Historias de un día a día en esta loca familia...
AMOR DE NIÑOS
Si no fuera por las fotos que le entrego Alphard a Sirius jamás se habrían enterado de esa fecha.
Remus siempre tuvo la mejor familia que alguien pudiese llegar a añorar o imaginar. Sus abuelos maternos eran Muggles razón por la cual de niños pasaban los veranos en el Londres Muggles.
Pero ese año cuando Remus tenía 5, un año después de la fatídica fecha, estaban en Abril.
Sus abuelos querían celebrar con el Pequeño el Día de Pascua y no tuvieron valor para negarle a su hijo, después de lo sucedido y sabiendo como era feliz con los chocolates.
Fue un 18 de Abril, domingo.
Remus junto con sus abuelos salieron a buscar por una plaza cercana huevos de pascua, igual que muchos niños con sus familias. Remus aun se encontraba débil pero la emoción le provocaba olvidarse del dolor de tres días atrás.
Un pequeño conejo paso a sus pies, lo observo en parte con desagrado y con otra de fascinación por la criatura.
Sus Padres se quejaban por tener que toparse con Muggles en este día específico pero era importante para los negocios de su Padre.
-¿Qué gusta el conejo?- pregunto su tio. Asintio y con una mano le insito a que lo siguiera y buscara huevos como el resto de los niños.
-Pero Madre…- trato de explicarse, no quería que lo castigaran nuevamente y sea enviado al sótano.
-Tranquilo… yo me hago responsable- movió su mano y aprecio un canasto. Sirius sonrió feliz y siguió al conejo.
Remus saltaba detrás de un conejo plomizo, lo seguía y recogía los huevitos que encontraba evitando que en cada salto se cayeran de la cesta que le dio su abuela.
-Ven, Aster- le llamo como su abuelo decía.
“-E Aster Bunnymund- dijo su abuelo el día anterior cuando llegaron a su casa -así se llama el conejo que deja los chocolates- a Remus le brillaban sus pequeños ojitos emocionados por el día que se avecinaba.”
-¿Aster?- pregunto otro niño. Se veía mayor ya que era más alto y vestía muy elegante.
-Así se llama el Conejo de Pascua- respondió con una voz infantil tan tierna que rompió las defensas del heredero de los Black.
-¡QUITENSE!- grito un niño cuando una avalancha de huevos que caían de una colina.
Uno de los que tanto corrían empujo a Sirius y otro Remus pero este estaba hincado en el suelo razón por la cual era más propenso a perder el equilibrio.
Al caer de boca al suelo chillo de dolor, tenía una cicatriz que no sanaba del todo.
Su abuelo se acerco al verlo. Lo paro y lo alejo de todos esos niños, lo sentó en una banca y le levanto la polera para ver la herida.
-¿Qué te ocurrió?- pregunto asustado al ver esa línea que atravesaba en diagonal su pecho desde el hombro izquierdo hasta la cadera al otro lado.
-Un perro… me ataco… me dan miedo- dijo entre sollozos.
-No es verdad- rebatió Sirius al escucharle. El abuelo de Remus observo al pequeño que se le acercaba pensado que era un amigo permitió que lo ayudara a sostenerlo mientras con un pañuelo evitaba que siguiera sangrando la herida -los perros son geniales-
Remus vio un brillo en los ojos del otro niño, no recordaba mucho pero sus Padres decían que un perro lo atacaba.
-Pero me mordió- dijo en un susurro y con ambas manos en los ojos.
Sirius sin pensarlo lo abrazo, lo apoyo en su pecho y le susurraba que se calmara.
-No tengas miedo… Paddy te protegerá de ahora en adelante- le dedico una sonrisa que ruborizo al menor.
-¿Quién es?- pregunto una vez se fue su Abuelo a buscar a sus Padres.
-Era mi perro, era grande, negro y muy peludo- expandió sus brazos para señalarle el tamaño. Remus jamás pensó que habían perros así de grandes -se murió hace unos meses, mi tío me dijo que era porque estaba viejito-
-Lo siento- dijo el pequeño, observo su canasta y vio que solo quedaba un huevito, lo tomo y lo dejo un momento en sus manos antes de entregárselo.
-Pero no quiero- explico como si fuera todo un adulto.
-Déjaselo en la tumba de Paddy, así también me protegerá como lo hace contigo- sonrió, Sirius se sintió acalorado un momento e incomodo al ver como ese niño le sonreía a él.
-El no me protege- dijo molesto.
-No te caíste- explico con toda la lógica de los niños a esa edad.
Sirius lo pensó un momento y abrió los ojos enormes al entenderlo.
-¡ES VERDAD!- dijo con una sonrisa y luego observo la canasta de su nuevo amiguito -no tienes más- dijo.
