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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Spock encuentra el modo de ayudar a su amado capitán y tener a su T'hy'la al fin de vuelta a su lado.

Basado en el episodio Arena de la serie original, escrito por Gene L. Coon, basado en el relato corto del mismo nombre de Fredric Brown.

En unos mil años



                                                                          Ahora, con Jim desaparecido, Spock está al mando del Enterprise. Todos se vuelven hacia él esperando sus órdenes. Tras tomarse un momento para respirar y soltar a Nyota, quién inconscientemente se acerca al Sr. Scott, Spock se ajusta el jersey y se sienta con solemnidad en la silla de mando.

- Señor Sulu, trate de sacarnos de aquí. – Ordena el primer oficial.
- Imposible, señor, lo hemos intentado todo.
- ¿Ha probado con la fuerza impulsora?
- Nada funciona, Sr. Spock. No parece que esté averiado pero... los mandos no responden.
- Sr. Scott, informe.

    Scott y Uhura, aún cogidos por la cintura, le observan afligidos. Imaginan lo que debe estar experimentando al haber desaparecido Jim de aquel modo tan inesperado, pero ven cómo Spock muestra calma y tranquilidad intentando encontrar una solución. Algo realmente admirable en el vulcano.

- Como bien indica Sulu los controles no responden, nos encontramos sin energía para los motores. Tan sólo los sistemas vitales se hallan en pleno funcionamiento.
- Trate de desviar de ahí la energía, Scott.
- Lo he intentado, y negativo señor. Esos Metrones saben bien lo que se hacen. Nos tienen a su merced.

    Hacía rato que McCoy, como solía hacer nada más ver las señales de alerta roja, había irrumpido corriendo en el puente. Llegó justo a tiempo para ver cómo Jim se desvanecía ante la vista de todos. Hasta entonces no había podido decir una palabra.

- Spock, ¿qué va a hacer?
- Esperar... - Dijo con calma.
- Pero, ¿y Jim?
- Si pudiera hacer algo por él lo haría, pero no puedo hacer nada. Jim está ahí fuera, en alguna parte, - dijo Spock compungido, señalando el inmenso espacio que se abría ante ellos en el monitor central, - no sé dónde, no sé cómo... y quisiera poder ayudarle, doctor. Créame que haría cualquier cosa por ayudar a mi... - tragó saliva para evitar decir una palabra para él demasiado sagrada - …a mi Capitán. - Y dejó la palabra T'hy'la encerrada dentro de su mente.

    McCoy se sorprendió profundamente: nunca había visto esa expresión en la cara de Spock. Tan turbado, tan agotado, tan triste... vulnerable como cualquier humano. De pronto se arrepintió de todas las veces que le había llamado “duende de sangre verde y orejas puntiagudas”. Le hubiera gustado decirle unas palabras de apoyo, de consuelo, pero no era capaz de encontrarlas. A Spock le fue suficiente con la compasión que pudo ver en su mirada.


        Entre tanto, en el planeta desértico al que fueron transportados, Jim se enfrenta al capitán Gorn: un ser reptiloide, mucho más fuerte que él pero más lento también. Tras medir sus fuerzas mano a mano Kirk logra huir y ganar tiempo para buscar algo con lo que armarse. Una vez lejos del reptil, utiliza el aparato que le dejaron los Metrones para grabar los hechos que están ocurriendo y sus planes para enfrentarse al enemigo sin saber que el Gorn le está escuchando. Más tarde Jim cae en una trampa del Gorn y resulta herido en la pierna derecha por una pesada roca. El enemigo casi consigue quitarle la vida, pero aunque éste cuenta con la fuerza Jim tiene de su lado la agilidad y la astucia humanas.

    A bordo del Enterprise la situación continúa igual: la nave estancada sin posibilidad de emprender ninguna acción defensiva ni mucho menos de rescate. Spock, tras una larga reflexión, pide a Uhura que abra los canales de comunicación y suplica mantener una conferencia con los Metrones. Todos en el puente se preguntan qué estará tramando su primer oficial. Sin duda se trata de un intento desesperado por ayudar a su capitán.

