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Cuando no quieres dormir por YamiYo

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Notas del fanfic:

Prince of tennis ni sus personajes me pertecen, sino a Konomi Takeshi.

 

Notas del capitulo:

Primer oneshot de la Arrogant Pair

Ammm no sé como juntan a Atobe con Jirou... siempre me sera un misterio XD

Sin interrupciones, aqui esta breve lectura.

No era una noche, ni dos, iba una semana con un sueño intranquilo. El gran y magnifico Atobe, no podía tomar sus sueños de belleza. Ni con tratamientos o masajes. Como se encontraban en plenas vacaciones, el resto de sus compañeros huyo de las manos del rey, para poder descansar en paz, era suficiente tortura la que aplicaba en la secundaria. Este se había quedado en su mansión, esos días no quería viajar a Inglaterra o el Caribe, simplemente no lo deseaba. 

 

Postrado en su cama, con almohadas de plumas de ganso exportadas, al igual que su edredón, sus finas sabanas de seda, que realmente quería botar, ya que estaba harto de todo. Cubrían su delicado y cuidado rostro al cual le estaba apareciendo ojeras, ¡ORE-SAMA CON OJERAS! Eran las peores vacaciones de la historia. 

 

Cogió una campanita y llamo a un mayordomo, que le pasara su celular con contactos de la escuela. El señor, ya de edad, educadamente le entrego el teléfono móvil. El chico, empezó a buscar a alguien que se encontrara en la ciudad, no tenía tiempo de mandar un helicóptero, pero que quede claro que podría hacerlo. Gakuto Mukahi no gracias, quien quiere a ese acróbata saltando de lado a lado. Shishido Ryou ni de bromas. Ootori Chotarou, un niño santo y puro no le serviría. Kabaji, tampoco. Jirou antes que llegara se dormiría. Haginosuke Taki ¿quién será? Hiyoshi Wakashi quería divertirse no ser más serios de Tezuka en los partidos. El ultimo Yuushi Oshitari... bueno.

 

Llamo al peliazul, el cual después de un par de timbradas contesto. 

 

-Hola, habla Oshita...

 

-Oshitari, me aburro, sé que en tu vida no tienes nada que hacer así que generosamente te invito a mi casa.

 

-Es Atobe Keigo el que me da tan generosa oferta.- dijo burlesco.

 

-¿Quién más? Así que vienes, porque si no quieres, tengo muchas más opciones.- dijo intentando no sonar desesperado.

 

-Claro que si... -decía con sarcasmo rebalsando hasta el suelo.

 

-¿Qué quieres? En mi casa hay todo, televisores, canchas de tenis, tragos, lo que quieras puede haber. 

 

-Si tanto insistes, iré. -contesto Yuushi riendo vagamente. Parecía que sería una buena noche, ya que el de lentes tenía un profundo deseo hacia su capitán.

 

Pasaron un par de horas antes de que el invitado se hiciera presente. Pero el gran problema no era la ambientación de la casa, más bien, el problema de sus ojeras estaba atormentándolo. Con una de sus cientos de cremas para hidratar su piel, se borró o al menos aparentaba. No podía dejar que alguien viera ese horror. Problema resuelto. Problema dos el aburrimiento. 

 

Hace diez minutos llamo al oji azul y aun no llega. Keigo no se hacía esperar, así que mando una limusina a casa de Yuushi. Pasaron treinta minutos, para no aburrirse, empezó a vestir a su perro.  Deben saber, que ese perro hasta es famoso y tiene una película, Lassie. Claro, su perro no es un cualquiera. Tenía un armario y un cuarto para Lassie, le estaba poniendo un lazo y un gorro azul marino. En breves instantes el timbre suena, debería ser Oshitari. Saliendo de la habitación, mientras su perro lo seguía, estaba en esperando en el balcón interno a que una de sus mucamas abriera la puerta.  

 

-Hola. -dijo Yuushi al entrar con una mochila colgando de su hombre derecho.

 

-¿Cómo te atreves hacer esperar a Ore-sama? -interrogo el de pelo grisáceo, alzando la ceja y acariciando la cabeza de su perro.

 

-Dejemos la cortesía y dime donde dormiré. 

 

Atobe chasqueo los dedos, y un par de sirvientes se llevaron su mochila.

 

-Espera...-exclamo el peliazul reteniendo al sirviente.

 

-Yuushi, viniste aquí a entretenerme.

 

-¿Ah? -se hizo el torpe, pues venia con otras intenciones.

 

-Escuchaste bien, estoy aburrido y no puedo dormir. 

 

-Mejor me voy.- dijo el chico dando media vuelta.

 

-¡Momento! -grito Atobe-. Si lo haces, te daré lo que quieras.

 

-¿Seguro? -pregunto pícaro.

 

-Quien te crees para desconfiar de mis palabras 

 

Atobe fue a su cuarto, y se colocó una de sus batas con estampados floreados.  Cuando Oshitari entro solo rio sin aparentar. Para el de lentes, su cuarto era excesivamente grande y perfumado.

