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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

David siente verdadera curiosidad por saber todo lo que Pavel pueda contarle sobre su padre, y por su extraña persona... ¿qué historia esconderá el peludo y flacucho anacoreta?

 


Asado de ternera con sorpresa


 


                                                               Pavel se puso de espaldas para terminar de secarse con la toalla. El chico tuvo oportunidad de volver a examinar aquellas pequeñas cicatrices. No eran muy profundas, aunque algunas más que otras. Parecían de uñas y dientes, tal vez de cristales... alguna quemadura, pero nada de armas blancas o disparos fáser. ¿Cómo se las había hecho? Podía distinguir cada costilla bajo la piel, cada hueso marcado en sus caderas, estaba tan delgado que daba lástima.


   - Mi madre hace un asado de chuparse los dedos. - Comentó distraído.


  - ¿Sigues ahí? Pensaba que querías saber de tu padre. - Cubrió su desnudez rodeando su cintura con la toalla y buscando una camiseta limpia que ponerse.


   - Y quiero... ¡Cuéntamelo todo! - David parecía ansioso por escucharle.


   - Ve a mi cuarto, el ordenador está ensendido... - Le señaló la puerta del baño esperando que saliera de una vez. - ¿Nunca has tenido acseso a la base de datos de la Flota, verdad?


   David negó con la cabeza.


   - ¿Qué tengo que buscar?


   - Introduse el nombre, James Tiberius Kirk... todo sobre él apareserá en pantalla. - Esperaba que fuese suficiente, al menos de momento.


   El simple hecho de mantener una conversación le suponía un esfuerzo, después de tanto tiempo en soledad Pavel había perdido la costumbre de hablar.


   Su sombra iba a abandonarle al fin. Datos, información sobre su padre, pensaba devorarla.


   - ¿Tiberius? - Preguntó asomando la cabeza por la puerta.


   - El nombre de tu bisabuelo. - Sonrió bajo sus barbas.


   El chico hizo un gesto entre sorprendido y divertido antes de salir corriendo a la habitación de Pavel para investigar en la computadora.


 


             La mesa estaba dispuesta y repleta de deliciosos platos. El equipo científico de Carol había traído consigo carne y vegetales frescos que Pavel llevaba años sin probar. Lechuga, col, tomates, el asado de ternera tenía una pinta increíble. Las tripas le gruñeron cuando se sentó a la cabecera, su sitio habitual. Habían desplegado las hojas y añadido una mesita portátil de acero ligero.


     Eran dieciocho en total, contando a David y a Carol. Demasiadas caras a las que sonreír. Cuatro mujeres, dos de ellas tan rubias como su jefa, otra castaña la última morena. Los doce hombres restantes se miraban unos a otros murmurando algo sobre su extraño anfitrión. Las palabras “ermitaño” y “hosco” llegaron a sus agudos oídos acostumbrados al silencio. No le importó. Cogió el tenedor y pinchó una tajada de carne para servirla en su plato.


   - ¡Eh, espera a que estemos todos! - Carol le dio un manotazo obligándole a detenerse. - ¡David! - Chilló estirando el cuello.


   - ¡Ya voy! - Respondió el chico desde el fondo del pasillo.


   - ¡No, ya voy no! ¡Ven ya! ¡Te estamos esperando! - Su voz se volvía supersónica.


   Pavel miró los cristales de las ventanas esperando que alguno estallase por la vibración.


   - ¡Maldito crío! - Murmuró Carol. - Nigel, bendice la mesa entretanto. - Se dirigió al hombre canoso sentado al lado opuesto de la cabecera.


      Todos bajaron la mirada mientras el hombre mayor decía una oración bajorana. David llegó a la mitad, se sentó y pidió excusas a su madre con la mirada. Ésta le correspondió con gesto severo. La bendición de los alimentos y de todos los que iban a disfrutar de ellos terminó. Pavel suspiró y volvió a coger su tenedor. Comida... Pensó.


   - Tienes que coger peso, Chekov. Por lo menos diez kilos. Das grima... - Carol le sirvió una abundante guarnición de patatas asadas, guisantes y cebolla.


   - Tiene sus ojos... - Murmuró masticando la carne.


   - ¿Qué? - Carol vio que señalaba a David con su mano libre. - Sí, me vuelve loca.


