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Equivocación de San Valentín por yukimonik

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Notas del fanfic:

Los personajes son propiedad de Shungiku Nakamura

Un bello atardecer era contemplado por un castaño de ojos verdes, ensimismado en sus pensamientos sólo veía las horas pasar sin tomar el valor necesario para comenzar a escribir en la hoja que tenía entre sus manos, de una bella tonalidad violeta, fue la que le pareció más apropiada para los fines que se había propuesto. Desde hacía demasiado tiempo había estado conteniendo sus sentimientos y estos ahora se hallaban en un momento en que no podía detenerlos más, pero el punto era escribir esas líneas que lo llevarían al cielo o al infierno, aquellas que serían responsables de un encuentro inminente, un encuentro que venía retrasando desde hace poco más de dos años.


Pero ahora podía sentir la fuerza llegando a su corazón, misma fuerza que impulsaba su mano derecha y que lo hacían poder escribir la fecha, hora y lugar en que lo citaría. Esta sería su última oportunidad antes de terminar su tiempo como preparatoriano, antes de, tal vez, dejar de verlo para siempre. Sabía que si esto no daba resultado las semanas faltantes para su graduación serian una tortura pues lo vería a diario, con ese gran porte, esa galantería que lo caracterizaba y que a más de uno de sus compañeros había dejado anonadado. Y a pesar de todo, lo único que estaba en su mente es que debía dejar a un lado sus miedos para poder confesarle sus sentimientos a la única persona que había ocupado sus pensamientos de día y sobre todo de noche, su profesor de historia: Akihiko Usami.


Por otra parte un joven compartía su misma frustración, llevaba exactamente tres años enamorado de su profesor de Literatura: You Miyagi, a quien había conocido gracias a su hermana Risako, puesto que alguna vez mantuvieron un fugaz noviazgo; y pese a que el tiempo fue mínimo también fue suficiente para que Shinobu lo eligiera como el causante de sus horas de desvelo e incluso se lo dijera a su hermana quien sólo le comento que Miyagi era un hueso difícil de roer y que tendría que tener mucha paciencia si de verdad quería llegar a tener algo serio. Esas palabras en un principio las tomo a la ligera, tiempo después descubriría que su prospecto a novio tenía cierta obsesión con un amor del pasado, pero ya se encargaría de solucionar esa situación, lo primero era hacer una declaración de amor formal.


A diferencia de Misaki, en más de una ocasión había intentado declarar sus sentimientos pero siempre pasaba una u otra cosa y sus palabras se quedaban a medias. Su profesor no ayudaba mucho a la situación, puesto que a menudo trataba de evitar el que ambos se quedaran solos, tal vez presintiendo y resistiéndose a los sentimientos que inminentemente mantenía. Shinobu sabia en lo que estaba fallando, contundencia, ir al grano y sin preámbulo. Por el momento sólo lo citaría en un lugar lo suficientemente solitario y a una hora en que nadie podría molestarlos.


De esta manera ambos jóvenes, ignorantes de la situación del otro y aprovechando la fecha amorosa próxima a celebrarse se dispusieron a describir una mínima parte de sus sentimientos en unas pocas líneas, coincidiendo tales escritos sólo en una frase: Te espero hoy, después de las clases en el aula D del edificio sur a las 5 pm. Atte. La persona que te ama.


14 de Febrero


Valiéndose de que su última clase había terminado hace más de una hora, Misaki había aprovechado tales horas para acomodar un poco el lugar de encuentro, puesto que estaba algo polvoso por el mínimo uso que se le daba además de que deseaba practicar las palabras que le diría al peligris. Solía ponerse muy nervioso frente suyo y no deseaba que su última oportunidad de poder hacer las cosas como debía se fuera por la borda. De esta forma faltando apenas unos pocos minutos para su encuentro Misaki ya se encontraba más que listo para dirigirse a la persona de la que llevaba enamorado tanto tiempo.


