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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

David Marcus encuentra irresistible al tipo flaco y cubierto de pelo que sirvió bajo el mando de su padre.


En la Tierra las cosas entre los chicos se ponen muy calientes.


Advertencia: Capítulo subido de tono.

 


La sombra de Pavel


 


                                                                     Carol dio una vuelta entera a su alrededor mirándole de arriba abajo. Sus fríos ojos azules, su esbelta figura, los largos dedos de sus manos apuntándole.


   - Tienes un aspecto horrible, Chekov. ¿Qué te ha pasado? - Con el pulgar señaló a Pavel a su espalda mientras miraba a David con severidad. - Hijo aprende la lección, esto es lo que le puede hacer la Flota a un hombre, cuando no lo mata...


   - Disculpa mis modales, Carol... - le tendió la mano, - llevo demasiado tiempo solo. ¿Disses que éste es tu hijo? - Ella ni siquiera se giró a devolverle el saludo.


   Pavel observaba al chico con los ojos aguamarina entrecerrados. Su expresión le era tan familiar...


   - David, di hola al profesor Pavel Chekov... Sirvió como alférez con tu padre en el Enterprise. - Carol se alejó y empezó a dar órdenes a su equipo para que descargasen e instalaran el material que habían traído.


   - ¿Estuviste al servicio del almirante Kirk? - El muchacho le miró con la boca abierta.


   - Era capitán entonsses... - Ahora David le sonreía, con esa boca torcida que le recordó... - ¿Jim Kirk es tu padre?


   - Eso dice mi madre... - Se encogió de hombros.


      David le siguió cuando Chekov fue a hablar con Carol. La verdad es que desde aquel preciso instante se convirtió en su sombra.


 


 


                                                      Sarek abrió la puerta a un nervioso y avergonzado doctor McCoy que entró avasallándole con los hombros cargados y la mirada baja.


  - Siento despertarte a estas horas pero necesito tu ayuda urgentemente.


   - Aún no me había acostado, preparo mi próximo viaje a...


   - ¡Tienes que hacer tu vudú vulcano! - Le interrumpió bruscamente. - ¡En mi cabeza! ¡Ahora!


   Sarek suspiró, ladeó unos cuarenta y cinco grados la cabeza y le clavó los ojos con ceja levantada incluida.


   - ¿Qué precisas exactamente, doctor? - No comprendió cuando escuchó la palabra vudú.


   - Es Spock... - Miró al suelo de nuevo. ¿Cómo decirle a Sarek que tenía que acostarse con su hijo y con Jim? El rojo de una granada madura era pálido al lado de su cara.


   - ¿Le pasa algo a mi hijo? ¿Está enfermo, herido? - Sarek tensó la expresión, quizás el médico necesitase aprender algo sobre la fisonomía vulcana.


   - Pon Farr... - Susurró el médico sin dejar de mirar las extrañas zapatillas que llevaba Sarek, le recordaron a unas geta japonesas sólo que con calcetines incorporados.


   - Bueno, Jim se ocupará de que...


   - ¡Pero ahora me necesita a mí también! - Espetó McCoy levantando la vista.


    Sarek echó hacia atrás la cabeza ante aquel grito. Cerró los ojos y juntó sus manos por la punta de los dedos a la altura de su nariz y de su boca. Se concentró un instante en silencio. El médico entendió que iba a hacerlo y se preparó para recibir su mente cuando Sarek extendió su brazo hasta tocarle la cara.


   - Mi mente en tu mente, tu mente en mi mente... Leonard McCoy... mi hijo y su sa-telsu han establecido el vínculo contigo... ¿Es tu deseo completar el círculo y unirte a ellos para siempre?


   - ¿Siempre? - Bones sopesó aquella palabra, le venía muy grande. - Ha entrado en pon farr, me necesita... ¡Sí, maldita sea, completaré ese círculo!


   Sarek abrió los ojos. Había algo más que el médico no quería admitir. Volvió a concentrarse y reajustó las yemas de los dedos presionando más fuerte los puntos de fusión mental en su cara.


  - Cuando el tel *(vínculo) se completa, cuando el plathau *(consumación) llega, es para siempre doctor McCoy... A Spock no le bastará con que le hagas un favor como amigo, necesita tu total entrega... ¿Estás dispuesto a ser uno con aquellos que ya son uno?


   - Les amo Sarek... - Leonard estaba llorando, las lágrimas brotaban sin parar de sus ojos avellana, la unión de sus mentes le había llevado a enfrentar cara a cara aquella gran verdad que pretendía esconder de sí mismo en lo más hondo de su corazón. - Siempre les he amado... y siempre les amaré.


      El vulcano se apartó del hombre y respetó sin decir nada su llanto. Bones recuperó la compostura, le dio las gracias a Sarek y se marchó corriendo, igual que había venido. Spock y Jim le estaban aguardando.


 


 


                                                   El chico no le quitaba ojo de encima: le seguía en silencio por los pasillos, le miraba atento mientras controlaba las consolas de observación, le contemplaba absorto trabajar con el ordenador.


