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Mi niñera por Lizie CoBlack

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Notas del fanfic:

Advertencias: Chan=Adulto/Menor, AU= Universos Alternos.

Cuando digo universo alterno, es porque en la historia todos son muggles, sin magia.

Esto estaba pensado inicialmente para el reto del Día Internacional del Snarry 2012, pero por algunas razones no puede realizarlo y así que espero les guste. Soy nueva en esto, es mi primer intento de un Fic algo largo y sobre esta pareja que realmente amo. Espero que expresen sus opiniones es muy importante para saber si soy un asco en esto pero bueno que solo sean CONSRUCTIVAS.

Notas del capitulo:

Sé que el árbol que se encuentra en su jardín es una jacaranda y que esta es solo de climas cálidos pero no pude resistirme ese árbol florea muy bonito, ahora hagan de cuenta que resiste el frio de Londres y que florea en casi todo el año, vale. ;)

No esta beteado, perdonen los posibles errores.

Disfruten la lectura.

Disclaimer: Estos personajes no son míos, si lo fueran Sev estaría por siempre feliz con Harry. El universo Harry Potter es de J.K. Rowling yo solo me divierto creando fics.

Cap. I

La proposición.

*

Por los pasillos de Hogwarts, un chico de cabellos negros, que tenían el aspecto de nunca haber conocido un peine, caminaba presuroso a su clase de química. Sabía que si llegaba tarde le iba a costar un reporte y hasta un castigo directo de su “querido profesor”. Avanzaba a paso presuroso, prácticamente corría, estaba a pasos del aula, pero iba tan apresurado que no se dio cuenta de que otra persona igual de distraído que él, se dirigía hacia el mismo lugar. Cuando sucedió lo que tenía que pasar: chocaron.

El más joven sintió chocar contra un fuerte pecho, tal fue el impacto que la otra persona cayó de espalda con el chico encima. Los documentos que traía cayeron por todo su alrededor en el pasillo, mientras que los lentes del muchacho salieron volando cayendo a un metro de distancia.

Severus abrió la boca dispuesto a gritarle a la descuidada persona que lo tiró, que además estaba encima de él. Cuando se encontró con unos desenfocados ojos color esmeralda, del más intenso verde exótico, que los hacían únicos. El chico enfocó su mirada encontrándose con la suya e irremediablemente se perdió en ellos por unos escasos segundos que le parecieron eternos, como si el tiempo se parara en ese instante en que esa mirada lo envolvió en una reconfortante calidez, cuando los ojos parpadearon, regreso a la realidad. Que le vino de golpe, al darse cuenta quien era el sueño de esa mirada, nada más y nada menos que el famoso Harry Potter.

Harry se desenfocó, se perdió un poco por el impacto. Enfocó la mirada en la persona que amortiguo su caída e iba a disculparse cuando se encontró con unos azabaches por ojos, negros como la noche, tan oscuros como el infinito mismo que le hizo que olvidar su disculpa por esos instantes en los que se perdió en la infinidad de esa negra mirada.

La realidad le cayó encima, como un rayo, cuando se sintió empujado hacia un lado, le empujaron tan fuerte que le dolió su trasero, el cual había recibió el golpe, tal fue el impacto que profirió un quejido.

— ¿Qué es que nunca se fija por dónde camina señor Potter? ¿Es que acaso no le sirven sus lentes? Tan inútiles cómo su dueño —casi gritó el profesor Snape, dirigiéndole su oscura mirada llena de odio.

—Lo siento profesor —dijo casi escupiendo la respuesta, entre sus dientes apretados para no maldecirlo, así que le devolvió la mirada con el mismo odio reflejado, haciendo que sus esmeraldas se volvieran casi oscuras.

— ¿Es que usted nunca pone algo de atención  a su alrededor? O es mucho pedir para su cerebro, pues veo no le ayuda a coordinar y prestar atención al mismo tiempo, me doy cuenta, no puede realizar dos cosas a la vez, si ya es mucho que funcione para algo —habló con su hiriente sarcasmo característico.

Harry prácticamente lo ignoró dedicándose a buscar sus gafas, al colocárselas se dio cuenta de los papeles que había tirados alrededor. Severus también.

