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CAMINANDO POR IKEBUKURO por Kuro_nii

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Notas del fanfic:

Debo de advertiros que los personajes Kurogane Dean e Ichibara Takashi, que salen en la historia, no son de Durarara. Son de Shi no Sekai y tienen copyright, si los usan sin pagar por ello, deberán pagar una multa de 195’70€ (o por ahí) para arriba, solo eso. Disfruten del fic.

Me dolía la cabeza, los huesos y los músculos. No tenía ganas de moverme y eso que había estado inconsciente bastante tiempo. Nada más abrir los ojos, me topé con lo que parecía una televisión de plasma apagada. Este me sobresaltó bastante y dentro del futón, me eché hacia atrás, contemplando aquel objeto en su totalidad. Pero entonces, solo pude distinguir una delgada figura negra, con un gran casco amarillo. Era Celty. Ah vaya, resultó que la supuesta pantalla, era tan sólo el cristal opaco de su casco. Me llevé una mano a la cabeza y emití un leve quejido de dolor. Cada vez me dolía más y más. Entonces vi a la dullahan sacar su móvil táctil y teclear algo en él con gran velocidad. Entonces me mostró un texto en el aparato.

-          “¿Te duele mucho?”

-          Sí, bueno… Supongo que se me pasará en un rato- entonces se me quedó mirando fijamente, o al menos eso parecía, sin saber bien qué decir. Pero yo sabía a dónde quería llegar- Si es por mi voz, sé que parece de chica, pero te aseguro que no lo soy.

-          “Tranquilo no dudaba. Tan sólo me llamó la atención.”

-          Suele pasar…

Entonces, la puerta de la pequeña habitación en la que me encontraba, se abrió. Todavía en el futón, me incorporé y me senté con las piernas hacia atrás. Era Shinra, que iba en compañía de Shizuo. Quien me miraba fijamente, tanto, que me intimidaba. Tragué saliva y desvié la mirada, centrándola en el suelo. Celty, pareció darse cuenta del incómodo silencio y le dio un codazo a Shinra, para que dejase de leer los papeles que traía en las manos y hablara de una vez.

-          ¿Qué? Ah, sí si… Perdón. Esto… Estás aquí porque Shizuo te rescató a tiempo, justo antes de que calleras al suelo desde una octava planta. Al parecer estabas en lo alto de una azotea.

-          ¿Cómo estás?- dijo Shizuo serio, dando un paso al frente.

-          Bien, gracias, Shizu-cha…- me miró con el ceño fruncido, temiendo lo que pudiese haber dicho, aunque creo que más bien extrañado ante tal expresión que solo pronunciaba un apersona en todo Ikebukuro- Digo, Shizuo-san.

Shizuo pareció calmarse y miró hacia otro lado, dejándome suspirar tranquilo. Entonces vi a Celty acercarse de nuevo, al mismo tiempo que escribía en su teléfono. Mientras ella lo hacía, yo trataba de imaginarme el cómo una persona sin cabeza como ella, podía si quiera ver. Desperté de mis cavilaciones, en cuanto ella tendió la pantalla del aparato frente a mí.

-          “Yo me llamo Celty, el tipo raro de bata blanca es Shinra-san y este hombre alto y rubio, que viste de camarero, es mi amigo Shizuo-san”.

-          Encantado. Yo soy mil veint… Soy Kurogane Dean.

-          Por cierto Dean-san, ¿Qué hacías en el octavo piso de un edificio?- dijo Shinra, mientras se ajustaba las gafas.

-          Eh… Ah… B-bueno, la verdad es q-que no… No recuerdo m-mucho…

-          Sí, supongo que todavía estás algo aturdido. Te desmayaste en la caída.

-          Ngh… Sí…

Menos mal, no sospecharon nada, ni siquiera Celty. La verdad es que no tenía ninguna excusa buena que dar. A ver, ¿qué podía hacer un vulgar alumno de instituto como yo, subido en lo alto de una azotea? Pus nada bueno. Dijese lo que dijese, sonaría extraño y poco creíble. Entonces se me ocurrió una idea, una idea que podría solucionar todos mis problemas. “En realidad creo que he perdido la memoria”. Así no tenía por qué verme obligado a mentir sobre dónde vivía, qué hacía en la octava planta de un edificio, por qué me caí ni tan siquiera, el qué quería.

