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Closer por Yais

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Notas del fanfic:

Ya pues, como he dicho casi todos los días, esto es por la semana GaaLee, la cual me tiene muy feliz y me ha enseñado que ¡oh sorpresa! puedo escribir one-shots medianamente románticos :P.

Espero disfruten la lectura =3.

Closer

 

Por: Yais

 

Era muy de mañana. Lee iba corriendo por la vereda que conectaba el bosque de niebla con el pueblo de la semilla, cuando escuchó un grito proveniente de unos matorrales a su derecha.

–¡Ayuda! – la voz era de una niña pequeña y justo cuando él se detuvo para ir a auxiliarla ésta apareció en el camino, saliendo de unos matorrales, y chocó contra suyo. Quiso sostenerla para averiguar qué era lo que le ocurría, pero la niña pegó otro grito y lo golpeó cuando lo intentó. –¡Suéltame!

–ah – Lee intentó hacer que se calmara –tranquila, ¿qué pasa? –pero ella no le respondió, siguió manoteando.

Sin embargo no tuvo que esperar mucho tiempo para averiguar qué le ocurría porque unos ninjas aparecieron por el mismo lugar donde ella salió. Al parecer la venían persiguiendo.

–¡Oye tú! – le dijo uno de ellos, el más grande y de aspecto intimidante –si no quieres morir entréganos a esa mocosa.

La niña se paralizó y miró a Lee asustada, así que él le palmeó la cabeza para calmarla – ¿Están molestándote?

Ella tardó en asentir, sus ojos castaños estaban inundados de lágrimas.

Si había algo que Lee no soportaba es que hiciesen llorar a una mujer y mucho menos a una niña, así que en menos de lo que ella tardó en responder los hombres que la perseguían quedaron reducidos a nada.

 

–¿Te hicieron daño? – le preguntó a la menor quien negó mientras se alejaba de él. A pesar de verse más relajada aún lo miraba con desconfianza –no tengas miedo, no te voy a lastimar.

Lee se encuclilló para quedar a la altura de la pequeña y con la acción no sólo logró que ella dejara de retroceder sino que diera un paso hacia él. –Eres un ninja de Konoha – afirmó sorprendida, pues cuando se agachó su emblema se dejó entrever en los pliegues de su ropa.

–Sí, soy de Konoha – le sonrió para infundirle confianza.

Ante su respuesta los ojos de la niña se iluminaron y Lee pudo jurar que había algo en sus facciones que se le hacía bastante conocido –Entonces ¿conoces a mi papá?

Imaginó que lo conocía, no había otra explicación para que una niña que jamás había visto se le hiciera tan familiar –Supongo, ¿quién es?

–El Kazekage – respondió ella muy orgullosa –Sabaku no Gaara.

Ante la respuesta Lee abrió los ojos tan grandes como los tenía, sin poder creer lo que había escuchado. Gaara tenía una hija.

 

~©_©~

 

–Lee san, ¿hace cuanto conoces a mi otousan?

Después de que Lee aceptara conocer a Gaara, la pequeña, quien se identificó como Chihiro, había olvidado todas sus reservas y ahora estaba sentada al estilo caballito sobre él, bastante feliz. Se dirigían al pueblo pues Chihiro dijo que ahí fue donde se escapó de su nana.

– Aam – el ninja de Konoha hizo un gesto como de aquel que pretende recordar algo muy lejano aunque, en realidad, el recuerdo lo tenía bastante fresco – hace muchísimo tiempo.

– ¿Cuánto? – la niña pataleó y le jaló los cabellos ligeramente – dime ¿cuánto?

–Ah, Chihiro chan eres un poco agresiva.

–No lo soy, tú eres malo. No soy Chihiro chan, Chihiro sama, SAMA. Soy la hija del Kazekage.

–Sí supongo, pero eres muy pequeña para decirte así. Chihiro chan es mejor.