   - Tú fuiste juzgado con mi padre en Kronos... ¿Estuviste en Rura Penthe? ¿Son tan brutales los klingons como he oído? ¿Te hicieron ellos esas cicatrices en tu espalda? ¡Oh, mamá, deberías verlas... tiene tantas que apenas hay un tramo de su piel sin marcar...!


   - Tu padre también tiene esa verborrea cuando está nervioso. - Chekov sonreía, era como tener a un joven Jim sentado a su izquierda.


   - No le acoses, David... tendrás todo el tiempo del mundo para escuchar las batallitas del profesor Chekov sobre su capitán. - Carol reprendió a su hijo con seriedad y sirvió más patatas al hambriento Pavel. - Nos llevará años poner en marcha el proyecto Génesis. Por cierto, Pavel... ¿Qué es eso en tu contrato que he leído? ¿Indefinido? Esta luna nunca ha sido habitada más que por períodos de tres meses, seis a lo sumo, y los voluntarios no suelen repetir.


   - Nessesitaba estar solo. - Miró a la rubia con los ojos aguamarina entrecerrados, el ceño fruncido, la mandíbula ajustada.


      Ella comprendió que era mejor quedarse callada y no volvió a dirigirle la palabra durante la cena. Cuando vio que David iba a empezar de nuevo con su retahíla de preguntas le detuvo con una patada por debajo de la mesa. El chico comió deprisa, deseando volver al ordenador, había unos cuantos enlaces sobre su padre que aún no había investigado.


   - ¿Puedo retirarme, madre? - Preguntó con extremada educación.


   - Tenemos que distribuir los dormitorios todavía, David.


   - ¡Oh, no te preocupes por mí! Hay una litera libre en su dormitorio, me quedaré con él. - Puso su mano sobre el hombro de un incrédulo Pavel al decir aquello.


   - Está bien, retira tu plato y tus cubiertos, puedes irte a la cama. - Carol consintió con un gesto indolente de su mano. - Buenas noches, hijo.


   - Buenas noches mamá. - David se levantó de la mesa, se despidió del resto de comensales, guiñó un ojo a Pavel que seguía mirándole pasmado y desapareció por el pasillo hacia las cocinas.


   - ¿Dormir conmigo? ¿Crees que es buena idea, Carol? - Chekov la miró con el entrecejo levantado.


   - No vas a hacerle cambiar de opinión, - se encogió de hombros, resignada, - es un maldito cabezota igual que Jim. Por cierto... - juntó las manos sobre su plato medio vacío y le clavó los fríos ojos azules al preguntar, - ¿se ha casado, está con alguien?


   - Casado. - Respondió Pavel.


   - ¿Ha tenido más hijos? - Seguía con las manos estiradas, apoyadas entre sí por las yemas de los dedos, las palmas separadas unos centímetros.


   - Sí, una niña... - Tragó saliva antes de pronunciar su nombre con los ojos cerrados. - ¡Amy! - Sonó como una plegaria en sus labios.


   - ¿Y cómo es ella? - Sus preguntas estaban más inspiradas por unos celos irracionales que por mera curiosidad.


   - Es una niña pressiosa... - Pavel dibujaba su cara en su mente. - Pelo negro algo risado, ojos asules como Jim... los mismos de David, la verdad, los reconossí al instante...


   - No, no su hija... ¿Cómo es su mujer? - Carol le corrigió y esperó una respuesta que no llegaba. Pavel estaba riéndose a carcajadas. - ¿Qué? ¡Vamos dime...! ¿Cómo es ella?


   - ¡No hay ninguna ella, Carol! Jim se casó con Spock... apenas año y medio después de que te marcharas.


   Aquello sí que la desconcertó. ¿Jim el soldadito con ínfulas de grandeza casado con el primer oficial vulcano y don perfecto? No podía ser.


   - ¡Estás de broma! - Exclamó al rato viendo que no paraba de reír.


   - ¡No... es sierto! Amy tiene los ojos de Jim y las orejas de su padre.


   - Pero eso no es posible, a no ser que la crearan en un laboratorio... Pavel, creo que se te ha ido la cabeza aquí encerrado. - Carol separó sus manos y las colocó palmas abajo sobre la mesa.


