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Somos Fuertes por Javmay

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Notas del capitulo:

Holaaa!!! Y ahora el 5to Capítulo!! Debo ser sincera, sin embargo, en que no me siento muy bien por como me salió... u.u... no se qué es... pero... no sé, no estoy satisfecha...

En fin (algo que se me olvidó poner en los dos caps anteriores) SLAM DUNK, personajes, equipos y ciudades que menciono en este Fic, NO ME PERTENECEN. Esta historia sólo tiene como fin entretener :)

Este cap se le dedico a todos los que le han dado una oportunidad a la historia!!, y continuan leyendo. :D. Muchas gracias!!(en serio). Y Riku, intenté poner lo máximo que pude de los pensamientos de Sakuragi... pero creo que más adelante me basaré más en él... la esperanza de que la trama avance está en las manos de Kaede, por ahora... porque, admitamóslo, n.n, Hana no es exactamente perpicaz o muy rápido...

Como siempre, antes POR FAVOR LEER ESTO:

"Las palabras que estén en comillas de esta manera" - Son DIALÓGOS

Las palabras o frases escrita de esta manera - Son pensamientos

"Las palabras o frases cursivas ENTRE comillas" - Son DIÁLOGOS en Inglés que AHORA estarán en español porque me lata ponerlo en inglés y luego traducirlo (lo se... soy muuuy floja)

Las palabras sólo en cursivas - Son palabras, justamente, importantes o destacables (EN EL CAP ANTERIOR ME DI CUENTA QUE LAS supuestas subrayadas que ponía no estaban saliendo, asique tuve que cambiar la modalidad...)

[Los números entre estas casillas] - Son aclaraciones y/o explicaciones que pondré en Notas Finales

AHH!!, se me olvidada! en NEGRITAS, y entre "()" estará el nombre de una canción que escuché durante todo el tiempo que escribía esa escena en particular... NO es necesario que la escuchen, por supuesto.... pero bueno... eso :)

  1. V.          Me pertenece

 


-

 

-

 

Jav

 

Odio los lunes, pensó Rukawa mientras golpeaba con cierta brusquedad el reloj sobre su cómoda (esta vez había decidido dejar sólo uno). Se talló los ojos con cierta brusquedad mientras bostezaba y sentaba sobre las, aun, calientitas mantas.

 

“¿Qué hora es?” Preguntó una ronca voz proveniente de su lado. Hanamichi Sakuragi, autoproclamado genio y talentoso deportista, se encontraba acostado boca bajo en la convenientemente grande cama del zorro, mas ahora le miraba con un rostro dormido y un ojito marrón abierto e interrogante.

 

“7:30” Respondió con la voz también ronca por el sueño, observando la rojiza y somnolienta cara del chico a su lado. El pelirrojo enseguida gruñó al tiempo que subía las frazadas sobre sus cabellos. Rukawa negó con la cabeza por la infantil reacción, decidiendo reunir las fuerzas necesarias para levantarse del tentador colchón. Ya parado, con cuidado tuvo que pisar la alfombra, si no quería golpearse con las bandejas, pocillos y los comandos de su videojuego esparcidos por el piso mientras se acercaba al closet para sacar su ropa del día y toalla. 

 

Con todo lo necesario es que salió rumbo al baño, donde disfrutó (al igual que los otros tres días anteriores) una placentera, exquisita y corta sesión consigo mismo. Ya se estaba haciendo una rutina que en la ducha se le parase, asique tampoco se alteró cuando esta mañana se encontró con su amigo clamando atención. Repitiendo también lo que llevaba haciendo esos días, se fue con sólo una toalla enrollada en su cintura a su cuarto, donde se acomodaba en la orilla de la cama y disponía a vestirse con lentitud.

 

“Te vas a asar con esa playera, zorro” Escuchó tras de sí. Cuando se volvió, se encontró con la nublada y media dormida mirada de Sakuragi sobre él. No le prestó atención y continuó colocándose la azul polera manga larga; aunque por dentro también pensó que quizás el día sería demasiado caluroso como para estar usando ropa tan abrigadora; no obstante, orgulloso y testarudo, no quiso cambiarse ahora que el mono lo había notado.  

 

“Te veo en el entrenamiento” Le dijo con desgana y como modo de despedida al chico que había caído nuevamente al colchón, pero que le gruñó como respuesta. “Y ordena” Continuó en tono firme al mirar rápidamente su cuarto (parecía un basural) antes de partir rumbo a la cocina para servirse algo antes de ir a clases.

 

Más tarde, con su gran bolso apoyado en su espalda y recibiendo el viento matutino gracias a la velocidad de la bicicleta, el pelinegro intentó por todos los medios no caer dormido en el trayecto, pero..., maldición… era difícil. Anoche, al igual que los días anteriores, él y Sakuragi se habían quedado hasta innombrables horas batallando con la play 3 y su Xbox.

 

Kaede, siendo sinceros, nunca había apreciado a esos aparatitos cuando sus padres se lo regalaron; mas fue recién el jueves en la noche, después de su pseudo salida con el pelirrojo, que éste había entrado a su cuarto prácticamente exigiendo un modo de entretención. Cuando el zorro le propuso salir a entrenar, Sakuragi alegó que estaba cansado y ya era tarde. Rukawa enseguida se quedó sin ideas; sin embargo, fue el pelirrojo que miró como un niño en navidad las cajas casi empolvadas de los juegos en una esquina de la habitación.

 

“Te reto, zorro” Le dijo antes de saltar sobre la cama y comenzar a conectar todo el equipo. Kaede estaría mintiendo si dijese que no lo había disfrutado; especialmente cuando, a pesar de ser un novato en todos los juegos, alcanzó a ganarle tres veces seguidas al autoproclamado rey de los videojuegos. En eso había consistido prácticamente todo su fin de semana. Prácticas juntos en la mañana, comer en el restaurante de mala muerte luego de eso; Rukawa durmiendo en su cama, mientras Sakuragi le sacaba prestado la laptop para comunicarse con su familia y amigos; ida al gimnasio para el entrenamiento (que no hubo el domingo) y videojuegos todo el resto de la noche. Tanto era así, que mamá Rukawa había tomado la costumbre de dejarles bocadillos sobre el mesón para cuando uno de los dos (después de una feroz piedra, papel o tijeras) bajase a buscar algo para comer.

 

Rukawa, encadenando la bici y encaminándose al aula de clases, se permitió admitir (mentalmente, pues ni bajo tortura lo diría) que la venida del pelirrojo no estaba siendo taaan mala como creyó en un momento que lo sería.

 

.

 

.

 

Ojos marrones se abrieron de golpe al recibir un pequeño resquicio de luz solar sobre su rostro. Todavía un poco dormido, volvió su cuerpo apoyándolo en el lado contrario de la cama. Su cara, acostada totalmente sobre la almohada ajena, respiró la esencia del zorro aun impregnada en la frazada. Sin controlar lo que hacía, enterró su nariz en el cojín y lo abrazó con ambos brazos.

 

Con el aroma envolviendo su cuerpo, el pelirrojo casi pensó que Rukawa aun se encontraba en el cuarto, acostado a su lado, con su rostro pálido, suave y relajado totalmente entregado al mundo de los sueños; tal y como lo observó dormir en la madrugada, antes de entregarse él mismo al cansancio de sus ojos.

 

Pero… ya se fue a clases, se recordó levantando la cabeza para verificar la hora; con ello casi se cae de espaldas, puesto que leyó las 10:12.

 

Nooo, me quedé dormido…

 

Bueno... tampoco era como si tuviera horas fijas y estrictas durante este viaje, pero el pelirrojo tampoco quería pensar o tomarse esto como si estuviese de vacaciones o algo por el estilo; por lo que sagradamente había decidido levantarse temprano (algo así como entre 9 y 10) ir a trotar; y ya en la tarde, entrar de lleno en lo que era el aprendizaje del respectivo equipo. Algo, sin embargo, que se había agregado a su ordenado calendario (raro para alguien tan espontáneo como él), era que ahora pasaba las noches divirtiéndose con el antes denominado rookie de Shohoku.

 

Ahora, con brusquedad fue que se sacó las mantas de encima y se levantó, causando que sólo gritos salieran de su boca por pisar unas bandejas, golpearse con unos cuantos pocillos, resbalarse con un pedazo de  pizza y enredarse con los cables de los comandos.

 

“Estúpido zorro que deja su cuarto como un basural” Gruñó malhumorado mientras se encaminaba al baño para lavarse los dientes y mojarse un poco la cara. Colocándose ahora ropa deportiva es como bajó y se topó con la madre del pelinegro cerca de la entrada.

 

“Buenos días, Sakuragi-kun; ya me extrañaba que no estuvieses levantado” Saludó mientras cargaba un canasto lleno de ropa hacia el tendedero.

 

“Es que este genio se acostó muy cansado anoche, mamá Rukawa. Un talentoso deportista como yo necesita descansar su cuerpo Nyahahaha” Se excusó echando la cabeza hacia atrás por la fuerza  de sus carcajadas. Sin embargo, algo de cierto tenían sus palabras, pues por culpa de Rukawa, que había osado con burlarse de sus magnificas habilidades de joystickero, le empujó a seguir jugando hasta altas horas de la madrugada, causando que ahora en la mañana se quedase dormido.

 

“¿Vas a ir correr?” Le preguntó la pelinegra a penas terminó la carcajada.

 

“Si. Comeré algo cuando llegue” Le respondió sentándose en la entrada y poniéndose sus zapatillas. Levantó la mano en señal de despedida mientras la madre le sonreía en respuesta (al verse incapacitada de levantar una de sus pequeñas manos por el canasto)

 

Tomó la misma ruta de todas las mañanas, deteniéndose algunas veces para contemplar el paisaje.

 

El pueblo de Chapel Hill, cercano a Raleigh y Durham, a pesar no ser tan grande como muchas de las conocidas locaciones de EE.UU, de seguro tenía su encanto; especialmente para un chico que toda su vida sólo había vivido en la pequeña comunidad de Kanagawa.