–No soy pequeña. Tengo así – recargó su pecho en la cabeza de Lee y puso sus manos frente a su rostro para que él viera como le mostraba cinco dedos levantados – y soy muy inteligente, como papá y mamá.

Lee lanzó un suspiro –Tu mamá… ¿Cómo se llama?

–Matsuri okachan

–Matsuri san – Lee repitió el nombre e intentó recordar a la chica. El nombre se le hacía conocido y casi podía asegurar que era alguna de los kōhai de Gaara, pero no lograba ubicarla. Después volvió a suspirar.

–Te vas a morir.

–Eh – Lee no supo a qué venía eso.

–Temari obachan dice que si suspiras mucho te mueres.

–¿Cómo?, ¿de verdad?

–Sí, el alma se sale por la boca. Le dice eso a papá todo el tiempo.

Lee sonrió. No imaginaba al Kazekage suspirando o a Temari san diciendo algo como eso. En realidad no pensaba mucho en Gaara, no le gustaba sentirse triste. Aunque ahora era imposible no hacerlo, tenía a su hija a cuestas y lo vería pronto. No podía creer que Gaara hubiese tenido una niña, eso explicaba muchísimas cosas.

De pronto el aire comenzó a soplar y frente a ellos las corrientes de viento hicieron remolinos que poco a poco se hicieron uno solo. Ni Lee o Chihiro se impactaron cuando el torbellino se mezcló con arena y Gaara se materializó ante ellos.

– ¡Otousan! – Chihiro pataleó emocionada y Lee tuvo que bajarla para que pudiera ir a abrazar al recién llegado. Gaara, por su parte, extendió los brazos y respondió el gesto.

El ninja de Konoha miró la escena incrédulo. Esperaba que Gaara hubiese cambiado, aunque sólo los cambios físicos que debía de sufrir después esos años, pero verlo sonreír mientras abrazaba a alguien sí era algo que jamás imaginó. Aunque tenía sentido si se trataba de su hija.

–Gaara kun – lo llamó aún sorprendido.

 

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Aproximadamente cinco años atrás Gaara y Lee habían tenido un grupo de encuentros. Inicialmente amistosos, después un poco románticos y al final bastante íntimos. Sin embargo las cosas no funcionaron como hubiesen querido y tuvieron que dejarlo.

Lee era del tipo insistente, así que cualquiera podría haber achacado el fracaso de su relación a Gaara y sí, la separación fue idea del Kazekage, sin embargo Lee se rindió muy rápido. Eran muy jóvenes, ambiciosos y con aldeas que los necesitaban más que en ningún otro momento.

Gaara no tuvo que usar muchos argumentos para dejarlo, validando su lealtad a Suna por sobre sí mismo, o reafirmar la que Lee le tenía a Konoha. Mucho más tras la guerra. En aquel tiempo acordaron un hasta luego, con un fondo bastante amargo, y a pesar de que separaron sus caminos de manera cordial no volvieron a interactuar.

Ahora las cosas no encajaban con el “hasta luego” que pactaron y Lee no podía evitar sentirse dolido al enterarse de la existencia de Chihiro. Al parecer Gaara puso un punto y aparte a su párrafo muy rápido.

–Lee – Gaara lo llamó e interrumpió sus pensamientos –gracias por cuidar de Chi.

–…sí – el ninja de Konoha estaba ligeramente enfadado. No quería, pero lo estaba –es una niña muy linda aunque bastante inquieta. Debe parecerse a su madre.

Gaara lo miró unos instantes antes de girar la vista a Chihiro. Ya estaban en el pueblo y ahora la niña había vuelto a la guarda de su nana con la cual no paraba de alegar –algo así.

–¿Por qué la perseguían?

–Ya no importa. Me encargué de eso.

Lee se sorprendió de nueva cuenta. Si tenía tiempo de no ver a Gaara, tenía más tiempo desde que lo escuchó usando su tono bélico. Un escalofrío recorrió toda su espalda. Aún le gustaba Gaara, nunca le dejó de gustar, y eso era algo que dado el escenario le preocupaba.

