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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

¿Salpicará la sangre las paredes del piso de Peter y Alex en San Francisco? Bones está a punto de volver a ver a Pavel...


Las cosas en Nimbus III empiezan a ponerse muy... románticas.

 


Paseando bajo la luna de Nimbus III


 


 


                                                                       La Flota había ordenado reparar la USS Enterprise, ahora NCC 1701-”A”, reformándola totalmente desde los motores al casco, así recobraría todo su viejo esplendor. Encargaron a Scott la supervisión del trabajo, el mejor ingeniero de la Federación conocía como la palma de la mano a su otro amor, su querida nave, su primera novia.


         Era ya muy tarde; Uhura, viendo que no regresaba a casa, dejó a los niños con Amy y le llevó la cena a su marido en la Estación Espacial I.


   Le encontró renegando, como de costumbre, bajo la consola de navegante en el puente.


   - Les tengo dicho que para cada cosa hay que utilizar su herramienta... - Peleaba con una llave inglesa electro-magnetizada, ajustando unas tuercas allí agachado, cuando vio las morenas piernas de su esposa junto a su cabeza.


   - Siempre protestando, Montgomery... - Se sentó en el suelo a su lado y abrió la bolsa que había traído consigo. - Descansa un momento y cenemos juntos, luego podrás seguir con tus juguetes, amor.


   - ¡Nyota, preciosa! Gracias por ser tan comprensiva. - La besó en los labios un momento, antes de tomar su bocadillo y darle un buen mordisco. - Disculpa, pero no he podido ni almorzar...


   - ¿La Flota te está metiendo mucha prisa, no?


   - Con lo que ha pasado en Kronos andamos escasos de naves. Esta maravilla tiene muchas mejoras sin embargo la mitad de las puertas no se abren... parece que haya sido ensamblada por monos adiestrados...


   - ¡Oh, Monty...! - Rió su esposa. - ¡Tú podrás hacer que todo funcione! - Le volvió a besar con calidez, sin importarle que los dos cadetes a su espalda estuviesen observando.


   - Chicos... ¿he ordenado que descansen? - Scott les increpó sin mirarles. De inmediato se pusieron a trabajar de nuevo. - Eso está mejor... - Susurró pegando de nuevo los labios a los de su bella esposa.


 


 


                                         Por la mañana Spock dejó el viejo dormitorio de Peter para ir a la Academia muy temprano, tenía una reunión de jefes de departamento.


   Cuando Jim llegó la noche anterior desde el piso de su sobrino, su marido ya se había acostado. Lo prefirió así. Seguía sin saber cómo decirle que Pavel estaba en San Francisco y que no había venido solo...


   - Amy se quedó a dormir en casa de Nyota anoche, al parecer ella regresó bastante tarde de la Estación Espacial I. Scott debe estar muy liado con la nueva Enterprise... - Bones había leído sus mensajes de texto y le aclaraba a Jim el motivo de que su hija no bajase a desayunar con ellos.


   - ¡Ah, bueno! - El rubio dio un buen bocado a su tostada untada con lo que pensaba era mantequilla y arrugó la nariz.


   - ¿Qué? En esto Spock tiene razón: es mejor la vegetal que la animal. Hay que controlarse el colesterol, Jim... - Bones también se preocupaba por la salud de su amante.


   - Cariño... Pavel quiere verte, ¿tendrás un hueco a medio día? - Masticaba a dos carrillos a pesar del gusto horrible de la margarina.


   - No puedo, esta tarde tengo programada una operación. - Bones se había estremecido al oír el nombre de Pavel. Por un lado deseaba verle, por otro... Christine no dejaba de venirle a la cabeza. Jim le miraba con tristeza, debía haber notado lo que estaba sintiendo. - ¿Sabes qué? ¡Vayamos ahora! - Dijo levantándose de la mesa de la cocina.


   - Espera, Bones... Hay algo más... - El rubio le cogió la mano y tiró de él hasta sentarlo en sus rodillas. - Pavel no ha vuelto solo, alguien le ha acompañado...


   - ¿Cómo? ¿No se habrá echado novia? - Se rió a carcajadas, aquello era imposible. Dejó de hacerlo de golpe, los ojos azules de Jim brillaban con un resplandor extraño. - ¡Por Dios, Jim... escúpelo de una vez!