Shinra me dijo que debía guardar algo de reposo y luego, se fue con Celty a prepararme algo de desayunar. Me quedé a solas con Shizuo, quién seguía mirándome fijamente. En cuanto la puerta se cerró del todo, se giró hacia mí de nuevo y se acercó para hablarme en voz baja. No es que me diera miedo, aún menos sabiendo que él era buena gente, pero no me gustaban las distancias cortas con otra persona. Me hacían sentir incómodo. Además, era cómo si el tener mis verdaderos propósitos en mente, fuese a hacer que él lo adivinase. Pero no sería así, el pobre Shizu-chan iba a ser el que menos supiera del tema.

-          Ey…- aquel susurro me sacó de mis pensamientos- Ahora en serio, ¿estás bien?

-          Sí, Shizuo-san, por supuesto. Ya lo dije antes.

-          Mentira.

-          ¿Eh?

-          No es verdad, ¿cierto? Al menos, no del todo.

-          ¿Qué quieres dec…?

-          Vi a Izaya por la zona, justo antes de cayeras- me interrumpió- Estaba como huyendo de algo.

-          Verás, Shizuo-san-saqué mi mejor cara, al menos, la mejor que podía poner una persona cuya mirada decían que daba miedo-, creo que perdí la memoria.

-          ¡Lo sabía! Seguro que esa maldita pulga hizo algo. Tranquilo, iré a ver a Izaya y le obligaré a hablar.

-          ¡No Shizu-chan, no le hagas daño a Izaya!- le agarré del brazo con fuerza. Oh, mierda… ¿Qué acababa de hacer? Allí estaba Shizu-chan, mirándome extrañado y con pinta de sospechar algo-  Quiero decir, que no le hagas daño a otra persona por mí.

-          Pero esa pulga…

-          Ngh… No, Shizuo-san, incluso tú dijiste que no sabías si había sido él.

-          Ah… De acuerdo. Pero si ves a un chico moreno, bajo…- me miró fijamente y  calculó mi estatura- Bueno, para ti alto; de ojos rojizos, pelo moreno y qué responde al nombre de Izaya, llámame. ¿Entendido?

-          No dudaré en hacerlo- y una mierda, Izaya-kun era al primero al que necesitaba.

Era cierto que Izaya, el mejor informante de todo Ikebukuro, había estado allí con migo en esa azotea; pero él no había hecho nada, ni mucho menos. De hecho, él se acababa de ir, cuando me empujaron. Y ese fue el momento en el que hombre más fuerte de todo Tokyo, un guardaespaldas vestido de camarero llamado Shizu-chan, me salvó. En cuanto acepté las condiciones de este, abandonó la habitación y me dejó a solas, haciendo que mi mirada se perdiera en algún rincón de la misma. Tendría que desaparecer de aquella vivienda, si no quería que de nuevo intentaran matarme. No era el hecho de que pudieran matarte lo que me preocupaba, ya que podría defenderme sin problemas, sino que al hacerlo, a mi enemigo se le pudiera ir de la lengua cierta información. Pues allí estaba yo, sonriendo solitariamente, en una habitación a penas iluminada por una ventana. Entonces me interrumpió el rugido de mi estómago.

Me puse en pie y comprobé que llevaba toda mi ropa, menos los zapatos. Llevaba una sudadera gris claro y unos pantalones negros. Mis ojos azules, que brillaban con frialdad, entre los mechones de mi moreno cabello, siempre sonreían con sarcasmo. Avancé hasta la puerta y salí fuera, topándome con un corto pasillo, que daba al salón. Me asomé a la cocina y Celty me vio. Parecía sonreírme. Sí, Shinra tenía razón, aunque no tuviera cabeza, era fácil saber cuándo reía o lloraba.

-          “¿Estás mejor?”- sus dedos pulsaban las teclas con velocidad.

-          Creo que sí.

-          “Me alegro. Siéntate si quieres, ahora te sirvo algo de comer”.

-          Muchas gracias- la verdad es que sí que estaba agradecido, pocas veces me habían tratado así de bien.

Me senté en la mesa y espere tranquilamente, observando la vivienda. No era excesivamente amplia, pero estaba bien para dos personas, como eran ellos. Al rato, pude ver como Celty dejaba una bandeja frente a mí. Está tenía una tazón de arroz y otro de sopa. Lo contemplé atentamente, normalmente era yo el que tenía que cocinar en casa, ya que Takashi trabajaba de madrugada y tenía que dormir de día. Celty torció su “cabeza” hacia un lado, mientras que yo estaba sumergido en mis pensamientos. Entonces la voz de Shinra me devolvió a la realidad.

