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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Bones tiene un arrebato de pasión y se encierra con sus amantes en el cuarto de la limpiadora.


Amy llega vestida como una guarrilla y con un tatuaje en su vientre.


No importan las peleas, es el mejor día en la vida de Sulu: su hija ha nacido.

 


Con la fregona en la cabeza


 


                                                                Las clases estaban llegando a su fin, se acercaban las vacaciones de verano. El calor empezaba a hacerse notar y las compañeras de Amy en el instituto vestían faldas cortas y escuetos tops ajustados que traían a los muchachos de cabeza. Una de ellas la invitó a ir de compras al salir.


   - Tienes que renovar tu armario, Amy... pareces un chico así vestida. - La miró de abajo arriba. Botas militares, pantalón largo, camiseta amplia... y el pelo recogido en una cola alta como la que solía llevar Nyota. - Siempre de blanco y negro... ¿Sabes que hay otros colores, verdad?


   - Natalie Marie Hershlag – pronunció el nombre completo de su mejor amiga, - claro que lo sé, no soy daltónica.


   - Estupendo, Amanda Winona Kirk. ¡Al centro comercial, ahora! - La agarró del brazo y la arrastró a la parada de aerobús.


   Amy se dejó llevar. Le hacía gracia que después de cinco cursos juntas siguiera ignorando sus nombres vulcanos.


 


                                                 Sulu conducía lo más rápido que podía, Selene estaba de parto. Toda su pericia como piloto le vino de perlas para evitar el atasco en el centro; la gente salía de trabajar, los colegios se vaciaban y la tarde calurosa invitaba a irse a la playa.


   - ¡Quita de en medio! Tako! **(estúpido) – Sus improperios contra el resto de conductores pusieron nerviosa a su mujer.


   - Ferme ta bouche, Hikagu! *(cállate) ¿Quiegues que la niña salga dipagada?


   - Lo siento, mi vida... concéntrate en respirar, como te dijo Jim... despacio, eso es... Ya estamos llegando.


   - ¿Le has llamado? - Preguntó entre bocanada y bocanada de aire.


   - ¿A Jim? Aún no, pero Spock me vio salir disparado de la academia, seguro que ya se ha hecho una idea...


   - Hablo de Otto, mon chére... *(querido) ¡Nesesito a mi ginecólogo, no a tus amiguitos del alma!


   - Sé que estás molesta, pero habla el dolor... respira. - Sulu conocía bien a su pareja, sabía cómo tratarla.


 


                                      Otto Oetker se ocupó de todo. Con sus ademanes tranquilos hizo que Selene recuperase la calma, todo iba bien y pronto nacería la pequeña. Sulu aprovechó que su mujer iba al aseo para contactar con Spock desde el pasillo del hospital.


   - ¡Ya llega, mi niña... ya casi está aquí! - Los nervios hacían que se balancease hacia delante y hacia atrás mientras hablaba, provocando un mareo en el vulcano que tuvo que apartar la vista de la pantalla de su vídeo comunicador portátil.


   - Me lo imaginaba, voy de camino al cuartel de la Flota, recogeré a Jim e iremos al hospital ¿Has llamado a Nyota? - Por la cara del japonés supo que no. - Ya lo hago yo, tú vuelve con Selene, hasta ahora.


 


                                             Scott dejó a sus hijos con la vecina, no era la primera vez y la señora Waldorf lo hacía encantada.


   - Portaos bien, enanos... o tendré castigaros cuando vuelva. La hija de Sulu está a punto de nacer. - Se volvió hacia la anciana para darle sus instruciones. - Señora Waldorf, nada de helados antes de la cena y a las nueve en la cama. Muchas gracias de nuevo por quedárselos.


   Cayden y Bean agitaron sus manitas despidiéndose de su papá y se miraron el uno al otro con ganas de conocer a aquella niña de la que todos hablaban desde hacía meses y a la que aún no habían visto por ninguna parte.


