Capítulo 15
‘’Obsesión’’
‘’Creo que es momento de que regreses a tu hogar, Parkinson’’, fue lo que Pansy escuchó de la boca de Minerva, dejándola en un pequeño transe.
— ¿Qué? — Cuestionó la pelinegra, sin entender muy bien lo que la mujer mayor le había querido decir, o mejor dicho, no quería saber lo que quiso decir.
—Lo que escuchaste, ya no necesitamos de tus servicios en Hogwarts. Te agradezco por haber estado aquí. — Dijo McGonagall, y Pansy la miró incrédula. — Además por tu salud es mejor que te marches.
— ¿Disculpe? Yo no estoy enferma, no sé a qué se refiere con eso. — Pansy estaba confundida, no entendía lo que la directora le estaba queriendo decir y sobre todo ¿Qué estaba queriendo insinuar?
—Hemos hecho muchas investigaciones desde que se dio el caso del señor Longbottom, algunos de los niños de primero y otros cursos estaban asustados, temían de que hubiera un acosador en la escuela. — Dijo la mujer mayor. — Los aurores y algunos alumnos de último año estuvieron investigando, los alumnos espiaban a los profesores, incluyéndola. Y luego le brindaban la información a los aurores.
— ¿Qué? ¡¿Con qué derecho ellos hicieron eso?! — Exclamó Pansy horrorizada de lo que escuchó, no le gustó para nada que la espiaran y ella ni siquiera lo notara.
—Todo el derecho que queramos. — Pansy quedó en completo silencio ante la respuesta tan cortante de Minerva. En el fondo la pelinegra se sentía aterrada, con pánico aunque su expresión facial no lo demostrara, pero McGonagall sabía perfectamente el dilema interno que estaba teniendo la joven adulta. — Además de ser acusada de lo ocurrido hace un mes, usted, señorita Parkinson, está señalada como una persona desquiciada emocionalmente y esto lo puede afirmar su perfil psicológico. — Pansy la miraba sin aun podérselo creer del todo, eso no podía estar pasándole a ella. Su respiración comenzaba a hacerse cada vez más pesada y llena de angustia. — Por eso, es mejor que te marches.
— ¿Con que pruebas ustedes creen que soy yo la causante de lo ocurrido con Longbottom? — Preguntó de forma no muy amable Pansy.
—Bueno, testigos dicen que usted salía a altas horas de la noche a encontrarse con un desconocido.
—El que lo contó es un mentiroso.
—El señor Potter es alguien de confianza plena, señorita. — La pelinegra sentía un gran nudo en su garganta, quería gritarle a la mujer mayor. Mandarla tan lejos, hechizarla, pero se contenía de cometer aquella estupidez o de lo contrario terminaría en Azkavan. Pansy aún permanecía en su silla, con la mirada a gacha y sus manos apretadas en forma de puño contra sus piernas. Entonces, se levantó de la silla súbitamente, tirándola hacia atrás con tan áspero movimiento que provocó que McGonagall pegara un pequeño brinco de sorpresa.
—Esto no se quedará así…— Fue lo último que dijo antes de marcharse del despacho, no sin antes azotar la puerta, haciendo temblar medio Hogwarts. A Minerva le asustó un poco la actitud tan poco amable y rencorosa que había adoptado la mujer, pero no podía dejarse amedrentar por ella, solo sabía que había que tener cuidado y sin duda, temerle.
La noticia de que Parkinson se iría de una vez por toda, se había esparcido por todo el colegio de magia. Y aunque no muchos sabían el motivo exacto, se rumoreaban muchas versiones del hecho de su retiro. Neville sabía a ciencia cierta a que se debía aquello y aunque no podía estar más contento con eso, tampoco podía evitar sentirse mal por ella y eso le desconcertaba un poco.
De hecho se sentía la persona más mala y terriblemente egoísta del mundo, por ser el único que se alegrara. Pero aquella mujer se había ganado su odio de tal manera que le era imposible arrepentirse del todo.
La odiaba, la odiaba tanto que su corazón se oprimía rencoroso contra su pecho. Y aquel odio mutuo era lo que más inculpaba a Pansy de todo lo ocurrido, ya que en los últimos tiempos la mujer no se molestaba para nada en ocultar su desprecio y repulsión.
Porque en ningún lugar dice que no se pude amar, sin tampoco odiar ¿verdad?
—Te vez contento Neville…— Dijo Harry, embozando una pequeña sonrisa.
—Ni te imaginas, como perro con dos colas…— Contestó sin siquiera detener lo que estaba haciendo en esos momentos.
