reloj digital que tenía sobre su muñeca derecha, verificando que tenía apenas un par de minutos para llegar a su primera clase de la tarde. Prácticamente corrió hasta el aula de Historia del arte, encontrándose con que, sin contar al profesor, el sitio estaba completamente vacío.

—Buenas tardes —saludó haciendo una reverencia antes de entrar, apretando con su izquierda el pedazo de tela negra y dura que colgaba de su hombro, esa que sostenía su bolso del mismo color y material.  El hombre sentado en su escritorio ejecutó un apenas perceptible movimiento de cabeza, siendo aquello suficiente para que el menor pasara al salón y acomodara sus pertenencias en el pupitre que le correspondía.

Los demás estudiantes llegaron después de un corto tiempo,  ganándose una reprimenda de parte del maestro cuando pasó la hora tope para entrar y las puertas de su aula se cerraron gracias a él.

—La puntualidad es un requisito en mi clase —comenzó diciendo, a pesar de que la mayoría no le estaba prestando atención y solo respondían con un sonoro "Sí, señor" cuando el tono que usaba el hombre para hablar, subía exageradamente y su voz se oía algo ronca y áspera.

Quizá ese bloque sería el más aburrido de sus existencias, no verían ni cinco miserables minutos de clase y sus cerebros se secarían por falta de ejercicio mental. Pero se lo tenían merecido, porque por uno pagan todos, aunque para Kim Ki Bum, en esa ocasión había resultado todo lo contrario.

A esa le siguieron otras materias, no tan aburridas, pero si algo tediosas. Para su suerte, los chicos habían aprendido la lección y decidieron entrar a la hora exacta a sus clases, evitando así que otro de los muchos ancianos gruñones que les enseñaban, quisiera dárselas de cura y sermonearlos.

La tarde finalizó por fin, el muchacho de gruesas gafas de pasta tomó sus cosas y se retiró de ahí, dirigiéndose a la salida de la universidad, donde una señora mayor le esperaba dentro de una camioneta: se trataba de su abuela, quien le sonreía ampliamente, recibiendo de vuelta un gesto igual por parte de su nieto.  El rubio miró hacia los lados antes de pisar la acera, no sabía a qué se debía, pero había tenido esa extraña sensación de ser vigilado una vez más, como en la cafetería unas horas atrás. Tragó saliva pesadamente, negó de forma lenta con la cabeza diciéndose a sí mismo que todo era producto de su imaginación y que su falta de autoestima le hacía creer en ideas carentes de coherencia como esa de que alguien le miraba,  y sin más, se dispuso a subirse al vehículo grande de color plata y vidrios transparentes.

 

Notas finales:

Gracias por leer, déjame tu comentario, me harás muy felíz <3

 

Mi twitter:

@ChocoGaaDeLimon 


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