Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Amor y odio por saotaky

[Reviews - 47]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Este es mi primer fanfic de tematica Yaoi. Hacia mucho tenía ganas de escribir algo que rompiera con los parámetros comunes y aproveché la extraña afición que tengo por Inuyasha y Koga juntos, ambos personajes del manga de Rumiko Takahashi. Ojala les guste! :)

Notas del capitulo:

Me gusta poder hacer que las historias tengan un orden cronológico claro, y que no parezca que pasa todo de una vez y rápido. El amor entre los lindos de Inu y Koga empezará de a poco. Ojala les gusteee :)

Tiempos de cambios provocaban nuevos sentimientos en el Sengoku. Tras la muerte de Kikyo, Inuyasha había quedado devastado. Le costó recuperarse, pero con ayuda de sus amigos y la incondicional Kagome, lo había logrado. Esa muchachita del futuro siempre estaba para él, en las buenas y en las malas aún más. Sin embargo, Inuyasha estaba atravesando por un cuestionamiento interno sobre lo que en verdad sentía. Muy a su pesar, terminó por deducir que lo que sentía por Kagome, no era más que un cariño inmenso, por toda la paz que le brindaba.  Pero no, no la amaba.

Un día se decidió a decírselo, porque consideraba que ella no merecía esperarlo, ya que ese momento en que le correspondería no llegaría jamás, y Kagome era una chica demasiado buena y linda como para perder el tiempo así.

Sobre que le costaba hablar esto le costaba aún más, ya que no quería lastimar a alguien tan importante para él. Pero finalmente, se lo dijo, y la reacción fue la esperada. Kagome, destrozada por dentro pero tratando de disimularlo para no generar lastima en Inuyasha, solo le dijo que volvería a su tiempo y que no sabía si regresaría. Inuyasha quiso decirle que no se vaya, no solo porque estaban a un paso de derrotar a Naraku, sino porque que de todos modos él la seguía necesitando a su lado, pero hubiera sido muy egoísta de su parte pedirle eso.

Dolido y sin poder evitar sentirse culpable volvió a la aldea con sus amigos, quienes ya sabían de todo ya que él había consultado con ellos antes de hablar con Kagome. Esperaba que no lo apoyaran, pero siendo diferente la situación, es decir al no ser como antes que se iba con Kikyo dejando a Kagome ilusionada completamente sola, apoyaron los sentimientos de su amigo ya que él no estaba obligado a querer a nadie y lo incentivaron a hablar con ella.

Miroku: Volverá, ya verás –dijo el monje a su amigo antes de irse a dormir, recibiendo no más que una sonrisa triste de parte del hanyou.

Por suerte, y como siempre, Miroku no se equivocaba. Casi una semana después de lo sucedido, Inuyasha se encontraba en el Árbol Sagrado contemplando la marca que él mismo había dejado en este al quedar sellado 50 años, cuando sintió tras él una presencia que conocía perfectamente: Kagome. Inuyasha quiso hablar, pero ella no se lo permitió.

Kagome: Primero quiero pedirte perdón por haberme ido de esa manera, sin dejarte que termines de hablar –comenzó algo apenada-. Pero el tiempo que estuve en mi época me sirvió para pensar… –Inuyasha no se atrevía a hablar, quería escuchar todo lo que ella planeaba decirle-. No voy a mentirte, me duele no poder sentirme correspondida hacia ti, más porque me había ilusionado con que ese momento no tardaría en llegar a estas alturas…Pero he pensado, y si yo te quiero, tengo que permitirte ser feliz como elijas, con o sin mí a tu lado.

Inuyasha: Pero yo quiero que estés a mi lado –se apresuró a decir-. Sé que no puedo quererte cómo quieres, pero…te quiero, te quiero mucho. Kagome tú has sido la primera humana que me ha tratado con tanto respeto y amor en toda mi vida… Ni siquiera Kikyo fue así conmigo. No quiero que te vayas de mi lado –finalizó haciendo sonreír a Kagome.

Kagome: Me alegra que digas eso… porque yo tampoco quiero alejarme de ti ni de los demás. No solo me mantiene aquí la búsqueda de fragmentos, también todos ustedes. Me costará, pero haré lo posible para llegar a quererte de la misma manera que tu.

Inuyasha: Es lo que más deseo Kagome. Que puedas encontrar a alguien que de verdad merezca ese amor y te haga feliz. Y que tú y yo podamos ser…

Kagome: Amigos –dijo abrazándolo.