 

Casa…Pensó Hanamichi retomando su trote con cierta lentitud. Con el sol golpeando su espalda, y su vista pegada desconcentradamente al frente, pensaba y recordaba que sólo el día de ayer había conversado largamente con su madre por videollamada (esta vez la mujer logró controlar las lágrimas) quien bromeó que ahora la comida en el hogar Sakuragi se estaba echando a perder por no usarse. El pelirrojo, no obstante, entendió que su mamá quería decir que se sentía sola en casa: llegando y saliendo de una construcción donde no encontraba a su hijo gritando y riendo con sus amigos hasta tarde, o corriendo de arriba hacia abajo en las mañanas cuando notaba que estaba llegando tarde a clases. Se había despedido de ella con un suspiro.

 

Con los chicos de su ejército, habló de nuevo mediante Skype, sólo que esta vez desde el cuarto del zorro. Los chicos se burlaron y le exigieron que mostrara la habitación; el pelirrojo obedeció notando que Rukawa babeaba la almohada mientras él ocupaba el aparato.

 

Al resto de sus amigos les respondió los correos; muchos de ellos le recordaron las malas consecuencias por mentir (recordando que Hanamichi había escrito sobre su victoria ante el pelinegro); irritado les respondió a todos con un cabezazo mortal (una foto de él con una mirada asesina) [33]. A Haruko tuvo que reescribirle el email puesto que el primero se había borrado cuando la laptop se apagó (…que raro); como el zorro estuvo detrás de él todo el tiempo mientras lo redactaba, Sakuragi tuvo que morderse la lengua en muchos comentarios.

 

Maldito Rukawa… no le da ni un minuto de paz a este talentoso… Se había dicho al tiempo que le contaba a la muchacha como estaba el chico en cuestión.

 

El sábado por la tarde, además, había conocido por fin al tal Dan. El viejo había llegado de improvisto a la residencia Rukawa mientras los chicos aun estaban en el entrenamiento, asique se lo encontraron cómodamente sentado, charlando y comiendo con los padres de Kaede en el salón.

 

“Asique tu eres el viejo Dan” Había dicho firmemente el pelirrojo dándole pequeñas puntadas con su dedo en el hombro del aparente anciano. El susodicho le respondió con una ceja levantada y una sonrisa ladeada.

 

“Y tu eres el problemático Sakuragi” Desde allí nadie pudo detener los alaridos y alegatos del mono contra el hombre que sólo rió por las ocurrencias del joven. Es tal y como Mitsuyoshi [34] lo describió, pensó el mayor viendo con una sonrisa al alterado muchacho. Dan, por supuesto, se disculpó frente a Hanamichi por no haberle avisado el cambio de planes, excusándose con que todo había pasado demasiado rápido y que como él y Rukawa fueron compañeros de equipo hace sólo un año, no le encontró muchos inconvenientes a ponerles bajo el mismo techo. Ante eso, ambos basquetbolistas bufaron.

 

Luego de que los cinco cenaran, Dan moró un poco más para tener unas cuantas palabras con su representado. Sakuragi tuvo las ganas de espiar, pero se detuvo a tiempo; no era nada que pudiere concernirle.

 

Ahora, el pelirrojo respiraba rápidamente mientras cruzaba las rejas delanteras de la casa Rukawa. Al no encontrarse con nadie en la entrada, decidió subir inmediatamente las escaleras para ducharse y luego comer algo. (Su estómago estaba que rugía de hambre). Después de ello tenía pensado navegar un poco por internet o quizás jugar con la play un rato antes de partir hacia el gimnasio universitario. Hoy volverían a ser esas prácticas crueles y fatigosas  que contempló el lunes y martes pasado, puesto que el viernes que se acercaba era el último partido de exhibición de la temporada que daría luego inicio a la conferencia.

 

Sakuragi, refregándose la espalda en la ducha, recordó que Dan le había recomendado viajar a conocer la Universidad de Duke y Kentucky a más tardar la próxima semana. El pelirrojo, a pesar de la emoción que le invadía el conocer a otros equipos, se sentía como si estuviera traicionando a los Tar Heels; algo estúpido, por supuesto, ya que no pertenecía al equipo; y al comienzo, incluso, (cuando el gordito se lo mencionó) no quiso ni considerarla por albergar al pretencioso número uno (el zorro, obvio).

 

Ahora sin embargo, no podía evitar que, conviviendo con los padres de Rukawa, con éste mismo y con los chicos del equipo, se formara dentro suyo un apego, un sentimiento de familiaridad, de cariño, de protección y de apoyo. Una parte de él, se dijo que quizás podría seguir hospedándose en la casa Rukawa cuando viajase a Duke, puesto que aquella facultad quedaba muy cerca [35], sin embargo, en seguida se negó a ello; ya suficiente era con importunar a la familia por dos semanas, gastando tiempo, comida, luz y agua, como para además quedarse por otra semana más, lo que de seguro terminaría pareciendo que estaba aprovechándose de su hospitalidad.  

 

Pero…

 

Aun así no podía sacudirse esa necesidad… ese apretón de su pecho, esa contracción en su cuerpo, o esa caída en su estómago. Sólo con pensar que tengo que irme… y… dejarlos…

 

 

…Pero aun es muy pronto para tomar una decisión, se dijo firme y aun un poco indeciso al pensar de esa manera tan cariñosa para con los Tar Heels.

 

Para conocer y aprender de los equipos y escuelas es que había venido al conteniente americano, y es justamente eso lo que iba a hacer en lo que le restaba de mes.

 

Sakuragi, después de su larga ducha, se quedó de pie en la habitación del zorro, sólo con una toalla atada en su cintura. Observó ensimismado los pósters que adornaban las paredes. Miró la poca y austera decoración. Vio, casi con cariño, los videojuegos y la cama. Apretó las manos con fuerza al tiempo que respiraba con la boca abierta. Decidido fue que se acercó a la pared y se pegó fuertemente la frente. El ardor le despertó de melancolías, bizarras emociones, e innombrables pensamientos.

 

Sólo ahí, se permitió vestirse para salir. No soportaba estar ahí por más tiempo.

 

.

 

.

 

Kaede, ya en la tarde, avanzaba con un paso constante por los atestados pasillos de la universidad. Recién  había terminado su última clase de día, convenientemente dando paso a la hora de almuerzo. Su idea en la mañana era ir a la siempre llena cafetería y comprarse una hamburguesa (no tan buena como en George’s) o algo así, sin embargo, saliendo de la ultima sala, recibió en su celular un mensaje de texto de parte de Sakuragi (proveniente del celular de su madre, en realidad, pues el aparato electrónico del torpe no estaba habilitado en este continente) avisándole que ya había arribado al campus y que le esperaba en la entrada junto a unas flores (muy lindas, añadió el pelirrojo)

 

Con el gran bolso deportivo en su espalda es como el pelinegro salió de la facultad y se topó con el pelirrojo parado y silbando despreocupadamente bajo uno de los árboles del jardín.

 

“Cantas pésimo, estúpido” Le saludó sin molestarse en sacarse ambas manos de los bolsillos o enderezar su postura.

 

“¡¿Cómo te atreves, bastardo?! ¡Este talentoso deportista tiene variadas habilidades!” Se quejó mirándole enfadado. Rukawa simplemente le observó imperturbable.

 

“Quiero comer” Se decidió a decir después de la silenciosa batalla visual que, conociendo a ambos, no tendría fin.

 

“¡Que bueno que lo mencionas, zorro! Este genio también está hambriento” Replicó con una inmensa sonrisa. Rukawa frente a ello frunció el ceño, puesto que algo extraño se sintió en su pecho; en cambio, volvió la mirada hacia la entrada de la universidad. Ambos sin prisas comenzaron a caminar rumbo un pequeño boliche que se encontraba en la misma calle de la escuela. Era medianamente barato y quizás no se encontraría tan atiborrado como la cafetería de la facultad.

 

“Esta vez tu pagas... Me lo debes” Mencionó Rukawa cuando salían de los terrenos de North Carolina, haciendo referencia a la vez que Sakuragi había olvidado su billetera esa primera vez en George’s. Las otras veces que fueron al mal llamado restaurante, cada uno había pagado su parte, asique el pelirrojo no había tenido oportunidad de devolver el pago.

 

“¡Qué! ¡¿Por qué yo…?!... ¡Oh!... ¡Cierto!.. ¡Arg!... ¡Entonces no se te ocurra pedir nada demasiado costoso, bastardo!” Gritó Sakuragi pensando discretamente en cuánto dinero había traído, y si eso sería suficiente; tampoco quería quedar como un pobre frente a Rukawa. A este último le pareció demasiado graciosa la nerviosa cara del mono, no pudiendo evitar por ello dibujar una mueca en su pálido rostro, adelantándose para que el otro no lo notara.

 

“Supongo que ordenaste mi habitación, torpe” Provocó Kaede queriendo escuchar la voz del pelirrojo demasiado ausente un poco más atrás de él.    

 

“¡Sh! ¡¿Por qué tendría que hacerlo? Es tu cuarto, holgazán. Este genio tiene demasiadas cosas que hacer como para estar ordenando ese basural que llamas habitación… Ni tu madre se atreve a entrar Nyahahahah” Se burló echando el cuello hacia atrás.

 

“Es tu culpa que esté así” Le acusó sin verdadero reproche tras sus palabras, como si lo que había dicho fuese un hecho irrefutable.

 

“¡Qué! ¡¿Cómo te atreves a insultar a este genio de esa forma?!... No es culpa de este talentoso jugador que no tengas sentido del orden” Se defendió inmediatamente el pelirrojo, que quizás para sus adentros podía admitir que algo de razón (muy poca, mínima) tenía el zorro, pues era él (Sakuragi) quien comía como saco sin fondo por las noches, y al dormirse dejaba todo tirado por ahí. Pero el zorro también tiene la culpa, ¡es su habitación, después de todo! se excusaba el pelirrojo mientras seguían avanzando por la calle hacia el supuesto menos lleno local de comida.

 

“Lo que digas, tonto” Respondió desganado Rukawa doblando por la esquina. Su paso, lento y tranquilo, se detuvo en seguida al ver la inmensa línea de gente que incluso salía de los terrenos del boliche...Genial, y ahora qué hacemos… se preguntó Kaede aguantando un suspiro. Sakuragi, que venía detrás de él, golpeó con brusquedad la espalda del pelinegro por haberse éste detenido; ambos tropezaron, pero al afirmarse del contrario lograron cierta estabilidad.

 

Aun agarrados del otro (Rukawa del musculoso brazo de Sakuragi, y éste del hombro del primero) se observaron fijamente por unos instantes.

