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Una Dulce navidad por fenix y dragon

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Notas del capitulo:

Oneshot echo para ek concurso de

 

OESED:No todo es lo que parece.

 

http://mundodefantasia.foroactivo.com/t410-reto-de-navidad#1957

      https://www.facebook.com/groups/295598990555185/

Una Dulce navidad

Por: Fenixydragon y Imara

 

 

Resumen: Dumbledore nos demostrara una vez más que sus locuras siempre

                    acaban bien, sobre todo para Harry Potter y Draco Malfoy.

 

 

 

Oneshot:

 

Los Alumnos de sexto y séptimo miraban petrificados al director de la escuela Hogwarts de magia y hechicería Albus Dumbledore como si al hombre le hubiera salido una segunda cabeza al lado de la primera.

 

Esa misma mañana los profesores encargados de las cuatro casas de Hogwarts se habían presentado en sus salas comunes anunciándoles que sus clases de la mañana habían sido suspendidas y tenían que quedarse en el gran comedor en vez de ir a su clase, eso es lo que todos los alumnos de sexto y séptimo habían hecho, pero nunca imaginaron lo que el director les iba a decir.

 

-Creo que hacer un pastel para el día de navidad para vuestros compañeros más jóvenes sería muy bonito. —opino Dumbledore al ver que su primer anuncio había sido…digamos ¿ignorado?

 

-Es mas, voy a dividiros en grupos de dos y cada grupo tendrá que hacer un pastel con un motivo de navidad diferente, esta misma tarde podréis ver a vuestro compañero o compañera junto a vuestro motivo de navidad en el tablero del colegio, y dos de los grupos que hagan los mejores pasteles se llevaran un premio cada uno y aparte de ese premio los cuatro ganaran doscientos puntos cada uno para su casa.

Al escuchar la cantidad de puntos que podían ganar para su casa de una sola vez los alumnos empezaron a cuchichear entre ellos.

 

-Bien esta tarde a las cinco podéis ir a los tableros a ver a vuestro compañero de momento esta hora la tenéis libre pero a la diez dirigiros todos al aula doce del segundo piso tendréis clase de pastelería hasta mañana.-y sin más, Dumbledore se fue del gran comedor.

 

Todos los alumnos que se encontraban en el gran comedor se quedaron petrificados, ¿el director estaba hablando en serio? Los Slytherins se miraron entre ellos, no iban a ensuciar sus manos en algo como eso, para eso estaban los elfos domésticos. Estaban a punto de protestar cuando la profesora McGonagall se puso en pie y tomó la palabra. Ni ella misma entendía aún esa nueva locura del director.

 

-Alumnos, para evitar que pueda haber favoritismos, las parejas estarán formadas por miembros de distintas casas –miró significativamente a sus leones y a las serpientes, no quería que hubiera altercados ni discusiones que pudieran empañar las fiestas navideñas.

 

Las caras de espanto de los alumnos no tenían precio.

 

 

 

**********************************

-El director Dumbledore chochea-se quejó Dean Thomas a sus compañeros de casa. No cabe decir que más de uno estaba de acuerdo.

 

-O vamos chicos, tampoco es para tanto, solo es un pastel.-opinó Neville confundido al ver tantas caras largas.

 

-Lo malo no es eso Nev, lo malo es si nos toca con los Slytherins, me dan escalofríos solo de pensarlo.-se quejó el irlandés, Dean volteó los ojos exasperado.

 

-No creo que sea para tanto, Navidad es solo en dos días y medio.-Dean iba a rebatir cuando fue interrumpido.

 

-Neville tiene razón tampoco es para tanto, son solo dos días, luego se acabó.-Harry Potter se hizo parte de la conversación.

 

-Compañero, tu aún sabes cocinar yo no tengo ni idea.-se quejó Ronald Weasley, mejor amigo del moreno.

 

-Bueno, nunca he hecho un pastel y, aparte, han dicho que nos enseñaran, tampoco es que vayamos a ir a ciegas.- habló al fin Hermione Granger, estando de acuerdo con sus dos compañeros morenos.

 

-Yo he visto a mi madre hacer pasteles y no creo que sea difícil.-coincidió Ginny Weasley, hermana pequeña de Ron.

 

 

***************************

-¿Pero ese viejo choho está mal de la zotea?-se quejó Pansy Parkinson a sus compañeros.