-          Joo, Celty-chan… A mí nunca me preparas nada así- dijo intentando abrazarla.

Entonces vi como la dullahan usaba su sombra negra, para crear una especie de mano gigante y alejar al médico de ella. No pude evitar reírme. Era la primera vez en mucho tiempo que reía con tanta naturalidad, mientras que Shinra y Celty me miraban fijamente, sin saber que pasaba. Quizá me recordaban a las peleas de ciertos conocidos. Noté una mano sobre mi cabeza, empujando suavemente hacia abajo. Me giré y vi a Shizu-chan, quien me miraba de reojo mientras hablaba con Shinra.

-          Si no te parece mal, cuando este enano termine de desayunar, me lo voy a llevar a dar una vuelta por Ikebukuro, a ver si recupera la memoria.

-          ¿La memoria?

-          Sí, es una larga historia…

-          Fbuenof fno ef tanf larfga fizuo-zan- dije entre bocado y bocado de arroz.

Todos me miraron atentos, en menos de cinco minutos, había acabado con todo lo que Celty me había servido. Shizuo parpadeó dos veces, mientras que Celty se quitó a Shinra de encima y avanzó con su móvil en mano. La verdad es que todos parecían bastantes sorprendidos, ¿de verdad yo comía tan rápido como para que la gente no se lo creyera?

-          “¿Qué fue eso? Tardaste apenas unos minutos”.

-          Ah, sí. En casa suelo tardar lo mismo. ¿Nos vamos ya, Shizuo-san?- me giré hacia él.

-          Eh… Ah… Sí.

Shizuo se acercó a la puerta y me hizo un gesto para salir. Joder, si para él Izaya era una pulga, ¿qué coño era yo? Lo miré desde abajo por unos instantes, para mí era como una torre que se erguía orgullosa entre diminutas casas. Aquellas piernas eran largísimas, en aquel instante me dio por sentirme pati-corto. Ni siquiera mi querido Taka-chan era tan alto. Mi metro cincuenta y seis no podía compararse con el metro ochenta de Shizuo, si era a Izaya, que medía un metro setenta y le llegaba por el hombro, a Shizu-chan no le llegaba ni al pecho. Al cabo de unos segundos, noté su mano moverse ante mis ojos. Puf, me había perdido totalmente en mis pensamientos. Le miré a los ojos y sonreí como el que no quiere la cosa, entonces salimos a la calle. Fuimos hasta el Sushi Ruso, donde me presentó a Simon; luego seguimos calle abajo y nos topamos con Kadota, Erika y Walker, sentados en la furgoneta de Saburo; también nos cruzamos en un paso de peatones a Anri, Mikado y Kida. Me disgustaba un poco el saber quiénes eran todos ellos y que sin embargo, ninguno supiera nada de mí. Aunque claro, todo esto era beneficioso para mí, pues así nadie podía reconocerme. Cuando paramos en un parque, decidí que ya iba siendo hora de dejar el paseo y seguir con mi trabajo.

-          Shizuo-san.

-          ¿Ngh?

-          ¿Te importa si voy a dar una vuelta yo solo antes de volver donde Shinra? Quiero descansar un poco…

-          Sí, no veo problema. Pero recuerda, en cuánto veas a Izaya, llámame y mandaré a la pulga de vuelta a Shinjuku.

-          Como que de verdad quieres hacerlo- susurré.

-          ¿Eh?

-          Sí, tranquilo, Shizuo-san. Lo haré…

Dicho esto, Shizuo metió las manos en sus bolsillos y se alejó calle abajo. Yo me tapé con la capucha de mi sudadera y eché a correr en dirección contraria. A los escasos minutos, reconocía la figura que andaba buscando. Un chico moreno, alto (al menos para mí), de ojos rojizos, que llevaba una chaqueta negra de pelito blanco y tecleaba algo en un móvil… ¿rosado? Ni siquiera yo tenía aquellos gustos, me encogí de hombros y sonreí. Mis ojos brillaron, lo había encontrado.

~CONTINUARÁ~

Notas finales:

¿Cómo quedó? Espero que bien O~O esta vez pienso hacer un fic en condiciones, así que tendrá sus odios, su romance y su yaoi hard *^* ¿Reviews? Recuerden que son mi vida... Kisu, matta ne!


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