Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

[Reviews - 264]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

David se ha propuesto adecentar a Pavel. Poco a poco se irá ganando su confianza.

 

Amy recibe un increíble regalo por parte de su abuelo que le costará más de un disgusto a Jim.

Un corte de pelo y un afeitado


 


                                                                    El imperio romulano estaba en clara desventaja desde que klingons y Federación aunaron sus fuerzas. El cuadrante delta estaba prácticamente deshabitado. Apenas explorado, las pocas civilizaciones que se habían encontrado allí hasta el momento no suponían ningún reto a la hora de conquistarlas. Los orejas puntiagudas intentaban expandirse.


      Así llegó una nave de exploración a tomar tierra en Rinax, aquella luna deshabitada y sin riquezas que explotar.


   - ¿Qué hacemos aquí? Esto es un pantano repugnante, lleno de bichos enormes y nada más.


   - Son órdenes de la general T'rak, debemos asegurarnos. El escaner de la nave detectó una base con alta actividad energética en sus subterráneos.


   - Pero ella nos envió a Talax, el planeta de este satélite. ¿Por qué detenernos en este lugar? No has informado a la general de esta parada y tus paranoicos motivos.


   - Calla, Shorok, he oído un ruido.


   - Será uno de esos gigantescos mosquitos... Esto no es más que un viejo puesto de observación de la Federación... ¿Lo ves? No hay vigilancia... ¿Si escondiesen algo valioso lo iban a dejar desprotegido?


      Aquello iba por él. Pavel tenía la misión de proteger la investigación de Carol y a su grupo de científicos. Escuchaba, fáser en mano y escondido en el conducto de ventilación, la conversación entre ambos soldados romulanos. Antes de atacarles tenía que asegurarse de que no esperaban a nadie más. Parecía que no.


   Se dejó caer sobre uno de los soldados, derribándole al suelo con su escaso peso. Sabía que su raza era más fuerte, pero contaba con la ventaja de la sorpresa. Disparó al confiado Shorok dejándole aturdido en el momento, quería prisioneros, siempre les vienen bien a la Flota.


   - ¿De dónde has salido? - Preguntó el otro guardia levantándose del suelo.


   - Del infierno... - Susurró al golpearle con la culata de su arma en la mandíbula, luego le pateó las costillas.


   David le observaba por las cámaras, corrió hacia el exterior cuando vio a ambos alienígenas abatidos y a Pavel victorioso. Nada más atravesar las puertas entendió que se había precipitado en sus conclusiones.


   - ¡Ríndete humano! ¡Mi fuerza es superior! ¿Me obligarás a matarte? - El romulano amenazaba con partirlo en dos, rodeándole el pecho con sus brazos y levantándolo en peso.


   - E'Gok, lo'Be Vos! *(empieza, cobarde, en klingon) – Le desafió Pavel.


   Se escucharon crujir unos huesos, las costillas, rotas otra vez... como casi todos los años desde que dejara la Tierra. El ruso soltó una carcajada que heló la sangre verde en las venas del soldado. David les miraba con ojos de pánico.


   Pavel, aprovechando el desconcierto de su enemigo, se dejó caer al suelo y golpeó su entrepierna con un duro cabezazo. El romulano cayó de rodillas ante él, cara a cara, gritando de dolor. Su especie tiene los genitales muy sensibles. El joven Marcus saltó sobre el fáser a unos metros y se lo lanzó a Chekov que lo cazó al vuelo.


   - ¡Quietesito ahí, soldado! Vamos a llevar esto lo mejor posible... - Hizo un esfuerzo por ponerse en pie, el dolor le estaba matando. Con un movimiento de su arma obligó al romulano a recoger el cuerpo de su compañero y caminar delante de él hacia el transportador.


   - David, marca el código nueve, nueve, sero, sero, alfa en la consola. - Los romulanos permanecían quietos en la plataforma, uno apoyado sobre los hombros del otro, mientras Pavel les apuntaba.


  - ¡Hecho! - El muchacho estaba encantado de ayudar a su amigo. - ¿Y ahora?


  - Energissa... La Flota estará encantada de resibir explicasiones vuestras.


  - Prisioneros teletransportados, señor... - David saludó formalmente a Pavel cuando pasó a su lado camino de la enfermería.


