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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Sin palabras. El título lo dice todo.

 

Reconozco que hace poco he visto la segunda parte de la película 300, El origen de un imperio... y me ha afectado. Frank Miller... I LOVE YOU!!!

 


La cabeza cortada y el perro muerto


 


                                                             Amparados por la oscuridad, un reducido grupo de orgullosos guerreros klingons se introdujo en la mansión de la Casa D'Ghor. Su intención era limpiar el honor de su pueblo. Los invitados de Azetbur les habían humillado al ayudarles a superar los daños que la explosión de Praxis había provocado en Kronos. Un klingon no debía aceptar la ayuda de un insignificante humano. La Señora pagaría también con su vida por haberlo permitido.


      Alcanzaron el comedor acabando con los pocos soldados que hallaron en el pasillo. La Canciller había reducido considerablemente su guardia personal, cediéndola a las tareas de recuperación de su pueblo. No se sorprendió cuando vio entrar a aquellos compatriotas de ojos fieros, supo que habían jurado matarla con sólo echarles la vista encima.


   - ¡Hoy soy un guerrero! ¡Debo demostrarlo en mi corazón, viajaré por un río de sangre...! - Recitó las palabras del Rito de Ascensión. Azetbur les recibió en pie, espada en mano, lanzándose al ataque la primera.


   - ¡Alex! ¡Coge a David! - Gritó Peter saltando sobre la mesa.


   - ¡Maldita sea... estamos desarmados! - Sulu lamentó haber dejado los fásers en el Excelsior.


   Sacó el intercomunicador del bolsillo de su pantalón pero uno de los gerreros se lo arrebató de un manotazo.


  - ¡Lucha con honor, humano! Mauk-to-vor! *(ritual klingon que involucra la muerte del individuo para que su honor pueda ser restaurado) - Le gritó escupiendo el aliento sobre la cara del capitán.


      Los klingons no habían traído armas fáser, peleaban con sus bat'leth *("espada de honor" con tres empuñaduras a lo largo del borde externo de la hoja)


   - ¿Estáis locos? No saldréis de la casa con vida... - Gritó Alex sujetando a David, apoyados contra la pared detrás de la mesa.


   - No tenemos intención de hacerlo... - El que parecía líder del grupo le miró a los ojos y empujó el mueble con una patada, dejando al médico y al muchacho aprisionados.


   - ¡Lucharía con honor contra ti... si me dieses un arma! - Le gritó Sulu buscando con la mirada algo que utilizar para defenderse.


      Azetbur había cogido su bat'leth de la pared del comedor y quedaba otra colgando debajo del hueco que había dejado. Sulu miró aquella espada pensando en cómo llegar hasta ella. Entonces apareció Pavel por el pasillo. Al contemplar la escena se detuvo un momento. Vió los ojos de su amigo y comprendió.


   Pavel saltó encima de un guerrero que trataba de defenderse de las duras estocadas de la Señora. Apoyó el pie en su espalda y alcanzó el bat'leth a tiempo de lanzárselo a Sulu y que éste detuviera con él el golpe que el líder klingon acababa de descargar sobre su cabeza.


   - ¡Sulu! - Gritó Pavel viendo cómo la hoja afilada se detenía a un milímetro del cuello del japonés.


      David asomó por debajo de la mesa y tiró con toda su fuerza de las botas de aquel otro klingon hasta que cayó al suelo. Peter se le echó encima, golpeándole las sienes con ambos puños al mismo tiempo. El guerrero quedó inconsciente.


   - ¿Qué estás hassiendo? - Pavel le recriminó que se hubiera expuesto.


   - ¡Lo que hacen los hombres: defender a los que aman! - David se puso en pie, los ojos azules quemaron a Pavel con el fuego de su mirada.


   - ¿Quién te ha enseñado eso? - Le preguntó sorprendido.


   - Lo aprendí de ti... - Contestó orgulloso sonriéndole.


