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La nueva familia de papá por lizergchan

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Disclaimer: Los personajes de Sherlock Holmes no me pertenecen, sino a su autor Sir Arthur Conan Doyle, la serie “Sherlock” pertenece a la BBC. Este fic lo hice sólo y únicamente como diversión.

Personajes: Sherlock, John Watson y otros.

Aclaraciones y Advertencia: Este fic contiene Slash, lemon,  y lo que se me vaya ocurriendo, kesesesese.

Resumen:¿Sherlock Holmes tiene una hija?, ¿Cómo es eso posible? La vida del detective consultor dará un giro de 180°

 

 

OoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoOoO

 

 

La familia de papá

 

 

 

 

Capítulo 01.- Hija

 

 

Sherlock Holmes no era una persona común; toda su vida giraba alrededor de sus casos y se dirigía por la lógica y el razonamiento. Todos sus movimientos eran siempre calculados por lo cinco pasos por delante.

Consideraba a la soledad como su protectora y única amiga. En su mundo existía sólo él y no había cabida para nadie más, pero John Watson había logrado penetrar esos muros que hasta ese momento fueron infranqueables; haciendo que Sherlock sintiera, volviéndolo… humano.

Por John, Sherlock era capaz de hacer cualquier cosa, como ya lo había demostrado al suicidarse para evitar que los asesinos de Moriaty lo dañaran.

 

Por proteger a John y a sus amigos, el detective había pasado tres años fingiendo estar muerto, de eso hacía más de dieciocho meses, ahora, con su regreso a 211B de Beker Street, las cosas parecían haber regresado a la normalidad.

 

—¡Me aburro! —se quejó Sherlock quien estaba acostado en el sofá. Había resuelto un difícil caso de un asesino serial tan sólo tres horas atrás.

 

John suspiró con pesadez, pero inmediatamente sonrió, al menos esos años de ausencia no lograron cambiar al detective.

 

El móvil de Sherlock comenzó a sonar, era un mensaje que lo hizo fruncir el ceño.

 

—¿Qué sucede?, ¿otro caso? —dijo Watson al ver a su compañero colocarse la bufanda y el abrigo.

—Mycroft —respondió dirigiéndose a la salida. John suspiró, tomó sus cosas y siguió a Sherlock, afuera los esperaba Athena para llevarlos con su jefe.

 

Fue una sorpresa para John encontrarse en una elegante casa y no en alguna construcción o en algún otro lugar. Watson contempló la sala donde el mayordomo los había conducido; era amplio, estilo victoriano.

 

La sirvienta les llevó té y a los pocos minutos apareció el mayor de los Holmes.

 

—Doctor Watson, que agradable sorpresa —dijo Mycroft con ese tono que tanto molestaba a Sherlock e incomodaba a John.

—Al grano Mycroft —le cortó Sherlock —. Sabes que las pláticas sin sentido me aburren así que ve al grano.

 

Mycroft ahorró palabras, en lugar de eso le extendió una carpeta con un nombre rotulado: Isabel Wellington.

 

—Supongo que la conoces —Sherlock frunció el ceño.

—Obviamente, Isabel y yo estamos casados.

 

John casi se ahoga con el té que estaba bebiendo y no era para menos, ¿Sherlock había dicho que estaba casado?, ¿Cómo?, ¿Cuándo?, ¿Qué mujer había tenido la pericia de atrapar al único detective consultor del mundo? Definitivamente no era una persona común.

 

—¿Estas casado? —dijo John una vez pudo recuperar el aliento.

—Estábamos en la universidad. Nuestros padres nos obligaron, pero es irrelevante —comentó el detective volviendo su atención al mayor —. ¿Qué hay con ella?

—Siento decirte que mi querida cuñada falleció ayer en Liverpool —Watson observó como el cuerpo su amigo se tensaba, era obvio que la muerte de aquella mujer le estaba afectando, incluso parpadeaba más para evitar que alguna lágrima se escapara de sus ojos.

—¿Qué pasó con ella? —preguntó el detective con voz ronca. John sintió celos de aquella mujer que no conocía y dadas las circunstancias, jamás haría.

—Sherly se encuentra bien, no sufrido daño alguno; por suerte estaba en la escuela cuando sucedió el accidente. Ahora Mami la está cuidando.

 

Sherlock se levantó de golpe, el saber que ella se encontraba en poder de su madre le desagradaba terriblemente.

 

—¿Quién es Sherly? —dijo John confundido por el cambio de su amigo, aunque creía saber la respuesta, pero quería… necesitaba oírla de los labios del detective.

—Sherly Holmes, es mi hija —Watson sintió que le faltaba el aire, el color abandono su rostro. Todo ese tiempo creyendo conocer a Sherlock, un hombre que pregonaba a los cuatro vientos que los sentimientos y el contacto humano eran una pérdida de su valioso tiempo; ahora se enteraba que estaba casado y además con una hija.