Inuyasha correspondió inmediatamente a ese abrazo, tan distinto al de las veces anteriores pero cargado de un gran cariño. Las cosas serían diferentes de ahora en más. Estaba feliz porque por fin había podido esclarecer sus sentimientos, y porque Kagome seguiría con ellos.

--------------------------------------------------------------

El tiempo pasó, y para su suerte a Kagome no le estaba costando tanto como creía ver a Inuyasha como un amigo. Un amigo al que quería más que al resto, eso sí. Y el hecho de que ya no existiera más que un cariño de amistad entre ellos, hacía más ameno el clima en el grupo: sin reproches, celos, enojos, momentos incómodos o vergonzosos.

Finalmente, llegó la hora de la última batalla. Después de un feroz enfrentamiento, por fin derrotaron a Naraku. Todo había acabado, y ahora podían vivir tranquilamente.

Por fortuna, el pozo no se cerró, y Kagome podía seguir viajando a través de él. Con la perla destruida y Naraku muerto, Kagome no estaba presionada a pasar tanto tiempo en la época antigua, por lo que decidió visitar a sus amigos los fines de semana, y durante la semana permanecer en su época con su familia, amigas y preparando tranquilamente los exámenes de admisión.

Miroku y Sango cumplieron su promesa y se casaron. Shippo, comenzó un duro entrenamiento como demonio zorro. Todos felices y tranquilamente viviendo en la aldea. Aunque demasiado tranquilo para gusto de cierto hanyou, que no se conformaba solo con los exorcismos que hacía con su amigo el monje, y solía salir al bosque solo por gusto de cambiar un poco de ambiente.

Una cálida mañana de primavera, Inuyasha decidió ir a dar uno de sus paseos y dijo a sus amigos que regresaría al anochecer. Lo que no imaginaba el hanyou, era que a partir de ese día, su vida cambiaría para siempre.

Luego de varias horas de disfrutar el viento chocar contra su piel, bajó de las copas de los árboles sobre las que saltaba y se acercó a un lago a tomar agua. Rápidamente su tranquilidad fue corrompida al sentir la presencia de alguien cerca, alguien que conocía, pero que no veía desde la muerte de Kikyo: Koga.

Koga: ¿Bestia? ¿Qué haces aquí? –dijo apareciendo de entre los arbustos.

Inuyasha: ¿Que no es obvio? –señalando el lago-. Mejor dicho, tú qué haces aquí lobo sarnoso.

Koga: Me escapo –dijo como si no tuviera importancia, y se arrodilló a beber agua también, ya que llevaba horas corriendo.

Inuyasha: ¿Te escapas? Ja. Sin los fragmentos en tus piernas ya no eres tan valiente sarnosito.

Koga: Deja de decir tonterías –dijo arrojando agua con su mano a Inuyasha-. No me escapo por miedo. Me escapo porque quieren casarme con esa tonta de Ayame.

Inuyasha: ¿Ayame…? ¡Oh si! ¡Tu prometida de tu asquerosa especie!

Koga: Por lo menos tengo especie –comentó ofensivo siendo él ahora quien recibió un chapotazo de agua y gruñendo ante eso-. En fin, de ella es de quien huyo.

Inuyasha: Ya déjate de tonterías y cásate de una vez. Si la rechazas no volverás a encontrar a alguien que en su sano juicio te quiera pulgoso –segundo chapotazo de agua para Inuyasha-. ¡Oye! –se quejó.

Koga: Tú te lo buscaste –rió-. Ya cállate, eres el menos indicado en dar consejos amorosos. Aún no entiendo que te vio Kagome.

Koga esperaba que Inuyasha comience una pelea de esas típicas que solían tener por Kagome, pero este prácticamente ignoró lo que él dijo, lo cual le extrañó mucho. Quería preguntar, pero lo haría de manera indiscreta.

Koga: Oye bestia ¿y cómo está Kagome? ¿Ya se cansó de ti? –dijo arrogante.

Inuyasha: No es de tu incumbencia, pero para que te calles te digo que Kagome está bien, pero ella y yo… somos solo amigos.

Koga quedó perplejo ante tal respuesta. Él siempre supo que Kagome e Inuyasha estaban enamorados, y que nunca serían menos que eso. O eso creía.

Al ver la expresión de Koga, Inuyasha suspiró y decidió explicarle, para luego poder seguir tranquilo su recorrido sin que ese lobo lo persiga a preguntas.

