La oscuridad de la noche invadía el enorme cielo sobre mí acelerando el palpitar de mi corazón. ¿Por qué? Porque me encontraba corriendo con todas mis fuerzas por la calle siendo alumbrado por los postes de luz que parpadeaban. ¿Por qué corría? No lose. Mi cuerpo había empezado a correr antes de que me diera cuenta, me había sentido inseguro y en peligro. Cuando me di cuenta que corría con desesperación fue por la agitación que empezaba a tener mi cuerpo y la forma en la que respiraba. —una gota de sudor bajaba por mi frente— No sabía cuántas calles de Konoha había corrido, pero debían de ser suficientes como para haberme hecho sudar. Aterrado tome el camino de la derecha como si no conociera el lugar en el que había vivido desde pequeño, no estaba consciente de por dónde iba. Y había sido un error el precipitarme tanto. Me había encerrado en un callejón.
Me gire, caminando hacia atrás hasta chocar con la fría pared. Aun seguía asustado, a pesar de todo lo que había corrido, no había nada ni nadie tras de mí, pero me sentía indefenso, sentía que lo que me seguía era una gran amenaza. Una amenaza de la que había estado huyendo, pero a pesar de eso no me había apartado de lo que se suponía me atemorizaba.
Me aterre aferrándome con fuerza a mi pantalón negro al ver una textura delgada y alta en la entrada del callejón. Solo logre divisar unos colmillos y el color carmesí de sus ojos, que me miraban como si vieran a través de mi, como si me desnudaran. No mi cuerpo si no mi alma.
Cuando estaba a punto de correr, sentí una presión apoyarme en la pared. Aquella sombra había sujetado mis manos y las había colocado sobre mi cabeza con fuerza
—que exquisito te ves. —dijo con un color y timbre de voz que deduje era hombre. Era aproximadamente tres centímetros mas alto que yo, su presencia me tenia aterrado pero al sentir su lengua recorrer mi cuello, causo que me estremeciera y por alguna razón un choque. Como una descarga eléctrica en todo mi cuerpo, solté un gemido ahogado al sentir como clavaba sus filosos colmillos en la carne de mi cuello con fuerza y como chupaba mi sangre con agilidad, sin dejar escapar una sola gota de sangre. Me sujete con fuerza de su camisa negra de cuello, al sentir el dolor apoderarse por un momento de mi cuerpo, eleve la vista mirando el despejado y oscuro cielo sobre nosotros, la luz de la luna nos iluminaba y el poste de luz que se encontraba en el callejón estaba fundido.
Mis parpados empezaron a cerrarse a pesar de que esperaba no perder la conciencia en ese callejón y menos bajo los brazos del sujeto que se apartaba de mi cuello y relamía la herida.
—tan exquisito como lo imagine, Naruto.
Su sonrisa era indescriptible, era como de burla y a la vez llena de gloria. Una sonrisa engreída que causo que los vellos de mi cuerpo se erizaran.
Quería empujarlo, golpearlo e incluso matarlo. Su cabello no me había permitido divisar su rostro, solo el color de sus ojos y sus afilados dientes que resaltaban y me permitían ver el reflejo de la luna.
—tu…
Perdí la fuerza sin antes poder terminar la frase, cerré vencido mis ojos y dejándome caer bajos los brazos de ese hombre, perdí la conciencia, hundiéndome en una oscuridad absoluta. Lo último que escuche fue su lengua con un ligero y suave movimiento que al parecer fue una relamida de sus labios.