Capítulo 1
Decir que Kotetsu podría haber planeado mejor la noche era poco.
Tampoco tenía intenciones de que tomara el giro que tomó. Había ido a cenar con Barnaby, su compañero y mejor amigo. Cenaron en la Torre de la Justicia e intentaron lo más posible ignorar el hecho de que estaban siendo observados. Trabajaban juntos en la Segunda Liga, pero continuaban siendo increíblemente populares. Todo el mundo los amaba. Aunque en realidad, todo el mundo amaba a Barnaby.
Incluyendo a Kotetsu.
Deseaba poder culpar al alcohol – vino o cerveza. Pero desafortunadamente, sólo tenía agua para beber desde que estaba intentando, con mucho esfuerzo, reducir su consumo de alcohol. Deseó poder decir que estaba enfermo, dormido o cualquier otro número de cosas.
Pero no había ninguna excusa. La conversación giró hacia las vidas de sus compañeros héroes, y eventualmente a sus relaciones. Cuando Barnaby comenzó con su usual pequeña broma sobre que Kotetsu debería encontrar a alguien agradable y dejar de ser un viejo solitario, lo dijo. Que había encontrado a alguien que siempre lo mantenía acompañado y lo hacía feliz.
No estaba seguro qué esperaba cuando le confesó a Barnaby que tenía sentimientos por él. Una muy pequeña parte suya creía que eran lo suficientemente íntimos como para que Barnaby los correspondiera. Una parte más grande creía que el muchacho se levantaría y se alejaría de su vida. El resto no tenía idea de qué pensar.
Al principio Barnaby sólo dijo “Oh,” y fue horriblemente vergonzoso.
Ambos pasaron el tiempo estudiando su propia comida. “No espero nada. Sólo pensé que debía decírtelo,” le había dicho Kotetsu.
Barnaby asintió e intentaron retomar alguna clase de conversación, pero no estaba funcionando. Kotetsu balbuceó tonterías sobre lo duro que estaba su filete y Barnaby se mantuvo observando por la ventana y haciendo preguntas sobre los edificios como había hecho una vez antes. Cuando Kotetsu sólo suspiró y se echó hacia atrás, Barnaby dejó en claro que no sentía lo mismo por él y que no estaba seguro sobre qué pensar.
La cena acabó más temprano de lo que le habría gustado a Kotetsu, y muy pronto ya estaba en su apartamento, echado en su cama y mirando el techo. “Bien, Tomoe, ¿qué hago?” preguntó, sabiendo muy bien que no obtendría una respuesta. Si los espíritus existían, el de ella habría ido al Cielo en vez de tener que vagar en la tierra.
Sólo podía pensar que había arruinado una maravillosa amistad. La más íntima que tenía. Culpó a sus sentimientos, pero sabía que realmente no había modo que pudiera detenerlos. Por un par de horas pensó en llamar a Barnaby. Pero no lo hizo. El chico merecía su espacio luego que Kotetsu arruinara su cena.
Y Kotetsu necesitaba hablar con alguien urgentemente.
“No sabía con quién más hablar.”
“¿Por qué yo? La irritada voz de Muramasa salió del teléfono y Kotetsu se encogió un poco.
“No lo sé. Hablé contigo cuando mis poderes estaban desapareciendo y, bueno, es sólo que no sé con quién más me sentiría cómodo hablando.” Era verdad. Muramasa fue el único capaz de sonsacarle alguna verdad tantos meses atrás. Recordarlo hacía que Kotetsu se sintiera mejor al hablar con él.
Muramasa suspiró. “Está bien. Sin embargo, Kotetsu, ¿qué quieres que te diga? Me acabas de decir que estás interesado en otro hombre. No sólo es bastante sorprendente, si no que no tengo ningún consejo sobre romance gay para darte.”