—Y me imagino que no necesito preguntar el por qué. — Neville lo miró por un corto momento, y luego desviar su mirada a donde estaba posada anteriormente, negó y siguió regando las masetas que tenía en frente.
— Aunque no me guste admitirlo…— Continuó y Harry suspiró. — Debes saber cómo me siento en verdad.
—Creo que si ella hubiera aceptado desde un principio el rechazo, las cosas como hoy están no serían así. — Neville asintió, dándole la razón a su amigo.
—Supongo que la obsesión de Parkinson es más grande que cualquier otra cosa. — Harry hizo una mueca de pena, no por él, más bien por la chica al darse cuenta de tal cruda verdad. Si alguien se estaba destruyendo, era ella misma. — Sabes, hasta creo que la entiendo, de alguna forma algo retorcida, pero la entiendo.
— ¿A qué te refieres? — Preguntó el pelinegro sin entender muy bien. Neville regaba delicada y lentamente las extrañas plantas en las masetas, y continuó diciendo:
—El hecho de amar a alguien y querer que esa persona sea feliz contigo y con nadie más, pero que ese sueño sea imposible de conseguir. Te obsesionas tanto con ese amor, que luego te es complicado dejar de intentar una y mil veces que ese alguien te corresponda. Seguro que intentarías hacer lo imposible para que esté únicamente a tu lado. Incluso si es necesario quitar del camino a la otra persona…— Todo lo que Neville decía era cierto, estaban haciendo del ciego si creían que Parkinson se quedaría de brazos cruzados, no sin antes tirar su última carta. Ambos se estremecían de las posibles ideas que cruzaban por la mente de la pelinegra.
—Supongo que no es muy difícil adivinar que pasa por la mente de Parkinson. — A Harry no le gustaba pensar hasta qué punto sería capaz de llegar la maniática esa y tampoco le gustaba adentrarse mucho en la mente de ella. Entonces ambos se cuestionaron en silencio:
¿Hasta qué punto ese volcán activo llegaría a despertar de una vez por todas? ¿Sería ella capaz de hacerle daño a alguien? No lo sabían, pero tampoco importaba mucho ya que ella se iría y jamás volvería ¿o no?
— ¿Quieres ir a fuera? Creo que había visto a Draco y Nott por los jardines antes de venir contigo. — Sugirió Harry al ver que Neville ya había terminado lo que estaba haciendo y aparentemente no se disponía a hacer ni una labor más.
—Claro, está bien. — Dijo embozando una amplia sonrisa, no había visto a su novio en casi todo el día así que estaba más que de acuerdo en ir a verlo.
Caminaron y continuaron charlando de temas relacionados a sus parejas y otros de la escuela, no había apuro de llegar a donde estaban sus respectivas parejas, así que se tomaban todo el tiempo que necesitaban en caminar tranquilamente por los pasillos del castillo.
En ese momento vieron a McGonagall que se acercaba a ellos rápidamente, con su típica caperuza negra larga hasta los pies y su típico semblante serio y severo. Se detuvo delante de ellos y les sonrió amablemente como de costumbre.
—Oh, señor Longbottom, lo estaba buscando. — Dijo la anciana y ambos hombres le sonrieron.
— ¿Qué se le ofrece directora McGonagall? — Preguntó amablemente Neville, y la mujer mayor sonrió.
—Quería hablar con usted un momento ¿Podría?
—Si claro.
—Pero a solas…— Dijo la mujer poniendo especial énfasis en la frase.
—De acuerdo. — Contestó Neville un poco confundido, pero no le dio mucha importancia ¿Qué era eso tan importante e íntimo de lo que la directora quería hablarle? — Te alcanzo en un rato Harry… — El pelinegro asintió, y él junto a la anciana se retiraron yendo al lado contrario del que antes caminaban.
Harry continuó caminando hasta llegar a la entrada del castillo, a lo lejos, en las banquetas se encontraban Draco y Theodore charlando a gusto y como grandes amigos que eran. Harry se acercó y saltó sobre la espalda de Draco haciendo que este se llevara tremendo susto, provocando las risas ajenas de Theodore y Harry.
— ¿Acaso estás loco? ¿Mira si me muero de una insuficiencia cardíaca o algo? — Exageró Draco y Harry rodó sus ojos, su novio era todo un experto en dramatismo.
—¿Qué tal Potter? — Saludó amablemente Theo.
—Como siempre ¿y tú?
—No me quejo. Mmh… ¿Neville no estaba contigo? — Preguntó de inmediato Theodore, un poco preocupado por la ausencia del castaño, ya que no lo había visto en casi todo el día, debido a las ocupaciones de ambos.