Tan puntual como los ingleses, había llegado a las 5 en punto. Esperando encontrarse con un pequeño acosador del que no podía escapar por más que lo quisiera, llevaba dos años completos evitando quedarse a solas con él, temeroso de lo que pudiese ocurrir entre ambos. Sabía bien de los sentimientos del que alguna vez fue su cuñado y para ser sinceros eso no era problema, tampoco el hecho de ser hombres, el mayor problema entre ambos era la edad, 17 años de diferencia era demasiado y sabía que tarde o temprano les acarrearía algún problemas, ya fuera que Shinobu se cansaría de lidiar con un vejestorio o que terminaría enamorándose de alguien de su edad que pudiera complacerlo en todos los aspectos. El sólo hecho de pensarlo lo enfurecía, ya para que negarlo: le encantaba ese diablillo terrorista y no podía dar marcha atrás en sus sentimientos, así que saldría de esta situación lo más serenamente posible, estaba decidido a por lo menos esperar a que el menor terminara la preparatoria y si después de eso lo seguía buscando entonces su fuerza de voluntad se acabaría y acabaría cediendo a sus más bajos instintos.


Por otra parte, no muy alejado de ahí se encontraba un profesor de Historia, en la conclusión de una junta con el director de la institución a la que no tuvo más remedio que asistir, si por él hubiera sido renunciaría con tal de estar donde debería pero eso también hubiera significado dejar de ver a la persona de la que llevaba enamorado casi tres años: Misaki Takahashi. Cuando leyó la nota que dejaron en su escritorio por la mañana, se sintió emocionado ya que algo dentro suyo le decía que esa era la señal que tanto había estado esperando para declarar sus sentimientos, sino lo había hecho antes era por una simple y sencilla razón: miedo a ser rechazado y evitado por la única persona que le importaba en el mundo.


Mientras tanto Shinobu, víctima de su mala suerte, había quedado atrapado en el aula donde había tomado su última clase, no había ni un alma que lo socorriera, al ser 14 de febrero la mayoría se había ido temprano a disfrutar de su tarde romántica a lado de la persona que amaban y él, que debería estar declarando sus sentimientos, se encontraba encerrando en ese lugar a tan solo un edificio de Miyagi.


Por otra parte, cuando Miyagi entro al aula, su sorpresa no pudo ser mayor, en vez de ver al terrorista que espera se encontró con un chico castaño, que respondía al nombre de Misaki Takahashi. No solía equivocarse, y ahora cuando sus instintos románticos estaban más vivos que nunca y pudo, tal vez, dejarse vencer por los continuos ataques del menor se venía encontrando a otro  chico al que también le interesaba. Una mueca de decepción apareció en su rostro sin poder evitarlo.


Misaki estaba nervioso, tanto tiempo ensayando su discurso y ahora venía a cacharlo su profesor de Literatura. ¿Qué le diría? Que se encontraba en esa solitaria aula por que planeaba declarársele al maestro de Historia. No. Esa no era una buena respuesta, al verse sorprendido infraganti su cerebro no pudo coordinar la información que escapaba de su boca y las reacciones histéricas de su cuerpo.


—  Profesor, yo sólo, quería, venia pero es que usted y yo, digo Nosotros, bueno no nosotros —Misaki no hacía más que mover los brazos mientras un sonrojo adornaba su rostro mientras Miyagi no hallaba pies ni cabeza de lo que aquel muchacho quería decir exactamente, claro que la idea general había quedado perfectamente clara en la nota dejada en la mañana sobre su escritorio


—  Cálmate Misaki —dijo el profesor de manera pausada— entiendo tus sentimientos, no tienes de que preocuparte —menciono mientras dejaba a un lado sus cosas y se acercaba al menor. Los entiendo pero no los puedo compartir, pensó el pelinegro. ¿Cómo decirle esas palabras al menor sin romperle el corazón en un 14 de febrero?


—  Pero es que yo quería decirle que, usted no es…


—  Ya lo sé. Estás enamorado


—  Sí. ¿Cómo lo sabe? —pregunto sorprendido


—  Leí tu mensaje


—  ¿Mi mensaje? —dijo nervioso.


—  Si, el que dejaste sobre el escritorio. ¿Fuiste tú o me equivoco? —pregunto el mayor un tanto esperanzado de que se estuviera equivocando—


—  Sí, pero… yo…


—  No tienes de que preocuparte, ya te dije que entiendo cómo te sientes. Yo también estoy enamorado.


Ambos hombres ignoraban que estaban siendo escuchados por un peligris, y un castaño, quienes se miraron entre sí. Abatidos por la confesión que acababan de escuchar, y quienes al verse descubiertos el uno por el otro optaron por retirarse con la poca dignidad que les quedaba y su corazón quebrado.


 


Continuara…


 


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