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Cut my wings por Gaara_Uchiha

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Notas del fanfic:

Lo prometido es deuda y yo dije que la segunda entrega de Butterfly sería un BaekRen.

Mikan, esto espara ti. 

Notas del capitulo:

Segunda entrega de la serie «Butterfly», no es necesario leer el primer one-shot, pero puede que se haga un poco confuso de leer si no se tiene conocimiento alguno de la primera historia. 

Disfruten. 

Podía oír el constante palpitar de su corazón, era apenas un ligero sonido que se colaba por su sistema auditivo, pero ahí estaba, eran sus latidos. Su cuerpo inmóvil parecía estar recostado sobre un cómodo colchón, o al menos eso era lo que sentía bajo su espalda. Sus ojos, cerrados, cuan persianas en una tarde soleada. Tenía los brazos entumecidos, cruzados sobre su pecho que parecía no tener movimiento alguno. Quería, ansiaba, deseaba que sus pestañas subieran para así poder ver con claridad lo que en su entorno había... Nada, ni un solo movimiento. Algo le decía que estaba mal, algo le decía que no debía estar ahí, sin embargo tener ese tipo de pensamientos era en vano, no servían, eran inútiles.

 

—«Ábrelos» —eso era lo que escuchaba una y otra y otra vez, la voz le era conocida, por supuesto que lo era, mas eso no bastaba, no era suficiente—. «Ábrelos... ¡Maldita sea!» —un improperio y quiso fruncir el ceño. Querer no es poder, y ahora él lo sabía—. Min Gi —ese era su nombre, y era pronunciado con tanta aflicción que en su mente se formuló una única pregunta, la que le estaba atormentando: «¿Qué pasa?». Entonces la fría piel que cubría sus pómulos presenció el tacto cálido de un par de dedos, que le recorrían con suavidad, con sutileza—. «Ren...» —las yemas se deslizaron por su mentón, bajaron hasta su cuello y se pasearon por su hombro derecho, delineandolo lentamente, estaba descubierto hasta la mitad—. Min Hyun dice que está mal retenerte... —su voz quebrada le hizo estremecerse, no obstante, a los ojos de aquel hombre fornido, su cuerpo seguía estático, rígido, inerte—, pero yo no puedo dejarte ir —¿eran lágrimas lo que chocaba contra su rostro? Sentía que sobre su cara caían gruesas gotas, y lo más lógico era pensar que eran producto de los sollozos que ahora comenzaba a oír.

 

Todo mundo sabe que cuando una mariposa perece, vuelve a encerrarse en su capullo como en un principio, y pasado el tiempo, quizá meses, a veces años, renace como lo que antes fue, sin embargo pierde algunos recuerdos que marcaron su antigua vida. Pues hay algo que en las historias no suelen contar, y es que existe una manera de que una mariposa pierda su existencia, de que desaparezca de la faz de la tierra, para siempre: cortando sus alas, así de simple. Mayormente es considerado como suicidio, en muy pocos casos, como algún accidente u homicidio, pero en esta ocasión es debido a lo primero, y es que, ¿cómo podría él vivir? ¿Cómo podría seguir adelante cuando la persona que más amaba, estaba a punto de cruzar la línea entre la vida y la muerte? Era inaudito solo pensar en ello. No obstante, algo salió mal en sus planes, alguien le interrumpió en sus actos y ahora, por culpa de eso, se encontraba en estado vegetal…, muerto en vida.  Era ese el porqué de que estuviera así, y no lo había entendido, no había comprendido la razón para que su amigo le hubiese arrebatado aquella navaja que le había quitado a su padre, hasta ahora. Se sentía tan estúpido, había actuado de manera precipitada. Le dolía, le dolía mucho, porque en ese momento el que sufría por su pérdida era el mayor. Pero es que él no lo sabía en ese entonces, él pensaba que Dong Ho había sido desconectado de la máquina de aquel cutre hospital. Al parecer no fue así, en el último momento, el de cabello platinado abrió sus ojos, ya no se encontraba sumido en la inconsciencia, y a quien en un comienzo con anhelo quiso ver, no pudo debido a que se encontraba del otro lado de la ciudad, atentando contra lo que ya no tenía sentido, contra lo que ya no podía tolerar: su propia existencia.