    De repente la voz impersonal y atronadora de los Metrones vuelve a escucharse en toda la nave.
- Su capitán está perdiendo la batalla. Tal vez tengan ustedes costumbre de despedirse de los suyos, quizás realicen alguna clase de ritual. A fin de que se preparen para la derrota les permitiremos ver y oír lo que está pasando en la superficie del planeta.

    Todos se miran unos a otros incrédulos y desmoralizados. ¿Sería posible tal final? Si el Capitán era vencido les esperaba una muerte segura.

- Ojalá hubiera una forma de comunicarse con Jim. - Dijo McCoy nada más ver su imagen en el monitor principal. Kirk parecía exhausto, recostado contra unas rocas, todo sucio, con el uniforme desgarrado y algo de sangre en una pierna.
- Sí doctor, ojalá la hubiera... - Respondió Spock sin quitarle el ojo de encima a su amado capitán.

    Nyota mira a Spock incrédula. ¿Acaso no hay entre ambos un vínculo, una unión mental? ¿No podría Spock enviarle sus pensamientos a Jim? Nadie dice una palabra observando en la pantalla a su capitán prácticamente derrotado. Entonces Spock cierra sus ojos y se concentra. Con su imagen en la mente repite su nombre una y otra vez sin pronunciarlo... ¡Jim! ¡Jim...! ¡...T'hy'la! Sigue concentrándose sin que nadie más se dé cuenta, salvo tal vez la teniente Uhura.

- ¡Creo que ha tenido una idea, miren...! - Exclama el joven Chekov emocionado. - ¡Vamos Capitán! ¡No se rinda!

    Todos ven sonreír a Kirk. Lo interpretan como una sonrisa de victoria anticipada, pero es un agradecimiento a Spock, en silencio, entre sus mentes.
- Mire eso doctor... - Susurra Spock, aunque más bien sus palabras van dirigidas a Jim. - Es nitrato de potasio, y creo haber visto azufre allí cerca.
- ¿Y qué quiere que el Capitán haga con eso, Spock?
- ¿He de recordarle sus lecciones de química, doctor?

    Spock observa con satisfacción cómo Jim se pone en marcha y recoge los materiales necesarios.
- Sí, eso es... Sí, así Jim, muy bien. Date prisa. - El Gorn se acercaba, no quedaba apenas tiempo.
- ¿Pero qué está haciendo? - Inquirió McCoy.
- Si ahora encontraras algo de carbón... Sí, allí... eso es Jim, sigue así... - La voz de Spock era cálida, dirigida en secreto a la mente de su amante.
- Un cañón, pólvora... ¡El capitán está fabricando un cañón! - Dijo entusiasmado Chekov.
- ¿Funcionará? - Preguntó Nyota asustada.
- ¡Pues claro que sí... es un invento ruso! – Dijo Chekov como era su costumbre.
- Un poco más de tiempo, el Gorn se acerca... Vamos Jim, vamos T'hy... - Spock mordió sus labios sujetando de nuevo aquella palabra privada.

    Mientras tanto el Gorn utiliza su grabador y le explica a Kirk que lo que su gente hizo en Cestus III fue acabar con una invasión. Ellos consideraban el puesto de la Federación como una intrusión en su territorio. Deseando terminar de una vez le pide a Kirk que no se mueva de donde está, que deje de huir. Jim se arrepiente de haber ordenado su persecución y destrucción; al fin y al cabo Spock tenía razón, otra vez: los Gorn no deseaban invadirles, eran ellos los que se consideraban invadidos.

    A bordo del Enterprise, al escuchar las palabras del Gorn, Spock asintió en silencio. En su mente Jim acababa de pedirle perdón. Pero no había tiempo para disculpas, ya se oía el siseo de reptiloide tan cerca que...

- ¡Jim! - exclamó tenso Spock.

