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Pasión por Lizie CoBlack

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Notas del fanfic:

Escrito para el Mini reto: "Graser!lock mormor" del foro I am SHER locked.

Es un fic dedicado en su exclusividad a la pareja Sebastian/Jim. 

Es la primera pareja con la que me incursiono en éste fandom, así que se aceptan las críticas y comentarios, con respeto por favor. 

Es un Au ambientado en el mundo de la pelicula Greaser, sólo el ambiente. 

Posibles cantidades de Ooc. 

Sin beta. 

Si sigues aquí, bienvenido seas. 

Notas del capitulo:

¡Hola!

Nos vemos en las notas finales *u*

Escrito para el Mini reto: "Graser!lock mormor" del foro I am SHER locked

Disclaimer: estos personajes no son míos, si lo fueran John sería exclusivamente de Sherlock, y quizá de Hamish en algún futuro. El universo de Sherlock Holmes le pertenece Sir Arthur Conan Doyle, y la serie “Sherlock” a la BBC. Yo solo me divierto creando fics.

Advertencias: Posible OoC (muy problable). No beteado. 

Chaqueta de cuero

*

Se sentía completamente celoso. Una furia le recorría por todo el cuerpo, provocando retortijones en su vientre. Su sentir era totalmente irracional. Reacciones, hasta hace poco tiempo, ajenas a él. Su vista, sus ojos, se teñían de un ira, la mayor que había presentado. Quería tomar en sus propias manos al causante de toda su frustración y despedazarlo. Destruirlo en su totalidad. Quemarlo hasta no dejar huella alguna de su existencia en este mundo. Y, después, aclamar ser él, el causante de tal hecho, no le importaba las consecuencias que eso le traería.

Es que ver todo aquello le sacaba de quicio. Le carcomía en las entrañas. El observar como ‘eso’ podía tocarlo con total libertad, recorrer lentamente aquellos brazos trabajados, torneados y fuertes, unos que auguraban sostenerle con total facilidad en un momento de pasión desenfrenada o en uno de calma y plenitud; cuando él sólo podía fantasear con la textura de los mismos. Era una crueldad que muy poco dispuesto estaba para soportar. Como con sus extremidades podía tocar el cuello expuesto, suave y apetecible; que sus labios ávidos estarían por recorrer, el que su dentadura marcaría para exponer ante todos que esa persona ya tenía un dueño y era él. Oh, porque, claramente, era posesivo, cómo no hacerlo con semejante hombre. Apretó los puños con furia al verlo rodearlo por completo, deslizándose por sus hombros anchos hasta llegar a su cintura firme, totalmente acorde para sostenerlo y rodearla con sus propias piernas y poderlo sentirlo más cerca, en el momento que lo tomara contra alguna pared de manera salvaje, con la desbordante pasión que destilaban en sus sexys movimientos al caminar. Un ahogado gritito, mezcla de desesperación y enojo, salió de sus labios fruncidos, es que esto ya era el colmo, pues no a gusto con tocarlo, casi por completo, se deslizó, por último, al frente de su torso, que se apreciaba, sin dejar a la imaginación, el pecho totalmente trabajado, que él con gusto recorría por completo con labios y manos a la vez, besando, chupando y mordiendo todo a su paso, sin dejar de acariciarlo por completo en los lugares en los que su boca no estuviera trabajando, ¡oh, sí! El sólo imaginarlo ya estaba poniéndolo al límite; pues sus músculos se marcaban por la camiseta blanca que portaba. Soltó un suspiro de impaciencia.

¡Maldita sea! ¡Que se pudra esa ‘cosa’! Una envidia jamás conocida se había apoderado de él y amenazaba con aumentar si las cosas seguían así. ¡Mierda! Quiso gritar en voz alta, para ver si así podía liberar un poco de todo lo que estaba sintiendo.

Sabía que debía contenerse, no hacer nada imprudente, después de todo, no por nada era quien era. Inhaló con calma, llenando sus pulmones de aire, exhaló destilando la tranquilidad que había perdido en un momento de poca lucidez. Una sonrisa diminuta y traviesa, casi inexistente si no sabías ver, se posó en sus belfos. Su enojo había estado totalmente fuera de lugar, puesto que la chaqueta de cuero era un distintivo de Sebastian, además fue una de las cosas por las que había atraído su atención en primer lugar. No era Sebastian Moran sin chaqueta, todo el mundo, y hasta él, lo sabían. Dejando de lado su rabieta, regreso la vista al libro de fotografía y cinematografía que estaba leyendo antes de toda la distracción.

Tan concentrado estaba en su lectura que no sintió la presencia de ése alguien acercarse, todo sucedió en milésimas de segundos. Le arrebataron el libro de las manos, de una manera nada delicada, desviando la vista y concentración que en el objeto tenía puesto, posando ahora su mirada en la atractiva cara de Sebastian que, consiente de la atención prestada, le sonrió con galantería y coquetería, tanto así que por poco soltaba un suspiro idiotizado. Lo miró, en respuesta, con altanería, claramente quería pero no lo iba a reconocer. Era una lucha de voluntades y él no era de los que se rendían fácilmente, si quería algo con él debía saber que le costaría un poquito más, no era cualquier persona, no señor. Le arqueó una ceja provocándolo.