—Ahora sirva de algo y recoja todo el desastre que provocó —Harry iba a protestar cuando escucho: ¡AHORA, SEÑOR POTTER! Mordiéndose la lengua para no ganarse otra reprimenda, se dispuso a recoger todos los papeles. No eran pocos.

Dando media vuelta para entregarle los papeles al profesor, se dio cuenta de que ya no estaba, entrando al aula observó que muchos ya se encontraban realizando la práctica del día. Llevó los documentos al profesor, el cual casi se los arrebató. Dándose media vuelta para dirigirse a su lugar escuchó:

—Reporte por correr en los pasillos —le regaló una sonrisa sarcástica.

—Pero yo no…

—No diga más, si no quiere detención esta noche. Ahora diríjase a su lugar y comience su práctica.

La clase siguió de forma habitual, sin percances, más de los ya acostumbrados, reprimendas constantes y comentarios hirientes de parte del profesor, que Harry se limitó a ignorar lo mejor posible. Cuándo por fin salió de la clase se encontró con Hermione acompañada de Ron, ambos le esperaban fuera del salón.

—Hola Harry —Mione le besó la mejilla por saludo.

—Hola Compañero. Qué tal la clase con tu profesor favorito —saludó Ron.

—Hola Mione —después soltó un bufido por el comentario de Ron, —hola compañero, también buen día para ti.

—Por lo que veo no te fue tan bien. Verdad Harry —éste asintió. —Oye te puedo pedir un favor —le abordó Hermione.

—Tú dirás para que soy bueno —le respondió pero antes de que Mione le llagar a contestar  se escuchó la voz del profesor Snape.

—Usted no es bueno para nada señor Potter. Así que Srta. Granger, debería buscar ayuda de alguien competente, no de alguien que no puede pensar y caminar al mismo tiempo —comentó Snape al salir del salón para después irse.

—Pero si ése… maldito murciélago. No sé cómo lo puedes soportar  —bufó Ron, Harry sólo se encogió de hombros. 

El trio de oro empezó a caminar hacia la cafetería cuando Herms se acordó del favor que iba a pedirle. Ahora con justa razón, algo bueno tenía que salir de esta situación. Qué ella presentía, en definitiva, iba a salir muy bien. Más si contaba con la ayuda de ése niño hermoso, que de inmediato le agradaría a Harry, sabiendo que éste se haría agradar al niño. Una idea se maquinó en su mente, estaba segura de que todo resultaría como ella quería, quizás tendría algunos inconvenientes en el camino pero ya los solucionaría a su tiempo. Primero lo primero. 

—Harry. ¿Me harías el favor de ir a cuidar de un niño?—Harry abrió mucho los ojos y Herms se apresuró a continuar, —es que tengo un proyecto muy importante. De verdad no puedo cuidarlo. No te preocupes, Caleb, el niño, es un angelito. Yo estoy segura de que podrás cuidarlo. ¿Si Harry? Por favor, sabes que si pudiera no te lo pediría, por favor —Hermione le miró con cara de perrito, aquella a la que él nunca se podía resistir, éste acabo rindiéndose. Asintió. —Gracias Harry, enserio muchas gracias—. Le dio un rápido abrazo. Continuaron caminando hacia la cafetería.

Harry se preguntaba si no había sido una mala idea aceptar, al fin y al cabo ya lo había hecho, así que sólo le quedaba esperar para ver qué pasaba. Muy en el fondo el sentía que todo iba a salir bien. Presentía que algo cambiaria. Sabía que era para bien.

**

Las clases pasaron como agua entre sus dedos, demasiado rápidas para el punto de vista de Harry. La hora se acercaba y sabía que tenía que llegar temprano. Así que salió de la universidad encaminándose hacia la dirección que Hermione le había dado. Era una zona residencial a unas calles arriba de donde vivía con Remus y Sirius, su padrino, que tras morir sus padres, en un accidente de auto, él quedo a cargo de su custodia, haciéndose cargo de él. Se lo agradecía enormemente, tuvo una infancia feliz, en lo que cabía. Su padrino se esforzó y había dado resultado. Un nuevo cambio sufrió sus vidas con la llegada de Remus, un viejo amigo de su madre, a la ciudad, cuando entró como maestro en el colegio al que iba. Al conocerlo rápidamente le agradó por su carácter amigable y su sonrisa amable. Se hizo su amigo, al mismo tiempo que con Sirius. Tiempo después Sirius lo invitó a vivir con ellos y sucedió lo inevitable: se enamoraron. Y desde entonces eran, lo que se dice, una familia.