Kotetsu se retrajo. Sabía que su hermano no estaría cómodo con tal tópico. Aunque en realidad no parecía incómodo exactamente – era sólo que no sabía cómo abordar el tema. Pero ni siquiera Kotetsu lo sabía. “Está bien. Es sólo que, bueno, ¿qué si tu mejor amigo te dice que quiere estar contigo?” Kotetsu se ruborizó salvajemente, incluso aunque Muramasa no podía verlo. Su ansiedad se había disparado tanto que había estado casi a punto de vomitar antes de llamar a su hermano.
“En verdad no quiero hablar de esto.”
“¿Por favor?” Rogó Kotetsu. “De verdad me ayudaría a saber qué es lo que está pasando por su mente. Y sí, antes de que lo digas, sé que la mente de Barnaby es algo diferente que la de la mayoría.”
“Supongo que eso tiene sentido,” gruñó Muramasa y guardó silencio. Kotetsu adivinaba qué estaba pensando, y después de un minuto, su hermano volvió a hablar. “Bueno, no dejaría de ser amigo suyo. Y probablemente esté un poco más cauteloso a pesar de todo, y extremadamente consciente de las indirectas que yo pueda estar soltando.”
“¿Pensarías en darle una oportunidad?”
“Kotetsu...”
“Lo siento.” Kotetsu tragó saliva. Había esperado que su hermano le dijera lo que quería oír. Era bastante estúpido.
“No estoy interesado en hombres. Es por eso que mi mejor amigo sería SÓLO mi mejor amigo y nada más.”
“Bien, ni siquiera sé si quiero tener sexo con él o qué, ¿lo ves?” Había descubierto que su atracción se basaba más en el concepto de la personalidad, aunque Barnaby ciertamente era atractivo.
“Está bien, Kotetsu, basta. No me importa si tienes interés por los hombres, ¿pero qué tal si no hacemos mención al sexo?”
“Lo siento. Sólo estoy tratando de comprender todo esto.”
“Lo sé.” Muramasa volvió a guardar silencio momentáneamente otra vez. “Ya tengo que irme a trabajar. Kotetsu, estoy seguro que él no querrá dejar de hablarte ni de salir contigo. Sólo no fuerces nada y estoy seguro que seguirá cerca tuyo.”
“Claro,” contestó Kotetsu, pastosa su voz mientras su mente comenzaba a dispersarse un poco. No estaba seguro de cómo actuar cerca de Barnaby, qué estaría forzando. Y si Barnaby de verdad ya no quería tener nada con él Kotetsu no sabía si podría manejarlo. Pero lo peor de todo era pensar en la respuesta de su hermano, que él no le daría ninguna oportunidad.
Apenas oyó a Muramasa decir adiós y estaba aturdido cuando colgó. Intentó quitarse la sensación con un café para conseguir comenzar el día. Debía ir a trabajar y eso lo aterraba. No había manera que pudiera esconder su tristeza si llegaba allí y Barnaby no quería nada con él.
Mientras entraba a la oficina que ambos compartían su estómago se contrajo dolorosamente. Podía ver a Barnaby sentado en su computadora, dando un click tras otro a cosas que probablemente eran importantes, como el papeleo que Kotetsu había relegado a cambio de intentar encestar pequeñas bolas de papel en un vaso al otro lado del escritorio...
No podría culpar a Barnaby si, además de la incomodidad de la noche anterior, además estaba enojado con él por su pereza.
“Hola, Bunny,” dijo mientras se sentaba en su silla y encendía la computadora.
“Buenos días,” fue la respuesta. Barnaby no se oía enojado ni nada diferente de lo normal. Aún así, Kotetsu no dijo nada más. No podía encontrar el valor para preguntarle a Barnaby cómo estaba yendo su mañana, cómo había estado su noche, si estaba enojado, si lo odiaba.
Así que el silencio se apoderó de la oficina por al menos dos horas antes que alguno hablara otra vez. “¿Kotetsu, estás bien?” Preguntó finalmente Barnaby, girando su silla con sus manos sobre su regazo.
Kotetsu se sobresaltó y fingió estar muy interesado en el reporte en el que estaba trabajando. “Estoy bien, estoy bien.”