—Te haces el difícil, mi pequeña fierecilla. Veremos cuanto te dura —le habló con voz queda, grave, ligeramente enronquecida, y tremendamente sensual, que un agradable escalofrío de anticipación envió a su cuerpo.

Sebastian rió divertido, ante la resistencia del menor, sabía no le duraría mucho, lo deseaba, eso era vidente en la forma que lo miraba con anterioridad. Si creía que no lo vio hacerlo, que equivocado estaba el chiquillo, prácticamente quería aniquilar su chamarra de cuero, la veía como alguien que cela una cosa: él. El pequeño perverso Jim, porque resaltaba a la vista lo diferente que es los demás jóvenes. No por nada había llamado su atención con anterioridad, sino había actuado antes era por puro antojo; esperando como buen depredador la impaciencia de la presa. Pero no una cualquiera, no, sino James Moriarty, su ángel caído, uno demasiado perverso para caber dentro del paraíso, un paraíso demasiado aburrido para divertir a su brillante y oscura mente. Porque él resaltaba entre toda la multitud, ¿quién era él para no caer ante su oscuro y luminoso brillo? Si Jim pensaba que lograría hacerle algo a su chaqueta con sólo mirarla, debería de comenzar a trabajar esa mentecilla suya. Esto auguraba ser muy entretenido.

Con intensidad observó los castaños ojos de Jim, mirándolo con todo el deseo que sentía hacía él, acompañado de una sonrisa depredadora de medio lado. Premeditadamente se acercó más a su rostro, casi tocándose, pero sin hacerlo. Se inclinó un poco más como si un beso fuera a darle, cambiando rápidamente de curso, obteniendo un suspiro frustrado de su compañero. Él río en la oreja, pasando una lengua por ella después, obteniendo un suave estremecimiento. Con la nariz le repasó el contorno de su rostro, desde la frente a la barbilla del lado derecho, cuando un impulsó lo hizo voltear su rostro y unos labios ansiosos lo asaltaron, sonrió dentro del mismo, quién dijo que no caería. En respuesta por la clara derrota le mordieron el labio con algo de saña, escocía pero le gustaba, desde luego que Jim no era nada común y a él le gustaban las cosas diferentes. Iba a desprender sus labios de los contrarios cuando un tirón del cuello de su chamarra se lo impidió.

Jim no estaba dispuesto a soltar los labios de Sebastian ahora que por fin los había probado, era hora de que él también se divirtiera. Con brusquedad tomó las solapas de esa chaqueta de cuero, su enemiga con anterioridad, y lo jaló de nuevo hacia él. A un nuevo beso. Introdujo su lengua en la boca contraría que le respondía con la misma intensidad, metiendo la suya también, encontrándose las dos en el camino. ¡Maldito Sebastian! Por besar tan bien, por seducirlo con su chamarra de cuero. Con otra mordida en su labio inferior abandonó el beso, en busca de aire. Pero sin soltar las solapas de la chamarra. Sebastian no hizo el intento de separarse, de hacer que soltara el cuello de la chaqueta. Sin embrago, le sonrío con burla, altanería, diversión y deseo, todo al mismo tiempo.

—Te dije que caerías, Jim, te lo advertí.

Con molestia, aunque también un poco de satisfacción, lo empujó de nuevo hacía sí de las solapas de la chamarra. Recibiendo unos labios ansiosos de los suyos, peleando por el control del beso reflexionó. No era necesario deshacerse de la chaqueta de cuero, cuando podría dar tan buenos resultados como estos, la respuesta a una ligera provocación. Sonrió en el beso.

Sebastian se veía muy bien en chaqueta de cuero y, al parecer, si la utilizaba dentro de sus planes daba buenos resultados. Sí, en definitiva, la chaqueta de cuero se quedaba. 

Notas finales:

Gracias por leer.

Me encantaría que si lo leyeron me dejaran un comentario, de que estuvo mal o que necesito mejorar o quizá de lo que les gusto, sean respetuosos eso sí.

Éste fic es dedicado exclusivamente para la pareja Mormor (en caso de no ser así les trataré de avisar un capítulo antes si incluyo una pareja secundaria), está participando para un prompt por día, y el primero fue chaqueta de cuero, y espero que se viera reflejado en el capítulo. Los demás, como se pudieron dar cuenta en el cap, son los títulos de los mismos, o al menos en éste si aplica, si en determinado caso no pasara, el que sigue es: Gel para el cabello (vaselina o lo que sea que usaban en el cabello).

Es el segundo fic de éste fandom, traté de hacerlo lo más cercado posible al carácter de ambos, pero la verdad es que soy poco conocedora de su personalidad,  una disculpa si no fue así. Agradecería sus recomendaciones. No está beteado, siento si hay errores (es muy seguro que así sea), lo hice lo más limpio que puede.

Se aceptan todo tipo de sugerencias, recomendaciones y críticas, que estoy para mejorar y quisiera que me ayudaran con el tema de las personalidades.

Nos vemos.

Lizie 


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