–Es, que bueno verte Gaara. Me dio mucho gusto – Lee sonrió y después le hizo una reverencia –estaba de camino a Konoha y me he atrasado un poco. Mejor me apresuro, nos vemos.

El Kazekage no le contestó y como Lee no esperaba respuesta se giró para volver a la vereda. Sin embargo no dio ni tres pasos cuando un grito de Chihiro lo detuvo.

–¡Lee san! ¿a dónde vas? – la niña llegó hasta donde estaba Gaara y le comenzó a jalar la mano. –Papá dile que no se vaya, ¿por qué se va?

Gaara no le contestó, pero parecía que Chihiro conocía a la perfección los imperceptibles gestos de su padre y sobrentendió que no pretendía decir o hacer algo para evitar que Lee se fuera.

–No – ella iba a hacer una rabieta, sin embargo se contuvo y en vez de eso sus ojos se inundaron de lágrimas. –Lee san, tiene que quedarse a ver mi presentación.

Lee no tenía idea de qué hablaba la pequeña –¿presentación?

–Sí – Chihiro fue hasta donde Lee y dio una vuelta sobre su propio eje –voy a bailar para el señor feudal.

 

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Aparentemente Gaara y el señor feudal tenían asuntos importantes que tratar y debido a que las hijas de ambos eran muy buenas amigas ellas harían una presentación de danza regional en la cena.

Al final, Lee fue convencido por la pequeña y optó por quedarse. Quería negarse, pero era débil cuando se trataba de unos ojos llorosos y mucho más si a la petición se sumaba Gaara. Su ex pareja le informó que después de la presentación ellos también se dirigirían a Konoha, así que si se quedaba podrían viajar juntos.

Lee tuvo bastante claro el motivo por el cual aceptó la propuesta de quedarse y viajar con la comitiva, pero pretendió hacerse de la vista gorda el respecto hasta que llegara el momento indicado. Así que, dado que el evento era hasta la noche, después de acordar lugar y hora donde se verían se despidió de todos. Tenía toda la mañana y tarde para entrenar en un páramo que había visto cerca del pueblo.

Sabía que estaba siendo esquivo e inusualmente antisocial, pero ya que había aceptado pasar una cena y un viaje a Konoha de medio día junto a Gaara, se merecía un tiempo a solas para mentalizarse y preparar todo aquello que quería hablar con él.

Si quería actuar normal debía tomarse un buen rato para asimilar que aquella vez que Gaara presionó su ruptura no se debió a su aldea, o a las miles de consideraciones que rodeaban a su relación, sino a que Matsuri san estaba embarazada. Y él, tan idiota que se dejó convencer de que aquello también le convenía.

No sabía si le alegraba o no el haberse enterado hasta ese momento de la existencia de Chihiro. Vivió esos cinco años con la esperanza de que Gaara volvería poniéndolo a él como prioridad y eso siempre lo mantuvo feliz, así que no se imaginaba cómo hubiera sido su perspectiva de vida de haber sabido la verdad.

Se sentía muy triste, pero lo positivo radicaba en que ahora era lo suficientemente maduro para aceptar lo que ocurrió de manera diplomática. Igual, no había forma de cambiarlo y estaba bien. Sí, todo estaba bien. El árbol que acababa de tirar de una patada y sin calentamiento lo constataba.

 

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Aproximadamente al medio día Lee sintió que su estómago rugía pidiendo comida. De acuerdo a su plan inicial, a esa hora debía estar en el merendero de la cascada y a causa de eso no traía comida encima. Así que su mejor opción era enjuagarse en el río ubicado trescientos metros al norte y pescar algo para saciarse sin necesidad de volver al pueblo de la semilla.