   - ¿Se ha quedado Bean llorando? - Nyota le esperaba en el coche.


   - ¡No, está hecho un hombre ya...! - Agitó la cabeza como un gallo orgulloso.


   - Menudo hombre... tiene cuatro años.


   - Sí, crecen rápido... Hace siete que nació Cayden y ya casi es un viejo... ¿Cuándo vamos a por el tercero, preciosa?


   - ¡Oh, Monty... ya basta! Voy a cumplir los cuarenta, no quiero más niños. - Aquello lo dijo sabiendo que a su esposo no le iba a sentar nada bien, pero estaba harta de sus continuas indirectas.


   - ¿Sólo dos niños? Nyota... siempre quisimos tener cinco...


   - Eso tú, yo no quería ninguno. Y ya van dos a tu favor. - La boca se le ajustó, estaba empezando a irritarse. - No discutamos, Monty... Hoy es un día especial, la niña de Sulu va a nacer...


   - Tienes razón, y si no quieres más bebés... bueno, no importa. Me has dado los hijos más guapos y fuertes que un padre podría tener. - Besó a su esposa sin soltar el volante, estaban llegando ya al hospital.


 


                                            McCoy se sonrojó cuando vio llegar a Spock de la mano de Jim y éste se soltó para ir a darle un abrazo. Scott, Uhura y Peter estaban mirando.


   - ¿Ya te ha echado Oetker de la sala de partos? - Bromeó Jim soltándole y manteniendo las distancias.


   - No le he pedido asistirle... - Protestó el médico.


   - Alex le ayuda. - Peter estrechó a su tío Jim la mano acompañada de un palmetazo en la espalda. - Hacía días que no te veía, ¿mucho trabajo?


  - Ya sabes... he estado ocupado. - Se llevó la mano a la cabeza levantándose el pelo de la nuca con gesto despreocupado.


      En realidad había pasado los últimos meses yendo del trabajo a casa y de allí, en secreto, y acompañado por su marido, al dormitorio del doctor. Su reciente vínculo no les dejaba tiempo para otra cosa que no fuese descubrir más y mejor las calientes combinaciones de sus cuerpos. Se sentía como si tuviese veinte años otra vez, a Spock y a Bones les pasaba lo mismo.


   - ¿Tienes idea de dónde pueda estar tu prima? La hemos llamado como diez veces y no contesta. Envíale un mensaje de texto, a ver si a ti te hace caso. - Le dijo a su sobrino sin ocultar su enfado.


   - ¿Seguís igual? - Peter sabía de sus problemas con Amy.


   - ¡Oh, está insoportable! - Su cara lo decía todo, habían vuelto a discutir antes de irse al instituto. Una tontería sobre la ropa, nada serio.


   - Se le pasará pronto. - Terció Uhura acariciando el brazo de Jim.


   - Tú no fuiste ni la mitad de problemático... - Pellizcó la cara de su sobrino y le hizo gracia rasparse los dedos con la incipiente barba rojiza. - ¿Qué te está saliendo aquí? - Bromeó sobándole la cara.


   - Mis circunstancias fueron muy distintas. - El joven se apartó sonriendo con tristeza. - Perdí a mis padres en Deneva, a tío Jim y tío Spock en Nuevo Vulcano... conocí a Alex... - Suspiró mirando la puerta del pasillo detrás de Nyota.


      No todo había sido doloroso en su adolescencia, su guapo novio estaría ahora ayudando a traer al mundo una nueva vida. Se sentía orgulloso de él.


   - Y yo he malcriado a Amy todo el tiempo... - Jim dejó caer la cabeza sobre el hombro de Nyota. Sintió toser a Scott detrás de él y le dio la risa. - ¿Te has resfriado, Scotty? - Le preguntó tocándole el culo a su amiga. Sabía que aquello le ponía de los nervios.


   - ¿Por qué no nos traes unos cafés, Jim? - Le apartó los dedos del trasero de su esposa lanzándole una cínica sonrisa.


