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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Amy tendrá que enfrentarse a una disyuntiva... mortal.


¿Qué diablos estará pasando en Kronos?

 


La disyuntiva


 


                                                              Las manos de Amy recorrían la piel de Natalie con avidez, anhelaba su tacto suave y sedoso, las formas redondeabas que la hacían enloquecer. Mordisqueó el cuello de su amiga hasta el hombro, tumbándola sobre la cama y poniéndose a horcajadas sobre sus caderas. Presionaba con su pelvis la de su compañera, frotando ambos sexos con fuerza... la chica empezó a gemir.


   - Schh... no hagas ruido, Nat... - Le tapó la boca y la emprendió a bocados con el pezón que se endureció bajo la camisa mojada por la lluvia.


   - ¡Oh, Amy! - Natalie la sujetaba por la cintura, atrayéndola hacia su cuerpo cada vez que ella se separaba. - ¡Quítate la ropa!


 


 


                                       La lluvia caía al otro lado de la ventana sobre el jardín, las gotas golpeaban los cristales y de vez en cuando el resplandor de un rayo llamaba su atención.


   Spock, Nyota y Jim se mantuvieron en silencio un momento, considerando cuánto habían cambiado las circunstancias de los klingons con la explosión de Praxis. Su mundo acababa de sufrir el Apocalipsis. La nave Excelsior estaba allí para ayudarles en todo lo que pudieran, como ángeles enviados por un dios bipolar.


   - Pavel está con Sulu. - Jim lo soltó así, secamente. Desde que se había enterado en el Cuartel General de la Flota estuvo pensando si decírselo a su familia o mantenerlo en secreto. Notó a Spock tensarse como una tabla.


   - ¿Pavel? ¿En Kronos? - Nyota bajó las piernas del sillón y se echó hacia delante.


   - Él... estaba a bordo de la Excelsior. No tengo muchos detalles pero creo que le recogieron en Talax, en el cuadrante Delta, hace meses que... - La verborrea no tardó en aparecer.


   - ¡Ya basta, Jim! - Spock se incorporó de repente y caminó hacia el ventanal que daba al jardín. Hubiera salido fuera, de no ser porque detestaba mojarse con la lluvia.


   - ¡Qué! - Jim se levantó también. - ¿No se puede hablar de Pavel?


   - He dicho que basta, sa-telsu. - Spock le habló en silencio, mirándole con gesto severo. Cruzando las manos tras la espalda se giró de nuevo para perder la vista entre la lluvia.


   Jim caminó hacia él, manteniéndose dos pasos a su espalda desde donde sabía que podría atormentar su fino oído con los gritos.


   - ¡Estoy cansado de esa actitud tuya! ¡Amy ya ha cumplido quince años! ¡Pavel debería volver a casa! - Chilló a pleno pulmón.


   - ¡No pondrá un pie aquí! - Spock se giró para gritarle a su vez. - ¡Si se acerca a Amy le romperé el cuello con mis propias manos y sabes que puedo hacerlo...!


   - ¡Spock! - Protestó Nyota levantándose. - ¡No digas tonterías! Ha pasado mucho tiempo... es el prometido de tu hija y tarde o temprano...


   - ¡No lo es! No realicé el koon'ul *(compromiso) Si a ese perturbado se le ocurre aproximarse a Amy sufrirá las consecuencias. - Su voz fue oscura, como si encerrase un secreto terrible.


   - ¿Qué quieres decir con eso? - Jim supuso que nada bueno.


   Viendo que no obtenía respuesta sondeó su mente. Nada. Topó de bruces con el impenetrable velo de Spock.


   - Chicos, chicos... ¿qué pasa? ¿A qué vienen esos gritos? - Bones salió de la biblioteca seguido por Scott.


   - Pavel... - Dijo Jim sin quitarle los ojos de encima a Spock.


   - Jim se ha enterado de su paradero, Bones. - Uhura se acercó a su marido mientras se calzaba los zapatos. - Creo que deberíamos irnos, Monty.


   - ¿Está bien ese imbécil? - Le preguntó el ingeniero, en el fondo le echaba de menos.


   - Está con Sulu, en el Excelsior... - Nyota arrastraba a Bean de la mano fuera de la biblioteca.


   - Entonces ¿está ayudando a los klingons en Kronos...? - Scott cogió a su hijo pequeño en brazos. Bean notó la tensión en el ambiente, dejó de protestar y se llevó el dedo a la boca.


   - ¡Cayden! He dicho que nos vamos... - Uhura se ponía un abrigo sobre los hombros.


      Entretanto una conversación silenciosa estaba teniendo lugar en la habitación.


   - Pavel tiene intención de regresar a la Tierra, quiere volver a casa... con Amy... - Le explicó Jim al médico.


   - ¡Sobre mi cadáver, Jim! - Spock seguía furioso.


   - Chicos, por favor, esperad a que salgan Scott y Uhura... - McCoy les suplicó nervioso, mirando de reojo a sus amigos.


