Amanecer con él.
A mi costado no es igual que estar contigo.
Abro los ojos, lo primero que veo es una rubia cabellera cubierta por un gran hueso en forma de un par de cuernos con un pañuelo azul. D-Roy no parecía dar señales de despertar y yo no podía dejar de pensar en cierto pelinegro que se robaba todos mis suspiros, digo robaba porque alguna vez fue así. Ya no.
No es que este mal, ni hablar.
Pero le falta madurar, es casi un niño.
No puedo apartar de mi mente la manera en que D-Roy pedía a gritos que le penetrara. Tal vez sea por que recuerdo lo que se sentía tener a Nnoitra dentro de mí, o tal vez esto de ser el dominante no va conmigo. La verdad es que después de estar tantas veces con cierto pelinegro no puedo pedirle a alguien que me haga lo mismo que me hacia él y que me hiciera sentir de la misma manera.
Blanco como el yogurt
Sin ese toro que tu llevas en el pecho
Fragilidad de flor
Nada que ver con mi perverso favorito
Me levanto con algo de pesadez, busco con la mirada la puerta del baño y me dirijo hacia la puerta. Abro la ducha, dejo que el agua corra por mi cuerpo y se lleve el tormentoso recuerdo de Nnoitra. Cuando me hacía suyo, lo hacía de una manera tan particular que, hablando sinceramente, era difícil de olvidar; mas cuando las marcas de cada encuentro duraban más de una semana, más cuando el dolor de las heridas me hacía revivir sus caricias.
Sin tus uñas arañándome la espalda
Sin tus manos que me estrujan todo cambia
Sin tu lengua envenando mi garganta
Sin tus dientes que torturan
Y endulzan yo no siento nada
“¿estás bien?” me pregunta D-Roy al otro lado de la puerta, me asuste un poco porque olvide que estaba solo. “si, pero debo ir a trabajar, si quieres irte, está bien, no te preocupes” le dije sonando apenado, pero la verdad no siento lo mismo que él siente por mí. Nos conocimos en condiciones parecidas; yo intentaba olvidar a Nnoitra con cuanto caminara y el ahogaba los recuerdos y las dudas de su jefe en el alcohol.
Hacer el amor con otro, No, no, no
No es la misma cosa, no hay estrellas de color rosa.
No destilan los poros del cuerpo
Ambrosia salpicada de te quieros
Hacer el amor con otro, no, no, no
Es como no hacer nada, falta fuego en la mirada
Falta dar el alma en cada beso
Y sentir que puedes alcanzar el cielo
Lo que sentía cada vez que Nnoitra me besaba, era indescriptible. No era posible sentir lo mismo con alguien más, no. Cuando comenzaba con besos cargados de pasión para luego acariciar mi espalda e ir bajando lentamente hasta mis glúteos, como los apretaba y acercaba ambas erecciones haciéndolas rozar, su agresividad y rudeza para tumbarme a la cama, la manera en que lamia mi estómago. Definitivamente no es lo mismo.
Quise olvidarte con el
Quise vengar todas tus infidelidades
Y me salió tan mal
Que hasta me cuesta respirar su mismo aire
Al principio estaba con D-Roy solo por la necesidad de olvidar a Nnoitra, pensaba en una especie de justicia divina, él se iba con otro y yo hacía lo mismo. Pero no. Definitivamente no fue así. Comencé a sentir cierta simpatía por el rubio, hasta el punto de que tener sexo casual con él era un poco más personal e íntimo de lo que debía ser, hasta el punto de que no podía irme en la mañana dejándolo solo. No. Simplemente no podía.
Los mechones de tu pelo negro crespo
Tus caderas afiladas y escurridas
Esa barba que raspaba como lija
Y tu sonrisa retorcida son lo mejor que hay en mi vida
Hubo algún tiempo en que Nnoitra se dejó la barba y el cabello lo tenía como ondulado, casi crespo, ¿se lo imaginan? Fue cuando lo conocí. Entonces no se parecía en nada al de ahora. Cuando comenzó a trabajar, su melena perdió forma, hasta quedar completamente liso, se afeitaba todas las mañanas porque decía que no podía llegar como un cavernícola a la oficina, pero eso fue cuando la distancia comenzaba a hacer estragos en nuestra relación. Era como si cada vez que salía a trabajar, en vez de alejarse unas cuantas millas, se alejara kilómetros y kilómetros de mí. Vuelvo a la realidad, cierro la ducha y me miro al espejo. Sin querer comienzo a llorar. “patético” me digo.
Hacer el amor con otro, No, no, no
No es la misma cosa, no hay estrellas de color rosa.
No destilan los poros del cuerpo
Ambrosia salpicada de te quieros
Hacer el amor con otro, no, no, no
Es como no hacer nada, falta fuego en la mirada
Falta dar el alma en cada beso
Y sentir que puedes alcanzar el cielo
Salgo del baño, la casa huele a tocino y huevos, me temo que no podre desayunar, no con él, por lo menos. Salgo de la habitación, cruzo el comedor, me despido de D-Roy y le digo que comeré cuando vuelva. “Tesla, espera” me dice y noto preocupación en su voz. “no te preocupes, estoy bien” le digo para calmarlo pero entonces se me acerca y me besa “te amo, no lo olvides” me mira y me da la espalda para dirigirse de nuevo a la cocina.
Que me ama.
Que no lo olvide.
Como quisiera poder corresponderle.
Pero no es lo mismo.
Nunca lo será.