 

—Mami se llevó a Sherly a la mansión de campo —Sherlock no aguardó más explicaciones y se fue sin despedirse, seguido de John quien aún no se recuperaba de la noticia.

 

 

 

 

John quedó maravillado con la casa Holmes; era enorme, debía contar con más de veinte habitaciones, el terreno era de diez hectáreas. Al llegar a la entrada, una mujer robusta y ya entrada en años recibió al detective con un fuerte abrazo.

 

—¡Amo Sherlock! —exclamó la mujer —Me alegro mucho de verlo, ¡pero mire nada más!, casi está en los huesos.

 

John se cubrió la boca para evitar que la risa se le escapara al ver como las mejillas de su amigo eran pellizcadas como si fuera un niño.

 

—Estoy bien, Rose —recriminó Sherlock separándose de la mujer que en su infancia lo había cuidado y a quien quería más que a su propia madre.

—¿Rose?, ¿es que el señor ya es demasiado grande para llamar a esta vieja, nana? —el detective resopló y John ya no pudo aguantar la risa, ocasionando que su amigo y la anciana lo miraran. —¿Quién es éste jovencito?, ¿su novio?

—Eh, no… nosotros no somos…

—¿Dónde está mi madre? —dijo Sherlock interrumpiendo el (a su parecer), ya gastado monologo de su compañero.

—La señora lo está esperando en el salón de té.

 

El detective agradeció, tomó la mano de John quien se removió inquieto y se enfiló a la habitación que le había indicado su antigua nana.

 

 

 

 

La señora Holmes era una mujer alta y elegante, sus ojos eran entre grises y azules, como los de Sherlock; su largo cabello negro —ahora encanecido—, estaba amarrado en una coleta baja.

 

—Sherlock, al fin te dignas a visitarme —dijo la mujer en tono serio. —¿Acaso vienes a presentarme a tu novio? —agregó mirando a John de manera despectiva.

—Guarda tus comentarios, madre —siseó Sherlock antes de que su compañero tuviera tiempo de desmentir las suposiciones de la cabeza de la familia Holmes —. Vengo por mi hija.

 

Amanda Holmes frunció el ceño; no despegaba la mirada de John, seguramente pensando en lo “vulgar” que se veía el novio que su hijo había conseguido para molestarla y es que Sherlock no estaba conforme con haberla engañado con su matrimonio con Isabel, no, ¡también tenía que ser gay!

 

—¿Para qué quieres llevártela? Has pasado la mayor parte de su vida lejos —le recriminó molesta —. ¿O es que a te parece suficiente que una niña pase solo una semana cada dos meses con su padre? —Sherlock estaba por contestar pero ella no se lo permitió —Guarda silencio jovencito que aún no he acabado. Sherly tiene diez años, ¿Qué futuro podrías darle? Vives siempre en peligro y encima estás con un hombre, ¿es ese el ejemplo que quieres darle a tu hija?

—¿Y tú sí? —replicó Sherlock molesto, el recuerdo de su infancia aun lo perseguía y no deseaba que su hija pasara por el mismo infierno que él —. No madre, no voy a permitir que Sherly se quede aquí para que la amoldes a tus estándares arcaicos…

 

John observaba la discusión en silencio, no era desconocido para él los sentimientos de Sherlock por su familia, a Mycroft a duras penas lo soportaba, era obvio que a su madre no la toleraba, ¿pero porque?, ¿su infancia había sido tan mala?

 

—¡Eres un malagradecido, mocoso egoísta!, ¿Por qué no puedes ser más como Mycri? Él siempre fue un buen niño, bien portado….

—¡Y ahí vamos de nuevo!

 

John suspiró, ahora comprendía de donde venía el odio hacia Mycroft, Sherlock por su hermano, estaba celoso porque era el favorito de su madre.

 

—Abuela, padre —dijo una dulce voz desde la entrada, madre e hijo pararon de discutir. Watson contempló a la recién llegada, era una joven, debía tener unos diez años, rubia y ojos azul grisáceos, era alta y poseía una figura delgada, estaba vestida con un traje de equitación y aún traía el casco y la fusta entre manos.

—Sherly, querida, ¿Qué te he dicho de interrumpir en conversaciones privadas? —la amonestó Amanda en tono serio. La niña sonrió y John no pudo evitar comparar ese gesto ladino con el de su amigo, ¡definitivamente eran iguales!

—¿Privada? Disculpe, querida abuela, pero su conversación “privada” con mi padre se escucha hasta los jardines. Además —prosiguió con su monólogo —, padre y usted están hablando de mí, por tanto no es una conversación ajena y considerando que es una mujer de palabra, cumplirá su promesa.