 

Crabe y Goyle asintieron con la cabeza, ellos preferían comerse los pasteles, no tener que hacerlos, mucho menos si les iba a tocar con alguno de esos Gryffindors idiotas.

 

-Está peor que eso, ¿de verdad cree que vamos a ensuciarnos las manos? –Blaise Zabini, sentado en uno de los sofás, hizo un gesto de desprecio.

 

Theodore Nott, a pesar de estar con la nariz metida en un libro como siempre, estaba atento a las palabras de sus compañeros, listo para responder –Tendremos que hacerlo, sobre todo si queremos ganar puntos para nuestra casa, si al menos dos de nosotros queda en los primeros puestos nos podremos por delante de los leoncitos en la Copa de las Casas.

 

Como siempre, el moreno tan acertado que asustaba, era imposible creer que no estuviera prestando atención, aunque no lo pareciese atendía. Sin embargo, quien más les importaba que reaccionara, era cierto rubio de ojos como la plata que se encontraba cómodamente sentado en un sofá individual, con las piernas cruzadas y la cabeza apoyada en el respaldar.

-Theo tiene razón, por mucho que a ese viejo se le haya ido la cabeza –abrió sus intensos ojos y miró a sus compañeros -. Cuando esta tarde veamos quien nos ha tocado, no proferiremos ninguna queja, somos serpientes, aprovecharemos la situación a nuestro favor –una sonrisa maliciosa apareció en sus labios.

 

Tal y como dijo el director, a las diez se dirigieron todos al aula doce del segundo piso en grupos de casas, todos nerviosos y, porque no decir, un poco asustados. El aula fue abierta por los primeros alumnos en llegar, entre ellos Luna Lovegood que miró con atención el aula bien iluminada, con unos grandes ventanales que daban vistas al lago. Toda el aula era blanca y los pupitres azul claro, había una gran mesa enfrente de los pupitres de los alumnos, con todo lo necesario para cocinar un pastel: fogones, hornos e ingredientes. Dentro, un hombre les daba la espalda, ya que escribía en la pizarra; su cabello rubio brillaba a causa de la claridad de las ventanas, la clase no tardó en llenarse y los alumnos fueron sentándose en pupitres; al final, cuando todos los alumnos estuvieron acomodados, el hombre dejó de escribir y se dio la vuelta, revelando su identidad a los alumnos.

 

No hubo alumno que no quedara sorprendido con la persona que se hallaba frente a ellos y que, suponían, sería quien les impartiera las clases de repostería. Pero eso no podía ser posible, debía de haber algún tipo de error. Lucius Malfoy no podía ser el profesor, ese hombre era un mortífago reconocido, la mano derecha del Innombrable, podía ser cualquier cosa menos un especialista en repostería. ¿Quién en su sano juicio lo asociaría con tal cosa? Era más que evidente que ellos no. Más de uno despertó de su sorpresa al recordar que el hijo de ese profesor en cuestión estaba en esa misma aula con ellos.

 

Todos los ojos se giraron en la dirección en la que el rubio menor se hallaba. Su rostro, normalmente impasible, mostraba cierta crispación: la ceja le “latía” casi imperceptiblemente, sus labios estaban fruncidos, al menos eso era lo que pensaban, y sus hombros estaban tensos. Cerró los ojos momentáneamente, eso debía de ser un sueño, su padre no podía estar allí. Con lentitud, los abrió para mirar hacia el lugar en el que segundos antes le había parecido ver a su padre. Allí, con el mismo porte que le había visto en casa, se hallaba Lucius Malfoy, mirándolo sin mostrar ningún tipo de emoción en su perfecto rostro.

 

Sus ojos se abrieron al máximo, casi parecía que fueran a salirse de sus órbitas; su boca se había abierto más de lo que se podía considerar de buen gusto y su rostro se había vuelto aún más pálido. Buscaba las palabras adecuadas que pudieran salir de su boca, pero pareciera que su voz hubiera desaparecido.

 

-Señor Malfoy, compórtese, quisiera poder empezar mi clase –la voz del rubio mayor era firme, aunque parecía esconder un tono de burla para con su vástago. La sorpresa en su rostro se quedaría grabada en su mente durante mucho tiempo, sería la carta perfecta a usar cuando quisiera mantenerle la boca cerrada durante un tiempo.

 

-¿Se…Señor Malfoy?-tartamudeó Pansy Parkinson, blanca como la cera. Draco seguía petrificado.