   - Hasme otro favor, chico... - Susurró apoyándose en la pared con una mano. - Llama a tu madre... - Se dejó resbalar escupiendo sangre.


   - ¡Mamáaaaaaaaaaa! - David gritó asustado recogiendo el cuerpo de Pavel, evitando que la cabeza golpease el duro suelo al perder el conocimiento.


 


         Cuando abrió los ojos Carol Marcus le miró enfadada. Le había vendado el pecho, empezando a soldar las costillas con los rayos Bertod, curado la hemorragia interna con el material médico, pero sus ojos fríos y azules le estaban atravesando el alma.


   - ¡Que sea la última vez que involucras a mi hijo en tu trabajo de soldadito! Lleva todo el día dando patadas a las paredes, saltando desde los muebles, jugando a disparar a enemigos imaginarios y cada veinte minutos preguntando si te has despertado ya... - Miró a su espalda, alguien se acercaba. - ¡Aquí le tienes!


   - Mamá, ¿ha despertado ya? - El chico se dio cuenta y corrió a estrechar la mano de su amigo.


   - ¡Inspector Chekov, ha sido un honor poder ayudarle hoy! - Se cuadró y le saludó militarmente.


   - ¡Déjate de juegos estúpidos, David! - Su madre le regañó con enfado. - Vas a cumplir quince años dentro de poco, ya está bien de...


   - ¡Y cuando tenga los dieciséis ingresaré en la academia! - Interrumpió a su madre y aguantó firme su mirada de hielo.


   - ¡Eso lo veremos! - Carol se dio media vuelta y salió de la enfermería. - ¡Y deja descansar a Pavel, niño estúpido!


   - ¿Es lo que quieres? ¿Ser un soldado de la Flota? - Pavel tosió, apenas podía hablar.


   - Shhh, no digas nada. Tienes que descansar. - Le apartó los rizos de la frente y le miró la barba con detenimiento. - Mañana te afeitaré. Parece que tengas cincuenta y tantos en vez de treinta y pocos. ¡Sí, te quitaré diez años de encima!


 


 


                                               Sarek regresó de su viaje al planeta Caita con un bonito regalo para su nieta, como era su costumbre. Amy le recibió con un fuerte abrazo y un beso en la mejilla. Luego puso las manos, sabía lo que seguía.


   -Esta vez no puedes cogerlo, Amanda. - Sarek se puso misterioso. La pequeña le regaló su sonrisa más amplia.


   - ¿Y dónde está mi regalo, abuelo?


   - Fuera, en el jardín. - Sarek la vio salir corriendo y chillar de alegría al ver la pequeña moto voladora. - Los caitanos son buenos ingenieros y por su tamaño los vehículos son más pequeños. Imagino que te vendrá bien a tu envergadura.


   - ¿Una moto, Sarek? ¿En serio? - Jim no daba crédito, aquello era lo que le faltaba.


   - Tú condujiste el coche de tu padre con nueve años... - Le recordó Spock en silencio. Mantenía la mirada fuera del alcance de su padre.


   - ¡Y lo tiré por un barranco...! - Salió detrás de su hija. Tenía que poner fin a aquello antes de que fuese tarde. - ¡Podrás conducirla cuando cumplas los quince! - Gritó asomando por la puerta a una Amy entusiasmada con su aeromoto.


   Sarek observaba la cara de su hijo ponerse cada vez más verde. El silencio de sus labios y el de su mente sólo podían obedecer a una cosa.


   - No me gusta que sientas vergüenza, Spock. Debes estar orgulloso. - Posó sus manos sobre los hombros de su hijo y le forzó a mirarle a los ojos. - Tu doctor McCoy es un gran hombre, un buen amigo y ahora también tu amante.


   - Padre... Sobre eso, debo decirte que Leonard no quiere que nadie más lo sepa. - Spock bajó la mirada, esta vez para ocultar la tristeza que aquello le provocaba.


   - Tal vez por ahora, no te preocupes, cambiará de idea. - Sarek sabía lo que el médico tenía en su corazón y aquel amor no se podría ocultar de por vida.


   - ¿Puedo preguntarte una cosa? - Spock esperó a que su padre asintiera para continuar. - Tú pasaste mucho tiempo con el almirante Kirk y el embajador... ¿Sabes si ellos... si su doctor McCoy...?