Llegó al río y cuando estaba por quitarse la ropa, un remolino de arena se formó frente a él y Gaara junto con Chihiro se materializaron.

–Lee san – la niña traía una canasta que no agitó demasiado antes de que le llegara un aroma de tartas de carne y algún dulce con avellana –venimos a hacer un picnic.

–¿Cómo me… – el ninja de Konoha estuvo a nada de preguntar cómo lo ubicaron, pero cortó sus palabras. Tiempo atrás había sido así, sin importar donde estuviera, Gaara, con esa manía de acosador que tenía, lo podía encontrar en segundos.

Miró hacia todos lados, intentando identificar dónde se escondía el jutsu de vigilancia, pero no lo encontró. De nuevo, volvió a recordar aquella época y sintió otro escalofrío. Esta vez de excitación. Lo volvería loco.

–No entiendo, ¿cómo es que perdiste a Chihiro chan? – preguntó para relajarse.

Gaara no le respondió en cambio empujó a la pequeña para que comenzara a preparar el picnic.

Lee se sintió verdaderamente incómodo, pues Gaara no dejaba de mirarlo y después mucho más porque se acercó a él y con su pulgar le limpió las gotas de sudor que se acumularon en su barbilla.

–Otousan ¿aquí esta bien la manta? – la niña, ajena a los adultos acomodaba los platos y la comida.

–Sí – Gaara aún miraba a Lee, así que no tenía idea de dónde había acomodado la manta – pero espera.

–¿Qué?, ¿Por qué?

–Lee ¿Te ibas a meter al río?

El mencionado cortó la respiración. Gaara lo estaba seduciendo como sólo él podía hacerlo. Lo estaba devorando con la mirada y aquello era bastante fuerte e intimidante. Tras cinco años de abandono, e incluso sabiendo el verdadero motivo, resultaba que Gaara aún tenía la capacidad de hacer que las piernas le temblaran.

–Sí.

 

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Lee se quedó en boxers para meterse al agua. Gaara lo había provocado por un instante, pero recuperó la cordura cuando Chihiro dijo que ella también quería entrar al río. La niña, como un típico habitante de Suna, no sabía nadar, así que Lee se ofreció a enseñarle y practicó algunos ejercicios con ella.

Gaara, sentado en una enorme piedra a la orilla los miraba con una pequeña sonrisa que Lee, años atrás, juró sólo ponía estando a su lado y a causa de eso imaginó que el tiempo no había pasado.

Era evidente que ellos no podrían haber tenido hijos, pero si los hubiesen tenido seguro su cuadro

sería como aquel. Organizando un picnic a la orilla del río. Él jugando con la pequeña Chihiro y con Gaara mirándolos. Todo tranquilo hasta que su hija y él confabularan para empapar al Kazekage con una ola creada por pataleos, justo como ocurrió en ese momento. Pues jamás dejaría de ser divertido mojar a Gaara y verlo escurrir como si de arena movediza se tratase.

Después, cuando su estómago le recordó a Lee que moría de hambre, el ninja de Konoha salió de sus ensoñaciones y arreó a Chihiro para que fueron a comer. Las tartas de carne olían a que sabían a gloría.

 

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–Estás muy callado – Gaara rompió el silencio instalado entre ellos después de que Chihiro los abandonara para ir a recolectar piedras.

–Estoy pensando.

–¿En qué?

–En todo lo que he estado haciendo. No creí que pasara tanto tiempo antes de que nos volviéramos a encontrar, ni que fuera así. Han sido 5 años o un poco más.

–Cinco años, tres meses.

Lee se agitó y prefirió dejarse caer al pasto –Tanto tiempo. ¿Cómo van las cosas en Suna?... en Konoha todo mejora. Naruto es bastante bueno en lo que hace.

–Igual.