 

-¿Si, señorita Parkinson?-preguntó Lucius, elevando una de sus finas cejas.

 

-¿Usted…nos dará clase?

 

-Si, y antes de que pregunte algo más, yo mismo le responderé. Tengo un pequeño titulo de repostería a causa de cuando estudiaba en Hogwarts nos hicieron elegir.-e hizo una mueca antes de continuar.-entre tres trabajos Muggles: la primera fue mecánico, segunda repostería y tercera limpieza, y decidí aprender repostería por el bien de mis notas. Por cierto señor Potter cierre la boca le van a entrar moscas.

 

Harry cerró la boca, pero miro fijamente al rubio mayor, alucinado casi tanto como su hijo.

 

-Bien, cállense, cojan pergamino y pluma y apunten todo lo que voy a hacer, minutos y grados incluidos.

 

 

**************************************

-Albus ¿crees que esto es buena idea?-preguntó McGonagall viendo las listas de las parejas de Alumnos.

 

-Por supuesto Minerva, es una grandísima idea –el anciano director sonrió, mientras se llevaba a la boca uno de sus inseparables caramelos de limón.

 

-Esto es una locura Albus, no puedes estar hablando en serio –Severus Snape no estaba nada contento con esa estúpida idea que había tenido el director, mucho menos aún el tener a Lucius Malfoy dando vueltas por el castillo durante esos dos días.

 

-Todo está muy bien pensado, todo saldrá bien Severus –el brillo en los ojos del director daba a entender que había pensado muy bien en las consecuencias que su plan podía tener.

 

El profesor de ojos negros prefirió ignorar las palabras del anciano director, podía ser como un padre para él pero eso no quitaba que pensara que estaba loco.

 

-Pero Albus, esos dos muchachos se odian, van a acabar a maldiciones –era evidente de quienes estaba hablando McGonagall, pero eso no podía importar menos al director en esos momentos.

 

-En absoluto, más bien limarán asperezas, dejad de preocuparos y disfrutad de estas fechas tan alegres –acercó el bol donde guardaba sus preciados caramelos y sonrió a sus dos profesores -¿un caramelo de limón?

 

Severus aceptó uno.

 

**********************************

 

-Si cargáis mucho el bizcocho o ponéis las capas mal centradas acabará cayéndose todo, así que mirad bien lo centrado y la consistencia del bizcocho cuando empecéis a decorarlo, no se que temas tendréis que hacer en cada pastel, por eso mismo os repartiré las instrucciones de las temáticas que se que os van a poner, así sabréis como hacer los adornos con fondant o azúcar.-Lucius sacó su varita y repartió los pequeños dossiers a cada uno.-Como veis, hacer un pastel no es difícil, solo seguid las instrucciones y todo saldrá bien. Os confieso que hacer los adornos es más complicado, pero seréis dos personas y seguro que algo sale.-el timbre que anunciaba las dos sonó.

-Bien espero que los pasteles salgan bien, yo seré parte del jurado dentro de dos noches.-y sin más, Lucius Malfoy abandonó el aula. Siendo seguido por su hijo Draco. Su padre le tenía que explicar algunas cosas.

 

 

************************************

-Esta ha sido la clase mas rara que he tenido en mi vida.- alucinaba Ron Weasley en el gran comedor, sirviéndose una buena cantidad de puré de patatas.

 

El moreno asintió a las palabras de su amigo, aún en estado de shock tras la extraña clase que habían recibido de manos del Malfoy mayor. Sacudió levemente su cabeza, despejándola de cualquier otra cosa que no fuera la comida que tuviera delante. Sin embargo, una insistente mirada clavada en su persona le hizo mirar hacia el lugar del que procedía: la mesa de los profesores. El director no apartaba su mirada de él, sonriéndole al ser descubierto.

 

-Tengo un mal presentimiento –el ojiverde se lamentó, no iba a tener suerte en la elección de su pareja –esto no puede acabar en nada bueno…

 

-No es para tanto, ni que fuera a tocarte con Malfoy –Hermione trataba de quitarle hierro al asunto, alivianar la preocupación de su mejor amigo. Sin embargo, ella misma temía que pudiera llegar a tocarle con alguna de las serpientes.

 

Sus otros amigos asintieron, aunque todos tenían la duda pues el moreno no era precisamente de los que mejor suerte tenían. Los hermanos pelirrojos se miraron entre ellos, estaban seguros de que a su amigo le iba a tocar con el rubio oxigenado.