   - ¡No nos están oyendo, Bones! Y ¿sabes qué? ¡Estoy hasta las pelotas de tus estúpidos secretos...! - Jim estaba verdaderamente alterado.


   - No cambies de tema, hablábamos de Pavel. - Bones esquivó el asunto.


   - No hay nada de qué hablar. Ese enfermo no tendrá ninguna relación con Amy, si queréis verle tendréis que hacerlo lejos de aquí... - Les advirtió seriamente el vulcano.


   - Spock, recapacita... se trata del t'hy'la de tu hija... - Jim intentó llegar a su corazón, Spock parecía tenerlo congelado.


   - Es mi última palabra. - Cruzó las manos a su espalda de nuevo y mostró su cara más adusta.


   - ¡Tú y tus malditas últimas palabras! - Jim aborreció su testarudez vulcana.


   - Chicos, Uhura nos está mirando... - Bones había vuelto la vista, su amiga tenía cara de sospechar que él también estaba formando parte de la conversación telepática. Le sonrió nervioso, encogiéndose de hombros.


   - ¡Oh, cállate Bones, no te metas en esto...! - Le gritó en voz alta. Antes de acabar la frase ya se había arrepentido.


   - ¿Que no me meta en...? - McCoy se dio media vuelta y salió por la puerta pasando por delante de la familia Scott al completo. Se sentía herido, ¿cómo podía Jim hablarle así?


   - Monty, vámonos... - Nyota tiró del brazo de su marido hacia la calle. El médico había dejado la puerta abierta y la lluvia se estaba colando en el salón.


      Jim salió corriendo detrás de su amante para pedirle disculpas. Le llamaba con su mente pero él no le escuchaba. Se había cerrado en banda. La lluvia en la cara hizo que no viese el coche que pasaba por delante de su casa en aquel momento. Uhura chilló cuando vio el golpe. Scott le dejó a Bean en los brazos y salió disparado a ayudar a su amigo.


   - ¿Jim? - Spock se giró con el ruido y salió detrás de Scott.


   - ¡Jim! - McCoy sintió una punzada en el pecho y se volvió hacia él corriendo por la calzada.


   Llegaron casi al unísono. Sentado en el suelo, completamente empapado, Jim le decía a Scott que no podía levantarse pero que estaba bien.


   - Creo que me he roto el culo, Scotty... - Spock y Leonard se echaron a reír. - ¡Eh, par de idiotas! No tiene gracia.


   - ¡Ese capullo no se ha parado...! - El escocés miró en la distancia, el coche había seguido camino sin darle importancia al topetazo que le había dado a su ex-capitán.


   - No es nada, Scotty... - Intentó levantarse apoyándose en Bones. - Lo siento, yo... - Se disculpó con él.


   - Vamos dentro, tengo que examinarte. - McCoy no quería montar otro espectáculo.


   Jim agachó la cabeza y suspiró.


   - Preciosa, sube al coche con los niños. - Le dijo el ingeniero a su mujer. - Nos vamos. Esos tres necesitan estar a solas.


   - Pavel en el Excelsior... ayudando a los klingons en Kronos... ¡Con Sulu! - Nyota se aseguró de que los niños se colocasen adecuadamente el cinturón. - Monty, esto va a traer cola...


 


 


                                                             Pavel se acurrucó en posición fetal sobre la cama, llorando en silencio sobre la almohada, recordando las torturas a las que se había sometido para purgar su culpa. No volvería a caer en algo así. Christine le había dicho que no debía hacerlo, pero su cadena le estaba apretando el cuello hasta ahogarle. ¿Por qué Azetbur había contado aquello delante de sus amigos, delante de David? Se sintió avergonzado, terriblemente violento y completamente solo.


   - Khan, lyubimiy moy... *(amor mío) – dijo en voz alta, - ...si te hubiese tenido a mi lado nada de eso habría ocurrido. ¡Voy a ir a por ti, te sacaré de tu criotubo y te haré mío...!


   Unos gritos le llegaron desde el pasillo, escuchó golpes, metales chocando entre sí... ¿Qué estaba pasando ahí fuera?


 


 


                                                         Bones había tendido a Jim sobre la cama, pasaba su tricorder médico por su espalda, donde terminaba el tatuaje empezó a formarse un hematoma sonrosado.


   - No está roto, tu coxis sigue entero. - Apagó el aparato y lo guardó en el maletín. - Pero te dolerá bastante, ha sido un buen golpe.


   - Bones... por favor perdóname... - Jim se giró sobre el colchón, le miraba con verdadero arrepentimiento.


   - Tranquilo, Jim. No pasa nada. A veces se me olvida que vosotros dos estáis casados y que yo no...


   - ¡Leonard...! - Spock le abrazó desde atrás, besándole el hueco entre el cuello y la clavícula, aquel lugar que tanto le fascinaba.


 


            Amy había escuchado los gritos, le pareció distinguir el nombre de Pavel en la voz rota de su a'nirih. Se vistió a toda prisa dejando a Nat entre las sábanas. Luego escuchó el coche de Scott alejándose. Esperó en silencio detrás de su puerta. Su amiga la observaba preguntándose qué estaba pasando allí fuera.