Consultó su reloj. Tenía tiempo para pasar a avisar en su casa e irse a cumplir el favor.  Entró a la casa y subió directo a su cuarto, aventó su mochila, se cambió la camisa por una playera y salió directo a la cocina donde encontró a Remus cocinando.

—Hola cachorro. ¿Cómo te fue en la escuela?—le saludó como siempre que llegaba.

—Como siempre Rem —se encogió de hombros —ya sabes bien en casi todas las clases.

— ¿Cómo te fue hoy con Severus?—Harry rodó los ojos y Remus le dedicó una sonrisa amable. El joven todavía no entendía como Remus, que era tan buena persona, podía ser amigo de alguien tan amargado como era su profesor de química. Enserio no lo comprendía. ¿Qué de bueno tenia para ganarse ese derecho?

—Para que preguntas si ya sabes —Remus sólo negó con la cabeza. —Pero no estaba aquí para eso, sólo te venía a avisar que voy a ser de niñero este día—. Le volteó a ver con una ceja arqueada —voy a cuidar a un niño, y antes de que preguntes es un favor a Mione, que al no poder hacerlo me pidió que yo lo hiciera. No sé a qué hora regreso, espero que no muy tarde. Aquí te dejó la dirección —la colocó pegada en la nevera. — Bueno me voy porque se me hace tarde.

Remus se acercó a la nevera para observar la dirección y vaya sorpresa que se llevó.

—Pero si es de… —la leyó otra vez — sí, en definitiva es de él.  ¡Harry! —gritó. —Sabes de quien es esta dirección —habló fuerte y claro pero otra voz le respondió. 

—No creo que te escuche Moony, él iba saliendo cuando yo estaba entrando —Rem le miró un poco preocupado. — ¿Qué sucede Moony? —preguntó al ver preocupado a su pareja. Él solo le tendió una dirección, que leyó, le miró interrogante. —No entiendo. Es a unas calles aquí arriba, una zona residencial sino me equivocó —Remus asintió pero él siguió sin entender, le miró interrogante. — ¿Qué pasa con esta dirección? ¿Es a dónde se dirigía Harry? —Su pareja volvió a asentir. — ¿Qué tiene de mal esta dirección Remus?

— ¿No reconoces la dirección, Padfoot? —El aludido negó con la cabeza — ¿enserio? Recuerda quien vive a unas calles arriba en una zona residencial y que es alguien que conocemos. A mí me cae muy bien pero a ti no tanto —algo le hizo clic y Rem se dio cuenta que había entendido. —Es que al parecer nuestro cachorro va ir a cuidar a un niño que vive en esa dirección y para colmo resulta que ese niño es su hijo. ¿Crees que algo bueno vaya a salir de esta situación? —cuestionó con un tono ligeramente preocupado—. Sirius avanzó y lo abrazó por detrás pasando sus brazos alrededor de su cintura y le besó el cabello castaño con amor, apoyo y comprensión.

—No creo que nada malo vaya a suceder Moony, no te preocupes tanto. Creo que Harry sabrá manejarlo sabiamente. Además por algo le contrató ¿no? —Le respondió aun abrazado a él. Remus le miro a los ojos pero todavía había incertidumbre en ellos.

—Es que ese es el problema, al parecer ninguno de los dos sabe para quién está trabajando—. Sirius le vio interrogante. —Hermione es la niñera, pero por alguna razón ella no pudo y le pidió ese favor a Harry.

—Moony —le observó directamente a sus hermosos ojos  miel, casi dorados, y después de meditarlo un poco habló. —Yo creo que Hermione sabe lo que hace, siempre ha sido una chica sensata, no creo que lo haya hecho sin antes haberlo pensado un poco, conociéndola parece que ya lo ha pensado y planeado algo —Rem asintió dándole razón. —Además pienso que ya es hora de que los dos se comporten como los adultos que son, uno más que otro, pero al fin y al cabo, adultos maduros. Me parece que va a resultar interesante que se conozcan un poco más allá de la relación escolar. No creo que suceda nada si solo lo va cuidar este día. 

—Gracias —le sonrió radiante y luego le dio un beso dulce en los labios, de bienvenida. —Gracias por siempre apoyarme Sirius —le dio otro beso y se prometió saber los planes de Hermione en todo esto.