 

-Ni lo menciones, entonces puedo darme por muerto –dejó caer la cabeza entre sus brazos, gustaba del rubio pero no era correspondido y tener que hacer un pastel con él no era precisamente la mejor opción para él.

 

************************************

 

-¿Con quién creéis que nos habrá puesto el viejo loco? –la pregunta de Blaise llamó la atención de todos, mientras éste simplemente se servía un poco de carne en su plato.

 

-Yo espero que no nos pongan con ningún Gryffindor aunque… -Pansy miró intencionadamente al rubio, dibujando una media sonrisa en sus labios –a Dray no creo que le importe mucho que le pongan con cierto Gry –se alejó a tiempo para evitar la represalia de su amigo, sonriendo maliciosa.

 

-No digas estupideces Pan, yo no quiero que me toque con ese cuatro ojos –tras el intento fallido de golpear a su amiga, centró su mirada en el plato que tenía delante, revolviendo el puré que se había servido y optando por tomar un sorbo de su jugo de calabaza.

 

Los más cercanos contuvieron la risa al ver el estado de su príncipe, le conocían lo suficiente como para saber que estaría encantado de tener que compartir espacio con el moreno de ojos verdes.

 

************************************

 

El almuerzo había terminado de forma relativamente tranquila, con los alumnos preguntándose que tipo de pasteles tendrían que hacer, quien les tocaría de compañero y, sobre todo, cual sería ese premio del que les había hablado el director pero que no había especificado.

 

Harry y sus amigos salieron del gran comedor sin prisas, charlando amenamente sobre que harían esas fiestas, ya que todos habían optado por quedarse en el castillo y debían planear que hacer con su tiempo libre.

 

La sorpresa se la llevaron al traspasar el retrato de la Dama Gorda y vieron a casi todos los alumnos de sexto y séptimo pegados al tablón. Las listas ya habían sido colocadas y era evidente que algo había llamado la atención de todos para haberse arremolinado de esa manera alrededor del inofensivo papel.

 

-¿Qué sucede? –Harry prefirió no haber hablado, todas las miradas se clavaron en él y le abrieron paso para que él mismo pudiera comprobarlo.

 

Sus pasos fueron inseguros, casi como un animal al que llevan al matadero. Sus ojos se abrieron en sorpresa cuando vieron su nombre, el tema que le había tocado y, junto a ello, el nombre de su compañero: Draco Malfoy.

 

-¡¿QUÉ?! –su grito se oyó por todo el castillo como si hubieran puesto un sonorus en su garganta.

 

************************************

 

Mientras en las mazmorras, una situación similar se producía en la Sala Común de Slytherin. Los alumnos de sexto y séptimo miraban al tablón como si de pronto se fuera a prender fuego. Unos ojos plateados miraban entrecerrados la misma lista que sus compañeros habían observado segundos antes. Su nombre estaba bien a la vista, con el tema navideño que le había tocado elaborar en el pastel y, para su desgracia, el nombre de la persona que habría de trabajar a su lado: Harry Potter.

 

-Maldito viejo chocho, ¿en qué demonios estaba pensando? –estaba tan concentrado en su ira que algunos objetos empezaron a levitar por la habitación, haciendo que sus compañeros dieran un paso atrás, incluso aquellos pertenecientes a su círculo.

 

Sin pronunciar ni una sola palabra más, dio media vuelta y salió de la sala común, iba a hablar con su padrino y a exigirle que le cambiara de pareja. Detuvo sus pasos al pensar bien en la situación, un gesto malicioso apareció en su rostro; iba a aprovechar la situación, no por nada era una serpiente y no una cualquiera.

 

Con pasos lentos volvió a su sala, elucubrando en su cabeza el plan que seguiría para sacar el mayor provecho posible a ese absurdo concurso que el viejo había preparado. Si al acabar ese concurso Harry Potter no era suyo, dejaba de llamarse Draco Malfoy.

 

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-Entonces ¿cómo ha ido su clase, Profesor Malfoy?-preguntó Severus Snape al ver a Lucius sentado cómodamente en su sofá, en su habitación en las mazmorras, Lucius sonrió.

 

-Tendrías que haber visto las caras de Draco y de Potter cuando me han visto, aunque Draco luego me vino de los nervios por no haberle avisado antes.

 

Severus resopló-Sois iguales Lucius en eso no hay duda.-Lucius alzó una de sus finas cejas y se acercó provocativamente al profesor de pociones.