    Kirk tuvo el tiempo justo de accionar el artefacto prendiendo la mecha y resguardándose de la explosión. El Gorn, afortunadamente, resultó abatido. Jim cojeó hasta él, le arrebató de las garras la piedra afilada con la que el enemigo había planeado matarlo y la alzó por encima de su cabeza con intención de terminar de una vez. Pero entonces se detuvo. ¿Los pensamientos de Spock? ¿Sus palabras en su cabeza? “Respeto a la vida...”
- ¡No! ¡No voy a matarlo! Metrones...¡tendrán que buscarse la diversión en otra parte! - Gritó Jim lanzando lejos la primitiva arma.

    Spock le observa orgulloso, su T'hy'la respeta la vida. De repente un ser de aspecto humanoide aparece sobre unas rocas. La imagen y el sonido se interrumpen en el Enterprise, ya no pueden ver qué está pasando. En el planeta el Gorn se desvanece ante los ojos de Kirk que recuperaba el aliento agotado.

- Eres... ¿un metrón? - Le pregunta airado.
- Lo soy. Nuestra raza no consiente la violencia, es deleznable, algo intolerable. Tú has mostrado clemencia ante tu enemigo. Te enviaremos de vuelta con tu tripulación y podréis marcharos.
- ¿Qué ha sido del capitán Gorn?
- Está de regreso con los suyos. ¿Deseas que les destruyamos por ti?
- No será necesario. Tal vez podamos hablar... los Gorns y la Federación, y alcanzar algún acuerdo. - Explicó Kirk con su sonrisa más encantadora.
- Tu especie es aún primitiva, pero prometedora. Tal vez dentro de mil años podamos dialogar al mismo nivel.

    Tras esto Kirk fue devuelto al Enterprise, repentina e inexplicablemente, del mismo modo en que le habían sacado de allí.

        En el puente todos sus oficiales le reciben contentos, encantados de que todo haya terminado bien. McCoy le acerca su tricorder y descubre que la herida de la pierna debe ser tratada de inmediato: fractura abierta de tibia con una incipiente infección. Como siempre que resulta herido Jim se muestra reacio a abandonar el puente para ir a la enfermería, al menos hasta que la situación esté controlada.

- Sulu, llévenos de regreso a la órbita de Cestus III. - Ordena Jim sosteniéndose sobre la consola de navegación, sin ni siquiera permitirse mirar a los ojos a su primer oficial.
- Señor, los instrumentos indican que hemos atravesado la Galaxia... Sirio está aquí cuando debiera estar allí, esto es... - El piloto parecía realmente desconcertado.
- No intente explicarlo, Sulu. Si estamos fuera de peligro, lejos de los Gorn y los Metrones, simplemente llévenos a donde deberíamos estar. - Dijo el capitán con una voz cada vez más débil.

    McCoy mira con discreción a Spock señalándole la pierna derecha del Capitán con una ligera inclinación de su cabeza. Spock asiente a McCoy y, sin preguntar, toma en brazos a un sorprendido Jim para llevarle hacia el turbo ascensor, seguido de cerca por el doctor y ante la atónita mirada del resto del personal.

- Sr. Sulu, tiene sus órdenes. Sr. Scott queda usted al mando. Estaré con el Capitán y el doctor McCoy en la enfermería. - Dijo Spock justo antes de que se cerrasen las puertas del ascensor.
- ¡Qué romántico...! - Susurró Nyota al oído de Monty, ahora sentado en la silla de mando.
- Teniente, vuelva a su puesto e informe de lo sucedido a la Flota. - Ordenó el Sr. Scott no sin regalarle una dulce sonrisa a su prometida.


        En la mesa de operaciones el doctor McCoy ordena a la enfermera Chapel envolver la herida con tejido cicatrizante hecho con las propias células del capitán.

- Esto hará que apenas queden marcas. Te pondrás bien enseguida, Jim, pero deberás guardar reposo absoluto un par de días... ¡Y no acepto evasivas! En estas cuestiones YO estoy al mando, ¿entendido?

    Kirk le mira sonriente y asintiendo, agradecido por haber vuelto a casa junto a sus amigos.
- Haré lo que digas, Bones. Gracias por curarme esta pierna.