–Que bien – Lee cerró los ojos e intentó relajarse para no reclamar las cosas cuando aún las tenía frescas, sin embargo no lo logró pues sintió que Gaara le tocó la frente y al abrir los ojos se dio cuenta que estaba sobre él. Su rostro se enrojeció ligeramente y le costó respirar –¿Qué… – pero no pudo terminar de hablar porque Gaara acortó la distancia entre ellos y le dio un beso.

Lee no tenía idea de qué tipo de relación tenía Gaara con Matsuri o cuál era la que pretendía tener con él, pero no le correspondió sino que lo empujó antes de mirarlo con una mezcla de sorpresa y dolor. Después se paró y huyó de ahí tan rápido como pudo. Se sintió cobarde, pero eso era preferible a escuchar, pensar o romperle la crisma a Gaara frente a su hija.

 

Dio vueltas hasta que cayó la noche. De preferencia habría ido a Konoha y olvidado lo ocurrido, pero ya le había dado su palabra a Chihiro chan de que la vería bailar y no pensaba echarse para atrás. Así que cuando llegó la hora se encontró con Gaara y su comitiva en el lugar donde acordaron.

Ninguno dijo algo sobre su encuentro en el río. Ambos estaban de acuerdo en que aquel no era el momento ni el lugar.

 

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Debido a la naturaleza política del acto, Lee no podía usar los emblemas de Konoha durante la cena, así que tuvo que quitárselos y dejarlos a cargo de la escolta. E, igual, tampoco pudo hablar de sus habilidades ninja o sus misiones, pero pasó una velada agradable, la mayor parte del tiempo conversando con los acompañantes del señor feudal y sus guardias.

Ahora era adulto y su organismo podía controlar el alcohol mejor que cuando era más joven, sin embargo no aceptó tomar ni una gota de sake y cuando, por la madrugada, la mayoría estaban borrachos decidió que lo mejor para él era partir a una de las habitaciones que el señor feudal amablemente había mandado a preparar.

Cuando se despidió de todos Gaara aún estaba a la mesa, así que le hizo un leve gesto con la cabeza para decirle que las cosas entre ellos estaban bien. Su intención inicial era abordar al pelirrojo al terminar la cena y reclamarle algunas cosas, pero mientras pasaba el tiempo su determinación se minó poco a poco y, cuando vio a Chihiro bailar, cambió de idea.

Puede que él fuera muy bueno o muy tonto, pero en realidad no había necesidad de amargarse con cuestiones que ya no tenían razón de ser. ¿Cambiaría el pasado?, no, ¿mejoraría el futuro?, claro que no.

Quería a Gaara y eso no iba a cambiar, lo mejor era volver a Konoha en tranquilidad y despedirse como amigos, le perdonaba la mentira... y lo perdonaba porque… porque era un idiota. No había más que decir. ¿Qué tipo de persona era? por eso todos lo pisoteaban así.

 

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Lee caminó por el pasillo que le indicaron llevaba a su habitación creyendo que estaba solo, sin embargo cuando giró la perilla del cuarto una mano se unió a la suya. No había que ser un genio, aunque ya lo era, para darse cuenta de que aquella era la mano de Gaara y que ahora tendrían esa conversación a la que él ya se había rendido.

–¿Qué ocurre Gaara? – le preguntó una vez estuvieron dentro de la habitación, pero no obtuvo respuesta, cosa que lo hizo suspirar. En verdad moriría. –Estoy un poco cansado, podríamos hablar mañana.

–No quiero hablar.

–¿Cómo?, ¿entonces? – Lee se sirvió agua en el vaso sobre la mesita de centro en la habitación. Creía que pasar agua por su garganta le ayudaría para seguir controlándose.

–Pensaba buscarte llegando a Konoha.

–¿Para qué? – Lee se empinó el vaso y tragó fuerte.

El silencio que siguió y el ambiente denso le hizo saber a Lee que Gaara estaba enfadado. Y era indignante, ni siquiera tenía motivo. Si le preguntaba “para qué” era retorico, debía saber que no esperaba que le contestara “ya debes saber que cuando te dejé no fue por que la aldea me necesitaba sino porque tenía a alguien más. Gracias por no hacer un berrinche al enterarte”. Imbécil.