 

“¿Esperamos?” Preguntó Rukawa luego de tragar discretamente un nudo en su garganta. Hanamichi pareció confuso por unos segundos, pero después de mirar hacia la masa humana separada en dos líneas fuera del local, volteó hacia su ex compañero de equipo.

 

“Ya estamos aquí, zorro; y este genio aun tiene hambre” Le respondió con una sonrisa ladeada. Separándose del otro, continuaron caminando hacia el lugar, sólo que esta vez Sakuragi se acercó a una chica parada en una de las filas “Eeh, disculpa. ¿Me podrías decir para que son estas dos filas?” Con el rostro un poco sonrojado inquirió con un inglés un poco brusco.

 

Claro. Ésta…” Comenzó la muchacha con una sonrisa en el rostro haciendo referencia a la que ella estaba “…es para los que estamos esperando un asiento. Los de allá sólo esperan ordenar para llevar

 

Gracias” Dijo Hanamichi haciendo una leve inclinación a la que la joven pareció encantada. Rukawa, que estaba tras el pelirrojo escuchando y esperando a que terminara, inmediatamente se paró frente a él tapando a la chiquilla.

 

“Ordenemos para llevar” Interrumpió Kaede sin mucho tacto. Hanamichi, aun un poco colorado, se limitó a asentir y a seguir al otro chico a la cola que estaba frente a la de la joven. Permanecieron en silencio por unos momentos, en los que Rukawa podía ver por el rabillo de sus ojos como la desconocida ojeaba (para nada sutilmente) a Sakuragi, que ahora tatareaba despacito una canción que sonaba en la radio. El pelinegro frunció el ceño al sentir las impulsivas (y claramente estúpidas) ganas de caminar hacia la niña y ponerle una mano sobre los ojos para que dejara de molestar; por supuesto, controló cualquier tonto arrebato apretando sus puños, concentrándose, en su lugar, en la fila que parecía estancada allí.

 

Sakuragi, de la nada, comenzó a mover la cabeza y brazos al ritmo de la movida canción. Parecía que le importaba un bledo lo que las personas a su alrededor pudiesen pensar, pues incluso se atrevió a  menear las caderas junto con el resto de su cuerpo. Algunos de los jóvenes le observaron, pero inmediatamente se volvieron sin darle demasiada importancia al hecho; otros, en cambio, le quedaron mirando con sonrisas o risas en los rostros. Entre estos últimos estaba la anterior chica, que tenía una mano sobre sus labios y los pequeños ojos resplandecientes. 

 

“Oye, tonto” Rukawa le llamó en un impulso, sin verdaderamente pensar mucho en qué decir después o por qué lo hizo. Sakuragi, tan concentrado y relajado estaba, que no reaccionó al nombre empleado por el otro chico, sino que simplemente le miró con interrogación. Kaede se quedó en blanco, hasta que vio nuevamente a la niña mirándoles con una sonrisa. “Cuando veníamos vi una pizzería…” Comenzó al tiempo que se acercaba al encogido cuerpo del pelirrojo; sin que éste alcanzara a protestar o a decir algo, Rukawa se inclinó al oído más expuesto de su ex compañero de equipo... Para que vea… pensó sin entenderse a él  mismo. “…vamos para allá, torpe” Terminó cuidándose de rozar con sus labios la piel que tenía cerca. Al alejarse, el denominado zorro se encontró con el rostro sonrojado de Sakuragi.

 

“¡Sh! ¡No tenías acercarte tanto a este talentoso jugador, zorro apestoso!” Alegó rascándose suavemente la oreja recién acariciada.

 

“La música” Se excusó el pelinegro; como si el mundo girase a su favor, justamente la canción subió a volúmenes estridentes. “¿Vamos?” Preguntó/ordenó encaminándose hacia la salida, no sin antes echarle un vistazo a la chica que le devolvía la mirada un poco avergonzada.

 

“¡Oye, bastardo, espera!” Vociferó Sakuragi olvidándose de lo recién acontecido, pensando ahora sólo que se moría de hambre.

 

Pudo haber sido la hora o los antojos de los jóvenes, pero convenientemente el local de pizzas estaba relativamente desocupado. Pudieron entrar sin problemas, ordenar y servirse con la cantidad de tiempo justo para luego reposar y dirigirse al gimnasio para jugar un poco antes del entrenamiento oficial. Hanamichi, además, silbaba feliz pues pudo saldar su deuda con el otro chico, pagando dos baratísimos platos.

 

.

 

.

 

¡Eso fue grandioso!” Le felicitó Tom (o “el enano” como Sakuragi le decía) luego de una jugada especialmente asombrosa del ex rookie. Los restantes miembros de su equipo de práctica se acercaron y alzaron la mano para chocarlas. Kaede respondió al gesto con un respiro profundo. Se sentía agotadísimo, pero ni loco se atrevería a demostrarlo, no con el idiota viéndolo, dándole así la oportunidad perfecta para burlarse de sus supuestas mediocres habilidades y poco aguante físico.

 

Enseguida continuaron con el partido de práctica en el cual tanto Tom como Kaede pudieron demostrar el crecimiento que aun podían lograr con trabajo duro y habilidad. El partido, como era de esperarse, al final fue ganado por el equipo del zorro, debiendo luego los jóvenes salir de la duela para dar cabida a los siguientes grupos. El entrenador les aplaudió y agasajó por el buen rendimiento y espectáculo, al tiempo que los cinco chicos tomaban asiento en la banca con los rostros y cuerpo empapados en sudor.  

 

Rukawa no quería desesperarse o engañarse con falsas esperanzas, pero de veras estaba esperando que el experimentado entrenador le colocara como titular para el partido del viernes. He mejorado, se dijo recordando los últimos entrenamientos. Ahora sí que estaba dejando todo de sí en la duela. Le bastaba con ver las estadísticas para comprobar como sus anotaciones y asistencias habían aumentado a números estratosféricos (aun no válidos de record, pero sí de admiración y respeto a él como jugador)

 

El pelinegro observó por varios minutos el juego de sus compañeros en la cancha, sintiendo dentro de él ese familiar sentimiento de pasión por el juego, emoción por cada maniobra; su corazón latía desbocado y sus manos temblaban por volver a sujetar el balón. Ahora que había aprendido a disfrutar y observar a sus compañeros mientras estos entrenaban, podía decir con absoluta honestidad, que para él, muchos de los jugadores de su club eran deportistas increíbles; no le extrañaría que varios de ellos llegasen al baloncesto profesional, participando ya pronto o, incluso, en el próximo Draftde la NBA.

 

Como yo espero hacerlo…sabía que era un poco ambicioso pensar en eso durante esta etapa (especialmente porque sólo llevaba un año en el equipo universitario) pero también sabía que jugadores mucho más jóvenes que él habían llegado al baloncesto de la NBA, por lo que no se censuraba al momento de soñarlo. [36]

 

Pestañando un par de veces es como se encontró buscando la cabellera rojiza de su ex compañero, ubicándolo enseguida al lado de uno de los asistentes revisando unas tablas y papeles. A Rukawa se le hizo un poco extraño ver el rostro concentrado y enfocado del otro chico, pero… había algo en él que no le permitía despegar sus azules ojos de su ex compañero. No era capaz de alejar la vista y dejar de admirar el frunce entre las cejas de ese bronceado rostro, o los labios rosados arrugados, o como pestañeaba de manera casi inocente hacia el hombre cuando éste le mencionaba algo.

 

Fue sólo el sonido del jadeo de sus compañeros que le trajo a la realidad nuevamente. Sin pensar volteó hacia la duela en donde el crespo (otro tonto apodo del pelirrojo) lanzaba una altísima canasta de tres puntos; sin embargo, cara pálida, perteneciente al grupo contrario, saltó como un monstruo para detener el balón y lanzarlo lejos con una fuerza y precisión anormal; uno de los compañeros de éste último, rápido como un rayo, corrió hacia la pelota agarrándola al vuelo antes de que saliera disparada de la duela. En un par de segundos él corrió hacia el tablero contrario y asistió a un compañero para clavar el balón. Todo el gimnasio, Rukawa incluido, se pararon para alabar al último equipo.

 

Kaede entonces se volvió a Sakuragi, encontrándolo anotando como condenado en una pequeña libreta. El pelinegro a menudo se preguntaba sobre esa porquería, pues no se despegaba ni a sol ni a sombra de su portador, pero también enseguida lo dejaba pasar.

 

Con esa última práctica, el entrenador los reunió para felicitarlos por el arduo entrenamiento, advirtiéndoles sobre los próximos días, y especialmente sobre el último y final partido del viernes antes del comienzo de la próxima conferencia. Fue sólo ahí que les despidió y permitió partir hacia los camarines. Kaede fue a ellos inmediatamente, decidiendo en el camino que se daría una rápida ducha antes, pues sentía su piel demasiado pegajosa, sumándole al hecho de que no era la idea más saludable salir así de sudoroso al aire libre.

 

Al salir de la habitación aun atiborrada de calor humano, olorosa esencia de hombre y vapor de agua, al pelinegro no le extrañó encontrarse con Sakuragi rodeado de algunos chicos del equipo, especialmente de aquellos con los que había forjado amistad estos últimos días.

 

¡Pero si te dejó parado como tonto, crespo!” Se burló en inglés Hanamichi apuntando sin decoro al ofendido chico que le golpeó con brusquedad el dedo.

 

¡Claro que no, pelirrojo! Es que mi canasta no iba con demasiada fuerza” Le respondió con igual tono.

 

“¿Estás diciendo que mi intercepción fue pura suerte?” Preguntó cara pálida a su compañero. Crespo se quedó mudo por unos segundos, para después abrir la boca una y otra vez sin emitir sonido. Los chicos que le rodeaban se carcajearon de su imitación de pez, siendo la risa del pelirrojo la que más resaltaba de todas ellas.

 

“¡Oye, zorro! ¡Me pudiste haber avisado que ibas a tardar tanto!” Se quejó sin ímpetu Hanamichi cuando vislumbró al otro. El resto de los chicos voltearon hacia el pelinegro un poco intimidados; no porque se sintieran amenazados o tímidos, sino que era inevitable perder un poco el humor cuando aquel silencioso y serio japonés aparecía.