Inuyasha: Me di cuenta que estaba confundido. Realmente nunca estuve enamorado de Kagome. La quiero mucho, pero no de esa manera. Se lo dije, y ella lo aceptó. Somos solo amigos, y estoy feliz con eso. Suele venir los fines de semana, así que puedes hacer tranquilo tu intento de seducirla, aunque te advierto, como amigo no le daré consentimiento para qué cometa el error de elegirte –dijo riendo cínicamente.

Koga: ¿Error? Hasta a ti te encantaría estar a mi lado bestia –dijo generando algo de tensión en el ambiente por tan inapropiado comentario, por lo que rápidamente siguió para desviar el tema sin dejar a Inuyasha acotar nada al respecto-. Además…si tengo que serte sincero…Kagome me gustó desde la primera vez que la vi. Pero al saber que ella estaba enamorada de ti, sentí que no tenía sentido intentar, y no permití que fuera más que una simple atracción, que más tarde se convirtió en cariño por lo agradable que es Kagome.

Inuyasha: ¿O sea que nunca estuviste enamorado de ella realmente? –Koga negó con la cabeza y recibió su segundo chapotazo de agua- ¿¿¡¡Y porque no podías dejarnos en paz y siempre estabas molestando sarnoso!!??

Koga: Por cuestión de orgullo. Y para molestarte a ti también –rió malicioso-. En ese entonces creía que estabas enamorado y así te complicaría las cosas. Después de todo te odio –dijo arrojándole agua por tercera vez.

Inuyasha: No tienes argumento para odiarme, si dices que nunca estuviste enamorado de Kagome –arrojando agua él.

Koga: Bueno, tu tampoco lo estabas y me odias igual –comentó, nuevamente empapando a Inuyasha.

Así comenzaron una guerra de chapotazos de agua y algunos golpes, una pelea absurda que le ponía los pelos de punta al fastidioso de Inuyasha y que divertía a Koga que siempre disfrutó de molestar al hanyou. Entre tantos forcejeos, cayeron al agua, pero eso no permitió que terminaran la pelea. Ahora buscaban ahogarse el uno al otro, mientras las patadas bajo el agua acompañaban los empujones.

Finalmente Inuyasha logró hundir la cabeza de Koga, pero no pudo disfrutar más de unos segundos el sentirse victorioso, ya que este rápidamente emergió del agua, empujando a Inuyasha contra una roca que había cerca de la orilla del lago. El hanyou trató de apartarlo pero el lobo ágilmente capturó sus muñecas, estampándolas también contra la roca a la altura de la cabeza del ahora prisionero.

Koga: Gané –dijo satisfecho al ver a su rival inmóvil.

Inuyasha: Idiota –gruñó.

Un silencio profundo se hizo presente entre ambos. Un silencio en el que se permitieron ser conscientes de la escasa cercanía entre sus cuerpos mojados, que estaban de la cintura para abajo sumergidos.

Inuyasha rápidamente se tensó al notar la poca distancia e intentó salir de la posición, pero Koga ejerció más fuerza sobre sus muñecas impidiéndoselo. El lobo estaba muy concentrado observando al hanyou, y no le impediría escapar ahora que lo tenía más cerca que nunca para darse cuenta que era realmente hermoso.

Casi involuntariamente sus ojos recorrieron cada centímetro del rostro de Inuyasha. Apreciando las gotas deslizarse por la tersa piel. Admirando sus rasgos tan delicados, su nariz respingada, sus hermosos ojos dorados y sus carnosos labios entre abiertos que dejaban lucir sus colmillos en el interior de su boca. También notó un leve sonrojo en sus mejillas. ¿Lo estaba poniendo nervioso? ¿Desde cuándo Inuyasha era tan sumiso? Sin darse cuenta comenzó a gustarle esa sensación de poderío que tenía en ese momento sobre el siempre tan altanero hanyou.

Por su parte Inuyasha no pudo evitar mirar a Koga también. Sus rasgos tan marcados y sensuales. Esos ojos azules que resaltaban tanto en su piel morena, con su boca esbozando una media sonrisa arrogante y a la vez encantadora. No pudo evitar tampoco, darse cuenta de la manera en lo que estaba mirándolo Koga, e inconscientemente se sonrojó haciendo ensanchar más la sonrisa de su captor, quien parecía satisfecho de verlo así. ¿Qué rayos estaba pasando? Ninguno de los dos lo sabía. Por su parte Koga no quería alejarse, pero Inuyasha comenzaba a sentirse incomodo y buscó cortar el momento. Ya había intentado escabullirse por los costados y le fue imposible. De ser así, sería por abajo.

