1.- Can You? – Raspberry Field
Era difícil, claro, pero no imposible. Tanto HeeChul como Han Geng intentaban que funcionara. Estaban a kilómetros de distancia y ambos tenían la agenda saturada, especialmente desde que el mayor había terminado su Servicio obligatorio, por lo que las visitas eran más bien imposibles. Pero siempre tenían el teléfono. Y el Internet. No había un sólo día en que se fueran a la cama sin haber escuchado la voz del otro aunque fuera por unos escasos segundos.
Tenían todas las de perder, una relación como aquella, que pendía de un hilo apenas mantenida por la esperanza de que algún día mejorara todo, era peligrosa. Han Geng había intentado dejarlo en contadas ocasiones, pero los gritos de HeeChul quien parecía conocerlo más que sí mismo siempre eran un alivio. Después de todo el mayor siempre resultaba tener la razón, y él no podía imaginarse una vida sin el coreano en ella. Por eso seguía ahí, esperando a que todo mejorara, porque algún día todo acabaría y entonces podrían estar juntos, sólo era esperar un poquito más.
2.- Adiós – Zahara
Las palabras se morían en su garganta, incapaces de salir, ahogándole en su propios sentimientos. Lo había superado, se supone que lo había superado, ¿entonces por qué sus ojos están humedeciéndose con cada verso? La letra, que está en un veloz mandarín que apenas entiende, está dirigida a él. Lo sabe. Lo siente. Pero no lo entiende. ¿Por qué sacar algo que estaba muerto y enterrado?
Hankyung es un idiota, es lo que piensa. Y a pesar del enojo combinado con dolor, la sensación le gusta. Es como sentirse vivo de nuevo, como si la voz aterciopelada del chino le abrazara y acariciara con cada palabra como antaño lo haría él mismo. Se siente bien. Tal vez no entienda mucho, pero la canción es perfecta, porque sabe que las apenas sílabas que es capaz de traducir por sí mismo están dedicadas a él. Y de pronto el enojo se va y sólo se queda la calidez que hacía años no sentía. Y todo está bien aunque sea por segundos.
3.- Comeback… Be here – Taylor Swift
Apenas se ha ido y ya le extraña. No sabe cómo será capaz de vivir los próximos años sin él. ¿Por qué ha pasado todo eso? En un momento todo era perfecto, ambos viviendo el sueño de sus vidas mientras se complementaban y, sin darse cuenta, se enamoraban; y al momento siguiente todo parecía derrumbarse sobre sus hombros. Pero no tenía la fortaleza para impedirle que se fuera, por primera vez estaba dejando su egoísmo de lado y le dejaba libre para no volver jamás.
¿A quién estaba intentado engañar? Él no era la persona madura que quería parecer frente a todo. En realidad se estaba conteniendo para no correr a la terminal y pedirle de rodillas que se quedara, o mejor aún, que le llevara con él.
4.- Misery loves company – Emilie Autumn
Eso no estaba bien, era enfermizo, dependiente, incorrecto. Pero HeeChul no puede pensar en eso mientras la lengua de Han Geng viaja por su cuerpo, recorriéndole con húmedas caricias las heridas que él mismo ha provocado. Los gemidos mueren en los labios del coreano, incapaces de salir por la mordaza improvisada que es una corbata atada a su boca. Puede sentir cómo el ardor de su sangre combinada con la saliva del chino le provoca escalofríos que viajan desde su columna vertebral hasta su entrepierna aún escondida entre la tela de los pantalones.
Antes de que pueda pensar de nuevo siente una punzada en un costado del abdomen seguida por la calidez de su sangre fluyendo por la herida que el menor le ha hecho y un gemido se ahoga cuando se inclina sobre esta para succionar el líquido y morder hasta dejar la marca de sus dientes perfectamente grabada en la piel del coreano. Es insano, inmoral, excitante. Igual que el orgasmo que le azota el cuerpo.