***

Harry llegó con tiempo a la dirección que Mione le había dado, se acercó a la ventanilla donde estaba el vigilante, que aunque cortes y amable le atendió, había un poco de recelo en su voz.

—Buenas tardes muchacho ¿Con quién tengo el gusto? ¿Qué lo trae por aquí?—le miró fijamente mientras hablaba, como analizándole.

—Buenas tardes señor. Mi nombre es Harry Potter. Vengo a la casa número 48 —observó el papel que traía —… de la familia S. Prince, —el vigilante le miro interrogante —por hoy voy a cuidar la niño de la familia, Hermione, la niñera me dijo que no había problema, que con anterioridad dejó avisado que otra persona iba a venir.

—Un momento, por favor —observó como el vigilante tomaba el teléfono, tenía una breve conversación, colgaba y regresaba junto a él. —Sí, acaban de confirmarme que puede pasar, al parecer lo veremos mucho por aquí así que no se preocupe la próxima vez sólo avíseme cuando llegue y pase directo. ¿Ya sabe que casa es? —Harry negó con la cabeza. —Bueno. Es la última, siga todo el camino directo, de todas maneras está el buzón en la entrada. Que tenga buena tarde —le sonrió amable.

—Gracias —dijo a su vez, para después dirigirse a la casa.

Era un largo camino empedrado. Todas las casas que se ubicaban a los lados del camino, tenían un buzón y una rejilla que conducía un caminito a la entrada de la misma. Todas y cada una de las casas eran distintas entre sí, lo único similar era el jardín, la rejilla y el buzón que tenían enfrente. Siguió su camino hasta que divisó la última, que parecía más que nada una mini mansión. Se alzaba imponente pintada de un tono azul  y montaduras blancas. Poseía un hermoso porche al frente. Al lado se encontraba lo que parecía ser la cochera, esta era conducida por un camino empedrado que se unía al camino principal para dirigirse a la casa. Llegó a la rejilla donde al lado se encontraba un buzón que rezaba: S. PRINCE # 48. También se podía apreciar el jardín que estaba pulcramente cuidado y una hermosa jacaranda estaba plantada en él y del cual colgaba un columpio. Dudó si debía abrir la rejilla y entrar o hablar desde donde se encontraba, cuando se abrió la puerta principal mostrando aun señor pulcramente vestido con pantalón negro, camisa blanca, corbata negra y chaleco gris. Era un poco bajo de estatura, tenía una complexión delgada cara un poco ovalada con unos grandes ojos verde olivo que le miraban brillantes, además de una nariz un poco grande, rematando sus facciones con unas orejas, mínimamente, picudas, similares a las de un duende. Le sonrió amable.

—Buenas tardes, usted debe ser Harry Potter, señor. Me llamo Dobby y soy el mayordomo de la casa, pase por favor, no se quede allí.

Harry entró siguiendo el camino y su ojo de jardinero le dio el buen visto dando su aprobación, al parecer Dobby se dio cuenta, porque al llegar a su lado le comento:

—Al amito Caleb le fascina la jardinería, junto con el amo se dedican a cuidar el jardín de la entrada y el que se encuentra en la parte posterior de la casa —abrió la puerta invitándole a entrar primero entrando seguido de él. —El amo Caleb se encuentra en la sala de estudios, lo conduciré ahí, si le parece bien, luego del recorrido por la casa. —Harry asintió.