 

-¿En que nos gustan morenos?-le susurró suavemente en su oído y lo abrazó, Severus negó con la cabeza divertido.

 

-Igual de retorcidos.-y eso fue lo último que dijo, sus labios fueron sellados por otros más suaves.

 

 

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Un chico de diecisiete años moreno y con ojos de color verde esmeralda miraba fijamente el fuego de la chimenea de su sala común, aun sin creerse su mala suerte.

 

/ ¿Tenía que ser con él? /

 

Hacia un año que Voldemort había sido derrotado por el niño que vivió, un año y medio desde que los Malfoy traicionaron al señor oscuro y facilitaron el acceso a su mansión para poder derrotar al mismo ser que habían traicionado, Draco y él vivieron juntos en Grimauld Place durante un par de semanas…y esas dos semanas bastaron para que el moreno viera de otra manera al rubio Slytherin, se había enamorado de él, no sabia como había pasado, pero conoció a otro Draco Malfoy, uno que nunca había llegado a conocer hasta esos días y le gusto mucho. No es que se hubieran hecho amigos ni nada, simplemente se toleraban por el bien de la convivencia.

 

 

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El gran comedor era un hervidero de cuchicheos y miradas significativas hacia los dos príncipes de Hogwarts: el de las serpientes y el de los leones. Esa noche muchos alumnos cenaros con caras y sentimientos de espanto e impotencia. Los Griffyndors habían sido todos emparejados con los Slytherins y los Hufflepuffs junto a los Ravenclaws, un pelirrojo de la casa de Griffyndor miraba de soslayo a un moreno de Slytherin, su compañero elegido Blaise Zabini, mejor amigo de Draco Malfoy, la que les esperaba.

Un carraspeo a la izquierda del trío dorado les hizo girar la mirada hacia la persona que les había llamado la atención. Theodore Nott miraba a Neville, este avergonzado sonrió un poco incómodo.

 

-Nev ¿quieres que quedemos mañana para empezar lo del pastel?-preguntó educadamente el moreno,  pero con una pequeña sonrisa en sus labios, el castaño asintió. No era un secreto para nadie de Hogwarts que el tímido Neville Longbottom tenia una relación con Theodore Nott de Slytherin, la noticia había sido toda una bomba hará medio año, cuando el mismo castaño beso en medio del gran comedor a la serpiente.

 

-Bien ¿a las nueve entonces?-Neville volvió a asentir, Theodore se inclinó y le dio un suave beso en los labios.-Buenas noches.- y se fue tranquilamente a su mesa donde empezó una conversación con Draco Malfoy.

 

 

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Harry iba a su sala común junto a sus dos mejores amigos cuando fueron interceptados por Draco Malfoy junto a Blaise Zabini y Pansy Parkinson.

 

-Bien Potter, ¿cuando quedamos? -preguntó simplemente el rubio, Harry rezó para no empezar a tartamudear.

 

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-Enserio, no sé en que pensaba el director, Mooney- comentó al fin Sirius tumbado junto a Remus Lupin en la habitación del primero.

 

-Albus siempre hace esta clase de cosas por una razón Sirius.-el moreno bufó.

 

-Si, bueno ¿te acuerdas aquella vez que puso muérdagos en navidad por todo el castillo? Fue una auténtica locura.-recordó Sirius sonriendo.

-Si, y fue por eso que al final James logro salir al fin con Lily, fue bastante difícil caminar y vigilar a cada segundo no toparse con uno.

 

Sirius tampoco olvidaría nunca esa navidad, fue su primer beso junto a su lobito, y menudo beso.

 

************************************

 

La mañana llegó más rápido de lo que todos hubieran querido, sobre todo para cierto moreno de ojos verdes. Eran las ocho y media de la mañana, todavía quedaba media hora para reunirse con el rubio príncipe de Slytherin, pero eso apenas servía para aplacar sus nervios.

 

Había bajado él solo a desayunar, pues sus dos amigos habían quedado con sus respectivos compañeros bastante más tarde, Neville estaría a punto de bajar y los demás…  no estaba seguro de a que hora bajarían. Tampoco es que le importara demasiado, tenía los nervios metidos en el estómago y eso le impedía probar bocado, sólo quería poder salir de allí, hacer el dichoso pastel y no tener que acercarse más al rubio para evitar malos tragos.