—Venía junto conmigo para acá, pero nos cruzamos con McGonagall y ella pidió hablar con Neville. — Contestó Harry sin la menor preocupación.
— ¿Dijiste que Longbottom está con McGonagall? — La expresión de Theodore había cambiado de tranquila a una completa y llena de pánico.
— ¿Qué? ¿Qué tiene? — Cuestionó Harry sin saber, entonces observó la cara de Draco y Theo y se volteó a ver dónde ambos estaban viendo y se dio cuenta de que McGonagall no estaba dentro del castillo con su amigo, más bien estaba allí en el patio caminando junto a alguien que no era Neville. Harry de inmediato corrió a donde estaba la directora. — Directora ¿A caso usted no estaba con Neville?
—Oh, señor Potter… No, en ningún momento del día he hablado con el señor Longbottom ¿por qué? ¿Pasó algo? — Para los tres hombres fue como un baldazo de agua fría aquella respuesta, eso quería decir que Neville en esos momentos se encontraba con un completo extraño. Theodore corrió dentro del castillo junto a Draco, mientras que Harry le explicaba a McGonagall todo lo ocurrido de forma muy desesperada.
—¡Merlín! No puedo creer que esto esté pasando. — Decía Theodore agitando de tanto correr al igual que Draco.
—¡Este castillo es demasiado grande! ¡¿Dónde crees que lo encontraremos?! — Entonces Theodore se paró en seco, ya habían buscado por casi todos los rincones de Hogwarts. Pero no lograron encontrar nada.
—Vamos al cuarto de Pansy…— Entonces ambos corrieron en dirección al lugar, pero en cuanto llegaron no encontraron absolutamente nada, el cuarto estaba completamente vacío, como si nadie hubiese dormido en ese lugar antes. El polvo flotar por el aire se podía ver a través de la luz de la ventana y la ropa, los libros y todos los muebles se encontraban vacíos. No había nada, se había ido y lo más probable es que se haya llevado a Neville con ella.
Theodore cayó rendido en el pie de la puerta, sollozando. Podía sentir la desesperación y la angustia agruparse cada vez más en su pecho y en su garganta, aquel nudo que había sentido en la boca de su estómago esa mañana, aquel mal presentimiento que perduró todo el día. Algo le advertía que algo mal pasaría y se sentía frustrado y enojado consigo mismo.
—Theo, tranquilo…— Le intentó consolar Draco, frotando la palma de su mano por la espalda del pelinegro tratando de tranquilizarlo, pero parecía que nada hacía que se calme, ni siquiera las palabras de esperanzas.
—Es mi culpa, debía cuidarlo en todo momento. — Se recriminó Theodore y Draco frunció su entrecejo.
—Tú no podrías haber prevenido esto, así que cálmate. —Entonces Theodore se levantó, dirigió su mirada roja hacia la ventana y respiró hondamente hasta recuperar parte de su conciencia.
McGonagall y Harry habían llegado junto a ellos, al que había sido el cuarto de Parkinson, y la mujer no podía creer lo que veía. Pansy se había esfumado, no sin antes engañar y raptar a Neville para quien sabe que fines. Enseguida la mujer puso en movimiento a todo el ministerio de magia, no iba a dejar que la pelinegra se salga con la suya y sobre todo, porque temía que su locura pudiera atentar contra la vida de Longbottom.
Su obsesión podía llegar al límite de una erupción…
Neville se encontraba completamente asustado, el pánico le escalaba por todas las extremidades de su cuerpo sin retener sus temblores. De alguna absurda, pero extraordinaria forma había terminado paralizado y cegado, para luego sentir ser arrastrado a quien sabe qué lugar. Sintió el típico tirón de la aparición y aquel mareo desagradable que le daba al aparecerse.
Su parálisis fue cambiada por cadenas mágicas, cosa que le permitía aunque sea mover su cabeza y la ceguera por fin había sido retirada. Permitiéndole ver su entorno, que al principio era todo oscuro y borroso, luego la imagen cambió a un más nítida y clara. Lo primero que vio fue un Pansy Parkinson sonriendo de oreja a oreja.
—Esta va a ser… Tu peor pesadilla. — Dijo seguido de una estruendosa sonrisa, que casi hacen estallar los tímpanos de Neville. El castaño tragó tan grueso como nunca, sabía que de esta no iba a salir sin aunque sea, haber recibido un crucio algo para torturarlo de parte de la pelinegra.
Solo podía pensar en una cosa, en Theo. Porque sabía que él era la única persona y el único motivo por el cual el resistiría hasta el final.