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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Jim vio la fotografía cuando era un niño en casa de su tío. En ella su padre, George Kirk, y unos amigos suyos, entre los que se encontraba un jovencísimo Christopher Pike, posaban orgullosos y agotados ante la impresionante mole de granito: acababan de bajar de la montaña y sus sonrisas y miradas de satisfacción le subyugaron. Desde entonces Jim siempre quiso escalar El Capitán pero su ajetreada vida le había mantenido lejos de alcanzar aquel sueño. Tenía más de cuarenta años, había llegado el momento. O ahora... o nunca.

 

Capítulo inspirado en Star Trek V: la última frontera. Película de la saga donde William Shatner escala la misma montaña.

 

 

El almirante y El Capitán

 

 

                                                             Puede que nunca se perdonase a sí mismo por aquel fatídico accidente, pero Pavel tuvo que aceptar que Bones sí lo hubiera hecho. El médico lloró con él, con su dolor. Juntos vertieron sus lágrimas por la ausencia de Christine, la enfermera dulce y eficiente, observadora y llena de empatía hacia los demás, quien siempre tenía una palabra amable para todo el mundo, una sonrisa, una mirada llena de comprensión, cuyas suaves manos acariciaron sus rostros más de una vez llevando así el consuelo a todos los que la rodeaban. Christine Chapel, el ángel que nos abandonó...

   - Pavel... Jim me ha dicho que tú ya sabías que nosotros... que los tres... - Bones se puso colorado, ahora sus mejillas tenían el mismo tono rosado que sus ojos enrojecidos por el llanto de hacía un rato.

   - Fue Chris quien me lo contó. - Pavel cogió un pañuelo desechable de la mesa y se sonó la nariz como un elefante mirando al médico, quien por un segundo le mostró una sonrisa. - La vi, no sé si fue un sueño, pero me dijo que tú estabas con Jim y Spock, que lo entendía y que se alegraba de que no estuvieras solo...

   - La viste, ¿eh? - McCoy seguía pensando que aquello debía de haber sido una alucinación, tal vez inducida por las drogas o el alcohol. Trató de disimular su escepticismo sonriendo de nuevo. - ¿Y qué más te dijo? - Jim le había comentado lo de los “recados” que su difunta novia le había dejado a Pavel.

   - Que te quiere... Que entiende tu relasión con ellos dos y que te quiere. - Pavel trató de hacer memoria, le hubiera gustado repetir las palabras exactas. - Ah, y algo de unas gafas para Jim... - Cerró los ojos un momento. - En el altillo del armario de abajo, al lado del perchero, entre las cajas de sapatos que siempre quisiste tirar... ¡Sí, eso dijo! Guardó allí unas gafas para Jim... - Sonrió por haberlo recordado, creía que debía ser importante si su amiga le había encargado decírselo al doctor. - Oye Bones... ¿es que Jim nesesita gafas? ¿No puede operarse y ya está? - Le preguntó extrañado.

   - No, no puede. Tiene una particularidad en el iris que no permite cirugía. Usa lentillas hace años, aunque las odia... - McCoy sacudió la cabeza con brusquedad. - ¿Cómo diablos sabes tú lo de las gafas...? Se las compré a un anticuario y le pedí a Chris que las guardara, pensaba regalárselas a Jim por su treinta y seis cumpleaños pero...

   - No las has encontrado todavía, ¿verdad? - Pavel se levantó y fue a buscar una taza de café a la cocina, le puso dos cucharillas de azúcar y la movió.

   - Gracias... - Cogió la bebida caliente de las manos de su amigo y le miró a los ojos. Estaba realmente aturdido. Se dijo que lo primero que haría al salir del hospital sería ir a su vieja casa, subirse a la escalera y comprobar si el regalo para Jim estaba donde ese visionario chiflado decía. - Mmm... todavía te acuerdas de cómo me gusta el café... - Musitó al darle un sorbo.

   - Cargado y con dos de asúcar... - Le guiñó un ojo y pensó que debía tener los mismos gustos en la cama. Se rió para sí.

   - ¡Chicos, buenas noticias...! - Jim salió gritando de la habitación de invitados seguido por su hijo David que sonreía orgulloso. - Me han llamado del Cuartel General... ¡volvemos todos al servicio activo!

   - ¿Qué? - El médico se levantó del sofá con un salto. - ¡No hablas en serio! ¿Por qué...?