      Tras varios minutos Amy se asomó al pasillo. Ya no se oía nada. Cuando entró al dormitorio de sus padres les vio abrazados: Jim medio tumbado en la cama, Bones sentado a su lado, Spock a su espalda. Al menos llevan la ropa puesta... se dijo.


   - ¿Qué pasa con Pavel? - Su voz sonó ruda, grosera. Miraba a los tres con la misma rabia.


   - ¡Cariño! - Bones se levantó y fue hacia ella. - A tu padre lo ha atropellado un coche... ahora mismo, delante de casa...


   - ¿Estás bien? - Miró a Jim sin demasiada preocupación.


   - Sí, no ha sido nada... - Tendió la mano a su hija, la mirada de ella le pareció distinta, ardía llena de ira.


   - Os he oído gritar. ¿Vais a decirme qué ocurre con Pavel? - Amy no cedió ante la invitación de su a'nirih para tomarla de la mano, tampoco permitió que el doctor la rozara.


   Spock se levantó y la enfrentó cara a cara.


   - Está con Sulu en el Excelsior, quiere volver a la Tierra. - Vio cómo una sonrisa empezaba a dibujarse en los labios de su ko-fu *(hija) – Amy, lo lamento, pero no puedo permitir que Pavel se acerque a ti.


   - No me importa, padre. Me iré con él de todos modos. - La sonrisa se convirtió en un torcido gesto de desafío.


   - No podrás. Si te acercas a él su mente colapsará, no soportará el tel *(vínculo) sin el koon'ul *(compromiso) – Spock la advirtió con severidad. - Y no pienso realizar esa ceremonia.


   - ¡Padre! - Amy sabía que hablaba en serio. Su papi no estaba dispuesto a dar el brazo a torcer.


   - Es mi última palabra. - Antes de que nadie pudiera protestar, Spock salió del dormitorio, cruzó el pasillo y se encerró en la habitación de Peter.


   Amy se quedó lívida, en silencio allí plantada. La palidez de su cara y el fuego en su mirada le daban un aire espectral.


   - No te preocupes cariño. Si él no quiere hacerlo buscaremos a otro vulcano... - Bones le acarició el pelo apartándolo de su nívea y sudorosa frente.


   - Amy, mi bebé... - Jim se había levantado y la abrazó con toda su ternura.


   - ¡Déjame en paz! - Lo apartó con fuerza, tanta que lo tumbó en la cama sobre su dolorido trasero. Salió con largos pasos y se encerró en su habitación.


   - ¡Ay! Duele... - Se dio la vuelta sobre el colchón. - Bones, ¿no puedes hacer algo?


   - ¿Con tu espalda o con tu hija? - Se sentó a su lado y le masajeó la zona. - Supongo que esta noche Spock se quedará ahí enfrente...


   - Es un cabezota. ¡Y Amy ha salido a él...! - Jim le cogió la mano y la besó. - Somos dos contra uno, Bones. Tenemos que hacer que Spock cambie de idea y realice el koon'ul entre Amy y Pavel.


   - ¿Y no sería más fácil que Sarek se ocupase de eso? Preparar la mente de Pavel con su vudú vulcano... igual que hizo conmigo... - Jim le miraba sonriendo. - ¡Qué! ¿He dicho alguna tontería?


   - Debe ser Spock, Bones. Solamente el padre puede hacer ese ritual. Sarek no podría hacer nada... a menos que...


   - ¿A menos que qué, Jim?


   - A menos que Spock estuviese muerto. - Clavó sus ojos azules en los ojos avellana de su amante y se dejó envolver por sus fuertes brazos.


 


         Amy seguía detrás de la puerta. Nat se había vestido, no tenía idea de lo que pasaba pero estaba segura de que debería irse a casa. Su amiga no tenía buen aspecto.


   - Estás pálida, Amy... como si hubieras visto un fantasma.


   No se volvió a mirarla. Con su fino oído vulcano había escuchado las palabras de su a'nirih. Si Spock no hacía la maldita ceremonia Pavel moriría si se acercaba a ella. Y para que su abuelo pudiese hacerla era su papi el que debía morir. Amy meditó en silencio qué dolor sería menos insoportable. ¿La muerte de un padre... o la de un t'hy'la? Unas lágrimas se deslizaron por su mejilla. Nat las enjugó con una caricia.


   - Amy, mi vida... ¿Qué puedo hacer? - Le preguntó conmovida ante su sufrimiento.


   - Nada, vete a casa Nat. Necesito pensar. - Abrió la puerta y la empujó fuera con delicadeza. No correspondió al beso que ella le dio, dejó que se fuera sin despedirse.


   - ¡Pavel! Te elijo a ti... - Pensó en silencio. Amy había tomado su decisión.


 

Notas finales:

Gracias por leer. Gracias por comentar.

Nada más. Hoy estoy escueta.


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