Sin previo aviso, Inuyasha sumergió la mitad de su cuerpo que estaba fuera del agua para adentrarlo en esta. Koga que se sorprendió ante el rápido movimiento, descuidó la fuerza de sus manos dejando a Inuyasha hundir sus brazos ya libres y así nadar por debajo para alejarse de Koga.

Ya fuera de su alcance salió del agua y comenzó a sacudirse en la orilla, sin atreverse a mirar a Koga.

Koga: Al parecer no te gusta perder –saliendo del agua.

Inuyasha: Eres un tramposo –aún sin mirarlo.

Koga: Y tu eres hermoso –dijo tomándolo de los hombros y volteándolo para dejarlo de frente a él.

Inuyasha: ¿Qué…que dices…? –balbuceó nervioso.

Koga: Lo que oíste. Que eres hermoso. No puedo creer que hasta recién me doy cuenta de eso –dijo tomando con delicadeza su mentón.

Inuyasha: ¡Oye que te pasa! –dijo alejándose bruscamente de él, queriendo ocultar su sonrojo-. Déjate de idioteces, tú lo dijiste hace unos momentos, ¡tú y yo nos odiamos! No me vengas con que ahora te…te…

Koga: ¿Con que ahora me gustas? Bueno, tú mismo lo dijiste también: No tengo ningún motivo para odiarte ni tú a mí. Se podría decir que nunca nos odiamos. Y de ser así, por algo dicen que del odio al amor hay un paso –finalizó para volver a acercársele a Inuyasha que ya no sabía para donde salir corriendo.

Inuyasha: En serio, ya basta –dijo serio.

Koga: Enojado eres más lindo aún cachorrito –acariciando su mejilla.

Inuyasha no pudo evitar estremecerse al sentir esa caricia. Koga lo notó y sonrió igual de satisfecho que como cuando lo hizo sonrojarse en el lago. Era evidente que Inuyasha también sentía una cierta atracción por él, aunque lo conocía y sabía lo vergonzoso que era el hanyou, sin mencionar lo terco y orgulloso, por lo que difícilmente aceptaría que él lo estaba poniendo nervioso.

Koga: No tienes porque temerme –dijo acercándose más.

Inuyasha: No te tengo miedo –tratando de sonar seguro-. Solo quiero que te dejes de esta tontería.

Koga: ¿Es una tontería que me gustes?

Inuyasha: ¡Claro que sí! ¡No nos vemos hace meses, de lanada llegas huyendo de tu prometida, comenzamos a pelear como siempre y me terminas diciendo que te gusto!

Koga: Si lo dices así puede sonar descabellado, pero la vida no tiene porque ser tan lógica y estructurada. Ya te lo dije, nunca estuve enamorado de Kagome realmente, y de Ayame ni hablar. Te encontré después de mucho tiempo, me tomé la libertad de mirarte con otros ojos con los que antes no te miré pues pensaba que tu corazón tenía dueña, y me pareciste extremadamente bello –finalizó dejando a Inuyasha rojo como su traje-. La vida es así. Nada lógica.

Inuyasha: No…No me vengas con tus clases de vida. Mejor me voy –dijo apartándose de Koga y adentrándose en el bosque.

En ese instante, una nueva presencia fue captada por ambos. Una presencia algo familiar para Inuyasha y extremadamente temida por Koga: Ayame.

Koga: Oh no, ¡ahí viene!

Inuyasha: Que tengas suerte –dijo de espaldas alejándose.

Rápidamente Koga corrió hasta él y lo sujetó del brazo. Inuyasha sobresaltado estaba dispuesto a gritarle por lo que Koga, previniendo eso, le tapó la boca temiendo que con su grito Ayame lo encontrara.

Koga: Cállate. Tienes que ayudarme a esconderme de Ayame –dijo más como una orden que como un pedido.

Inuyasha: ¿Y porque tendría que hacer eso? –respondió ya irritado una vez que Koga sacó la mano de su boca.

Koga: Tienes que hacerlo. Tú tienes la culpa de que no haya podido alejarme lo suficiente de la cueva. Tú y tu estúpida e irresistible belleza que me entretuvieron aquí –dijo acusándolo.

Inuyasha nuevamente se sonrojó ante la forma en que Koga hablaba de él y sin la más mínima vergüenza al declararse. Sin embargo no fue capaz de hablar, solo se quedó callado, mientras la presencia de Ayame se acercaba cada vez más.