   - ¡Hacen falta naves ahí arriba, Bones! Me dan el mando del Enterprise, en cuanto esté listo nos largamos... ¡Todos! - Miró a Pavel con su sonrisa más brillante, él tragó saliva y se señaló el pecho con la mano arrugando las cejas con incredulidad. - He pedido llevar conmigo a mi tripulación... no iría a ninguna parte sin vosotros.

   Jim dio una sonora palmada en el brazo del ruso que hizo que éste se tambalease ligeramente. Riendo abrazó a Bones y le besó. Estaba eufórico por regresar al espacio, su medio natural, por volver a tener bajo sus órdenes a su apreciada tripulación en la Enterprise, a casi toda al menos. Aquello le hizo sentir joven y recordó El Capitán...

   - Tengo que hablar con Scotty, si tardase dos o tres días más en esas reparaciones podría ir al Yosemite... - Quería escalar esa montaña, lo deseaba de verdad.

   - ¿Tengo algo en la cara, David? - Le preguntó McCoy. Desde que Jim le había besado el chico no había dejado de mirarle...

   - No... es que... - No sabía qué pensar, un beso en los labios con esa espontaneidad, como si estuvieran acostumbrados... Se volvió a su padre que intentaba contactar con el ingeniero Scott por su comunicador. - Creía que tú y el señor Spock seguíais casados...

   - Por ahora... - Bromeó Bones levantando una de sus cejas.

   - ¡No le hagas caso, David! ¡Pues claro que siguen casados! - Pavel le dio un empujón al doctor y agarró al muchacho por el cuello. - El doctor comparte el vínculo con los dos, eso es todo...

   - ¡Pavel! ¡No veo por qué tienes que ir pregonando mi vida privada a los cuatro vientos...! - McCoy se acercó a Jim, su cara volvía a estar completamente roja. - ¿Qué dice Scott?

   - Tardará al menos dos semanas en tener la nave a punto. ¡Nos marchamos mañana mismo al parque Yosemite! Cuando Scotty dice dos semanas acaban siendo sólo dos días...

   - ¿Nos? - Bones no parecía muy contento con aquello.

   - Sí, los tres: tú, Spock y yo. Nos vendrá bien pasar un tiempo juntos. - Le tenía sujeto por la cintura y notaba cómo se estaba poniendo violento, David le seguía mirando, y se echó a reír. - ¡Venga, Bones! Ahora soy tu Almirante... ¿voy a tener que ordenártelo?

   - A lo mejor a Spock sí... - El médico sonrió y tomando la cara de Jim entre sus manos posó dulcemente los labios sobre los suyos. - Te quiero, mi vida... - Pensó para su amante.

 

 

 

                                                        Al final Jim tuvo que hacer uso de su autoridad en casa. Spock no se tomó muy bien lo de regresar al servicio activo, le encantaba su trabajo de director del departamento científico en la academia. Organizar los planes de estudios, dar clase... disfrutaba con todo aquello. Tenía unos horarios normales, tiempo para sí mismo y nada de emociones fuertes. Regresar al ajetreo de una nave estelar no era plato de buen gusto para él.

   - Entiendo que tú estés emocionado con la idea de volver al espacio, Jim... al fin y al cabo eres un hombre de acción, pero yo preferiría quedarme en casa. ¿Cómo vamos a dejar sola a Amy? - Intentó utilizarla como excusa para no ser parte de la tripulación del Enterprise.

   - Precisamente es eso lo que intento evitar... que os quedéis los dos a solas. - Jim le acarició por debajo de la nuez, la pequeña marca que Amy le había hecho con el cuchillo aún estaba sonrosada. Luego le tomó la mano, la acarició en ozh'esta clavándole una mirada de deseo. - ¡Vendrás conmigo, es una orden! - Su marido le miró levantando una ceja y ajustando la boca. - Te necesito, Spock... te quiero a mi lado ahí arriba. - Suavizó el tono y se acercó a darle otro beso, pero esta vez con los labios.

   - No podrás escaquearte, duende... nos tiene agarrados por las pelotas. - Pensó McCoy solamente para el vulcano. Con los brazos cruzados y apoyado en el quicio de la puerta de la cocina, había observado toda la escena.

 

 

 

                                           Dejaron a Amy al cuidado de Uhura, sabiendo que cuando les prometió no salir sola por ahí y cumplir con su castigo estaba mintiendo. Jim habló con ella antes de marcharse.