“No, no lo estás. Nunca eres así de callado. Ahora mismo deberías estar hablando y encontrando toda clase de excusas para levantarte e irte.”
“...” Kotetsu sacó a relucir uno de sus gestos favoritos, el de bajar su sombrero para intentar esconder sus ojos. “Me iré si es lo que quieres.”
“Eso no es lo que estoy intentando decir – mira, no estoy enojado por lo de anoche.”
“Ah.”
“Es sólo que no sé qué decir. No quería que te afectara, pero veo que realmente no hay manera de evitarlo.”
Tenía razón con ello. No importaba qué tan bien pudiera Barnaby tratarlo, de todas maneras continuaría siendo rechazado. “Sí, pero ahora debes sentirte extraño,” murmuró.
“Un poco. No sé cómo lidiar con estas cosas. No me interesan las citas.”
Eso dolía, lo destrozaba aún si Barnaby no se refería exclusivamente a él. “Ya veo.”
“No voy a ir a ninguna parte, Kotetsu,” dijo Barnaby muy dulcemente. “Sería muy cruel de mi parte dejar de ser tu amigo después de todo lo que vivimos. Hacer eso me lastimaría también a mí. Eres parte de mi vida, sólo que no de ese modo.”
Kotetsu asintió pero permaneció con la vista clavada en el teclado. “Está bien.”
Barnaby suspiró. “Bueno, creo que no puedo esperar que te sientas mejor ya mismo. No sé qué se siente ser rechazado.” Probablemente no quería referirse a Kotetsu, pero eso sólo hundía otra daga en su corazón. “Todo lo que puedo decirte que no me disgustas y que no te abandonaré porque sientas esto por mí.”
Barnaby estaba manejando el asunto bastante bien, y Kotetsu quería darle algún crédito. Pero era imposible concentrarse cuando sentía que su corazón estaba encogiéndose en su pecho. Había pensado que tal vez el rechazo quizás le haría ver que sus sentimientos no eran de la clase romántica, como una señal. Pero en vez de eso únicamente le hizo comprender cuánto quería a Barnaby.
Eventualmente el muchacho dejó de hablar cuando notó que no estaba consiguiendo nada, y entonces un denso ambiente se asentó en la oficina. Kotetsu era responsable por eso. Decidió ponerse a trabajar y realmente hizo progresos, dado que estaba trabajando para intentar apartar los pensamientos que tenía arremolinándose en su cabeza.
Al mediodía Barnaby volvió a hablar. “Voy a almorzar. ¿Quieres venir conmigo?”
Kotetsu apreció el gesto. Barnaby tenía todo el derecho a ignorarlo por completo e irse. Pero negó con la cabeza. “No, gracias. Lo siento, Bunny, es sólo que no creo que sería una buena idea.”
“¿Quieres que te traiga algo?” preguntó Barnaby casi inmediatamente.
“Hum, claro. Sabes qué me gusta, escoge cualquier cosa.” No tenía apetito, pero quizás si viera la comida al menos sentiría algo de hambre. Tampoco necesitaba estar tan deprimido como para rechazar cada oferta que Barnaby intentara para aliviar su dolor, incluso si fuera por una hora.
Barnaby pareció aliviado una vez que asintió y se fue. Kotetsu estaba feliz por ello y se recostó en su silla. Su hermano le había dicho que no presionara las cosas. ¿Pero qué si intentaba algún empujoncito aquí y allí? Quizás, tan sólo quizás, podría al menos conseguir que su amigo considerara tener una cita con él.
Y si era discreto al respecto entonces no estaría ahuyentando a Barnaby, ¿verdad?. Necesitaba alguna esperanza a la que aferrarse, y esa era.
No sabía exactamente qué haría, pero mantuvo en mente que Barnaby había dicho que no le interesaba salir con nadie. Eso significaba que era algo general, no exactamente sólo contra él. Kotetsu había sido responsable de muchos de los cambios en la actitud de Barnaby y de su vida misma.
Tal vez podría convencerlo de cambiar de idea una vez más...