–¿Qué es lo que pasa contigo?  

–¿Qué… ¿te estás burlando de mi o algo así?, porque aunque siempre has sido un desconsiderado esto te sobrepasa.

–No me ves divirtiéndome ¿o si?

–Bien porque yo tampoco – Lee se recargó en la mesita y se cruzó de brazos, ambos podrían participar en el juego de hacerse el ofendido – ¿qué es lo que quieres?

–¿Por qué me estás tratando así?

Ahora sí lo estaba fastidiando o, sin morderse la lengua, jodiéndo –¿Cómo lo estoy tratando Kazekage sama?, ¿acaso me extralimité al llamarlo por su nombre de pila?

Gaara gruñó e intentó sujetar a Lee con su arena, pero el pelinegro, quién ya se lo esperaba, lo esquivo con facilidad dando un salto, o eso creyó, pues apenas puso un pie en el suelo Gaara lo agarró del tobillo con un latigazo y lo elevó de cabeza en el aire.

Lee pateó la arena con su pierna libre hasta que se dio cuenta que no se liberaría sin destrozar parte de la habitación que el señor feudal le prestó. – Suéltame – le gruñó a Gaara.

–No.

–¿Por qué?

–¿Quién es?

–… ¿quién es quién?

–¿Con quién estás saliendo ahora?

–¡Yo! – Lee creyó que la sangre acumulada en su cabeza lo hacía escuchar mal – ¿Con quién voy a estar saliendo?, y a ti ¿qué te importa?

Gaara no le contestó, en cambio lo acercó hasta él y lo miró pretendiendo descifrar su alma –Me importa porque se supone que me esperarías.

–¡No se supone! – Lee gritó aquello sin pensar y en cuanto se dio cuenta de eso dejó la lucha pasiva que tenía contra el jutsu de Gaara –se suponía que volverías por mi.

–Estoy aquí.

Lee se congeló en el acto e incluso dejó de respirar –¿Qué-qué quieres decir con eso?

–Te dije que iba camino a Konoha.

–A ver a Naruto.

–A verte a ti.

–No es verdad… y bájame, esto es incómodo – Gaara atendió a su pedido –¿por qué querrías verme si nunca fui importante para ti?

–Dices tonterías.

–Me abandonaste.

–Te lo expliqué, creí que habías entendido.

–Entendí – Lee intentó no parecer tan afectado como estaba, así que fue a la cama y comenzó a acomodar las almohadas –y te estuve esperando, te habría esperado toda la vida aunque a veces pensara que no tenía sentido.

–¿Y? – había cierto deje de miedo mezclado con ansiedad en la voz de Gaara.

–… y después descubrí que tienes una hija, de la misma edad de cuando inventaste todas esas excusas que me tragué como… sólo yo podría haberlo hecho. ¿Por eso me dijiste que no podía ir a Suna a visitarte?, me imagino que sería muy malo tenerme ahí. Pero no tenías que mentirme, yo lo hubiera entendido.

A pesar de que sus palabras estaban cargadas de reproche y acusaciones Gaara, en vez de exaltarse, relajó los hombros –cállate.

–No pensaba discutirlo, quería mantener mi orgullo intacto, pero por alguna razón querías hablar de esto.

–No quiero hablar. Te lo dije antes.

Lee apretó los puños –por tu bien, espero que me digas que sólo pensabas quedarte parado mirándome porque si no es así entonces, si sobrevives, tú le vas a explicar al señor feudal por qué redecoré las paredes con tu sangre.

El Kazekage entrecerró los ojos, casi como si el reto se escuchara bastante atrayente, antes de desechar las palabras de su interlocutor.

–Chi no es mi hija.

–Eso es una cosa muy fea de decir Gaara.

–Es de Kankuro.