 

Fue ahí cuando en un intento desesperado, Hwang y Kwak, amigos de la infancia de ambos jóvenes, salieron en la búsqueda de aquel muchacho de rubia cabellera y nívea piel, la cual encontraron manchada por diversas gotas de sangre.  De rodillas, con un ala rota y los pedazos de esta esparcidos por el suelo de granito, en pequeñas tiras finas, como si la hubiese rasgado con sus propias manos, no obstante, todo había sido obra de el objeto filoso y ensangrentado que sostenía con su siniestra. Su cuerpo tiritaba en su totalidad, sus ojos desbordaban lágrimas gruesas que caían al suelo una tras otra. Ambos castaños le miraban perplejos, hasta que el más alto entró en sí e hizo lo que encontró más congruente, aunque Ren no quería, y había forcejeado con la poca energía que le quedaba, sin siquiera escuchar las palabras del mayor. Aun así la sangre que perdida era demasiada, era inevitable que de un momento a otro, su anatomía se desmaterializara por completo, quedando tan solo la esencia en forma de polvo cristalino, sobre la vestimenta que traía puesta. No se podía, era imposible ir contra el curso de lo que pronto sucedería, o mejor dicho: lo que debió suceder. Tan ligero como una pluma, habiendo cerrado los ojos, cayó en el piso,  dando la impresión de que se había desmayado, pareciendo haber desfallecido.

 

Cuando una mariposa decide dejar de existir, debe planear su muerte con suma antelación, debe estar consciente de lo que busca, de lo que quiere, debe ser estratégica, analítica, metódica. Cuando una mariposa sabe que su tiempo en la tierra ha terminado, que ya no tiene sentido, busca la forma de que sus acciones sean las correctas, de que de una forma u otra, sea como sea, la extracción de sus alas sea completada, porque si no es así, si algo falla, si no se desprenden en su totalidad de los omoplatos, el resultado no es la muerte, es algo peor, mucho peor: el cuerpo queda físicamente estático, congelado, mientras que el cerebro, corazón y todos los sentidos, siguen funcionando perfectamente, durante toda la eternidad. ¿Estado vegetativo? Quizá podría llamarse de esa forma, solo quizá. Cuando una mariposa da fin completamente a su vida, todo su ser se desintegra, se desvanece, esta vez no pasó así, porque no pudo terminar lo que comenzó.

 

Baek Ho no lo soportó, estaba al borde de la locura, se desvivía día y noche por aquel ser que acostado sobre una cama, pasó los últimos tres meses. Nadie podía ayudarlo, él mismo se rehusaba, él mismo rechazaba a todo el que dijese algo referente, porque ese era su Ren, su Min Gi, y no iba a dejarlo ir, no otra vez, no lo haría, no mientras él mismo siguiera con vida.

 

—Min Gi —su mano subió de nuevo al rostro del aludido—. Min Gi —repitió, de pronto sintiendo que todo aquello no era real, esa sensación extraña, esa situación en la que te ves a ti mismo inmiscuido en alguna escena indeterminada, donde no sabes qué hacer o qué puede pasar, pero aún así eres curioso y quieres seguir con la historia, esa que con anterioridad creías verdadera, pero luego te resulta todo lo contrario—. Ren —parpadeó tres veces, sin siquiera haberlo consentido, como si sus movimientos fuesen controlados. La última vez que logró concentrar su campo de visión, ya no estaba en la misma habitación, se encontraba en un cuarto completamente blanco, y a unos cuantos metros de distancia, su preciado Choi le observaba—. Min… —calló automáticamente cuando el chico que vestía del mismo color blancuzco que cubría el cuarto, llevó uno de sus índices a sus acorazonados labios y siseó. Seguidamente comenzó a caminar, acortando los metros que los separaban en poco tiempo. Una sonrisa se dibujó en aquella boca, entonces Dong Ho quiso moverse, y lo hizo, dio un paso hacia adelante, pero la sonrisa del blondo se borró, su labio inferior se vio apresado por sus caninos y algunos incisivos y uno de sus hombros se encogió levemente, lo siguiente que pasó, fue que su cuerpo se desmoronó; brazos y piernas se desprendieron de su base, y el sonido de sus huesos al quebrarse, persistió en los oídos del más grande. Cerró sus ojos con fuerza, un chirrido quería salir de su boca, pero parecía no poseer cuerdas vocales. Todo se volvió completamente negro, no sentía, no veía, no escuchaba, nada... Hasta que, ¿qué era eso? Podía definirlo como un pitido, aunque no era tan molesto. De pronto sus sentidos empezaron a agudizarse, no obstante, no oía nada que pudiese alertarle más que lo que antes ha sido mencionado.