      Pavel tiró de David para ponerlo a su espalda y protegerle con su cuerpo. Uno de los guerreros iba directo hacia ellos. Sulu trató de alcanzarle pero tuvo que parar el ataque del klingon furioso que le plantaba cara.


      Alex había salido también por debajo de la mesa. Vio a su novio aplastado bajo las botas de uno de los asesinos y sin pensar saltó sobre sus hombros atenazando el cuello del enemigo con todas sus fuerzas.


   - ¡Deja a mi hombre, animal...! - Gritaba tratando de ahogar al klingon mientras Peter recobraba el aliento y se incorporaba.


   - ¡Pavel! - David estaba intentando salir de detrás de él para ayudarle a luchar.


   - ¡Quédate ahí! - Le gritó Chekov empujándole entre las sillas. - Bok'ta ku'mo, Somak! *(¡Ven aquí, Somak!) - Había reconocido al tipo, uno de los soldados por los que se dejaba abusar cuando vivía en Kronos. - ¿Te acuerdas de mí? ¿O nesesitas que me de la vuelta para refrescar tu memoria?


   Somak gritó sorprendido.


   - Maw' tok, Chekov! - Sus ojos ardieron con furia, aquel listillo enclenque del que solía gozar rompiéndole las costillas había cambiado mucho.


   - GhoS lo'Be Vos! *(ven, cobarde) ¡Ahora no me tienes atado de pies y manos! - Pavel le retaba con la mirada, los ojos aguamarina relucían como los de un loco. Con su mano izquierda cogió un cuchillo del mantel sin que Somak se diese cuenta.


   - P'tak! *(maricón) ¡Acabaré contigo! Ni'tokor bak'to! - Profirió su grito de guerra tirándose encima de Pavel.


      David les vio girar uno encima de otro sobre el suelo, cuerpo a cuerpo, luchando por ser el último en morir. Pavel consiguió clavar el cuchillo en el cuello de Somak. Le dio una vuelta completa con dos movimientos de su brazo. La sangre púrpura manaba a chorros empapándole la cara. Agarró la cabeza del klingon encerrando el pelo en su puño y, apoyando su bota sobre el pecho del enemigo, tiró con todas sus fuerzas hasta separarla del tronco. Se puso en pie sosteniendo la cabeza, igual que hiciera Perseo con la de la gorgona Medusa. Todo se había detenido a su alrededor. *(ver imagen de notas finales)


   Peter y Alex consiguieron acabar con el último guerrero. Jadeando, miraron a Pavel atónitos. Sulu sacó la bat'leth del pecho del klingon que acababa de matar y giró la cabeza también para observar a su rosa. Azetbur se arrastraba por el suelo, su pierna sangraba profusamente. Alzó la frente y contempló a Chekov boquiabierta. David no le había quitado la vista de encima en todo el tiempo.


      Pavel miraba a los ojos sin vida de aquella cabeza, levantándola a la altura de su cara, cada vez más cerca, hasta que besó sus labios muertos. Luego la separó de su boca, despacio, clavándole aún los ojos aguamarina inyectados en sangre.


   - Nunca fuiste un buen amante, Somak... - Susurró con voz grave, ronca por el esfuerzo.


   Tiró con desdén la cabeza al suelo que acabó rodando hasta los pies de Sulu.


   - Alex, atiende a Azetbur, está herida... - El capitán dio la orden y su médico obedeció. - David, ven aquí... ¿estás bien?


   - Sí... - No podía hablar. Tenía algo de sangre de klingon en las manos y se las limpió en los pantalones. Miró otra vez a Pavel, él iba cubierto de la cabeza a los pies.


   - Pavel... ¿Pavel? - Sulu tuvo que llamarle dos veces para captar su atención.


   - Deberíamos subir al Exselsior... quiero darme una ducha y aquí no hay agua caliente. - Su voz sonó tranquila, inexpresiva. Como si lo que acababa de hacer no hubiera sido nada.