En el recibidor donde se encontraban había un perchero y un bote con paraguas además algunos utensilios. Una mesa, arriba de la mesa un espejo, todo esto ubicado del lado derecho. Del lado izquierdo una puerta, que conducía a un aseo. Al frente se encontraban las escaleras de madera que conducían al segundo piso, del lado izquierdo había unas escaleras que conducía a la sala de juegos del niño que era parte de la recamara principal, la de su padre. De regreso al segundo piso en el pasillo se encontraban tres habitaciones, la primera era del niño Caleb, las demás estaban deshabitadas pero pulcramente ordenadas. Hasta el fondo del pasillo estaban unas escaleras que conducían hasta el cuarto piso, en el cual se encontraban el cuarto del mayordomo, el calentador, el cuarto de limpieza, lavado y planchado, también había una puerta que conducía a la azotea. En  pasillo de las habitaciones las escaleras hacia abajo conducían hacia otro pasillo que llevaba directamente a la cocina. Bajaron al recibidor nuevamente en él había un corredor y en el lado izquierdo habían varias estancias. La primera era la sala que estaba interconectada a un mini bar, la segunda estancia estaba interconectada con las cocinas, la tercera, que era la última, era una especie de salón de fiestas que tenía una puerta vidriera que daba al jardín. Igualmente en el pasillo había una puerta similar a la del salón de fiestas que daba al jardín. Del lado derecho del recibido, debajo de las escaleras había una pequeña bodega de comida al lado de la pequeña bodeguita estaba una enorme biblioteca que también conduce por unos ventanales al jardín. Dentro de la biblioteca se ubicaba  la sala de estudios donde se encontraba Caleb en esos momentos. Dobby tocó dos veces la puerta, desde adentro se escuchó un “pase” de una voz de niño alta y clara. Dobby abrió la puerta y cedió el paso, frente a él se encontraba un amplio salón con sillones, mesas, aparatos electrónicos actualizados, libros y una amplia chimenea.

—Amito Caleb, Dobby se disculpa por interrumpirlo pero ya llego la persona que lo va a cuidar.

Entonces el niño levantó la vista mostrando unos expresivos ojos negros, que enmarcaban su carita con una nariz respingadita fina y pequeña en ese rostro poseedor de un color ligeramente bronceado, que Harry asoció con las horas que debía pasar en el jardín. Unos labios pequeños, finos y rosaditos. De cabello negro, rizado y pulcramente acomodado. Se acercó con paso firme y elegante, algo impropio en un niño de su edad.

—Buenas tardes mi nombre es Caleb, mucho gusto —le sonrió deslumbrante extendiéndole su manita.

Harry observó todo esto con algo de desconcierto y cierta admiración. El niño era una cosa adorable con unos modales muy lindos y elegantes. Observar a ese niño le recordaba a alguien, pero no supo ponerle nombre ni rostro, solo se le hacía conocido. Le estrechó su mano.

—Harry Potter, el gusto es mío Caleb —le sonrió haciendo que sus esmeraldas brillaran.

Dobby sonrió, alegre de ver como el amito se entendía inmediatamente con el nuevo niñero, Harry Potter.

—Amito, Dobby podría ofrecerles a usted y al señor Potter una merienda, quizás emparedados y un limonada, ¿le gustaría amito? —exclamó entusiasmado por servirles.

Caleb sonrió a Harry como buscando su aprobación el cual le respondió con una sonrisa.

****

Hermione caminó tranquilamente hacia el despacho de su profesor, esperando encontrarlo en aquella hora. Tocó suavemente, cuando un “adelante” se escuchó. Abriendo la puerta se dirigió tranquilamente al escritorio del hombre.

 —Buenas tardes profesor —le dedicó una tímida sonrisa que el hombre no vio puesto que tenía la mirada en los ensayos que estaba calificando.

—Buenas tardes señorita… — paró para que digiera su nombre al ver que no lo hizo alzó la cabeza observando atentamente a la persona enfrente suya, se sorprendió. — ¿Granger?  Pero usted debería estar con Caleb. ¿Qué hace aquí? ¿Le sucedió algo? Hable no se queda callada —habló seguidamente no dándole tiempo para responder.

—Espere profesor — le detuvo Hermione, el hombre le miró expectante, —no pasó nada solo quería avisarle que no pude ir y por el momento ya no podré ir a cuidar a Caleb —viendo que la iban a interrumpir, le paró con una mano, el hombre entrecerró los ojos ante la acción. —Lo siento pero permítame terminar. Como usted sabe estoy en la carrera de medicina y pronto empezaran las practicas, por lo mismo, estoy tramitando todo y ya no me será posible cuidarlo. En este momento su hijo se encuentra al cuidado de una persona muy responsable y agradable que tiene toda mi confianza...

—¿Ha dejado con un desconocido a mi hijo?—viendo que le interrumpiría le observó fijamente con lo que la joven guardo silencio. —Sí, es un desconocido, porque yo no conozco a esa persona y por lo tanto no sé cómo sea ¿Cómo pudo hacer algo así sin mi consentimiento?