–Pero te llama papá – Lee estaba muy sorprendido – además Kankuro san murió hace más de 5 años.

–Técnicamente la mayoría tiene 9 meses más de vida. Matsuri tenía días de embarazo cuando pasó lo de Kankuro. Chi nació un mes después de mi llegada a Suna y la he cuidado desde entonces. Se apegó más a mi cuando Matsuri murió, hace 2 años.

–¿Pero…? – Lee se miró los dedos de la mano y comenzó a hacer cuentas. Una masa caliente inundó su pecho y todo el desamor o enfado que sentía desapareció instantáneamente, la idea de que su compañero estuviera mintiendo era impensable. Además, pensar que Chi era una niña huérfana lo ponía muy mal.

–¿En verdad me esperabas? – Gaara aprovechó que Lee estaba desconcentrado para leer la verdad en sus ojos.

–Sí – Lee se sonrojó –creí… – quería reclamarle el mal rato que le hizo pasar al dejarlo creer por tanto tiempo que Chihiro era su hija, pero lo dejó por la paz porque tenía sentido. Negarle a la niña un padre era impensable, pregonar que mentía tampoco era bueno –pero ¿sabe que eres su tío?

–Claro – Gaara lo miró como si fuera evidente y las mejillas de Lee adquirieron una tonalidad de rojo más intensa.

–¿De verdad volviste por mi? – Gaara no tuvo que asentir, ni siquiera pudo pestañear, pues Lee se le lanzó encima. – Te extrañé mucho Gaara, no tienes idea cuanto – y después de decir eso le plantó un beso.

No había duda de que aquel recibimiento era el que Gaara había estado esperando desde el principio, pues inmediatamente le devolvió el abrazo y lo beso.

 

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A la mañana siguiente Lee apostaría su futuro ninja, sin dudar, a que él tuvo la mejor noche que aquel caserón hubiese visto. Gaara y él experimentaron el primer mejor orgasmo de la década y aún les faltaban varios. A pesar de los años pasados, todavía había magia entre ellos y las sensaciones que se proporcionaban el uno al otro al estar juntos eran adictivas.

Tuvieron un muy feliz viaje a Konoha y en aquel, Lee no sólo confirmó que Chi sabía que Gaara era en realidad su tío, sino descubrió que la razón de la gira del Kazekage se debía a que estaba cerrando los asuntos que tenía pendientes antes de dejar el futuro de Suna en las manos de Temari. La aldea ahora era estable y por fin habían superado las perdidas económicas y materiales que les dejó la guerra.

Por alguna razón, en la cual Lee no quería profundizar, Chihiro había comenzado a decirle Okachan, pero no le molestaba, de hecho, cuando la niña tuvo que ir de vuelta a Suna, lloraron mucho pues no querían despedirse.

Gaara ni él iban a ir a Suna pues, después de que un muy impresionado y feliz Naruto le extendiera el permiso a Lee para ausentarse, tenían pensado dar una o varias vueltas por el mundo para recuperar esos cinco años que habían postergado su relación.

Aunque la luna de miel no les duró mucho pues no tenían ni un mes juntos cuando Chihiro les llegó por correo. La pequeña se había vuelto a escapar y Lee descubrió que Gaara también era débil cuando se trataba de ver a su sobrina llorar, porque en vez de mandarla de vuelta con Temari la abrazó como si estuviera arrepentido de haberla dejado.

Y fueron una bonita familia de tres hasta que Chihiro les presentó a su primer nieto.

 

.:: Fin.

Notas finales:

Uuuff pues disculpen si está muy forzado o hay muchos errores, con cada día que pasa más prisas tengo con los fics... tuve la genial idea de empezarlos todos, pero no escribirles el fin sino hasta un día antes de su publicación. No tengo idea de en qué estaba pensando O.o.

Día 5 me tomo un descanso, así que nos leemos hasta el día 6.

Bsos

Yais


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