Koga: Por favor Inuyasha, te juro que si me escondes haré lo que me pidas a cambio –suplicó desesperado.

Inuyasha: Esta bien –resignado-. Eres un dolor de cabeza.

Koga: Y tu un ángel –dijo acariciando su mejilla para luego lanzarse a los arbustos.

A Inuyasha le costó unos segundos reaccionar luego de la caricia, pero lo hizo a tiempo para sacudirse como un perrito mojado para esparcir su fragancia por todo el claro antes de que llegara Ayame.

Ayame: ¿Inuyasha? –llegando.

Inuyasha: Oh, Ayame, ¿qué haces aquí? –tratando de disimular.

Ayame: Busco a Koga. Sentía su presencia por este lugar, pensé que lo encontraría aquí, pero no está y su olor apenas se siente… -Inuyasha se sintió satisfecho al saber que ocultó exitosamente el aroma del lobo con el suyo.

Inuyasha: Eso es porque si estuvo aquí pero hace un rato. Se fue por allá –dijo señalando una dirección opuesta a donde se encontraba oculto el lobo.

Ayame: ¡Gracias Inuyasha! Has sido de gran ayuda –dijo sonriente y rápidamente desapareció en un remolino direccionado a donde indicó Inuyasha.

Una vez que la presencia de Ayame se alejó lo suficiente, el hanyou respiró aliviado. No suele ser bueno mintiendo y temió que Ayame descubriera a Koga. “Y al fin y al cabo a mí que me interesa que pase con él” se reprochó a sí mismo. Pero rápidamente fue sacado de sus pensamientos por dos brazos que lo rodearon con fuerza abrazándolo.

Koga: Gracias cachorrito –susurró en su orejita.

Inuyasha: No me llames así –dijo apartándolo-. Y de nada, pero ahora me debes un favor.

Koga: Lo que quieras –volviéndose a acercar.

Inuyasha: ¡Te dije que pares!

Koga: Si en verdad quisieras que pare, podrías pedirme eso como favor. Y como no lo haces, en verdad no debes querer que me detenga, pero eres muy orgulloso para reconocer que también te gusto.

Inuyasha: ¡Eso no es cierto!

Koga: Claro que sí –sonriendo arrogantemente.

Inuyasha: ¡Te digo que no! ¡Ni que estuviera tan loco!

Koga: Me vas a terminar obligándote a hacerte confesarlo.

Inuyasha: Uy que miedo me das –dijo irónico.

Koga: Será así entonces –dijo con sensual malicia.

Dicho esto, acarició una vez más el contorno del bello rostro de Inuyasha y se marchó, dejando a este completamente perplejo ante tan repentina huída.

Estaba anocheciendo e Inuyasha debía volver a la aldea, así que se encaminó rumbo allí, mientras que se dedicaba a pensar en los acontecimientos. ¿Qué le había sucedido? Él odiaba a ese lobo, además no había tenido relación con él desde hacía meses. Aunque era verdad que si ninguno de los dos amó a Kagome realmente no tenía porqué odiarlo. “¡Pero aún así!” pensaba él, “Es Koga, el lobo sarnoso, arrogante, altanero, malhumorado, atrevido…encantador…de lindos ojos… ¡NO, QUÉ ESTOY PENSADO! Ese lobo no puede estar en lo cierto. ¡No puede gustarme! Aunque… Nunca me había sentido así, cuando me miraba o me tocaba…Se me erizaba toda la piel. Qué rayos se cree viniendo de la nada, diciendo cosas estúpidas y haciendo que…que…quiera volver a verlo. No basta ya, tanto rato con es sarnoso me pegó su estupidez”.

Llegó a la aldea para la cena. Comió junto con sus amigos deseando pasar un ameno rato y olvidar lo sucedido en el bosque. Por eso mismo cuando sus amigos le preguntaron cómo le había ido, él solo se limitó a decir que bien, y rápidamente cambio de tema preguntando como estuvieron las cosas en la aldea. Por fortuna para él la siempre divertida y animada charla con sus amigos distrajo su mente de pensamientos que no quería tener. Pero muy a su pesar las cenas no son eternas y cuando llegó la hora de dormir, no pudo evitar que su cabeza diera mil millones de vueltas antes de conciliar el sueño, recreando en su mente una y otra vez cada palabra de Koga, cada roce, acercamiento y cada emoción. Podía distraerse, hacerse el desentendido, tratar de olvidar…pero aunque no quisiera, lo que pasó esa tarde en el bosque, lo recordaría por siempre.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).