   - Sólo sé que era su mejor amigo. Jim solía hablarme de él con verdadera devoción y los ojos inundados en lágrimas. - Sarek se volvió hacia el jardín, quería ver a su nieta subida en aquella máquina que había traído desde tan lejos. - ¿Que si compartió con ellos el vínculo? Es posible, nunca les pregunté, no me pareció adecuado ahondar en la raíz del dolor por su pérdida.


   - Es cierto padre. Sólo era curiosidad.


   - Ya no están para guiaros, hace tiempo que faltan, pero no lo estáis haciendo nada mal. ¿Crees que Jim se ha disgustado con mi regalo?


   - Sí. La próxima vez, pregunta. - Spock sonrió levemente y acompañó a su padre al jardín. Alguien tenía que poner paz entre la ko-kan *(chica) y su a'nirih.


 


                                                              Pavel estaba muy quieto sentado en la silla en mitad del aseo, con la cabeza hacia atrás y la mano derecha acariciándose las costillas una a una, comprobando cómo estaban soldando. Podía notar con las yemas de los dedos cada abultamiento de los huesos, había perdido la cuenta de las veces que se le habían roto.


   David pasaba la hoja afilada por el cuello de Chekov, con cuidado de no herir la piel. Antes le había tenido que recortar a tijera, en el suelo gris se acumulaban aquellos pelos marrones que había despejado de su cara.


   - Luego puedo cortarte el pelo...


   - No.


   - Sólo un poco, pareces un yak andoriano... - Terminaba la operación y contempló su trabajo. - ¡Anda, pero si tienes cara! Y es bonita, mírate... - Le puso el espejo delante y dejó que se examinara con atención.


   Pavel llevaba unos cinco años sin verse la piel del rostro. Cuando llegó a Kronos, al servicio de Azetbur ya tenía barba cerrada. Le sorprendió ver que el chico tenía razón, parecía más joven. Se acarició la vieja cicatriz del filtrum, la que le hiciera Khan.


   - ¿Qué hasses? ¡No...! - Gritó a David al notar cómo le había cortado un buen trozo de su melena.


   - Ahora tendré que igualarla, venga... déjame que lo haga. Mira, no es para tanto, lo que te he quitado básicamente son los nudos, Chekov. - Le enseñaba el puñado de pelo en su mano abierta.


   - Termina de una vess. - Dijo volviendo a echarse atrás en la silla. - Quiero poder seguir recogiéndolo en una coleta, no cortes demasiado.


   David sonrió y siguió con su tarea. Iba a dejar a Pavel presentable, primer paso para terminar con el huraño eremita y abrirse camino a su corazón. El chico se había propuesto averiguarlo todo sobre aquel hombre extraordinario que había trabajado con su padre.


   - ¿Por qué lloraste la otra noche al pronunciar el nombre de mi hermana? - Pavel le cogió el brazo con fuerza y le quitó las tijeras de entre los dedos para tirarlas al plato de ducha.


   - Vete. - Le ordenó levantándose. - ¡Que te vayas, yebát! *(joder) – Le gritó a la cara.


   - No. - David se cruzó de brazos y se plantó firme ante su amigo. - Si no quieres no me lo cuentes, pero algo te pasa con ella... susurraste su nombre en sueños, lo haces a veces... Amy, Amy... Mamá me ha dicho que tiene trece años... no puede ser que sea... tu novia, ¿lo es? ¿por eso estás aquí?


   - Maldita verborrea de los Kirk... ¡cállate! ¡Márchate! ¡Déjame solo! - Levantó la voz y no solamente eso. Alzó su mano y pegó al chico un revés con todas sus fuerzas hasta tumbarlo en el suelo encima del montón de pelos que le había cortado.


   David se quedó llorando allí tumbado cuando Chekov salió en silencio al pasillo. Algo de lo que le había dicho era cierto... La torta demostraba que había dado en el clavo. Su novia, eso es... aunque Amy fuese una niña, aunque Pavel estuviera separado de ella... Probablemente nunca la había tocado, pero su intuición le dijo que el genio ruso algún día sería su cuñado.


 

Notas finales:

Gracias por leer. Gracias por los comentarios.

P.D.: La confianza cuesta, a veces duele.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).