 

-¿Cómo se supone que duermas si hay tantos perfumes? –pregunto con un rostro incómodo.

 

-Cállate, son perfumes relajantes. -dijo recostándose en su cama.

 

-¿Acaso te tengo que contar un cuento?

 

-No lo sé, tu solo has que me duerma.

 

-Bien...Había una vez un niño que tenía mucho dinero....

 

-¿Como yo? 

 

-Si Atobe como tu...

 

-Está bien, continúa.

 

-El niño sufría de insomnio 

 

-¡Me aburro!

 

-Ni he terminado la oración.

 

-No me importa, haz otra cosa.

 

-Jugamos un partido haber si te cansas. -dijo el de lentes con un pequeño tic.

 

-Sabes que en resistencia nunca me ganarías.

 

-Me estas retando.

 

-En todo te ganare, y lo sabes... Yuushi.

 

El chico retiro sus lentes, y lo puso en la mesa de noche. Se posiciono encima de otro, mirando fijamente sus ojos. Acomodando los mechones de su rostro, sonrío.

 

-Sabes, mi apodo es el de un genio... quiero ver hasta dónde puedo llegar.

 

No resistió más, el de pelo grisáceo se veía demasiado sensual para él. Lo beso sin control, no iba a dejar que ese momento fuera corto. Los expertos labios de Oshitari junto con los confundidos labios de su capitán. Cuando al fin supo reaccionar, Keigo, mordió el labio fuertemente para separarse.

 

 

 -Pero ...

 

-Shhhh.- dijo el de lentes colocándole el dedo índice en sus labios-. Dijiste que me ganarías en cualquier cosa, pues vamos a comprobarlo o acaso no cumples con tu palabra.

 

Eso era un punto clave, el orgullo de Atobe era tan grande como su persistencia. Solo miro algo irritado a un lado dejando todo a la disposición del más alto.  Dejo sus brazos caer sobre su cama y su bata dejaba ver un poco de su delineado cuerpo. 

 

Oshitari estaba loco, al haber probado un pequeño pedazo del "rey" ya no resistía más, esa noche, se volvería suyo. Le arrebato las prendas, pero este no reaccionaba, debía ser una broma. Esperaba algo más salvaje o difícil... podía estar más que furioso. Se alejó.

 

-Oye tú acaso no sabes cumplir con tus palabras. -dijo Atobe tirandole sus lentes.

 

Justo en el orgullo.

 

-Es que esperaba más de una persona con tu carácter, me decepcionas.

 

Atobe no hablo más, y no porque su orgullo cayera, posiblemente eso sería después de su muerte. Camino, con la bata semi caída, cogió a su compañero por la espalda y lo acercó. 

 

-No sabes con quien hablas.

 

-Pues lo descubriré, Atobe.

 

Volvieron a comenzar, como si tuvieran una fuerte conexión y un gran deseo por demostrar sus habilidades. En un beso sin restricciones, sus lenguas luchaban por explorar la cavidad del contrario. Apreciando el esculpido cuerpo de Atobe después de que se le cayera completamente la bata, se hubiera quedado horas apreciando tal obra de Dios. Pero su miembro, ya excitado, llamaba.

 

El de cabellos grisáceos molesto por no tener control. Lo empezó a desvestir con agilidad; primero su camisa, luego sus pantalones y por último esos incómodos boxers. Ahí estaba, el que había nombrado genio, estaba listo para complacerlo. Sus manos en verdad eran prodigias, con destreza masturbaba su miembro haciéndole soltar gemidos roncos.  

 

-Sabemos los dos que quieres estar dentro. -dijo desafiante.

 

Con un suspiro que soltaba la cordura que le quedaba. Oshitari lamió sus dedos para luego introducirlos en su pequeña entrada. Uno tras otro, hasta llegar a tres. Luego de ese momento de preparación, sin paciencia alguna, introdujo de una sola estocada su miembro a la entrada ya dilatada del otro.  Es verdad, es doloroso, pero se mordió la lengua. Prefería eso que gritar, aunque no soporto mucho tiempo soltando un sonoro quejido.

 

-No te preocupes, conmigo conocerás el placer. -murmuro mientras le daba un dulce beso, mientras se acostumbraba al intruso.

 

Instintivamente, sus caderas fueron balanceándose en busca de movimiento, lo que le indico que era la hora. Empezó con movimientos lentos y cuidadosos, yendo a movimientos frenéticos y de pura lujuria. Atobe tomo la pose dominante en busca de mas placer y velocidad. El momento del clímax llegaba, sintió un espasmo en la columna vertebral antes de venirse dentro de él. 

 

En un gemido final, Keigo cayó rendido sobre Yuushi. Respiración agitada, sudor, ya no podía más, necesitaba dormir. 

 

Yuushi, triunfador, se fue al baño. Se miró al espejo, y se dijo.

 

 

-Fue mejor de lo que pensé. 

 
Notas finales:

Gracias por leer.

Cuidense :3

 


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