—O no, eso sí que no. Cuando usted me contrató tampoco me conocía pero aun así me dio la oportunidad de demostrar que soy lo suficientemente capaz y responsable para cuidar de una persona pequeña. Ahora yo le dijo que esa persona, que dejé es de mi entera confianza, es tan o más capas de cuidar a su hijo. Usted sabe que yo no dejaría a su hijo con cualquiera, nos soy tan irresponsable. Así que por esa confianza que ahora me tiene le pido que no dude de mi criterio, si yo pudiera seguiría cuidando de Caleb, usted sabe que lo haría pero ya no puedo, por eso mismo le he dejado a una persona capacitada para suplantar mi trabajo. Si usted no quiere le puedo decir a esa persona que ya no es necesaria, pero déjeme hacer un observación, a partir de mañana ya no dispongo del tiempo para cuidar de su hijo en cambio esa persona sí.

Él sabía que tenía un argumento y en lo que había conocido a la señorita Granger no se destacaba por ser una persona irresponsable más bien por alguien sensata y hasta algo desconfiada. Su criterio muy bien podía ser cierto. Un punto a tomar en cuenta es que ella ya no podía cuidarlo y él no tenía tiempo, además de que no conocía a alguien capaz ni lo encontraría para mañana. Así que decidió confiar.

—Está bien Srta. Granger le daré el beneficio de la duda. Ahora ¿me podría decir de dónde conoce a esa persona y quién es? —observó al chica titubear un poco pero cuando iba a contestar alguien entró.

—Albus te necesita urgentemente en su despacho —Minerva McGonagall hizo acto de presencia. —Le pido Srta. Granger  luego termine de hablar con su profesor, puesto que a partir de este momento no estará disponible.

El aludido miró de una mala manera a la profesora pero aun así se levantó guardo todo y acomodo su escritorio, volteando a mirar a la joven le dijo:

—Srta. Granger a raíz de estos inconvenientes, y de los puntos expuestos por usted, puede dejar el cuidado de mi hijo y confió en su criterio para que la persona que usted designó se encargue. Ahora si nos disculpa.

Juntos caminaron a la salida. Hermione sonrió satisfecha, sin que el profesor se diera cuenta. Contenta por los resultados. Cuando salió del campus, tomo el teléfono y marcó.

—Ron ¿quieres invitarme a tomar un café en el campus de la universidad? —le propuso a la persona del otro lado del teléfono. Sonrió aún más por la respuesta afirmativa.

*****

Acostado en su cama el joven de ojos verdes rememoraba su día. El niño, que fue a cuidar, le dio una grata sorpresa. Nunca pensó conocer a un niño así, era un pequeño hombrecito. Se habían entendido tan bien que la tarde se le pasó volando. Caleb, aun con sus pocos años, ya comenzaba a entender la química básica, adoraba la jardinería, una afición que comparten, que además les trajo una muy buena platica. Era bien portado, de modales finos y elegantes pero conservando su picardía, travesura e inocencia propia de su edad. Él que sólo pensó, lo cuidaría por un solo día, había aceptado quedar a su cuidado ahora que Hermione ya no podría hacerlo.

Se preguntaba internamente si Herms no había conspirado desde un inicio para que él quedara a cargó de ese niño. Y si fuese así no entendía por qué y tampoco por qué no se lo comentaría desde un inicio. Pero era su amiga y tenía su confianza, quizás sólo por eso lo dejó como su niñero, sólo quizás fue esa la razón.

Otra cosa que no entendía fue le insistencia de Remus  para saber qué había hecho y cómo le había ido, pareciera que todos estaban raros hoy o posiblemente solo eran figuraciones suyas. Lo que definidamente no fue su imaginación fue la sonrisa que le dirigió Sirius, esa que sólo ponía cuando realizaba una gran travesura y, supuso, iba dirigida para él. De solo pensarlo un escalofrió le recorrió todo el cuerpo.

Pronto le dio mucho sueño, se acomodó mejor en su cama. Cerró los ojos y su último pensamiento fue un par de ojos negros más oscuros que una noche sin luna pero que brillaban como el firmamento

Notas finales:

Gracias por leer.

Me encantaría que si lo leyeron me dejaran un comentario, de que estuvo mal o que necesito mejorar o quizá de lo que les gusto, sean respetuosos eso sí.

Este primer capítulo es como la introducción de lo que tratara la historia. Espero les guste.

Nos vemos.

Lizie.


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