   El resto del grupo había tomado toda la planta baja de la estación Rinax. Carol pretendía desarrollar allí la fase uno de su proyecto Génesis. Chekov no quería involucrarse en aquello, la Flota solamente había ordenado acogerles y proporcionarles protección, espacio y libertad de acción. Y eso es lo que él necesitaba en este momento.


   - David, esto es el cuarto de baño... por si no te has dado cuenta. - Pavel le insinuó así que saliese y le dejase a solas.


   - Tranquilo, no me da vergüenza. - David se apoyó al borde del lavabo cruzando los brazos sobre el pecho como si tal cosa. - Si tienes que mear, adelante.


   Pavel levantó ambas cejas. ¿Hasta dónde iba a llegar aquel chiquillo?


   - Oye, llevo dos años o así sin ver a nadie... no estoy preparado para tener un grano en el culo. - Le cogió por los brazos e intentó arrastarle fuera del aseo.


   - ¡Háblame de mi padre! - Gritó resistiéndose.


   - Quiero darme una ducha chaval... - Le miró y al ver en sus ojos azules los de Jim, los de su Amy, se compadeció de aquella tristeza en su alma, aquel vacío por haberse criado lejos de una figura paterna. - Yebát! *(joder) ¡Está bien, como quieras!


   Se quitó toda la ropa delante del chico y se metió en la ducha corriendo la mampara. Al menos aquella lámina semitransparente le daba algo de intimidad.


   - ¿Qué son esas cicatrices en tu espalda? - El chico preguntó curioso tras ver las marcas que recorrían su piel blanca. - ¿Y no estás demasiado flaco? ¿Es que no te traen suministros suficientes?


   Pavel negó con la cabeza, dejando que el agua le cayera encima y cerrando los ojos. Una risa empezó a brotarle sin control. Acabó en una carcajada, el chico se reía también al otro lado, era contagiosa. Su particular grano en el culo no le dejaría a sol ni a sombra, necesitaba saber de Jim... ¿Qué podría contarle él?


 


 


                                                           Las sábanas acabaron enrolladas a sus pies. Jadeaba sin aliento, sintiendo el miembro de Spock dentro de él, el peso de su cuerpo caliente encima. Jim le apretaba las caderas con sus muslos mientras le recibía, también respiraba con dificultad. ¿Cómo podía estar ocurriendo aquello?


            Cuando llegó a su casa subió en tres zancadas las escaleras hasta el dormitorio. Spock estaba sentado sobre la cama, desnudo de cintura para arriba. Jim presionaba los puntos de su espalda con sus dedos índice y medio, tal y como le vio hacer en el Enterprise la primera vez. Nada más advertir su presencia en la habitación le llamó con su mente sin volverse siquiera.


   - Bones... ¿estás listo? Te necesita...


   - ¿Qué tengo que hacer? - Preguntó sentándose al otro lado junto a Spock.


   - Dame tu mano...


   Jim colocó los dedos de su amigo como tenía los suyos y juntos recorrieron la espalda de Spock, sus hombros, su cuello... alcanzando su frente después y acariciando su cara.


   El vínculo fluyó de nuevo. La corriente era más intensa, más rápida... el vértigo se apoderó de McCoy, que se dejaba besar por la boca ansiosa de Spock mientras Jim le desnudaba con cuidado.


   - Leonard, t'hy'la... - La voz del vulcano en su cabeza resonaba profunda y ronca llamándole así. - Jim... sa-telsu...


   Spock lamía sus labios, abandonándolos húmedos para besar la boca de su marido y luego volver a la suya. Con sus largos dedos rozaba sus brazos y sus nucas, apretando los cuerpos hasta quedar unidos los tres, casi en el mismo beso, atrapados por un deseo sin igual que les conduciría al éxtasis más elevado.


      Sabía por Jim que aquello duraría toda la noche. McCoy se relajó y se dejó manejar por los fuertes brazos de Spock que le tendieron en la cama, se estremeció cuando notó el miembro duro del vulcano deslizarse por su cadera y la boca de Jim se llevó un mordisco con la sorpresa.


   - ¡Ah! - Exclamó el rubio. - Bones, no muerdas...


   - Lo siento yo... - Estaba fuera de control. Tenía una erección de campeonato y la de Spock la estaba rozando, alimentándola con su calor y su dureza.


   - Tengo que hacerlo, Leonard... - De nuevo la voz ronca retumbando en su interior. - Tengo que poseerte, ahora...


   - Deja que le prepare para ti, mi amor... - Jim se escurrió sobre las sábanas, arrastrándolas con el roce de su cuerpo, para tumbarse entre las piernas del médico y separar con sus manos aquellas nalgas.


   - ¡Oh, Dios... Jim...! - McCoy tembló al sentir la lengua, sus caricias, sus breves incursiones allí dentro, la saliva caliente impregnándolo todo... La cabeza le daba vueltas.