 

Te luciste hoy en la duela, Rukawa” Le dijo el bailarín, como Sakuragi le llamaba, (en realidad era Davis) con una sonrisa al recién llegado.

 

Gracias” Respondió en un susurro asintiendo al chico en cuestión.

 

¡No, bailarín! ¡No le digas esas cosas! ¿Qué no vez que se pondrá más creído y pretencioso de lo que ya es?” Lloriqueó exageradamente el pelirrojo golpeando en el hombro al susodicho, que se sobó discretamente el área recién aporreada.

 

¿Más que tu, idiota? Imposible” Rebatió enseguida el zorro con una mirada burlona que causó la risa de todos los presentes (excepto de Sakuragi, por supuesto)

 

“¡¿Cómo te atreves, bastardo?! Este genio no presume, sólo demuestra sus talentosas habilidades  ¡Algo que tú claramente no tienes! NyahahahahSi los jóvenes que veían la riña fuesen de la época de Shohoku, ahora estarían esperando una pelea a golpes, pero ignorantes de las antiguas brutas acciones de los dos chicos, se limitaban a reír por el rudo intercambio.

 

Oigan, por qué no vamos a esa pizzería que está cerca… me muero de hambre” Inquirió Tom mirando a todos los presentes que le asintieron en seguida (a excepción del zorro, claro)

 

Yo me-”Comenzó Rukawa para callar cuando una de las bronceadas y  enormes manos del mono se colocó sobre sus labios.

 

Tu nada, bastardo… Nosotros también iremos” Se unió el pelirrojo que sintió inmediatamente unos dientes contra su piel. Sakuragi gritó más de indignación y sorpresa que de dolor (pues el mordisco no había sido tan fuerte), causando la burla de los demás por su alarido de chica.

 

Así fue como los seis jóvenes partieron hacia la pizzería a la que los dos ex compañeros habían ido esa misma tarde. Tom y Rukawa caminaban atrás de los otros cuatro que reían y charlaban a viva voz. Al entrar, tuvieron que unir tres mesas para acomodarse. Los encargados se miraron entre ellos un poco preocupados, pero suspiraron tranquilos cuando notaron que sólo se trataba de chicos hambrientos y no estaban en busca de problemas.

 

El enano (Tom), a pesar de su constante simpatía y buen humor, no tenía problema con los silencios y momentos de tranquilidad, asique no se quejó cuando quedó sentado junto al serio japonés. No obstante, al masticar un gran pedazo de su pizza (de verdad tenía hambre) notó la fija mirada que tenía Rukawa sobre el pelirrojo. Tom, creyendo que el pelinegro quería y esperaba unirse a la conversación de los otros, pero no sabía cómo debido a su timidez, intentó iniciar él mismo una plática, sin embargo se encontró con simples asentimientos de cabeza o respuestas cortas.

 

No comas tanto, estúpido, o no querrás cenar después” El resto de los chicos, que ya sabían que ambos japoneses compartían casa o algo así, asintieron en apoyo del pelinegro. Tom quedó un poco desconcertado con la interrupción, pero inmediatamente se lo atribuyó a que los chicos se conocían hacia más tiempo, y por tanto, tenían más confianza.

 

“Nyahahah… no subestimes el metabolismo de este talentoso deportista, zorro. Soy perfectamente capaz de comer esto y después disfrutar los deliciosos platos de mamá Rukawa” Probando su dicho, Sakuragi tragó un pedazo especialmente grande causando que casi se ahogara. Se golpeó varias veces antes de toser.

 

Sí, claro” Con el sarcasmo bañando sus palabras, Rukawa estiró una mano y ayudó con suaves golpes al aun ahogado chico.

 

¿Estás retándome, bastardo?” Logró articular con una voz grave. Kaede simplemente le levantó una ceja.

 

Los norteamericanos (y uno de ellos ruso) sonrieron antes de embarcarse en su propia conversación dejando a los dos japoneses con sus rencillas. Sakuragi, notando que los demás estaban en su propio mundo y hablando de cosas que él no conocía, acercó su silla a la de Rukawa, quien ni se inmutó con la proximidad.

 

“¿Qué, no vas a comer?” Preguntó en inglés Hanamichi; aunque estuvieran ahora sólo los japoneses conversando, el pelirrojo creyó que era de mal gusto que se pusieran a hablar con el idioma que sólo dos de la mesa conocían.

 

Tenemos que cenar más tarde, tonto” Recordó Kaede inclinándose un poco en la mesa para acercarse más al otro chico. Sakuragi, en cambio, continuó comiendo como si el mundo se fuese acabar mañana. Hanamichi, mientras siguiese entrenando duro y continuamente, seguiría con un hambre voraz, y como estos días había seguido con su trote y entrenamiento en las tardes (como hoy contra Rukawa), su estómago terminaba exigiendo refuerzos.

 

Umm… ¿Por qué tu pizza se ve mejor que la mía, maldito?” Preguntó Sakuragi mirando sospechosamente el pedazo que descansaba sin tocar en el plato frente al pelinegro. Los seis chicos habían pedido tres pizzas extra grandes iguales, asique no tendría por qué el queso de esa rebanada lucir más amarillo y derretido, o la masa más blanda o…

 

Porque lo está” Rukawa respondió ojeando su pedazo sin notar, en realidad, nada especial en ella, mas era casi por inercia que respondía sólo para provocar más al pelirrojo que le frunció el ceño y continuó comiendo. Hanamichi, luego de terminarse su propia rebanada, le miró por unos segundos. Así estuvo, hasta que el rey de los rebotes gruñó y, bruscamente, le arrebató el pedazo de pizza y se lo metió a la boca con gula; el zorro bufó y negó con la cabeza por su bobo comportamiento. Mas, por dentro, no podía negar que le había provocado gracia y, casi, ternura la acción.  

 

… ¿Y ya se compraron sus esmoquin para este miércoles?” Se escuchó desde la plática de los jóvenes junto a ellos. Sakuragi, curioso por lo que hablaban, volteó la mirada hacia ellos dispuesto a preguntar y unirse a la conversación.

 

Tienes toda la mejilla manchada, tarado... Más que un mono, pareces un cerdo” Rukawa, notando que la atención de Hanamichi pretendía desviarse, inmediatamente habló con lo de seguro atraería todo el oído y vista del más alto.

 

¡¿Cómo me llamaste, bastardo?! ¡Maldito Rukawa! ¡No te atrevas a hablarle a este genio de esa manera de nuevo!” Explotó el pelirrojo olvidando completamente lo anterior escuchado. Rukawa le miraba fijamente sin amedrentarse por el grito o amenaza, al contrario, por dentro estaba bastante entretenido; si no estuvieran frente tanta gente, probablemente estaría riéndose.

 

Cerdo” Le llamó de nuevo marcando cada letra para provocar más la furia de su ex compañero. Sakuragi, hirviendo por dentro, sintió como su rostro se coloreaba de irritación.

 

¡Ya verás, estúpido!…¡Hoy en la noche te destrozaré en Mario kart!” Gritó recordando que estaban empatados en victorias y pérdidas.

 

“Sueña, imbécil. Tu Donkey Kong nunca podrá contra mi Toad”Se mofó Rukawa permitiéndose, por fin, probar un poco de pizza.

 

La noche continuó de esa manera. Ordenaron un poco más de comida, pero esta vez tanto Hanamichi como Kaede se negaron a comer más. Ninguno quería rechazar la esmerada y deliciosa cena que de seguro estaba preparando mamá Rukawa. Los japoneses además, parecían inmersos en su propio mundo de ataques y contraataques con casuales comentarios e insultos. Cuando ya era obvio que no estaban presentes ni interesados en las conversaciones de los americanos, los ex Shohoku decidieron marcharse (no sin antes pagar su parte, por supuesto)

 

Esa noche en la residencia Rukawa, ninguno de los chicos fue capaz de comer demasiado, por lo que rápidamente decidieron pedir permiso y subir. No obstante, cuando se disponían a seguir rumbo por las escaleras, escucharon como la puerta se abría para dar paso al viejo Dan; éste, al verlos, le pidió a Rukawa que se quedase para hablar con él. El pelinegro, que estaba un poco más adelante que Sakuragi, le hizo un gesto con la cabeza para que le siguiese. Hanamichi, sin negarse la oportunidad de escuchar, enseguida se fue con él.

 

“Supongo que recuerdas la conversación que tuvimos el sábado, Kaede-san” Le preguntó al chico, a lo que él respondió con un asentimiento. “¿Y…? ¿Te conseguiste un traje?... ¿Tus padres te llevarán o te consigo un servicio de autos?... ¿Quieres llevar a alguien?” Continuó el mayor sin recibir ningún tipo de contestación por parte del menor. Sakuragi, por su parte, miraba a ambos con verdadera confusión, pues no tenía ni idea de lo que estaban a hablando; aunque, pensándolo mejor, algo podía relacionarlo con lo que los chicos del equipo habían mencionado un poco más temprano en la pizzería. Dan se limitó a suspirar antes de seguir “Te lo dije el otro día, chico. Este miércoles estará toda la prensa deportiva; es importante que te vean en estos eventos, que te reconozcan; que tu nombre suene, Kaede”

 

Rukawa quería responder que a él no le importaba todo aquello, pero sabía también que el mayor tenía razón. Entre más conocido fuese, más atención recibiría (de la buena atención) y eso podría traducirse en que las grandes y poderosas ligas pusiesen sus ojos en él. Gruñó un poco antes de negar con la cabeza.

 

“No tengo nada, mi mamá conducirá y no llevo a nadie” Respondió con frialdad. El viejo Dan asintió mirando de reojo a Sakuragi; ojeada que el zorro alcanzó a notar. En seguida, todos los engranajes del cerebro del pelinegro se movieron y comenzaron a idear.

 

Hanamichi estaba a punto de preguntar de qué diablos se trataba todo esto, cuando sintió intensa la mirada del joven pelinegro sobre él. Sakuragi no pudo evitar tragar un nudo que se había formado en su garganta.

 

“Mañana iremos a comprar” Aseveró Rukawa para luego voltear al manager con un extraño brillo en sus azules ojos. 

 

“¿Eh?” Alcanzó a articular el pelirrojo.

 

“Sakuragi-kun… ¿Tu irás el miércoles?” Preguntó el mayor adivinando las intenciones de su representado. El zorro se volvió  su ex compañero sintiéndose extrañamente ansioso.