   - Amy, cielo, ¿entiendes bien lo peligroso que sería para Pavel que te acercases a él? - Su hija le miraba con tristeza en los ojos azules y asentía. - Sé lo duro que es esto para ti. Tu t'hy'la está en la ciudad y no puedes verle. - La abrazó. Por una vez, desde hacía mucho tiempo, ella se dejó rodear por los fuertes brazos de su padre sin protestar.

  - A'nirih, tienes que convencer a papi para que haga el koon'ul *(ceremonia de compromiso) – Le rogó antes de recibir un beso en la frente.

   - Lo haré, te lo prometo. - Jim la dejó en el jardín de los Scott, Nyota se había acercado y la envolvía entre sus brazos.

   - Almirante, procura no matarte en esa dichosa montaña. - Le dijo su amiga al decirle adiós.

   - ¡Imposible, Uhura...! Tenemos una nueva aventura en el Enterprise por delante. - Jim le sonrió y subió a bordo de la lanzadera que les llevaría al parque Yosemite. Spock y Bones le esperaban dentro.

 

 

 

                                                          Mientras viajaban hacia su destino McCoy no dejaba de bostezar. Habían salido muy temprano y la noche anterior no había dormido demasiado bien. Aunque compartieron la cama después de tantas noches de dormir separados, no hubo sexo. Jim quería estar fresco y descansado para su escalada, Spock no estaba de humor y él... tuvo que pelear por conciliar el sueño que no alcanzó hasta escuchar la calmada respiración del vulcano bajo su oreja. Bones acabó echando la cabeza sobre el hombro de Spock y se quedó dormido durante el trayecto.

   - Sa-telsu *(esposo) Hay algo que me ocultas... tu mente se cierra cuando trato de averiguar de qué se trata. - Spock intentaba captar la atención de su marido telepáticamente.

   - ¿Se ha dormido? - Preguntó Jim en voz baja girándose hacia ellos desde el puesto de copiloto.

   - Mi contacto tiene algo de soporífero para Leonard. - Respondió Spock sin palabras.

   Jim sonrió con ternura mirándole a los ojos. Spock le devolvió el gesto. Al fin había logrado conectar con los pensamientos de su marido, aunque fuera solamente un instante.

 

 

 

                                                            Acamparon al pie de la imponente roca escarpada que se alzaba hacia el cielo, El Capitán. Jim llenó su pecho con el aire del bosque, miró hacia arriba y visualizó su ascenso por la ruta conocida como The Nose *(la nariz). Calculó que podría hacerla en unas seis horas. Sentado a su lado, Bones sacaba de su macuto el material para la escalada. Spock había ido a dar un paseo y recoger algo de leña para preparar un fuego.

  - ¿Vas a decírselo? - McCoy le tendió los zapatos para escalar y el cinturón.

   - Creo que este es el lugar ideal para decirle a mi marido que tengo un hijo con Carol... - Jim sonrió ante la vista de un entorno natural realmente impresionante.

   - ¡Desde luego...! No hay nadie en cien millas a la redonda para oír los gritos. - Bones negó con la cabeza riendo.

   - No sé, igual se toma peor que Pavel esté en casa de Peter... - Se calzó los pies de gato y levantándose se ajustó la correa con la bolsa de magnesio a la espalda. - Bueno, Bones... hoy haces tú la cena.

   - Claro, y tú procura no matarte ahí arriba... - Señaló la enorme montaña de granito. - ¿Es que te vas ya?

   - Quiero aprovechar la luz. - Le acercó la cabeza tirando de la nuca hasta darle un buen beso de despedida. - Y no te preocupes, volveré a tiempo para comerme tus judías...

   Echó a andar hacia su desafío personal, El Capitán, la montaña por la que había deseado trepar desde que era un niño. Un grito de McCoy le hizo volver la vista.

   - ¡Eh, idiota! ¿No se te olvida algo? - Le acercó la mochila con el paracaídas y le ayudó a colocársela. - ¡Ni se te ocurra caerte! Te estaré observando. - Esta vez fue él quien tiró de su cabeza para darle un beso.

 

Notas finales:

Gracias por leer. Gracias por comentar.

Imagen de El Capitán del parque Yosemite con la ruta The Nose:

http://diariomistral.com/wp-content/uploads/2013/06/The-Nose.jpg


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