   Spock le lamía los pezones apoyando levemente una de sus manos en su cuello, la otra sostenía un agarre en movimiento en aquella zona tan sensible, le estaba ordeñando literalmente... Jim había introducido uno de sus dedos, girándolo en círculos, cediéndole poco a poco, sin dejar de humedecerle con su lengua. Una descarga eléctrica recorrió su columna vertebral. El doctor no pudo controlarse, un chorro de líquido preseminal le salió disparado empapando la cara de Jim que rió divertido.


   - ¡Mmm... sabes bien, Bones! - Pronunció su nombre con glotonería.


   - ¡Aaah Jiiiiim! - Gritó cuando la boca de su ex-capitán rodeó su glande.


   - ¿A ver? - Spock también quiso probarle y añadió sus labios a los de su esposo.


      Les tenía a los dos allí, afanados en darle placer al mismo tiempo. Bajó la vista y vio sus lenguas rozándose mientras le lamían la punta. Tuvo el primer orgasmo al tiempo que eyaculaba, sufriendo ligeros espasmos que le curvaron la espalda, haciendo que su cabeza se apoyase en el colchón para levantar así las caderas. Llevaba demasiado tiempo sin tener relaciones, era normal no haber aguantado ni diez minutos.


      Jim y Spock se incorporaron, apoyados cada uno en una mano sobre el colchón, acariciándose mutuamente con el brazo libre por encima de las temblorosas piernas del doctor que jadeaba sin parar. Jim rozaba con sus dedos las cicatrices del minotauro sobre el pecho de Spock, éste el tatuaje de su sa-telsu hasta alcanzar su nalga, donde se detuvo a estrujarla largo rato. Entretanto juntaron sus cabezas y lamieron mutuamente la semilla aún caliente de Bones que se deslizaba por sus caras.


   - Oh, chicos... por favor... - Aquello le levantó el estómago, ¿se estaban tragando su...? No podía ni pensarlo.


   Jim sonrió al captar el pensamiento de su nuevo amante. Se tumbó a su lado para hundir los dedos en su pelo y besarle el cuello y la clavícula.


   - Te quiero idiota... - Sus besos se hicieron más profundos, aquello dejaría marca.


      Spock pasó por encima de ambos, se colocó al otro lado de la cama e introdujo su miembro dentro de su marido. Antes lubricó la zona con la mano mojada en saliva, en un gesto imperceptible para ellos por lo cotidiano, pero que llamó la atención del médico.


   - ¿No te duele? - Quiso saber curioso.


   - No... me encanta...


      Tenía la cara de Jim a escasos dos centímetros de la suya. Sus respiraciones se mezclaban. Vio brillar los ojos azules, la sonrisa en la sensual boca entreabierta... y le besó. Entonces sintió el placer que Spock le estaba proporcionando al moverse lentamente en su interior. Dejó el beso para tomar aliento. La sensación persistía en su mente, era como si el vulcano también le estuviera penetrando a él.


      Se vio a sí mismo sumergido en un océano infinito, las olas le mecían con mimo, el azul del agua se fundió con el de los ojos de Jim... gemía de gozo, el calor de su aliento azotándole en la cara. El médico comprobó que había vuelto a ponérsele dura.


      Spock se quedó en pie mientras su marido se colaba bajo el cuerpo de Bones, rodeándolo con brazos y piernas, echando la cabeza hacia atrás y ofreciéndole la nuez para que éste la mordisqueara. Entonces se arrodilló sobre la cama, acercándose con ternura a su nuevo t'hy'la, frotando ya su miembro contra los redondeados y duros glúteos.


   - Ten cuidado ahí, duende... es zona inexplorada...


   Jim se rió mirándole a los ojos.


   - No te hará daño... Bones... relájate. - Su voz sonaba dulce, sus labios buscaron otra vez la boca del doctor.


   Tenía ganas de gritar, todo su cuerpo se tensó al instante. Estaba ocurriendo, Spock... le sentía dentro, fuerte, vigoroso, pero también suave y cuidadoso.


   - Mi t'hy'la... - Spock no podía pensar en otras palabras, la lógica abandonó su mente y sólo el deseo le movía.


   - Bones... entra en mí, completa el círculo... - Jim separó más las piernas y tiró de su amante hacia él sujetándole por la nuca con las manos entrelazadas.


      La noche fue larga, los tres disfrutaron de todas las posibles combinaciones, alternando posiciones sobre la cama. El océano que sintió por primera vez McCoy les llevó a tierras muy lejanas, dejándose los tres mecer por el suave oleaje. La espuma blanca de aquel mar inmenso les acariciaba la piel enredándose en el vello. Fueron uno, un solo ser con tres cuerpos, una sola mente, una única alma que viviría para siempre.


 

Notas finales:

¡Tachán! Jajaja, como siempre, hay pañuelos de papel en el cajón de la mesita.

Gracias por leer. Esta vez sí espero ansiosa vuestros comentarios.


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