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QUIERO UNA MAMI por NinaS89

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Notas del fanfic:

ONE-SHOT

Notas del capitulo:

¡Hola! Yo de nuevo por aquí, esta pequeña historia surgió mientras escribía “Ultimátum”, pero no encajaba con lo que ya había planeado, así que decidí guardarla para un One-Shot, espero les guste

Quiero una Mami By NinaS89.

One-Shot

Habían pasado cinco años desde que Tom y Bill se habían dado el “sí quiero” ante sus familiares y amigos en Los Hampton y durante ese tiempo muchas cosas habían cambiado en sus vidas, pero sin duda la más significativa era la adopción de su hija Camile. La pequeña de cuatro años de edad era la luz de sus ojos. Tenía el cabello castaño, piel muy blanca y unos enormes y hermosos ojos azules.

Tom dividía su tiempo entre cuidar de su familia, dirigir el área económica de la Marca de Bill y supervisar inversiones de la empresa de su padre, mientras Bill seguía al mando de su firma de modas y diseñando casi cinco colecciones anuales, para las diferentes divisiones de su marca.

Sin duda una pareja exitosa en todos sus sentidos.

— Bill... ¿Estás despierto? — susurró 

— Sí — respondió con voz pastosa, casi dormido sobre su pecho el diseñador. — ¿qué pasa?

— Camile

— ¿Qué sucede con nuestra pequeña? — preguntó más atento.

— ¿No la has notado un poco rara últimamente?

— ¿Rara?

— Sí, no sé exactamente qué le pasa, pero  hoy cuando la llevé al colegio, sentí que quería que me fuera rápido — Bill sonrió y le dio un beso en el cuello al menor.

— Nuestra pequeña está creciendo Tom, ya está en preescolar, eso es normal, amor. A los niños les avergüenza que los vean con sus padres.

— Lo sé, pero es muy pequeña para eso... — suspiró con pesadez— hablaré con ella mañana...

— Me parece bien, ya verás que solo es una de esas etapas de las que habla tu madre

— Eso espero y no que en verdad se avergüence de mí.

— Camile te ama y nunca se avergonzaría de ti cariño, así que no le des más vueltas al asunto — musitó contra el cuello de su esposo, haciéndolo estremecer por el contacto de su aliento contra su piel.

— ¿Crees que somos buenos padres?

— No los mejores, pero tenemos algo de crédito, después de todo somos padres primerizos.

— Camile tiene casi cinco años... — Susurró mirando el techo de su alcoba. Bill se incorporó para ver mejor a su esposo.

— Tom, eres un padre maravilloso y sabes que nuestro hogar funciona gracias a ti — dijo acariciándole la barbuda mejilla. — Habla con ella mañana y verás que no tienes de que preocuparte, ¿sí? — el menor asintió.

— Mañana tienes una reunión con unos empresarios de medio oriente, intenta no usar ropa demasiado llamativa y no aceptes ni firmes nada hasta que Marcel lo haya leído antes y te dé su visto bueno ¿de acuerdo?

— Sí, no firmaré nada hasta que Marcel diga que puedo hacerlo  — recitó el diseñador dándole un beso en la mejilla —  trata de dormir amor, estoy seguro que Camile está bien y que sea lo que sea que le pase, no es nada grave — Tom lo abrazó y le dio un beso en los labios.

— Descansa cariño. — dijo cerrando los ojos.

 

Por la mañana, Tom despertó temprano y se dispuso a prepararle su desayuno favorito a Camile: Hot cakes con mermelada de uvas y un vaso de leche con chocolate. Preparó café para él y para Bill, junto con unas tostadas con mantequilla y mermelada, y alimentó a Pumba. Luego buscó su laptop y se puso a revisar los documentos que Georg y su padre le habían enviado para que diera su visto bueno y realizar las correcciones que estimara convenientes, puesto que estaba próxima la reunión trimestral de la empresa,  mientras esperaba ansioso que su hija bajara a desayunar.

Cuando la pequeña finalmente entró en la cocina, cerró su laptop y fue con ella, le dio un abrazo y un beso de buenos días en la mejilla.

— Hola princesa, ¿dormiste bien? — Cuestionó de buen ánimo el pelilargo. Camile asintió mientras se sobaba su mejilla, pues la barba de Tom le resultaba incómoda.

— Sip, ¿Y tú papi? — preguntó sentándose a la mesa. 

— Dormí bien.

— Papi...

— Dime cariño — instó sirviéndole su desayuno.

— ¿Por qué papá no quiere celebrar su cumpleaños, papi? — cuestionó la pequeña mirando a Tom, quien hizo un mohín.

— Porque cree que esta viejo, princesa —La niña abrió grande sus ojos y luego hizo un puchero cruzándose de brazos.

— Papá es lindo, tú luces mayor que él — Tom se ahogó con el sorbo de café que acababa de tomar

— ¡¿Qué?! ¡Soy menor que él, por cuatro años Camile! — dijo indignado

— Tienes barba.

— Bill también tiene.

— Pero la de él no está descuidada, además estás más gordo y tu ropa es muy aburrida…

— Me causarás depresión Camile. — Dramatizó y la pequeña sonrió

— Hola, buenos días — saludó el diseñador entrando a la cocina, le dio un beso en la mejilla a su hija y luego un beso en los labios a Tom — ¿De qué se ríe nuestra pequeña, amor?

— Cree que soy mayor que tú…— Bill gesticuló una “o” y Camile volvió a reír — ¿Luzco tan mal? — cuestionó preocupado rascándose la mejilla derecha el joven empresario.