 

“No… no sé qué pasa el miércoles” Admitió no sin cierto nerviosismo por las insistentes miradas que recibía de los otros dos presentes.

 

“Pasado mañana se dará el evento que prepara anualmente North Carolina Tar Heels para todos sus deportistas; de futbol, baloncesto, lacrosse, hockey y más. Es bastante grande e importante. El año pasado Kaede no pudo ir porque recién estaba llegando, pero ahora… bueno, diría que es casi su obligación asistir” El pelinegro le hubiese replicado con una mirada envenenada, pero ahora estaba demasiado ocupado presionando su mirada sobre el pelirrojo (que ahora se arrepentía de haberse quedado con estos dos)

 

“Pero… Yo no pertenezco al equipo” Sakuragi, extrañamente, se mostraba tímido y contrariado a los ojos ajenos, pero la verdad es que el mono no quería meterse donde no lo quisiesen. No tenía porque ir a esas cosas si él solo era un visitante; además, ya casi conocía a todo el plantel, por lo que no creía que necesitase conocer o involucrarse más.

 

“Pero podrías unirte al equipo, y a esta cosa asisten hasta los directivos” Intervino Rukawa con un tono que parecía decirle que era obvio que tenía que asistir. Dan, al mismo tiempo, se mordía la cara interna de su cara al ver a esos dos. Como persona y amigo de la familia Rukawa (a él al menos le gustaba pensar que era amigo) le divertía ver esta nueva careta de Kaede; pero como representante, era frustrante y alarmante que lo hiciera justamente con este problemático chiquillo; temiendo, además, que la atención que Kaede le brindaba, no fuese por mera amistad.

 

“Kaede tiene un punto, chico. Allí de verdad conocerás a todos” Dan ayudó notando que su lado manager gritaba en protesta, alegando totalmente contra la idea de acercar aun más a los jóvenes, pero su lado humano sabía que al parecer la única manera de hacer que Rukawa asistiese sería llevar al escandaloso consigo.

 

“¡Si tanto insisten para que este genio vaya, entonces iré!... No sería una fiesta sin este talentoso deportista Nyahahaha” Respondió recuperando su humor y normal personalidad.

 

“Entonces nos juntaremos mañana para que compren sus trajes… Los vendré a buscar a eso de las 10... Buenas noches, chicos” Se despidió de ambos con un apretón de manos. Aprovechando la distracción del mono pelirrojo, el anciano miró fijamente los ojos azules del otro muchacho.

 

Espero que sepas lo qué estás haciendo…pensó el mayor rumbo a la puerta.

 

Rukawa se quedó observando la marcha del otro sin entender completamente por qué la intensidad de la mirada contraria; mas al escuchar el llamado de Sakuragi, olvidó todo respecto al mundo.

 

.

 

.

 

La mañana siguiente se encontró con un medio dormido Kaede sobre sus frazadas. El reloj marcaba las 9:21 y ni rastros del pelirrojo por el cuarto y el resto de la casa. Rukawa gruñó enterrando su rostro en la almohada. Sólo cinco minutos más, pensó volviendo el cuerpo y acurrucándose más entre las cálidas mantas.

 

Quizás había sido una mala idea quedarse hasta tarde (nuevamente) jugando en la play, pero la guerra de Mario Kart se hizo interminable; tanto así que terminaron eligiendo la modalidad de juego en equipo (ellos dos contra el aparato) para finalizar cualquier rencilla. Sakuragi, a pesar de las sutiles sugerencias del pelinegro, al final se fue a su cuarto a dormir, por lo que ahora no podía adivinar dónde estaba metido ese estú-

 

“¡¿Aun duermes, zorro tonto?! El viejo Dan vendrá como en media hora, bastardo” ¿Esta aquí...? se preguntó tontamente viendo al sudoroso y vestido en sport Sakuragi. Ah… estaba trotando… pensó sin coherencia observando una especialmente grande gota de sudor que corría desde la fuerte y marcada quijada del pelirrojo, pasando lentamente por su bronceando cuello y arribando finalmente hasta su clavícula. “… ¡No me ignores, maldito!” Le gritó acercándose y sacudiéndole con un fuerte manotazo. Rukawa pudo sentir la humedad de la palma a través de su ligero pijama. “¡Ahg!… idiota. Yo me iré a duchar, tu mientras anda a desayunar” Ordenó el más alto con el ceño fruncido, pensando que el zorro estaba durmiendo con los ojos abiertos.

 

“Mm…” Se limitó a responder Rukawa viendo como Sakuragi salía de su habitación con esos ajustados shorts y polera, exponiendo sin problema sus tonificados brazos y piernas. Pestañeó varias veces antes de levantarse y hacer lo antes ordenado.

 

Abajo su madre les tenía todo preparado, asique no tuvo que hacer más que sentarse y disfrutar de su siempre delicioso y nutritivo cereal. Hanamichi bajó cuando estaba a punto de terminar, por lo que inconscientemente ralentizó sus bocados. Al terminar definitivamente, sin embargo, subió para darse una ducha que, sobra decir, tardó bastante por la atención que le dio a las sensaciones disparadas de su cuerpo; sensaciones que esta mañana estaban más desesperadas y ardientes que nunca (Rukawa no supo explicar por qué)

 

Cuarenta y cinco minutos después, el viejo Dan pasó a buscarlos. Anduvieron por la ciudad su buena cantidad de minutos buscando por una tienda apropiada para los trajes (habían antes aparcado el coche). Sakuragi no podía evitar observar todo con asombro, pues era la primera vez que iba para esos lados de la ciudad; Rukawa, pretendiendo desgana, le iba señalando nombres y curiosidades de las partes más turísticas.

 

Luego de dos largas y aburridas horas de probarse y probarse pantalones de vestir, camisas de todos los colores, vestones y el esmoquin clásico y tradicional, los tres llegaron a una tienda de apariencia exclusiva y elegante, pero con la suficiente variedad y estilo como para estancarlos.

 

Hanamichi, observando y tocando toda la ropa del lugar, podía perfectamente imaginarse a él con el más estiloso traje caminando sobre una alfombra roja, siendo ovacionado y llamado por eufóricas y obsesionadas fans, además de miles de cámaras y periodistas clamando su atención. Jajajajja… todos querrán un pedazo de este talentoso deportista… Pero ese pensamiento quedó censurado cuando miró los desproporcionados precios; hasta una pequeña e insignificante corbata costaba un ojo de la cara.

 

Sakuragi tragó ruidosamente pensando en la manera de salir de ahí sin parecer demasiado obvio. Rukawa, no obstante, que miraba al pelirrojo en aquellos momentos, captó el preciso momento en el que el otro bajó la mirada hacia la etiqueta de precio para luego lucir nervioso. Kaede maldijo a Dan.

 

“Oye, tonto. Elije lo que quieras. Dan paga” Mejor dicho, él se aseguraría de que lo hiciera. Iba a esta molesta cosa obligado, y de ninguna manera gastaría de su dinero por un traje que seguramente usaría un par de veces en lo que restaba del año.

 

“¿En serio?... Pero, esto es muy caro” Hanamichi inquirió mirando al mayor que justamente se probaba una camisa en esos momentos. Rukawa le asintió y apuntó a un traje para que se lo probase.

 

Esta vez, afortunadamente, se quedaron sólo unos treinta minutos dentro de la tienda, puesto que los tres rápidamente eligieron sus atuendos (y efectivamente… Dan pagó por la ropa, después de unas cuantas palabras con el zorro) El anciano luego les invitó almorzar, donde le bastó para convencerse del apego que sentía Kaede por el pelirrojo. El manager no sabía si el mismo pelinegro era consciente de cómo cambiaba alrededor de Sakuragi; de como parecía que el resto del mundo desaparecía para el antes conocido Rookie,  para pasar a centrarse sólo en Hanamichi; sólo a él miraba, sólo a él le hablaba.

 

Dan se preguntó por unos momentos si debería hacer algo frente a esta situación; quizás podría mandar a Sakuragi lejos; o asegurarse que las tres becas ofrecidas fueses retiradas; incluso ponderó llamar a su viejo amigo Anzai. Mas… ¿Qué bien haría ello? se preguntó observando como Rukawa sacaba un poco de comida del plato del pelirrojo y éste enseguida le alegaba que se limitara a su espacio, pero Kaede le provocaba volviendo a meterse en sus alimentos.

 

Ambos son sólo adolescentes, niños… y es la primera vez que veo a Kaede actuar así… como un joven normal… No como el ávido y desesperado jugador de baloncesto que parecía listo para irrumpir en un estadio de la NBA creyendo que de esa simple manera le aceptarían. Ahora frente suyo, había un chico inmaduro, pero relajado, tranquilo, centrado; un joven que entendía que el baloncesto era su sueño, pero que también entendía (o percibía, al menos) que había otras cosas en la vida.

 

Aunque… no puedo negar que hubiese preferido que ese percibimiento apuntara a una linda actriz o modelo, pensó al tiempo que se limpiaba la boca con su servilleta. El anciano interiormente suspiró, decidiendo contra su mejor criterio de empresario, que haría lo que fuese para que estos dos chicos lograsen ser felices, ya sea que estuviesen juntos o separados.

 

Ahora, sin embargo, que sabía que los apoyaría, se preguntó con curiosidad si estaba ya pasando algo entre ellos. Quizás lo estén ocultando, se dijo razonablemente al pensar en las horas que los jóvenes pasaban juntos, y en la íntima manera en la que actuaban. O quizás no se han dado cuenta, susurró una voz en su interior.

 

Nah, no puede ser… nadie puede ser tan obtuso. Si es obvio…

 

Si… de seguro sólo están ocultándolo….

 

.

 

.

 

“¡Agh! ¡Maldita corbata!” Se quejaba Sakuragi mientras batallaba su propia guerra con la suave tela a amarrar alrededor de su cuello. Maldición, repetía una y otra vez mirando su imagen en el espejo del lavado.

 

A sólo treinta minutos del inicio del evento, los dos chicos se encontraban aun en la residencia Rukawa preparándose, o mejor dicho, sólo Hanamichi, pues Kaede ya esperaba todo elegante y guapo en el salón de su casa. El pelirrojo, en cambio, había tenido que librar una luchar con cada prenda de ropa que tocaba su piel. La única vez que se había vestido de esta manera aparte de ésta, fue para su graduación, y allí su madre estuvo ayudándole durante todo el proceso, incluso para el peinado de su cabello (con el cual ahora no necesitaría, ya que se lo había rapado antes de viajar.)    