 

—«Ábrelos, maldita sea» —un deja vú, eso era, en su inconsciente, estaba totalmente anonadado. ¿Qué pasaba? ¿Por qué? Ese era Min Gi, podía conocer esa voz en cualquier lugar. ¿Entonces aquello solo había sido un sueño? ¿Eso era?—. «Lo he decidido» —le escuchaba, pero no podía moverse, era tal cual había sucedido en su visión—. «Si no los abres ahora mismo yo voy a…» —calló. Un sollozo, una lágrima, luego dos, tres, sentía su rostro humedecerse debido a las gotas que chocaban contra la piel de este—. «Te juro que… —parecía que aunque lo intentara, sus palabras no terminaban de salir de su boca—. «Yo… ¡Lo voy a hacer!» —en un ataque de ira y rabia acumulada, las palmas de sus manos chocaron contra el pecho de Kang, golpeándole con fuerza sin querer— «Mierda… » —mordió su labio inferior y llevó su diestra a su boca, intentando acallar su llanto, mientras que enredaba los dedos de su izquierda entre sus largos cabellos con ansiedad, con nerviosismo—. «¡Baek Ho!» —habían pasado meses y el blondo se encontraba aterrado, la clínica era demasiado cara y no podrían mantenerle conectado por mucho más tiempo. Se quería morir. Su respiración era tan acelerada que se llegaban a escuchar los jadeos que soltaba, estaba desesperado, había entrado en pánico. Sus ojos hinchados no dejaban de derramar lágrimas, en otro arranque de rabia, desplazó su mano con rapidez, pretendiendo volver a estamparla contra el torso del que se encontraba postrado en cama, pero algo le detuvo: una mano. Una mano que rodeaba su muñeca con delicadeza, así mismo, con firmeza. Al desviar su mirada hacia el rostro ajeno, unos ojos le miraban con ímpetu, y una pequeña sonrisa le era dedicada.

 

—¿Desde cuándo eres tan fuerte? —la voz del mayor nunca había sonado tan ronca, tan áspera, no obstante, aquello no le importó al de rubio cabello, que saliendo de su anonadamiento, aunque aún perplejo, se abalanzó sobre el pecho que antes había golpeado, escondiendo su rostro en el hueco que se formaba entre el cuello y uno de los hombros del más alto, quien con un poco de dificultad puesto que tenía varios cables sobre sus extremidades superiores, le abrazó.

 

Desde ese momento, Kang Dong Ho nunca dejó de pensar que esa serie de escenas proyectadas en su cabeza, que su «sueño», había sido una señal, el detonante para que su sistema nervioso volviera a trabajar como debería de hacerlo, porque no solo tenía la impresión, sino que sabía que si en ese preciso instante él no hubiese abierto sus ojos, lo experimentado cuando aún se hallaba en la inconsciencia, se habría hecho realidad.

 

Min Hyun caminaba a toda prisa por los pasillos del establecimiento, había recibido un mensaje que le había dejado más que desconcertado. Mientras andaba, o mejor dicho, trotaba, no podía dejar de observar la pantalla de su celular, todavía sin creer lo que en esta se podía leer: «Necesito que me hagas un favor… Córtame las alas. Ren». Llegó a las afueras de la habitación en la que tenían a su amigo, algo acelerado, sintiendo que el corazón se le saldría por la boca y que no había aire suficiente en el mundo como para hacerle respirar con normalidad.

 

—Jong Hyun hyung, Min Gi… —su mayor le calló haciendo una ademán con su dedo índice, seguidamente, señaló la puerta entreabierta del cuarto. El castaño alto le miró con una expresión confusa en su rostro, sin embargo hizo caso a las órdenes mudas del contrario y echó un vistazo hacia el interior de la pieza, dejando escapar un suspiro de alivio y mostrando una sonrisa amplia cuando logró vislumbrar la figura de un Ren aferrado a un Baek Ho que le envolvía con sus brazos como si su vida dependiera de ello. Dando un paso hacia atrás y luego una media vuelta, se dispuso a borrar el texto que le había alarmado a tal punto de dejar a un Aron más que aturdido en el estacionamiento de su propio departamento.


«Córtame las alas», esa frase nunca había sido tan temida hasta ahora, y Dong Ho se encargaría de que nunca llegara a ser pronunciada por los labios de Min Gi, jamás.

Notas finales:

Gracias por leer, deja tu review para saber qué te pareció el escrito. El siguiente será un BangHim.

Mi twitter para más información de actualizaciones:

@ChocoGaaDeLimon 


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