   - Hubo una nave oscura y misteriosa, del exterior de la Galaxia... Amy fue consebida y gestada allí. ¡Un milagro imposible hecho realidad! Ella lleva los genes de ambos combinados con... - Se detuvo, iba a nombrar la sangre de Khan pero recordó que su t'hy'la había aplastado el cráneo del padre de Carol hasta matarlo delante de ella.


   - Increíble... ¡Casado con Spock y padres de una niña! - Agitaba la cabeza sacudiendo su media melena rubia. - ¿Qué edad tiene? No sabes lo que David me llegó a dar la lata hasta los siete años con que quería tener un hermano...


   - Debe haber cumplido ya los trese... - Unas lágrimas se le agolparon en los ojos aguamarina. Tenía el cuchillo en la mano y lo apretó por la hoja con fuerza, no era consciente de estar clavándoselo.


   - ¡Pavel! - Carol le golpeó el dorso haciéndole soltar el cubierto. Cogió una servilleta y le envolvió la palma con la pequeña herida sangrando.


   - Buenas noches, Carol. - Pavel se levantó y saludó a los presentes bajando la cabeza. - Buenas noches, señoras, caballeros... - Se retiró a grandes pasos hacia su dormitorio. Ya había tenido bastante conversación por aquel día.


 


            El chico seguía sentado al ordenador, consumiendo ansioso cada palabra relacionada con la vida de su padre, sus aventuras en el Enterprise y sus misiones en la Agencia de Inteligencia de la Flota. Se detenía en los detalles accesorios, consultando datos sobre los planetas que Jim había visitado, las razas que los poblaban, sus exóticas costumbres. David deseaba viajar igual que su padre, soñaba con ingresar en la academia y enrolarse en alguna misión que le llevara a explorar el universo.


   - Dormirás en la litera de arriba. - Dijo Pavel quitándose las botas y los pantalones. - Y no hagas ruido al acostarte, tengo el sueño ligero.


   - ¿Qué te has hecho en la mano? - Señaló la servilleta enrollada con una mancha roja sobre su palma.


   - No es nada. - Se tumbó en su cama, necesitaba silencio. - Buenas noches David.


     El chico buscó un frasco de desinfectante, unas vendas y unas tijeras en el botiquín de la pared. Se sentó junto a Pavel y le obligó a dejarse hacer una cura.


   - He leído que mi padre está casado con el director del departamento científico de la academia... - Le sopló la herida cuando vio que el líquido que le había puesto le escocía. - El señor Spock. ¿Es el mismo que fue su primer oficial en el Enterprise?


   - Sí... - Pavel esperó a que le colocase la venda y le empujó fuera de su lecho. - Grassias, David. Ahora déjame dormir.


   - ¿Tienen hijos? - Preguntó antes de dejar las tijeras sobre la mesa del ordenador. - Me gustaría saber si tengo algún hermanastro... Pueden haber adoptado a un niño, o dos... ¿No?


   - Una hermana de sangre, hija de Jim y Spock. ¡Amy...! - Su nombre por segunda vez en sus labios aquella noche. No aguantó más y las lágrimas cayeron como puños por su cara.


   - ¿Estás bien? - El chico le miró con angustia.


   - ¡Déjame en pass! - Pavel se dio la vuelta y se acurrucó en posición fetal, mojando la almohada con su llanto.


      David le acarició la espalda, se las arregló para tenderse a su lado y abrazarle desde atrás. Estaba tan delgado que cupo junto a él en la estrecha litera. Lo empujó, sólo un poco, hasta que sus rodillas dieron con la pared. Le rozó el pelo apartándolo de su propia cara, le hacía cosquillas en la nariz. Pavel seguía llorando, más fuerte, los hombros se sacudían en pequeños espasmos.


   - ¡Ssschhhh! Ya no estás solo, Chekov... yo me quedaré contigo. - David le acunaba con leves movimientos.


     Sentía pena en su corazón por aquel pobre tipo solitario. No podía dejar de preguntarse por qué había acabado en Rinax, totalmente aislado y por propia voluntad. ¿Qué había hecho para sufrir semejante castigo? ¿Y por qué el nombre de su hermana le hacía llorar? ¡Amy...!


 

Notas finales:

Gracias por leer. Gracias por comentar. Espero que os guste la historia.


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