 


 


                                                       Hacía ya siete años que Amy tenía a Yorik, el labrador que su a'nirih le regaló cuando volvió de Rura Penthe. El perro era el mejor amigo de la niña, aunque cuando era cachorro se empeñase en quitarle los juguetes y destrozarlos y a pesar de que alguna vez le hubiese hecho comprar un nuevo par de zapatillas deportivas, sólo porque sus dientes necesitaban ser afilados y nada le gustaba más que el olor a pies de su ama.


   - Pobre Yorik, es una verdadera lástima... - Bones le acariciaba la cabeza al animal después de haberlo examinado. Amy se lo había pedido. Aquella mañana le notó extraño.


   - ¿No puedes hacer nada? - La chica no podía creer que fuese tan grave.


   - Ha tenido un infarto, cariño. Se está muriendo... - El médico trató de acariciar ahora la cabeza de Amy pero ella se apartó.


   - ¡Pues haz algo, Bones...! - Le gritó enfadada.


   - Lo más compasivo sería ponerle una inyección, está sufriendo mucho y su válvula mitral ha quedado dañada, no se repondrá... - Miró la mano de Amy que rozaba con suavidad la oreja aterciopelada de su perro. - Lo siento, cielo.


   McCoy se levantó y abrió el maletín volcando su contenido sobre el sofá chester. Spock y Jim le miraban y volvían los ojos a su pequeña. Después de la discusión de la noche anterior Spock no les había dirigido la palabra, ni en voz alta ni en silencio. Jim intentó darle la mano, con los dedos índice y corazón estirados... encontró el vacío cuando su marido retiró la suya para cruzar los brazos sobre el pecho.


   - Deja que le pinche, Amy... Yorik no merece sufrir así. Se quedará dormido y no despertará más. - Bones trataba de ser delicado, sabía lo mucho que la chica quería a su perro.


   - ¡No! - Gritó ella empujando al médico.


   No lo hizo demasiado fuerte, pero tal vez la postura que tenía Bones, con una rodilla sobre la alfombra, facilitó que saliese despedido hacia atrás golpeándose la cabeza contra el suelo.


   - ¡Bones! - Jim se agachó a ayudarle.


   - Estoy bien, no es para tanto...


   - ¡Amy! ¿Qué coño haces? Bones intentaba que Yorik no...


  - ¡Es mi perro! ¡Mío! - Tenía la cabeza del animal entre las manos, acariciaba su morro mirándole a los ojos. - Yorik, amigo... te encontraré en otra vida, lo prometo.


   Ante la estupefacta mirada de sus padres y Bones, Amy retorció el cuello del animal con sus propias manos, en un movimiento seco y rápido. Se oyó un crujir de huesos. Yorik dejó de respirar.


   - ¡Amy! - Jim no daba crédito a lo que habían visto sus ojos.


   - Era mi perro... - La muchacha se levantó dejando el cuerpo muerto del animal tendido a sus pies. - No iba a permitir que otro le matara. - Al pasar por delante de Spock cruzaron sus miradas. Saltaron chispas con el contacto. - Sa-mekh! *(padre)


   Spock hizo una pequeña reverencia con su cabeza en respuesta a la que su hija le había dirigido. La vio subir la escalera de un salto, alcanzar la puerta de su cuarto en dos pasos y cerrarla con un atronador portazo. La sangre verde dejó de fluir por un segundo deteniendo el latir de su corazón en el costado.


   - No me gusta cómo se han mirado, Jim... eso no es bueno. - Pensó McCoy para su amante.


   Jim asintió en silencio. Abrazado a Bones sobre la alfombra no quitaba ojo de su marido.


   - Spock... mi amor... - Musitó débilmente.


   - Su voluntad contra la mía, Jim. Siento que tengas que presenciar esto. - Spock salió a la calle, hacía sol y necesitaba caminar para despejarse.


   - ¿Qué quieres decir? - Bones se puso en pie apoyándose en Jim, el vulcano se había marchado. - ¿Qué ha querido decir, Jim?


   No respondió. Sus ojos azules se convirtieron en un río de lágrimas.


 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

Imagen de Pavel con la cabeza de Somak, bueno, el Perseo con la de Medusa de Cellini:

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