   - Ha traído con él a David... David Marcus, Bones... - Esperaba que el apellido fuera suficiente. Las cejas levantadas del médico parecían decir que necesitaba más datos. - El hijo de Carol... Mi hijo...


   Bones vio cómo unas lágrimas estaban a punto de desbordar los párpados de su querido Jim, observando los labios entreabiertos y temiendo un ataque de verborrea por su parte, los besó con pasión antes de que pudiese decir una palabra más.


 


 


                                           La cama de Alex y Peter era de las grandes. Adecuada para la estatura del doctor pero a Pavel, allí solo, le pareció estar durmiendo sobre un enorme hangar. Le despertó el ruido de la ducha, David debía haberse levantado.


   Saltó de la cama y fue a la cocina a prepararle el desayuno al chico, se encontró con que él ya había tostado pan, hecho café y exprimido zumo de naranja.


   - ¡David! ¿Has podido dormir? - Le preguntó gritando entre risas. El muchacho debía estar sobre-excitado con lo de conocer a su padre y estar en la Tierra.


   - ¡Buenos días, Pavel! - Le besó en la mejilla terminando de colocarse la camiseta blanca de Peter que había encontrado en el armario. - No tenía ropa limpia, espero que no le importe...


   - Hoy iremos al banco y luego de compras... Los dos nesesitamos un nuevo vestuario. - Le miraba sonriendo. Hacía meses que el chico había alcanzado su estatura y le faltaban solamente unos centímetros para tener la de su primo Peter. Su camiseta le sentaba bien.


      Bebían el café mordisqueando las tostadas cuando sonó el timbre de la puerta. David corrió a abrir y se quedó parado un momento antes de abrazar a su padre.


   - ¡Eh! ¡Buenos días, cariño! - El gesto del chico le llegó al alma, le apretó con fuerza contra su pecho, al fin a un hijo suyo le gustaba abrazarle...


   - Hola, David. Tu padre me ha hablado de ti. - Bones le miraba con una amplia sonrisa. - ¡Por el amor de Dios, Jim! ¡Tiene tus mismos ojos...! - Su mano acarició el flequillo rebelde del muchacho. - Aunque es bastante más rubio que tú...


   - ¿McCoy? - Pavel asomó al corredor nada más oír su voz y se quedó allí plantado sin saber cómo reaccionar.


   - ¿Chekov? - El médico caminó hasta él, deteniéndose a solo un paso.


   Sus miradas se cruzaron, quedando atrapados los ojos aguamarina en los avellana del doctor. Durante unos instantes que parecieron eternos ambos intentaron adivinar cuál sería el próximo movimiento del otro. Jim les contemplaba en silencio sin soltar al joven David, que se preguntaba por qué se había detenido el tiempo en el pasillo.


   - ¡Pavel...! - El médico avanzó y al ver al otro retroceder con cara de susto le tendió los brazos. - Amigo mío... te he echado de menos... - Le agarró con fuerza sujetándole por las anchas espaldas.


   El ruso levantó las manos acariciando los costados de McCoy hasta apoyar las manos sobre sus hombros desde atrás, en un lento movimiento cargado de intensa emoción. Lloró, la cabeza contra su pecho, igual que llora un niño al que su padre perdona una horrible falta...


   - Vamos, David... ¿Dónde está tu habitación? Tenemos muchas cosas de qué hablar tú y yo... - Jim cogió al chico de la mano y se alejó dejando a Bones a solas con Pavel.


   Al pasar junto a los dos rozó el hombro de Bones con su mano, notó los sentimientos de su amante y la mezcla de amor, compasión, tristeza y alegría, luz y oscuridad... hizo que se le pusieran los pelos de punta. Su cara debió reflejarlo, David le miró intrigado.


   - ¿Qué pasó entre ellos, señor? - Le preguntó cerrando la puerta de su cuarto y fijando los ojos en los de su padre.


   - Demasiadas cosas, David... y demasiado tiempo. - Le frotó la mejilla con la palma de la mano. - ¿Quieres dejar de llamarme señor como si fuésemos metodistas? ¡Por todos los dioses! - Se rió.


   - ¿Y cómo debo llamarte? ¿Jim? - Pronunció el nombre con sumo respeto.


   - Jim está bien... si no te sale otra cosa... - Deseaba oír de sus labios una palabra en concreto, pero se dijo que tal vez eso debía esperar.