 

“¿Necesitas ayuda?” La suave voz de mamá Rukawa le distrajo de su contienda. El mono inmediatamente volteó hacia la mujer, con lo que muchos podrían catalogar como un  puchero. La mamá de Kaede ya había tomado las pertinentes y miles de fotografías a su lindo retoño en el piso de abajo (tenía que aprovechar que Hanamichi no estaba para que Kaede no se avergonzara), pero al notar que el otro chico tardaba demasiado, decidió subir, encontrándose con la escena antes descrita frente a sus azules ojos. Sonriéndole al desamparado jugador, se acercó y le quitó la corbata de las manos para ponérsela ahora ella. En sólo segundos la mujer demoró en hacer lo que el mono llevaba como 15 minutos intentado “Ya está” Le dijo al finalizar. “Te vez guapísimo, Sakuragi-kun” Quizás no se viese como su Kaede, pero el pelirrojo de seguro robaría corazones esta noche.

 

“¡Hay, pero qué cosas dice! ¡Este genio es siempre atractivo! Nyahahahaha” Respondió observándose en el espejo. Sakuragi admitió internamente que se veía especialmente bien con aquellas mudas (y por supuesto su lado vanidoso lloraba de alegría), pero su lado normal, aquel acostumbrado a simples jeans y poleras anchas, no podía evitar sentirse un tanto incómodo.

 

Creyendo que se estaba ahogando, Hanamichi se tiró el cuello de la blanca camisa. Mamá Rukawa enseguida le explicó que era solo la sensación de ahogo pues no estaba acostumbrado a esa ropa; le aconsejó desabrocharse el primer botón, pero apretarse más la corbata para que no se notara.

 

“Ya más dentro en la noche podrás soltártela. Ya verás que el resto de los chicos también lo hará” Terminó con una palmadita en una de sus brazos.  “Ahora bajemos, que se nos está haciendo tarde”

 

En el primer piso mientras tanto, el zorro esperaba sentado y medio dormido por su madre y el idiota. La verdad es que el pelinegro no podía entender qué tanto le demoraba al torpe ponerse unas cuantas cosas, si era simplemente meterse en unos pantalones, camisa, vestón y  corbata (claro que él ya lo había hecho sus cuantas veces antes); no obstante, era del tonto mono del que estaba hablando;  obvio era que le costara algo tan simple. Con ese pensamiento es como negó con la cabeza y miró distraído hacia la escalera.

 

Como si su pensamiento lo hubiese llamado, justamente de allí venía bajando Sakuragi impecablemente vestido.

 

…Se ve…

 

… se ve…

 

Rukawa no fue ni siquiera capaz de terminar o de dar coherencia al hilo de sus pensamientos al admirar el clásico traje negro que vestía Hanamichi; no al fijarse en como esos oscuros pantalones se ajustaban a esas fuertes y tonificadas piernas; no cuando la chaqueta dibujaba su cuerpo en una perfecta V; no cuando esa elegante camisa resaltaba el bronceado color de su piel; incluso sus cabellos, que si bien estaban cortos, ahora el pelirrojo se los había mojado y peinado, provocando que pequeñas, pero húmedas gotitas se adhieran a la piel del más alto.

 

Fue increíblemente extraña la sensación que le invadió para pararse (lo cual hizo a prisa); una fuerza ardiente le empujaba e instaba a acercarse a Sakuragi (lo que también hizo). Su mano temblaba para tocarlo, para rozar la tela y con ello su piel debajo (ello, claro, no lo hizo).

 

No quiero ir, pensó impulsivamente. Kaede, con el ceño fruncido y las manos empuñadas, perdió ahora cualquier obligado sentido del deber o interés por asistir a ese estúpido evento. ¿Por qué no podían quedarse en casa? ¿Por qué no podían simplemente echarse en su cama, comer porquerías y jugar Mario Kart?

 

Ahora, en cambio, ambos tendrían que ir comer y hablar con desconocidos pretendiendo amabilidad que no sentían. Sakuragi tendría que caminar y pasearse con aquel traje; con aquellas ropas que provocaban saltarle encima y…

 

¿Y qué, Kaede?...y…y… empujarle; y hacerle daño.

 

Estúpido. Maldito tarado. ¿Por qué tuvo que elegir esa ropa? ¿Es que acaso quería lucirse? ¿Quería llamar la atención? Hmp, no me extrañaría. Ese retrasado era especialista en eso. Luciendo así, brillando de aquella manera, tentando con esas prendas…

 

“…Pero aun luce como un idiota” Exclamó en voz alta; demasiada, a decir verdad.

 

“¡¿Qué dijiste, bastardo?!... ¡Maldito Rukawa! ¡¿Acaso yo te he dicho algo?! ¡Tu pareces un fideo con ropa, zorro apestoso!...”Se alteró Sakuragi al mirar al pelinegro. El pelirrojo estaba nerviosamente arreglándose el cabello en el espejo de la entrada cuando escuchó la voz del estúpido ese; él no había hecho (por vez primera) pero aun así el bastardo se encargaba de arruinarle la noche.

 

“Cálmense ya, chicos. Mejor vámonos, que llegamos tarde” Tranquilizó y empujó la madre a ambos jóvenes. Los tres salieron en silencio rumbo al vehículo que esperaba en su lugar de estacionamiento, inmersos en sus propios pensamientos.

 

Mamá Rukawa estaba ciertamente desconcertada, pues bajando detrás de Sakuragi en la escalera, pudo apreciar en primera fila la depredadora mirada que le lanzó su hijo al pelirrojo. La mujer se sintió incómoda, escandalizada, feliz, perturbada y aliviada; pero lo peor, es que no sabía cuál de aquellas sensaciones era mejor y peor. Lo único que pensaba ahora la mujer, es que los oscuros ojos de su hijo se le quedarían grabados en la retina.

 

Hanamichi, por otro lado, malhumorado y encogido caminaba tras sus dos acompañantes. Todo lo anterior porque, cuando por fin se sintió  satisfecho y atractivo en aquellas foráneas ropas, le echó un vistazo al maldito zorro.

 

¿Por qué…? ¿Por qué yo no puedo lucir tan bien?, se lamentó mirando de soslayo al pelinegro que parecía medio dormido a su lado. Rukawa vestía, al igual que él, un traje negro, sólo que su camisa era de color azul, provocando de esa manera que sus ojos azules resaltasen más de lo normal, y su piel blanca luciera pálida y etérea. Sakuragi enseguida se sintió insignificante y corriente. El zorro se ve tan… tan apuesto…pensó sonrojándose desde su cuello hasta el inició de sus cabellos. Sakuragi, volteando una vez más hacia su ex compañero, pudo admitir a regañadientes que algo de verdad tenían las chicas de la preparatoria que gritaban como locas cuando veían al zorro. ¡Pero este genio le patea el trasero en el baloncesto! ¡No hay jugador más talentoso que yo! Nyajaja...si… este tonto no me llega ni a los talones… terminó volteando una vez hacia su compañero.

 

Los tres abstraídos se subieron al carro; mamá al volante y los dos chicos detrás.

 

El gran evento era en un club exclusivo en una de los mejores barrios de la ciudad. Mamá Rukawa condujo hasta el estacionamiento, donde les preguntó a los chicos a qué hora debería venir a buscarlos. Antes de que Rukawa pudiese responder algo como “en cinco minutos”, Sakuragi saltó diciéndole que la llamarían cualquier cosa.

 

Ambos chicos, entonces, se encaminaron a la entrada donde esperaba Dan vestido para la ocasión; tomó prestado a Kaede para presentarlo frente a la ansiosa y hambrienta prensa y admiradores. Sakuragi refunfuñó cuando se fijó en la atención que recibía el pelinegro, por ello es que decidió no esperar y entrar inmediatamente al lugar. En la recepción le preguntaron su nombre, y él inseguro respondió, creyendo que quizás el viejo no había avisado a tiempo y lo escoltarían a la salida; sin  embargo, sus miedos eran infundados, puesto que el guardia, haciendo un ticket en el presunto nombre, le asintió y dejó pasar.

 

Para ingresar al gran salón que señaló el gigante guardia, debía antes subir una majestuosa y alta escalera que a la mitad se separaban hacia los lados, llevando ambos escalones al evento. Sakuragi subió con cierto nerviosismo y ansiedad.

 

Allí arriba, al llegar, de lo primero que se percató fue de las luces tenues y amarillas que creaban un ambiente ancestral y atemporal. Las denominadas lámparas de araña doradas adornaban el techo impecablemente blanco. El inmenso salón se encontraba prácticamente ya lleno de gente a esta hora, mas ninguna de ellas había comenzado a cenar en las mesas distribuidas en forma de U que rodeaba a un pequeño escenario y, Sakuragi creyó pensar, una futura pista de baile. La loza sobre las mesas parecía fina y perfectamente colocada; Hanamichi temió que pudiera romperlas.

 

Inconscientemente comenzó a avanzar y a mirar a las personas; (la gran mayoría eran completos desconocidos) el pelirrojo adivinó que se trataba de los deportistas de otras áreas.

 

Afortunadamente divisó en una esquina rezagada a un DJ ordenando y, al parecer, preparándose para su actuación, pues por el momento sonaba la música instrumental que interpretaba un estirado grupo en el escenario. 

 

Bajando al fin la mirada de su rededor, Sakuragi vislumbró en una mesa a algunos chicos del equipo de baloncesto; cuando se disponía a partir donde ellos, sintió una fuerte mano apoyarse en su hombro. Al voltear se encontró con el rostro de Rukawa, que simplemente le hizo un gesto con la cabeza.

 

Así ambos partieron hacía otra dirección, un tanto alejados de los chicos que Hanamichi vio antes.

 

“¡Oye, zorro! Pero tus compañeros están del otro lado…”Se quejó fijándose en la lejanía que les separaba del resto.

 

“¿No viste la distribución en la entrada?” Preguntó Kaede, aunque ya sabía la respuesta por la cara del pelirrojo. Al llegar a la mesa a la que les dirigía el pelinegro, Sakuragi pudo ver que, efectivamente, su nombre se encontraba bella y graciosamente impreso en una tarjetita. Con tranquilidad tomaron asiento y miraron a su alrededor con curiosidad (sólo el pelirrojo, en realidad).

