Gabriel estaba que no cavia en si mismo de la emoción. En unos días se cumpliría por fin su sueño más anhelado. No sabia desde cuando era que tenia esa enorme fascinación por Egipto, pero desde que tiene uso de razón siempre ha querido ir como si alguien le llamara y le estuviera esperando solo por el. Una vez le conto este sentimiento que tenia desde hace mucho, a lo que su madre le contesto que si así pasaba era que alguien le esperaba, que no debía preocuparse que el destino le llevaría allí tarde o temprano.
Si su madre supiera que sus palabras habían sido proféticas, pero por desgracia sus padres no estaban vivos. Habían muerto antes de el terminar su carrera de Arqueología era una pena porque tanto se habían esforzado en poder darle lo mejor a su único hijo. Su madre solamente lo había podido tener a el antes de una infección la dejara infértil. Su madre nunca se hubo quejado de tener un solo hijo, pero siempre que él le preguntaba ella respondía diciendo que era mejor así. Lamentaba que sus padres no vieran que su único hijo les daba la alegría de graduarse con honores en la carrera que le había apasionado desde el primer momento Arqueología, se había especializado en antigüedades egipcias. Su padre siempre con jocosidad le decía es se iba a volver loco de tantas cosas de Egipto que sabia, pero es que no había otra civilización antigua que le encantara tanto.
Saliendo un poco de sus divagaciones se puso a terminar de recoger las cosas que se llevaría para su viaje asía unas excavaciones en Egipto en unos días. Todavía no terminaba de creer como había logrado obtener tanta suerte. Cuando su amigo de la universidad le dijo que faltaba uno de los miembros para completar un viaje que tenían asía Egipto y que no encontraba otra persona dispuesta a ir al calor sofocante de Egipto, el lo miro con cara incrédula de lo que escuchaba y dijo.
-¿Qué no encuentran al integrante que les falta?- y sin contenerse dijo rápidamente- Yo puedo ir, si quieres total no tengo nada que hacer.
-¿En serio? Es genial, pero espera un momento tu no haz acabado tu carrera todavía.- dijo decepcionado. A lo que Gabriel le contesta contradiciéndolo.
-No es cierto, tonto termine hace meses. Como solamente tienes la mente en otro lado sabrías que terminamos juntos.-su amigo para consternación se sonrojo asintiendo afirmativamente la cabeza.
- Debes de tener todo listo, porque dentro de unos días nos vamos.-aliviado su amigo no creyó la buena suerte de haber encontrado al integrante faltante.
Gabriel no creía todavía la buena suerte que tenia. En unos días estaría en Egipto. Terminando de empacar algunas cosas que le quedaban por empacar. Dentro de unos días se embarcaría en una aventura. Solo esperaba salir bien de ella.
-Si esperemos que salga bien de esta.- dijo mas para si mismo que para otra persona y siguió empacando sus cosas.
Alto Egipto 2500 A.C.
Palacio del Faraón Runihura
El Faraón Runihura estaba tan molesto que casi pierde los estribos, pero decidió darles una mirada helada a sus sacerdotes. El mayor de todos Seb le había dicho lo que los dioses le habían dicho palabra por palabra, y no le gustaba nada. Conto hasta diez y decidió tranquilizarse, porque nadie quería disgustar al Faraón y sufrir su ira. Ellos lo sabían y ello tenía sus ventajas de vez en cuando. Como ahora. Preguntado lo que más temía dijo.
-¿Cómo que mi pareja destinada no esta en Egipto?-le pregunto al sacerdote con una mirada penetrante esperando una buena respuesta. A lo que este contesto.
-No su Alteza, él no esta en Egipto. Él ni siquiera esta aquí.- le dijo el sacerdote al Faraón. Al ver que su respuesta no lo complacía aclaro rápidamente.-Su alteza él no esta aquí en este tiempo en el que nosotros ahora vivimos. Esta en el futuro.
El Faraón Runihura escuchaba todo lo que le dijo su sacerdote mayor pensativamente y cuando concluyo asintió afirmativamente comprendiendo los hechos. Todos en la sala de reuniones estaban expectantes de escuchar el veredicto del Faraón Runihura, y este dijo.
-¿Pero como sabré si el indicado?-Pregunto intrigado el Faraón. A lo que el sacerdote le respondió.
-Los dioses lo traerán a ti, y no al contario. Y lo sabrás por lo que portara en su pecho.
-Esta bien, que sea lo que los dioses quieran. Pero una cosa más si alguien, maltrata a mi pareja destinada me estará lastimando a mi el Faraón Runihura el elegido de los dioses.
Al escuchar esto el sacerdote asintió rápidamente con la cabeza de comprensión, e hizo una reverencia y el Faraón le dio el permitió retirarse. El sacerdote Seb sabia que nadie quería tener la ira del Faraón sobre si mismo, por nada le llamaban el Destructor. Solo esperaba que la pareja destinada del Faraón pudiera con su temperamento.