 


 


                                               La noche anterior, en ciudad Paraíso, Sarek se retiró a sus dependencias temprano como era habitual en él, a sus ciento diez años de edad debía cuidarse. La esperanza de vida de un vulcano supera por norma los doscientos años pero él no gozaba de una salud demasiado buena; los achaques de su cansado corazón últimamente le obligaban a tomar unas pastillas que el doctor McCoy le había recetado. Se despidió de la doctora Marcus dejándola en compañía de Talbot, algo le decía que no les iba a desagradar quedarse a solas.


   - Carol, he hablado con el alto mando de la Flota. La situación en Kronos se ha estabilizado y aunque continúan enviando ayuda allí, creo que podrás contar con tus suministros en breve. - El diplomático se la estaba comiendo con los ojos mientras le hablaba. Aquella mujer madura y hermosa le tenía hipnotizado.


   - Me alegra oír eso, St. John... - Le sonrió coqueta. - El Génesis lleva parado dos meses, es hora de llevar a cabo la última fase.


   - Respecto a eso... - le tomó la mano entre las suyas, necesitaba su contacto, era imperioso, - ...sería mejor que romulanos y klingons se mantuvieran en la ignorancia acerca de lo que estás haciendo en esa preciosa luna... - Miró al cielo por la ventana, la noche de Nimbus III era clara y fresca.


   - Demos un paseo... - Carol se levantó de la mesa con la mano sosteniendo la de Talbot, tirando de él con ligereza. - Las paredes pueden tener oídos.


   St. John asintió con una sonrisa y la acompañó fuera. Sus manos entrelazadas le llenaban de felicidad, hacía demasiado tiempo que una mujer no le prestaba semejantes atenciones.


   - ¿Cuánto tardaré en tener mi estabilizador para la antimateria, querido? - La palabra en sus labios sonó sincera, aunque con ella nunca se podía saber si manipulaba o estaba siendo honesta.


   - La USS Enterprise te lo traerá...


   - ¿Bromeas? - Carol se soltó de su mano, el nombre de aquella nave hizo aflorar muchos recuerdos en su memoria. - ¿Han vuelto a ponerla a funcionar? ¿Quién la comanda?


   - No lo sé, aún la están poniendo a punto en la Tierra... - El hombre se acercó a la rubia doctora y posó la mano en su cintura. - Tardará un mes, más o menos... y por favor, Carol, no nombres la antimateria por aquí... - Dijo aquello en un susurro. - Sabes que además de crear vida en tu maravilla de proyecto puede también ser utilizada como el arma más potente y destructiva de la historia.


   - Tranquilo, no volveré a mencionarla. - Miró sus labios carnosos y jugosos tan cerca, deseó besarlos... no había rozado otros que los de Pavel en meses. - St. John... ¿estás casado, comprometido o algo así?


   - No... yo... - El diplomático sacudió la cabeza. ¡Diablos, era directa...! - Enviudé hace ocho años y desde entonces he viajado solo por la Galaxia como embajador de la Federación, yo no...


   No pudo continuar sus explicaciones. La húmeda boca de Carol estaba devorando la suya. A la mañana siguiente despertó con ella desnuda entre sus brazos.


   - Gracias... - musitó a su oído dormido, - ...creo que me he enamorado de ti...


  - Buenos días, St. John. - Carol se giró para mirarle a la cara. - Te advierto que esto no va a ser fácil, soy científica antes que mujer... antes que madre, antes que amante... - Le besó, la boca de Talbot le resultaba irresistible.


   - No me importa, querida. - Susurró con una sonrisa. - Siempre que podamos tener... ¡Esto! - La apretó contra su cuerpo como si fuese una extensión del suyo propio.


      Carol se dejó amar por aquel hombre, el único con el que había llegado tan lejos desde que abandonara a Jim. No quiso preguntarse el motivo, tal vez su frío corazón se había descongelado con el paso del tiempo, quizás la ausencia de su hijo le hacía necesitar el calor humano... o pudiera ser... ¿pudiera ser que se hubiese enamorado?


 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

Por si alguien los necesita, creo que Pavel ha dejado una caja de pañuelos de papel en la mesa del salón.

Dejo imagen de la luna sobre Nimbus III, a las afueras de ciudad Paraíso.

http://media.mlive.com/grpress/news_impact/photo/9396620-large.jpg


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