 

Amanda arrugó la nariz, pero finalmente tomó la campanilla que descansaba en su regazo para llamar al ama de llaves y que preparara las cosas de su nieta. Sherlock sonrió, su hija era incluso más manipuladora que él, lo había comprobado en los tres años que vivieron bajo el mismo techo.

 

—Si te aburres de vivir con tu padre y su novio, sabes que puedes regresar —dijo Amanda y salió de la habitación sin despedirse. John miró confundido a la niña.

—¿Qué sucedió? —la rubia lo observó de la misma manera que Sherlock lo hacía cuando deducía algo.

—Elemental. La abuela es una mujer orgullosa que siempre quiere tener la razón; ella estaba segura que padre no vendría por mí, así que le propuse un trato.

—Si yo llegaba al poco de ser contactado por Mycroft, ella te dejaría venir conmigo sin hacer una de sus molestas escenas.

—Correcto —Sherlock comenzó a reír, tal como lo hacía cuando tenía un caso difícil o lo resolvía —. Aunque, debo admitir que no me fue posible deducir que vendrías con tu novio —Sherly sonrió mirando a John —, por cierto, me alegro que te perdonara, padre.

—Eh, se equivoca, nosotros no somos pareja, somos compañeros… socios… —la hizo un gesto, restándole importancia.

—¿Nos vamos? Tío Mycroft dijo que él se encargaría de llevar mi equipaje.

 

 

 

 

El camino a casa fue realmente incómodo para John; padre e hija se mantenían en silencio, observándose de vez en cuando. Suspiró. Fijó la vista en la ventana del lujoso auto negro que la madre de Sherlock había insistido en que usaran; a través del reflejo pudo contemplar mejor a la joven Holmes; su largo cabello rubio platinado estaba sujetado únicamente con una diadema negra, su ropa era de tonalidades oscuras y muy poco femeninas,  el color de sus ojos y piel eran las mismas que las del detective, al igual que la mayoría de los gestos, aunque algunos otros eran diferentes, ¿serían un reflejo de los de su madre?

La sola idea de imaginar a Sherlock con una mujer… besándola, compartiendo palabras de amor… hacían que John se sintiera realmente enfermo, la misma sensación que experimentó cuando Irene, la mujer, captó la atención de su amigo, eran celos, John lo sabía, pero se negaba a aceptarlo.

 

—El funeral de madre será pasado mañana, en Londres —dijo Sherly sacando a John de sus pensamientos.

—Siento mucho su perdida —la niña miró a ex militar y éste sintió que la respiración se le cortaba, esos ojos, eran iguales en todos sentidos a los de Sherlock —.Soy John Watson, colega de tu padre, si necesitas algo, no dudes en pedirlo… los dos —agregó mirando al detective quien se notaba perdido en sus pensamientos.

—Lo sé, padre fingió su suicidio para protegerlo de las mascotas de Moriaty —Sherly miró a Sherlock y sonrió con cariño —. Fue divertido cazar a esos cachorros, ¿lo haremos otra vez?

—¿Es por eso que quieres vivir conmigo? —dijo Sherlock sin mirar a sus hija, parecía un poco decepcionado o triste. John lo observó confundido, normalmente su amigo haría lo que quisiera sin importarle lo que otros pensaran, pedir opinión no estaba en su naturaliza —Podrías irte con Greta.

—Mamá me pidió que me fuera con ella, pero me resulta ilógico hacerlo, teniendo en cuenta que mi custodia pasó a tus manos —la niña se encogió de hombros —. Además... te extrañe padre, extrañé ayudarte con tu misión… y me gustaría seguir haciéndolo.

 

Greta, ¿Quién será Greta?, ¿Qué no la madre de Sherly se llamaba Isabel? Un momento, ¿había dicho que ayudaba a Sherlock con el asunto de Moriaty?

 

—Greta fue la mujer que madre y padre centraron para mi gestación. A ninguno de los dos le interesaba el sexo, pero consideraron lógico tener descendencia, pues, hasta no lograr colocar sus cerebros en robots que preservaran para el mundo sus privilegiadas mentes…

—Momento —John miró a Sherlock con desaprobación y olvidando el asunto del nacimiento —. ¿Dejabas que tu hija de ocho años te ayudara a buscar a una banda de peligrosos asesinos?

—Si —respondieron ambos Holmes a la vez, restándole importancia al asunto.

 

Ahora sabía dónde se había metido Sherlock, durante los tres años que lo creyó muerto, estuvo con su familia, a quien de seguro puso en peligro para protegerlo a él y a los demás, John se sintió culpable, pero al mismo tiempo afortunado.

 

La pequeña Sherly Holmes guardaba muchos secretos, pero John estaba seguro que los desvelaría todos, pues creía que eso lo ayudaría a entender un poco más a Sherlock, la persona que amaba.

 

Continuará…


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