-Se cayeron cuando caí y los otros niños los pisaron- dijo a punto de llorar nuevamente, el quería unos chocolates, para su familia, para él, para su nuevo amigos y todos los que conocía allá donde estaba su casa.
Sirius se dejo caer el piso y lo tomo de la mano mientras iba donde los otros niños.
-Recuperaremos los chocolates- dijo entre serio (aparentando ser un adulto cuando ayuda a un niño) y en secreto como si fuera una misión.
Un niño sintió un tirón de pelo que lo obligo a sentarse en el suelo.
-¿Qué haces tonto?- dijo molesto.
-Tu- apunto como su Padre cuando lo retaba -le rompiste sus chocolates- señalo a su amigo.
-¿y?- respondió -necesita tu ayuda el bebito- lo empujo al suelo, empujándolo del pecho.
Remus se abrazo y empezó a llorar por el dolor. Los otros niños empezaron a reírse.
Sirius enojado lo golpeo, otro se acercaron a ayudar a su amigo pero el Black sabia defenderse. Así terminaron todos en el suelo, sucios, con la ropa rasgada, heridas, sangres, pisotones y mordeduras.
-¡PERO!- grito Alphard al ver a su sobrino en ese estado. Su hermana lo mataría y no solo a Sirius a él también.
Los niños empezaron a llorar trayendo a los adultos a verlos.
Alphard tomo de la mano a Sirius y lo jalo pero este se trataba de soltar.
-ESPERA- le grito molesto -falta el- señalo al menor encogido al lado de una banca.
Alphard se acerco y lo levanto con cuidad huyendo de la escena del crimen seguido de Sirius.
-Cariño- grito la señora Hope al ver a su hijo.
-Lo lamento, creo que mi sobrino desato la tercera guerra mundial allá- trato de disculparse y verlo severamente, no podía le causaba mucha gracia la situación.
-Ellos pisaron sus chocolates- explico Sirius con los brazos cruzados y muy, muy molesto. Tenía un puchero que lo hacía ver adorable.
-Tranquilo- dijo a su altura metió la mano en la canasta de Sirius y sacado un puñado de los chocolates más finos -puedes darle de los tuyos- le guiño un ojo cómplice.
Sirius lo vio indignado, le hizo devolver los chocolates a la canasta y le paso a pequeño la canasta, este no lo acepto.
-Compórtate como grande- puso ambas manos en su cadera igual que Madre cuando retaba a su hermano-
Remus se encontraba sentado junto a su Madre. Sirius se acerco y le dejo la canasta en sus piernas.
-No quiero que dejes que otros te pisoteen como esos chocolates- dijo decidido.
-Pero…-
-NO PEROS- ya sacaba la vena Black. Alphard quería desaparecer de allí rápidamente.
-… gracias…- dijo en un murmullo.
Sin que nadie lo viera el abuelo saco unas fotografías. Sirius regañando a Remus y otra donde este le sonreía al mayor, Sirius se veía claramente sonrojado.
Alphard le pidió la segunda y nuevamente disculpándose se despidió. Sirius no lo siguió.
Se acerco a Remus y lo abrazo.
-No dejaras que nadie te empuje… Paddy te cuida- explico dejando a los adultos colgados.
-Lo prometo… y Moony te cuidara a ti- Sirius alzo una ceja en pregunta -un peluche de lobo que tenia, se perdió-
-Yo encontrare a Moony- decía aun en el abrazo por alguna razón no lo quería soltar.
Lyall vio la escena sorprendido, su hijo generalmente en estos días no dejaban que lo abrazaran ya que le dolía.
-Demonio…- le llamo Alphard de cariño. Sirius no se movió.
-Cariño debes dejar que tu amigo se vaya con su familia- nadie había reparado que Remus le había devuelto el abrazo.
Hope se acerco para separarlos pero Remus gruño en protesta y Sirius gimió en misma respuesta pero un poco mas lastimeramente.
Los adultos presentes se miraron.
Sirius apretó más el abrazo para irse pero antes lo vio decidido. Remus asintió y le beso la mejilla. Sirius rojo regreso donde su tío con pasos torpes.
Hope se cubrió la boca mientras reía.
-Niños- dijeron Alphard y Lyall a la vez.
-Así que te conocí a mis 5 años- decía Remus.
-Eras muy nenaza en esa época- le pico Sirius.
-Gracias a ti ya no lo soy- se la devolvió. Sirius gruño molesto.
Remus lo abrazo y lo beso en la mejilla desde (ahora sabia) pequeño había hecho.
-Eso explica los nombres- comento Sirius.
Remus lo cayo cuando desenvolvió un chocolate se lo metió en la boca. Sirius sintió la forma y rio. Remus se acerco para reclamar su sabor.
Ambas siluetas se perdieron al otro lado del sillón.
Unos pies y brazos se veían. Un envoltorio con un conejo azul quedo olvidado en la mesita al lado de ellos.