 

Como si estuvieran esperando la llegada de ellos dos, todo el mundo comenzó de un momento a otro a tomar asiento en sus respectivos puestos. Sakuragi alegremente vio que aparte de ellos, en la mesa estaban el crespo y el enano, junto con un par de desconocidos. Se saludaron y presentaron, respectivamente, para luego esperar en silencio la subida del rector de la universidad al escenario.

 

El hombre, de piel rosácea, cabello gris impecablemente peinado hacía el lado y dientes brillantemente blancos, comenzó a dar el discurso de inauguración.

 

Habló de la historia de la universidad, de los años que llevaba siendo una institución deportiva; comentó sus victorias y pérdidas; del orgullo que le invade el estar aquí hoy, sin embargo, para hablar y adentrarse en el área de deportes, llamó al experto, al encargo y administrador. Éste también relató los pasados años y las alegrías y penurias que han vivido como escuela, resaltando el impacto y connotación que tienen internacionalmente como facultad deportista.

 

Finalmente, les dio les bienvenida y la buena fortuna para la temporada que se abría próximamente.

 

Sakuragi, cuando vio como traían los platos, creyó que ello era todo, mas los chicos mayores le explicaron que más tarde vendría una especie de premiación y reconocimiento a los deportistas más destacados de la temporada pasada. Hanamichi por supuesto preguntó si el zorro estaba entre ellos, y rió cuando el susodicho le respondió que no. Todos comieron mientras reían y bromeaban entre ellos; en general, disfrutando la cálida noche.

 

Efectivamente, después de unos cuarenta minutos después se inició otra ronda de discursos, ésta para recibir y felicitar a los mejores deportistas (entre los que se encontraba Tom, el enano) Sakuragi frente a ello gritó y aplaudió, ganándose las miradas de la mayoría de los asistentes.

 

(Adventure Club – Wonder (feat. Kite String Tangle))

 

Fue sólo después de ello que la verdadera fiesta pareció dar comienzo, principalmente porque el joven Dj había tomado posesión y control de la música. Se vio inmediatamente como algunas personas mayores comenzaban a tomar sus pertenencias y salir del salón.

 

¡Vamos a bailar!” Sugirió Tom dejando su premio sobre la mesa sin demasiado cuidado.

 

“¡Si, vamos!” Insistió crespo apoyando a su compañero y mirando suplicante a los dos japoneses de la mesa (los otros dos desconocidos hace minutos habían desaparecido) El pelinegro, por supuesto, se negó con su ya registrada mirada de hielo, mientras que el pelirrojo, luego de pensarlo por unos segundos, simplemente levantó los hombros y partió con los chicos que en la pista se reunieron con el resto del equipo de baloncesto.

 

Rukawa, como un halcón, se dedicó a observar cada uno de los movimientos de Sakuragi. Éste, con la coordinación y flexibilidad de un rinoceronte, parecía más que estaba peleando violentamente allá en la pista que bailando. Kaede rió sin poder evitarlo. Cara pálida, riéndose también descaradamente de los movimientos bruscos de ese bobo, se colocó a su lado y le instruyó cómo moverse.

 

El americano comenzó por mostrarle como relajar y circular los hombros; luego, como debía mover el cuello y la cabeza al ritmo de la música. Logrado aquello, le mostró como mover las caderas y pies de manera sincronizada, pero al compás de los retumbes de la canción. Hanamichi, luego de mirar fijamente los pasos que hacía su profesor, se decidió a ponerlos en práctica en su tonificado y alto cuerpo. El pelirrojo, como si hubiera nacido haciéndolo, meneó y agitó su cuerpo recibiendo los aplausos y felicitaciones de los jóvenes rodeándolo, quienes comenzaron a imitarlo.

 

Kaede frunció el ceño al verlo bailar. Los chicos del equipo comenzaron a saltar y a cantar la canción, mas Sakuragi siguió moviéndose de esa manera tan pecaminosa, tentadora y…. lujuriosa. La canción de repente subió de volumen, juntándose con el sistema de luces que encendió y apagó luminarias de colores (como en un club nocturno).

 

Una desconocida, Rukawa notó, comenzó bailar sospechosamente cerca de Sakuragi. La chica menuda y bien proporcionada, vestía un vestido rosa oscuro strapless bien ajustado a su cuerpo.El pelirrojo, que no la había visto venir, se sonrojó cuando sintió el cuerpo demasiado cerca de la joven. La chica le dijo algo y Sakuragi le respondió igual de colorado que sus cabellos. Ya es suficiente… se dijo Rukawa al levantarse y caminar hacia ellos.

 

Bailas como un mono sin ritmo, estúpido” Le gritó el pelinegro sobre la música. Los chicos del equipo que le escucharon, se miraron entre ellos extrañados, pues para todos era obvio que Sakuragi era el mejor de todos ellos en la pista; si hasta las chicas estaba acercándosele.

 

“¡Cállate, zorro! ¡Tu sólo estás celoso porque no puedes moverte como este genio!” Le gritó devuelta sin verdadero calor en sus palabras, puesto que la euforia y ejercicio del baile le habían relajado y alegrado la velada. La chica, un poco confundida, volteó hacia Rukawa; echándole una apreciativa mirada, abrió la boca para presentarse, pero la cerró en cuanto notó los ojos duros y fríos como el hielo del muchacho… Uy, si las miradas matasen…pensó la chica antes de salir de allí.

 

Vamos, tengo sed” Ordenó sin esperar la obvia replica del pelirrojo (que sería un alegato o queja, de seguro) encaminándose inmediatamente al bar abierto. No bebería alcohol, por supuesto, sino un jugo o bebida, o lo que sea en realidad, con tal de sacar a Sakuragi de esa mar de mujeres desesperadas. Al llegar cerca del mesón, maldijo por todos los idiotas allí; estaba llenísimo.

 

“No entiendo porque tengo que venir contigo, bastardo. Si quieres aburrirte, hazlo solo” Pareció lloriquear el pelirrojo mirando con añoranza a los miembros del equipo que seguían bailando en la pista.

 

“Quiero un jugo” Dijo Rukawa llamando la atención del otro chico. Ambos se miraron fijamente por unos segundos.

 

“¡Y que me miras a mí, maldito! ¡No soy tu sirvienta!”

 

“Eres más alto”

 

“¡Yo…! Nyahahahhaah ¡Cierto! ¡Este talentoso deportista es más alto que tu, zorro enano. Nyahahahhaah, por lo que me notaran antes… Está bien, iré… ¡Pero sólo por esta vez!… ¡Sh!... mira que aprovecharse de las virtudes de este genio...” Se fue refunfuñando el pelirrojo hacia el lado donde se encontraba el camarero tomando los pedidos.

 

Rukawa, satisfecho con su buena obra, se apoyó de espaldas en un área del mesón mirando desganado e indiferente el salón. La mayoría de los que quedaban eran los jóvenes deportistas que bailaban o reían en sus mesas, incluso algunos entusiastas mayores que intentaban acomodarse a la moderna música. Kaede bostezó y miró su reloj. Era ya tarde. Puedo llamar a mamá y decirle al tonto que llegó sin avisar, planeaba entusiasmado el pelinegro, sin embargo, al revisar sus bolsillos delanteros y traseros, notó con enfado que había olvidado su celular.

 

¿Y ahora como coño llamo? …. Tendré que esperar al torpe

 

Y así estuvo por casi quince minutos. ¿Dónde está ese, idiota? ¿Haciéndome él mismo el jugo acaso? se preguntó mirando a las personas que se encontraban en la isla que formaba el bar. No le costó demasiado ubicar la llamativa cabellera roja, pero éste no estaba solo…

 

¿De nuevo…?... Puto traje de gala, maldijo Rukawa con los puños apretados antes de partir hacia el mono.

 

“¡Con razón eres tan alto! Yo me veo como un duende a tu lado” Coqueteaba descaradamente otra chica mientras le agarraba nada sutilmente el brazo a Sakuragi. Éste, sonrojado y un poco nervioso por lo insistente que era la chica, simplemente le asintió. Hanamichi miró hacia el otro lado buscando un medio de escape, pero no vio nada; de verdad esta joven no le agradaba para nada. La tipa simplemente se le había pegado al costado cuando estaba pidiendo el jugo del zorro, para luego comenzar a hablar, hablar y hablar.

 

¿Ese es mi jugo, mono?” Sakuragi volteó enseguida cuando escuchó la voz de Rukawa; tan feliz estaba con su aparición, que ni notó la oscura y amenazante aura que rodeaba al pelinegro ni como le había llamado.

 

Si; solo había de frambuesa” Contestó entregándole el frío vaso al otro chico. Kaede lo recibió para luego acercarse lo suficiente como para quedarse pegado al otro costado de Sakuragi.

 

Ya es tarde; debemos ir a casa” Dijo después de tomar de su jugo y lamerse los labios con lentitud. Hanamichi, sonrojado sin saber en realidad la razón, le asintió a prisa mirándole alternativamente sus azules ojos y sus rojizos y húmedos labios.

 

Ahem…” Se carraspeó la mujer. “Hola… No nos han presentado, soy Claire”

 

“Rukawa” Contestó viéndole fijamente a los ojos. La chica se coloreó rápidamente por la intensidad de la mirada.

 

“Umm… ¿Cómo se conocen?” Preguntó para hacer conversación. Sobra decir que estaba un poco incómoda con la manera en que los dos chicos se comportaban, especialmente frente la mirada calurosa que mandaba el pelinegro al más alto, o como éste tenía los ojos pegados en el otro japonés.

 

“Somos compañeros [37]Respondió Rukawa antes de que Sakuragi pudiese si quiera pensar en una respuesta. Sus ojos azules brillaron cuando vieron la duda en la mirada de la chica.

 

“¿Compañeros?” Kaede asintió con tranquilidad, como si no entendiese a lo que la joven verdaderamente se refería. “Me refiero… ¿Ustedes son compañeros, compañeros?” Inquirió nuevamente para rectificar y cerciorarse de que no estaba cometiendo un error; especialmente en un cuarto lleno de deportistas que jugaban en equipo.