Cómo si el reloj estuviera de su parte, la hora de reunirse había llegado. Con el dossier entregado por Lucius Malfoy en la mano, caminó hacia la entrada donde habían quedado en verse. Usarían la Sala de los Menesteres, en ella podrían encontrar todo lo que necesitaran para terminar cuanto antes con esa locura.

 

Tal y como habían quedado, a las nueve en punto se encontraron ambos ante las grandes puertas que conducían al exterior del castillo. El camino hacia el séptimo piso se vio opacado por el incómodo silencio que se hizo entre ambos, clara señal de que las cosas no iban a ser fáciles, al menos en opinión del moreno.

 

-Por lo menos, Potter, has sido puntual.-le saludó Malfoy, Harry suspiró molesto.

 

-No soy de los que hacen esperar, Malfoy.- Harry se sonrojó al darse cuenta del doble sentido de esa oración, Draco sonrió socarrón.

 

-Eso ya lo veremos Potter…ya lo veremos. Bueno, me he tomado la libertad de pedir ya el aula que utilizaremos.-abrió la puerta y se apartó dejando paso al moreno, éste pasó aun rojo y justo cuando iba a entrar a la habitación, Malfoy se pegó a su espalda, no dejándole escapatoria para ir hacia atrás, un susurro en su oreja le hizo temblar.

 

-Tanto tú como yo sabemos…que no saldremos de aquí durante unas cuantas horas; me he tomado la libertad de pedir una pequeña zona de descanso.-a ese susurro le acompañó una imperceptible caricia en su brazo derecho.

 

Harry jadeó y, al darse cuenta, intentó esconderlo con un pequeño carraspeo.-Si… bueno… está bien.

 

Draco Malfoy sonrió. De este día no pasaba, Harry Potter seria su novio al fin si o si.

 

 

******************************

 

La mañana había pasado casi en su totalidad, las distintas parejas tenían bastante adelantado su pastel. Todo parecía ir como la seda, pero en un aula en concreto, un rubio y un moreno parecían estar teniendo una fuerte discusión.

 

 

-¡No hagas eso! –esas palabras fueron dichas demasiado tarde, casi por “arte de magia”, se hallaba completamente cubierto de harina. El moreno trató de contener su ira, notando como el rubio se encontraba en la misma situación que él.

 

-Ups… -al no estar seguro de cómo debía hacerlo, había echado toda la harina en un único bol, motivo por el cual en esos momentos estaban completamente cubiertos de dicho producto.

 

-Mal…fo…y-deletreó Harry enfadado.-solo tenias que poner medio ¿y a quien se le ocurre vaciar el saco de golpe? Se vacía poco a poco o con una cuchara.-le regañaba el moreno, Draco frunció el ceño y se miró la ropa, y miró al moreno.

 

-Estamos hechos un trapo…me voy a bañar.-le respondió simplemente.

 

-¿Cómo que te vas a bañar? Malfoy, hay que terminar el bizcocho hoy, es un metro de alto de pastel y nos faltan aun tres bizcochos para hacer y empezar a mirar como hacemos la decoración invernal.

 

-Yo no se tú Potter, pero tengo harina hasta en los calzoncillos y pienso ir a lavarme, y tu deberías hacer lo mismo, parece que tengas canas.-lo último lo dijo divertido, sacudiendo el cabello moreno, Harry enrojeció.

 

-Yo seguiré haciendo los bizcochos, pero aligérate –le dio la espalda, tratando de disimular el sonrojo. Pareciera que él rubio pretendía provocarle, primero con lo sucedido al llegar y después con ese gesto que le había descolocado.

 

El rubio sonrió divertido, encaminándose hacia el lugar de descanso, lugar en el que hallaría un baño, tal y como había solicitado –Sigo diciendo que deberías lavarte tú también, debe ser incómodo estar lleno de harina por todos lados –alzó la voz para que el ojiverde le oyera desde su lugar.

 

Un nuevo sonrojo cubrió su rostro, lo que menos se hubiera esperado del rubio era una reacción como esa. Admitiendo que realmente no podía seguir en el estado en que estaba, puso rumbo al mismo lugar al que antes se acercara el rubio, tendría que compartir baño si querían terminar el pastel ese mismo día.

 

-Potter ¿vas a desnudarte o te duchas con la ropa?- preguntó el rubio al ver que el ojiverde ni se movía. Draco, ya desnudo de cintura para arriba, se acercó al moreno petrificado y sin más le desabrochó los botones.