   - ¡Buena idea! - Dijo McCoy, tal vez demasiado alto. - Me hacen descuento en la cafetería del hospital y usan el café bueno. Spock, síguenos. Jim y yo no podremos con todos los vasos.


   El vulcano asintió, las manos cruzadas tras la espalda. Echó a andar por el pasillo detrás de Jim. De pronto, al volver la esquina Leonard desapareció tras una puerta; mantuvo la mano fuera agarrando a Jim a su paso, luego a Spock, y cerrando detrás de ellos.


   - ¿Dónde estamos...? ¿Qué es esto? ¡Joder! - Jim tropezó con una fregona golpeándose la cabeza con el mango.


   - Lo siento, chicos... pero no aguantaba más... - McCoy los abrazó a ambos, tanteando sus caras con la boca en la oscuridad del almacén de limpieza.


   - Tal vez sea culpa mía, aún ardo cuando te veo... - Spock sonó más ronco y grave que nunca en sus cabezas.


   - ¿Has dejado de arder por mí alguna vez? - El tono de Jim de falsos celos hizo que ambos se excitasen todavía más.


   - Sabes que no... - Le estaba devorando la boca. Sintió su corazón desbocarse en el costado cuando descubrió la mano de Jim sobre la suya acariciando la entrepierna de Bones.


   - Por lo que más queráis... en silencio, absoluto silencio... - McCoy tuvo que morderse la mano para no gritar cuando su miembro quedó al descubierto y unos labios lo besaron.


 


                                                Amy llegó corriendo por el pasillo y al ver a Peter, Nyota y Scott se paró en seco. Lucía unas piernas esbeltas y del color de la leche, siempre andaba con pantalón largo y de repente aquella minifalda... Tendría que ir a la playa. La barriga también estaba pálida, el top apenas le cubría el final del pecho. Nyota se la quedó mirando, si no fuese por la botas y la cola le parecería estar viendo a otra chica cualquiera salvo a Amy.


   - ¿Dónde estabas? Tío Jim te ha estado llamando. - Su primo la encaró nada más verla.


   - Ya, pasa... - Dijo con desprecio. - ¿Ha nacido?


   - Aún no. - Peter la cogió del brazo y la llevó a un rincón. - ¿Qué haces así vestida? ¿Has estado de compras? - Los oyuelos en su cara hicieron reír a su prima.


   - No te pongas tú igual que a'nirih. - Bromeó. - Esta mañana me ha echado una bronca por cortar una camiseta. ¿Te puedes creer que bloqueó las puertas y ventanas y me obligó a cambiarme antes de salir?


   - Pues ahora la va a pillar buena, ¿no había faldas más cortas, verdad? - El chico se rió mirándole las piernas.


   - ¡Bah, y deja que vea esto! - Amy separó la cinturilla mostrando a su primo su vientre, justo donde empezaba la braguita.


   - ¿Qué es eso? - Peter se acercó a mirar. - ¿Un tatu? ¡Tu trisquel...! - Amy y su amiga no habían perdido el tiempo en el centro comercial.


 


                                            Spock salió ajustándose el jersey al cuerpo, el aire acondicionado del hospital le hacía sentir frío en su piel vulcana acostumbrada al calor. Jim se colocaba la chaqueta del uniforme y Bones simplemente se quedó clavado ante la puerta del almacén mirando a la limpiadora.


   La mujer, que vestía el color verde hoja de mantenimiento del hospital, lucía una chapa de identificación con su nombre sobre el pecho: Isabel González. De origen español, con su temperamento caliente y su sentido del humor pícaro, se preguntaba qué habrían estado haciendo los tres hombres encerrados en la habitación a oscuras.


   - Almirante Kirk, inspección rutinaria. - Jim hizo uso de su rango todo poderoso y salió caminando con la cabeza alta hacia la puerta de ginecología.