— No, tú luces hermoso amor — le dio otro beso en los labios — y sigues siendo extremadamente sexy — le susurró al oído, logrando que el pelilargo se sonrojara.

— Tiene barba, no me gusta que tenga barba — señaló Camile. Ambos padres la miraron con una ceja levantada. Bill prefería sin duda el rostro rasurado de Tom, sin embargo, respetaba este gusto por llevar la barba de varios días de su esposo, pues éste también toleraba la suya.

— ¡Oye! A Bill no le dices nada por la suya. — reclamó indignado el menor.

— Porque él es papá y tú…

— ¿Y yo, qué? — instó a seguir el pelilargo. Bill por su parte guardaba silencio. La pequeña suspiró con pesadez.

—Todos mis amigos tienen una mami y yo… — comenzó a decir y luego bajó la mirada.

— ¿Y tú qué mi amor? — preguntó en un tono más relajado Tom al ver el rostro compungido de su pequeña. Bill se agachó junto a Camile y le acarició la espalda.

— Les dije que tú eras mi mami… — respondió en un susurró apenas audible. Bill reprimió una carcajada mordiendo sus labios al ver la mirada asesina que le dirigió su esposo.

— Camile, princesa, mírame por favor — la pequeña levantó su mirada mostrando sus ojitos anegados en lágrimas que no tardaron en empezar a rodar por sus mejillas. La imagen desarmó al joven empresario. —bebé, no llores— pidió yendo hasta ella.

— ¿Estás enojado? — preguntó con su vocecita quebrada. Tom se apresuró a negar y tomarla en sus brazos.

— Claro que no mi amor, solo estoy sorprendido —le limpió sus lágrimas y le dio un beso en la mejilla — Solo dime algo — la niña asintió — ¿Por qué dijiste que yo era tu mami y no Bill? — Camile hizo un puchero y miró al diseñador y luego a Tom.

— Porque tú sabes cocinar, siempre me lees un cuento antes de dormir, matas a los monstruos que viven debajo de mi cama, me llevas al colegio, me ayudas con mis tareas y también cuidas de papá y de Pumba. — Enumeró — Y eso lo hacen las mamis de mis amigos. —Tom sonrió y le dio otro beso en la mejilla a su hija. Se sintió aliviado al saber el motivo por que su hija lo había presentado como su mami.

— De repente me siento un mal padre… — comentó Bill, mirando a su familia.

— No eres un mal padre amor, es solo que yo soy mejor, después de todo soy la mami — picó sonriente.

— ¿Puedo llamarte mami delante de las personas como hace Adam con Tío Stav? — cuestionó esperanzada Camile. Tom suspiró con pesadez, pero luego asintió. — ¡Sí! ¡Viva! ¡También tengo una mami! — chilló emocionada y se abrazó con fuerza del cuello de Tom.

— Esto al abuelo Gordon le va a encantar…— murmuró sonriente. Su padre había dado grandes pasos para superar su homofobia e incluso ya no le molestaba que Bill se mostrara cariñoso con él en su presencia o por lo menos no más que cuando Julius hacía lo mismo con Beth.  Bill también sonrió, fue con ellos y los abrazó.

— Ustedes dos son lo mejor que me pasó en la vida, los amo — le dio un beso en los labios a Tom y otro en la mejilla a su hija.

— Creo que me afeitaré la barba, después de todo luzco más joven sin ella. — manifestó el pelilargo. Bill y Camile chocaron sus manos y sonrieron en señal de aprobación.

— Papá, celebraremos tu cumpleaños, ¿verdad? — cuestionó la niña mirando seria a Bill, quien hizo una mueca.

— Camile…

— No le pondremos velas al pastel y solo invitaremos al Tío Stav, al Tío Lion, a Adam y a los abuelos Kaulitz, vamos papá, Pumba quiere comer pastel — rogó haciendo un adorable puchero. Tom imitó el gesto de su hija y a Bill no le quedó más que aceptar, no podía seguir negándose ante ese doble ataque de pucheros.

— Bien, celebraremos mi cumpleaños, pero ambos me tendrán que dar regalos —advirtió.

—Ya tengo tu regalo papá — contó feliz Camile.

— Genial, ¿Y tú amor, ya tienes mi regalo? — preguntó mirando insinuante a Tom, quien se sonrojó y rio nervioso al entender la indirecta.

—Puedo mostrártelo esta noche… —Bill asintió sonriente.

— En ese caso, creo que no está tan mal cumplir treinta años — comentó antes de darle un beso profundo al menor.

—Bill… — advirtió al notar a su hija mirándolos con una gran sonrisa en los labios.  

— Camile, vamos por tus cosas, te quedarás esta noche con la abuela, para que puedas contarle todos los detalles de mi fiesta de cumpleaños.

— ¡Sí! — gritó emocionada la pequeña. — ¿Pumba puede ir conmigo?

— Claro princesa… — aseguró el diseñador y Tom negó divertido. Aún no se acostumbraba al hecho de que sus suegros supieran cuando ellos tenían intimidad, sin embargo, no negaba que tener la casa para ellos solos era excitante, pues podían dar rienda suelta a su pasión, sin temor de hacer demasiado ruido o que su hija pudiera descubrirlos en situaciones no aptas para menores.

Porque ellos solo eran una pareja joven, que vivía el día a día y trataban de criar a su pequeña de la mejor forma posible, brindándole su amor y protección.

           

 

Notas finales:

Gracias por leer, no olviden comentar si les gustó.

Besos y abrazos virtuales <3


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