 

Si ¿cierto, mi monito?” Si Sakuragi hubiese estado bebiendo algo, de seguro hubiese escupido todo el contenido en el rostro o cuerpo más cercano; en su lugar, se ahogó con su propio aire. Rukawa enseguida le dio unas suaves palmadas en la espalda.

 

Oh… yo,… lo siento, no sabía…disculpen” Dijo la joven antes de salir allí sonrojada y sintiéndose de lo más avergonzada y humillada. Rukawa sonrió frente a su triunfo.

 

“¡¿C-cómo… cómo me llamaste?!”

 

.

 

.

 

La noche, tal y como Rukawa había pronosticado desde el momento que vio al tonto bajar por las escaleras, fue un desastre. Lo único rescatable y memorable, había sido el momento en el que Sakuragi casi sufrió un ataque por ahogamiento con su propio aire.

 

El pelirrojo, luego de escuchar semejante frase escapar de los labios del pelinegro, se quedó demasiado impresionado para hacer más que toser hasta casi escupir sus pulmones. Luego de calmar a su corazón y conducto respiratorio, Hanamichi fue capaz de enderezarse para mirar con absoluto horror al pálido chico que le miraba inmutable. Kaede se limitó a levantar los hombros.

 

La tipa te estaba molestando” Había dicho después de unos segundos de batalla visual. Su excusa salió de su boca como si fuese lo más normal del mundo, como si estuviese aclarando que afuera estaba oscuro; como si mi monito fuese una palabra arraigada en su vocabulario. Sakuragi, creyendo la explicación, asintió un par de veces y se dejó arrastrar hasta la salida, donde el zorro se dispuso a llamar a su madre (desde el celular de Dan). El silencio les invadió desde la salida del evento hasta la llegada a casa. Hanamichi no habló ni una palabra. Mamá Rukawa, por supuesto, preguntó qué tal había sido todo. Kaede, viendo que el torpe aun estaba demasiado perturbado para hablar, se resignó a responder todas las preguntas de su progenitora (varias, cabe agregar)

 

Nada más pisar un pie en la residencia, los tres individuos separaron caminos. Sakuragi se encerró en su cuarto, desvistió y tiró a la cama a dormir para no pensar en nada. Mamá Rukawa simplemente fue a acostarse junto con su muy profundamente dormido marido.

 

Kaede sin embargo, con lentitud se dirigió al baño donde se lavó los dientes y la cara. Caminó rumbo a su habitación donde con desgana se sacó las prendas y las tiró al piso. Así, sólo en su ropa en interior fue como se acostó boca arriba sobre las frías mantas.

 

 La verdad, es que el pelinegro no entendía qué tanto drama hacía el idiota con la estúpida palabrita; si era obvio por su cara que estaba incómodo con la tipa esa. Más que mirarle horrorizado, el imbécil debió hincarse y agradecerle de rodillas.

 

De rodillas…

 

…Con ese traje… con esos pantalones rodeando sus piernas… esa camisa abierta mostrando su cuello y clavícula… y sus pectorales… y sus músculos… esos marrones ojos mirando hacia arriba… hacia mi…

 

Sus pensamientos proyectaron la imagen del pelirrojo más temprano, en el salón, cuando recién bajó por las escaleras. Todo vestido e impecable. Tan varonil. Tan… tan… perfecto… Cerró los ojos recordando también la manera en la que bailó en la pista. Como sus caderas se menearon al compás de la música. Como sus hombros y brazos abrazaban el aire y se sincronizaron con el ritmo de su cuerpo. Pero era el baile lento, fue la agitación de esa cintura… de ese trasero… la exposición de ese cuello…

 

“Mmgg…” Salió de sus labios al sentir el tirón y calorcito tan familiar de debajo de su bóxer. Sin vergüenza y segundos cuestionamientos, es que bajó la mano para primero apretarse con fuerza por sobre la tela el área, para luego comenzar a refregarse duramente contra su palma. Las placenteras corrientes que pasaron por su cuerpo le instaron a bajar su ropa interior y tocar directamente.

 

No es suficiente…

 

Al igual que la ropa que ocupó el mono. Sakuragi debió haber usado un abrigo, una bufanda y un gorro esquimal. Debió cubrirse todo resquicio de piel. Pero la realidad distó de ello. La realidad presentó a un espectacular pelirrojo… A uno divino, pensó agarrando su miembro con fuerza para comenzar a masturbarse a una considerable velocidad. Apretó la punta y luego bajó con menos presión. Quería alargar el placer. Quería que este momento fuese eterno. Que el fuego que se esparcía y bullía en su estómago y pelvis se arraigara en su piel. Pero no quería sus manos. Quería otras. Unas bronceadas, grandes; unas duras por los callos y heridas de peleas y el balón. Como esas que hace un par de días se colocaron sobre sus labios y que tuvo el placer de morder.

 

Su otra mano, la que por el momento estaba libre, bajó para acariciarse los testículos. Se sintió un poco extraño al comienzo, pues era la primera vez que lo hacía, pero nada de esto era suficiente. Necesitaba más. Gimió roncamente cuando ambas manos fueron especialmente bruscas. Eso quería ahora. Algo duro. Algo violento. Algo cálido. Algohúmedo.

 

...Quería a ese estúpido.

 

“S-Sakuragi…” Susurró antes de correrse con fuerza en la palma de su mano, y revolverse bruscamente sobre las mantas.

 

Silencio invadió el cuarto por unos momentos, a excepción de una respiración agitada.

 

El aire tibio que entraba por la ventana mínimamente abierta, se esmeraba por llevarse el aroma que atiborraba el ambiente, mas su único residente permanecía paralizado sobre las revueltas frazadas intentando controlar los violentos latidos de su corazón y su desbocada respiración.

 

¿Q-qué…?

 

Ningún sonido perturbó su estupor.

 

Luego de unos minutos, no obstante, se paró paulatinamente; se subió un poco la ropa interior y se inclinó hacia su velador para sacar de él una cajita de pañuelos. Se limpió con esmero y cuidado para luego cambiarse y colocarse un ligero pijama.

 

Estirado boca arriba, mantenía un antebrazo sobre su sudada y pegajosa frente, mientras que la otro descansaba (tensamente)  a su lado.

 

 

¿Sakuragi?

 

¿Dije… Sakuragi?

 

Él… Kaede Rukawa, el famoso rey de hielo, el Rookie, el rival número uno del idiota número uno… ¿Se excitó… con el pelirrojo?... ¿Se tocó… recordando su cuerpo? ¿Se masturbó y corrió pensando en él?... ¿Imaginándoselo? ¿Viéndolo ahí… acuclillado, arrodillado y listo para-

 

¡Basta!

 

Mierda, mierda, mierda…

 

…Pero… p-pero eso explica algunas cosas, se dijo enseguida intentado reconfortarse, sintiendo aun como el aturdimiento invadía a sus sentidos: como el que últimamente estaba más excitado de lo normal; como el que entrenar solo en la cancha pública ya no le parecía interesante si el pelirrojo no se sumaba a la práctica; como el que siempre estuviese provocándolo o intentando pelear con él; como el que los momentos que jugaban a la play o cualquier estupidez, fuesen los más relajados y entretenidos de su día; como el que quisiera siempre tener su atención; como el que le molestara que cualquier chica le mirara si quiera con amistad; como el que…

 

…Si, si,  ya lo entendí…

 

Su cuerpo, tenso y paralizado, tomó asiento sobre las frazadas. Se quedó viendo casi con violencia la pared azul frente a él…

 

A mi…

 

 

A mí me gusta…

 

…A mí me gusta ese maldito estúpido…

 

Mierda… Mierda….  Repitió y repitió tirándose nuevamente sobre el colchón con descuido mientras se apretaba los párpados cerrados con fuerza…

 

…Estoy jodido

 

.

 

.

Notas finales:

Y----!!!! POR FIN uno de los dos cayó en cuenta de que ALGOOO pasaba!! Por eso lo decía, Riku, tenía que ser Kaede! n.n


Pero.... ¿Aceptará Rukawa esos sentimientos tan facilmente? ¿Hanamichi también se dará cuenta? ¿Siento el pelirrojo, algo más que amistad? ¿Y qué hara Kaede de ahora en adelante?

Como hoy entré a clases (T-T) creo que subiré el prox cap a finales de semanas... porque tengo que admitir que mi carga academica no es muy pesada (incluso los lunes y viernes tengo UNA clase :D)

Las (aburridas) aclaraciones:

[33] Con “Mirada Asesina” me refiero a la “técnica secreta” que le dice Gori a Hanamichi en el capítulo 34 de la serie de anime: El secreto es (…) matarlos con la mirada…los movimientos que hace tu adversario… ¡Debes matarlos con la mirada!...N.d.A: Por supuesto ello era mentira… pero aun así fue muuuuy gracioso, y el pobre monito se lo cree XD.

[34] Para quienes no lo sepan, este es el nombre del profesor ANZAI.

[35] Según Google Map, les separan (en auto) unos 15 a 20 minutos

[36] Wikipedia: El Draft de la NBA, corresponde al procedimiento por el cual, a finales del mes de junio de cada año, las franquicias que forman parte de esta liga de baloncesto estadonudense, incorporan a sus equipos jugadores menores de 23 años, procedentes de las universidades norteamericanas o de las ligas de otros países. Todos los jugadores seleccionables han de tener 19 años de edad en el año natural en el que se celebra el draft, y si no son "internacionales" debe haber transcurrido al menos un año desde que se graduara su curso de instituto. Para el draft, se consideran jugadores "internacionales" quienes hayan residido fuera de EE.UU. durante los tres años anteriores a dicho draft, quienes no se hayan matriculado en ninguna universidad estadounidense y quienes no se hayan graduado en ningún instituto estadounidense.

Los jugadores considerados "internacionales" entran automáticamente en el draft si han cumplido 22 años o si han jugado al baloncesto con un contrato profesional en cualquier otra competición de EE.UU. ajena a la NBA. N.d.A: He leído además, que desde el año…para qué mentir… CREO que desde el 2003, se implementó la regla de que los jugadores deben tener mínimo 19 años, pues antes incluso los equipos contrataban a chiquillos que ni siquiera terminaban sus estudios en el colegio.

 [37]Para que se entienda mejor, Kaede en inglés respondió: “WE ‘RE PARTNERS”… Que en muchas relaciones, tanto homosexuales como heterosexuales, es como se le llama a su pareja.


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