   - Todo parece en orden, continúe. - Spock agarró a Leonard del brazo y echó a andar con él detrás de Jim. El médico seguía con los ojos desorbitados y las cejas levantadas. Lo último que quería eran rumores corriendo por el hospital. ¿Por qué habría hecho aquello? ¡Como si no pudiera esperar a la noche!


   Isabel sonrió y murmuró un “mariposones estirados” a su espalda en cuanto se fueron. Encendió la luz y vio con fastidio que todo estaba tirado por el suelo y revuelto.


 


   - ¿Amy? ¿Qué coño llevas puesto? - La voz de Jim resonó por toda la planta al echarle la vista encima a su hija.


   - T'hy'la... aquí no... - Spock le cogió del brazo tratando que se calmase.


   - Mierda, no la hemos engañado... - Bones no se quitaba de la cabeza a la limpiadora, ¿y si le daba por hablar? ¿Y si les había oído? Por mucho que lo intentaron no pudieron sofocar todos los gemidos.


   - ¿Pero estáis viendo cómo va vestida? - Jim seguía mirando a Amy con reprobación. - ¿Qué es esto? ¿Tu hija tiene una doble vida, Spock?


   - ¿Por qué si es algo malo es mi hija y si es bueno es tu bebé? - El vulcano levantó su ceja para mirarle a los ojos con la cara inclinada.


   - Porque pase lo que pase tú tienes la culpa Spock, parece mentira que en quince años no te hayas dado cuenta. - Jim le expuso su lógico argumento y su marido volvió a poner la cabeza recta bajando la ceja.


   - Ya está bien chicos, Scott y Nyota nos están mirando. - McCoy les reprendió. La conversación no podían escucharla pero sí ver sus gestos.


   - ¿Hola? ¿Tierra llamando a papi? ¿Hay alguien ahí? - Amy le pasaba los dedos por delante de la cara. - Tú le has oído esta mañana, “nada de ropa cortada a clase”, que si quería algo distinto podría ir a la tienda y comprármelo... ¡Pues eso he hecho y mira! Tiene que regañar por todo.


   - Vas muy corta, ¿no va muy corta? ¡Uhura! - Jim ordenó el apoyo de su ex-teniente, más que solicitar la opinión de una amiga.


   - Es la moda, Jim... Yo también llevaba minifalda a su edad. - Nyota trataba de quitarle hierro al asunto. - ¿Y mi café?


   - Voy a asegurarme de que Isabel, la de mantenimiento, no haya oído nada... - McCoy le advertía mentalmente de que se marchaba. - Spock, procura que no la mate cuando vea el tatuaje... - A sus ojos de médico no se les escapaba un detalle.


   - ¿Qué tatuaje...? - Spock se volvió hacia Leonard pero olvidó cerrar el canal telepático a Jim... aún no controlaba bien el pensamiento a tres bandas.


   - ¿Te has hecho un tatuaje? - Jim la zarandeó por el brazo ligeramente.


   - ¡Sí... mi trisquel! - Se bajó la falda y lo mostró orgullosa. - ¿Qué pasa? Tú también tienes uno...


   - ¡Por todos los dioses, tienes trece años!


   - ¿Y qué? Tú conociste a papá con cuántos... ¿veintitantos? ¡Yo amo a Khan desde los tres y a Pavel le sentí por primera vez meses antes de nacer, cuando estuve en tu vientre en Metafisto y a ti te dio por pensar en naranjas...!


   Amy y su memoria imposible, ¿cómo sabía lo de las naranjas? Jim, Bones y Spock se quedaron de piedra al escucharla.


   - ¡Ha sido niña, las dos están bien! - Sulu salió por las puertas de la sala de partos gritando con euforia. Al primero que vio fue a Jim y le abrazó dando saltos de alegría. - ¡Soy padre!


   - ¿Niña eh? - Jim le palmeó los hombros. - Pues lo siento, Sulu, recibe mi más sentido pésame...


 




Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

Una nueva Sulu en el mundo... medio japonesa y medio francesa.


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