    McCoy hace una seña a su enfermera para que salga. Tras darle un apretón en el hombro a Jim y mirar a Spock con una sincera sonrisa les deja a solas en la habitación. Antes de salir por la puerta se gira y asomando la cabeza advierte:
- Reposo absoluto, Jim. ¿Tengo tu palabra, Spock?
- Por supuesto, doctor. - Respondió llevándose las manos a la espalda.

    Pero en cuanto Bones desaparece Jim agarra el jersey de Spock por la pechera hasta hacerle inclinarse sobre él lo suficiente como para poder besarle.
- Reposo Jim. - Le recordó Spock.
- ¡Venga ya, mi amor...! En el ascensor sólo pude rozar tu cuello con mi barba, sentí tus cosquillas... pero el dolor de mi pierna era demasiado fuerte. Ahora bésame: y esto es una orden.

    Ni qué decir tiene que el primer oficial obedeció; una y otra y otra vez, dulcemente, mientras los calmantes empezaban a hacer efecto en su capitán.
- ¿Qué sucedió al final, cuando apareció el Metrón? Eso no pudimos verlo en la pantalla. - Preguntó Spock con curiosidad.
- ¿Visteis lo que pasaba en el planeta? - Jim sacudió la cabeza sorprendido. - Bueno, los humanos, para ser depredadores, resulta que somos una especie muy prometedora.
- Suelo tener mis dudas al respecto. - Dijo refiriéndose a la discusión sobre el respeto a la vida que había mantenido con Jim.
- Yo no dudo, ya no. Puede que dentro de unos mil años podamos demostrarlo.
    Spock le miraba inclinando la cabeza con algo de incredulidad.
- ¿Mil años, capitán...? - Dijo Spock acariciándole la frente y apartándole ese mechón rebelde que siempre se sale de su sitio.
- Bueno, eso nos da un poco de tiempo. – Respondió Jim con una sonrisa encantadora e irresistible, tanto que Spock no pudo evitar besarle de nuevo.

    Los indicadores médicos de la pantalla situada sobre la cabeza del capitán empezaron a pitar todos al mismo tiempo. McCoy apareció corriendo, alertado por el sonido, pero al observar la escena entendió que no se trataba de ninguna emergencia y se echó a reír, deteniendo a la enfermera Chapel que venía detrás con un maletín de reanimación en las manos.

- Eso no va a ser necesario Christine, creo que el capitán ya está bastante animado.

    Spock separó sus labios de los de Jim, había dado su palabra al doctor de que le dejaría descansar.
- Enfermera, haga que traigan algo de comer, algo abundante, para el capitán y para el Sr. Spock. Dese prisa, estos dos hace demasiadas horas que no se alimentan adecuadamente.
- Tiene razón, doctor. Me encuentro hambriento. Gracias por permitir que me quede.
- Deberías descansar tú también, Spock. Ha sido mucha la tensión. Y por favor, no hagáis pitar esa máquina o tendré que separaros, ¿entendido? - Dijo saliendo de la habitación.
- Spock... - Le llamó Jim adormilado, tendiéndole la mano.
- T'hy'la... - Respondió él envolviendo su mano y sentándose junto a su cama.

    Cuando la enfermera Chapel regresó con una bandeja repleta de comida tuvo que dejarla sobre la mesita. Los dos se habían quedado dormidos, las manos entrelazadas, los pies de Spock sobre la cama del Capitán. Christine tomó una manta y cubrió el cuerpo del primer oficial justo antes de salir de puntillas de la habitación y cerrar la puerta.


Notas finales:

Y esta es mi versión de Arena, de la serie original, escrito por Gene L. Coon, basado en el relato corto del mismo nombre de Fredric Brown.

Espero no haber molestado a nadie. Gracias por comentar. Mil gracias por leer.

Como dato curioso William Shatner y Leonard Nimoy sufrieron de tinnitus en sus oídos por la cercanía a las explosiones en la filmación del episodio.


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