 

-¡Malfoy que…!-exclamó Harry avergonzado y excitado a la vez.

 

-Cierra la boca Potter, estoy harto de esto, vamos a ducharnos juntos, me voy a aprovechar un rato de ti y luego podemos seguir pero o me aprovecho de ti ahora, aquí o corremos el riesgo de destrozar el pastel luego, cuando ya no aguante mas y te lo haga sobre la encimera, tú veras.

 

Harry boqueó... ¿Quién era él para decirle que no a Draco Malfoy? Oh! Vamos, para que engañarnos, podía hacerle lo que quisiera.

 

-Yo… -se mordió ligeramente el labio, estaba deseando que le hiciera cualquier cosa que pasara por su cabeza, pero tampoco quería apresurar las cosas. Finalmente ganó ese lado irracional que siempre le llevaba a meterse en todo tipo de problemas, tirándose en los brazos del rubio y devorando sus labios con ansias.

 

El Slytherin ni tardo ni perezoso se hizo con el control, terminando de quitar la camiseta del moreno y esos estorbosos pantalones que le impedían ver todo aquello que deseaba hacer suyo cuanto antes.

 

-Shh… ahora no es momento de hablar –hizo callar al moreno antes de que pudiera proferir alguna de las preguntas que tenía en su cabeza. Volvió a devorar esos labios llenos, tan deseables y dispuestos a ser besados por él. Sus manos vagaron por el resto del cuerpo, notando una nula resistencia ante sus avances.

Sin más paciencia ya, luego de esperar tanto tiempo por ese momento, aupó al moreno haciendo que este rodeara con sus piernas sus caderas y lo apoyó contra la pared, Harry gimió al sentir como el miembro duro del rubio se restregaba contra el suyo no menos duro. Y lo último racional que pudo pensar antes de olvidarse de todo fue.

 

/dios, Dumbledore gracias por este maldito concurso/

 

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Diferentes pasteles de todo tipo, tamaños y colores se podían ver en el gran comedor, cuatro jueces sentados en frente de las mesas de las cuatro casas, Lucius Malfoy, Minerva McGonagall, y dos personas más que parecían ser respetados reposteros en el mundo de los magos.

 

Todos los participantes estaban realmente nerviosos, se habían esforzado al máximo para ser ellos los ganadores o, al menos, estar en la segunda posición. Todos querían ganar esos doscientos puntos prometidos para sus casas, aunque conocer finalmente cual sería el premio que se llevaría el ganador también llamaba su atención.

 

Los cuatro miembros del jurado habían estado deliberando, comentando sobre cada uno de los pasteles que habían colocado entre ellos y probando aquellos sobre los que tenían dudas. La decisión había sido difícil pero no imposible. Lucius Malfoy, designado como “presidente” de ese jurado tan particular, se puso en pie para dar a conocer los nombres de los ganadores.

 

-Sé que todos estáis deseando saber quien ha ganado el primer premio, pero vamos a empezar por el segundo puesto –guardó silencio momentáneamente, creando la expectación adecuada que la situación requería -. El segundo lugar es para… -sonrió divertido al ver sus caras de angustia –Theodore Nott y Neville Longbottom.

 

Los dos aludidos se sonrieron y fueron a ocupar el lugar que les dijeron, viendo como cada uno de ellos conseguía puntos para sus casas y estos eran sumados a los que ya tenían acumulados.

 

-Y la pareja ganadora en primer puesto es….Luna Lovegood junto a Hanna Abbot.-las dos ganadoras se miraron sorprendidas pero felices, se levantaron y fueron felicitadas por sus casas.

 

-Y el premio especial para estas dos parejas es: ¡dar la vuelta al mundo en el mejor crucero mágico!-todos aplaudieron contentos por los ganadores.

 

-Al final todas las casas han ganado doscientos puntos.-se quejó Dean Thomas.-no hemos ganado nada, seguimos igual.

 

Harry sonrió y miró a Draco Malfoy, desde su mesa de Slytherin éste le sonrió, guiñándole un ojo y mandándole un beso.-Te equivocas Dean, créeme, te equivocas.

 

Dumbledore se levantó de su silla y sin más preámbulos anunció para todos sus alumnos.-¡¡¡¡Feliz Navidad!!!! ¡¡¡¡Y próspero Año Nuevo!!!!

 

¿Fin?

Notas finales:

¡¡¡Feliz Año Nuevo!!!


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