5.- Sakura Biyori – Mai Hoshimura
Ninguno se arrepentía de lo que habían vivido juntos. Eran recuerdos preciados para ambos, por eso no les dolía mirar hacia atrás de vez en vez para dejarse envolver por un pasado que no volvería. Se habían amado, habían pensado que aquello sería para siempre, y era una verdadera lástima que no hubiera sido así, pero estaba bien. Habían sufrido la separación, derramaron lágrimas que no volverían a sus ojos de nuevo, pero habían salido adelante cada quien por su lado. Con el tiempo aprendieron a perdonar y dejar de culpar al otro, y fue entonces cuando pudieron seguir adelante, abriendo sus corazones a otras personas.
6.- Wedding dress – Taeyang
Parecía, al final, ese día iba a llegar tarde o temprano, piensa Han Geng mientras se acomoda el saco del impecable traje negro. Siempre pensó que, de los dos, él sería el primero en rehacer su vida con alguien más, pero parecía que HeeChul había sido más rápido que él, de nuevo.
No estaba triste, no del todo, aquello era una promesa que se habían hecho poco antes de separarse, y él era un hombre que cumplía sus promesas, aunque su corazón se rompiera. Pero no iba a impedir la felicidad del mayor, ese chico, GunHee, no parecía tan malo después de haber hablado un par de veces con él. Claro que era extraño, estar arreglándose para la fiesta de compromiso de su mejor amigo y primer amor verdadero.
Había elegido ese traje por mera inercia, cogiendo el único que tenía en condiciones, pero no parecía tan mala elección, la verdad es que una parte de él iba de luto, en camino a enterrar lo que quedaba de su corazón.
7.- The story of us – Taylor Swift.
De acuerdo, lo suyo no había sido precisamente un cuento de hadas. De hecho, si hubiera que comparar su historia con algún genero literario, sería más bien de tragedia. Habían sido estúpidos, recriminándose el uno al otro, obligándose a cambiar para luego reclamar lo que ya no era igual. Han Geng nunca sería capaz de culpar a HeeChul de nada, pero sabía que aquello había salido mal por su causa. Ambos eran diferentes, y aunque dicen que los polos opuestos se atraen, ellos eran demasiado opuestos. Si el chino decía negro, el coreano inmediatamente gritaba blanco. No era que no lo hubieran intentado, era que sin importar cuánto trataran, ellos eran como eran.
8.- En la habitación – Zahara
HeeChul conocía esa habitación como a su propio reflejo. Iba una vez cada año como parte de una tradición que había empezado diez años antes, cuando era totalmente desconocido y podía darse pequeños lujos como escaparse a un hotel con cierto personaje chino. A pesar de las cientos de personas que podían haberla ocupado desde el año pasado la esencia del vino que destapaba cada año seguía impregnada en cada sábana y cada cortina. Era refrescante volver, le hacía sentir más joven y despreocupado. Incluso el vino sabía mejor siendo degustado mientras se sentaba en las sillas del balcón que daba hacia una Seúl iluminada por la luna. Ha servido una segunda copa que no será bebida porque su propietario está en un lugar lejano en aquel enorme territorio que es China.
Con una sonrisa le da un trago a la copa mientras brinda con la luna en honor al hombre que no está presente, dejando que el viento se lleve el aroma del vino.
9.- Jikan yo tomare – AZU ft. Seamo
Si Han Geng pudiera pedir un deseo, ese sería volver el tiempo al momento en que conoció a HeeChul. No para cambiarlo ni nada parecido, simplemente para poder vivir una vez cada una de las experiencias que lo llevaron a enamorarse del coreano. Es difícil explicar por qué sigue pensando en eso a pesar de los años y los kilómetros que los separan, pero es que tiene que admitir que el mayor fue la persona que más marcó su vida y estando con él era como si el tiempo transcurriera cien veces más lento.
10.- I still love you – Alexz Johnson
HeeChul podría intentar negar lo obvio, podría esconder su pena bajo la máscara de tío rudo, pero al final siempre había algo que lo hacía quebrarse. Podría ser la mirada de Jung Soo, las palabras de Zhou Mi, o apenas un susurro de Han Geng. Había intentado olvidarle, casi lo había logrado, pero al final siempre había algo que lo jalaba de regreso y lo hacía sentirse aún más miserable. Tal vez nada había cambiado a pesar de los años, tal vez de verdad seguía enamorado del chino. Tal vez, después de todo, jamás iba a dejar de amarle.