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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Los hermanos experimentan su unión haciéndola más fuerte al compartirlo todo.


La nave oscura atraviesa la Galaxia a toda velocidad, deben llegar a tiempo a Nimbus III.

 


Compartir los juguetes


 


                                                                              Selene se marchó a medio día. Tenía que recoger a los pequeños Scott del colegio y a Demora de la guardería, darles el almuerzo y luego intentar trabajar en su estudio por la tarde. Insistió a Amy para que la acompañara pero ella se negó, prefería quedarse en su casa con David, su hermano.


      El chico era encantador, con esa sonrisa arrolladora de los Kirk. La pintora confió en él, le vio responsable.


   - Si se encuentrga mal, si nesesitaga cualquieg cosa me llamas. - David le miraba con cara seria, asintiendo. - Pagueses pgreocupado, jeune homme *(muchacho), Amy estagá bien...


   - Su abuelo ha muerto, Selene. Lejos, sin poder despedirse de él. - Observó cómo los ojos verdes de la mujer se entrecerraron a causa de unas finas cejas arrugadas. - Ahora eres tú la que parece preocupada...


   - Llámame si pasa algo... y no la dejes sola. - Selene le besó en la mejilla. No le conocía pero sus ojos le decían que era de la familia.


   David se quedó un buen rato frotando ese beso con las yemas de los dedos, plantado en el salón delante del sofá chester. Su hermana estaba arriba, descansando. Había llorado durante horas. De pronto la vio asomarse a la baranda del piso superior.


   - He llamado a una amiga, David. ¿Podemos pedir algo de comer por encargo? - Sonreía. Sus ojos aún estaban enrojecidos pero los labios dibujaban una sonrisa.


   - Claro, lo que quieras...


   - Pizza. - Amy apoyó las manos en la madera y saltó al piso inferior.


   - ¡Amy! - En dos pasos se acercó a su hermana. - ¿Estás bien? ¿No te has hecho daño?


   -Sí, ya sé... debería usar la escalera, pero esto es más rápido y me gusta hacerlo. - Acarició la mejilla de su hermano, aún tenía cara de susto.


 


           Natalie se quedó de piedra cuando Amy le dijo que David era su hermano. Rubio como el sol de la mañana, los ojos del mismo azul intenso que su amiga, la sonrisa blanca y encantadora... El chico la dejó hechizada.


   El repartidor de pizzas llegó poco después que ella y los tres se lanzaron sobre la comida como alimañas hambrientas. Nat se echó a reír, los dos hermanos engullían con la misma ansia que más de una vez le había visto al almirante Kirk.


   - Nat es mi mejor amiga, David... - Dijo Amy con los carrillos llenos de masa a medio masticar. - Bueno, es algo más que eso.


   - Entonces aclárame el asunto, Amy. ¿Has visto a Pavel? Hace días que no nos vemos y ahora me vienes con todo esto... - Nat se sentía aturdida, demasiadas novedades que asimilar.


   - Solamente se vieron un momento, tuve que alejarla de él. - David empujó el alimento por su garganta para seguir hablando. - Pavel sufrió una hemorragia nasal por estar cerca, el vínculo... ¿Sabes lo del vínculo, no? Y ahora han tenido que marcharse en el Enterprise, nuestro padre, Spock, Bones... Pavel... Nyota y el señor Scott... ¡Todos lejos! Y luego está lo de Sarek... Por cierto, no te lo he dicho Amy, yo conocí a tu abuelo hace años... - David no podía callarse, sintió la mano de Natalie en la rodilla, la chica le miraba sonriendo.


   - Vale, vale... poco a poco. ¿Es que a todos los Kirk os pasa lo mismo? Tranquilo... - Le miraba con sus ojos marrones llenos de ternura.


   - ¡Sarek! - Exclamó Amy en un susurro. - Espero que mi padre haya llegado a tiempo de recoger su katra, de lo contrario la pérdida será irreparable...


   - ¿Qué es eso del katra, Amy? - David preguntó con curiosidad.


   - ¿Conociste a mi abuelo? - Respondió su hermana del mismo modo.


   - Apenas tenía seis años pero le recuerdo bien, fue el primer vulcano al que vi. - Sonrió a su hermana mirándole la punta de la oreja asomando entre el pelo negro. - Mamá y yo vivíamos en Omicron IV y él vino en visita diplomática según creo.


   - Recuerdo ese viaje, me trajo un juguete de chico... - Se echó a reír. - ¡Un camión teledirigido!


   - ¿Rojo, con el logo de la Flota en la puerta derecha? - David no podía creerlo. - ¡Era mi juguete favorito! No supe nunca cómo llegué a perderlo...


   - Tu abuelo debió pensar que te gustaría tener algo de tu hermano. - Nat acarició ahora la rodilla de su amiga.


   - No nos contó nada, ¿por qué haría eso? - Amy frunció el ceño, el silencio de Sarek sobre David la desconcertó.


   - Mi madre, seguro que se lo hizo prometer. - Negó el con la cabeza. - Yo aún no sabía que Jim era mi padre, Amy.


   - Ya, ella te lo contó cuando lo del juicio en Kronos... Los adultos y sus secretos, es odioso. - Abrazó a ambos, a Nat y a David, atrayendo sus cabezas hasta rozar sus sienes. - Nosotros tres no tendremos secretos, nunca. David, Natalie y yo somos amantes.


   La chica se ruborizó y bajó la mirada, la melena castaña se le vino a la cara ocultando los ojos marrones. David había levantado las cejas y abierto los labios con sorpresa, poco a poco sonrió, con su boca torcida y pícara. Se giró hacia su hermana y la besó en la frente.


   - Tienes buen gusto, hermanita... - Le susurró.


 


 


                                                                      La nave oscura cruzaba la Galaxia envuelta en una capa de energía que la hacía invisible, indetectable para cualquiera de las civilizaciones suya existencia trataba de proteger. Hércules la pilotaba, sus medio hermanos Apolo y Artemisa habían ordenado dirigirse rumbo a Nimbus III.


   - Él está allí, le presiento. - Apolo, sentado en su trono dorado, vigilaba el paso por las estrellas blancas hacia su destino.


   - No es él... es el vulcano. - Artemisa, apoyada en su hombro, le corrigió.


   - Como sea debes tener cuidado, hermana. No quiero a Hécate por aquí. - Apolo le clavó la mirada azul en los ojos glaucos.


   - Me encerraré en la sala del trisquel... ha tenido una explosión hace poco, creo que la niña y el muchacho se han cruzado. - La diosa salía del puente de mando, llevaba un quitón corto blanco con ribetes plateados.


   - ¡Contrólate, Art! Entra en trance si es necesario. Nosotros nos ocuparemos de todo. - Se despidió su hermano. - ¿Cuánto falta para llegar a ese planeta, Herc?


   - Estamos a punto de alcanzar su sistema. - El piloto se estremeció al sentir los dedos del dios entre sus rizos. - Todo irá bien, cariño. A Pavel no le pasará nada malo, es fuerte y su poder está emergiendo.


   - No es él quien me preocupa, pero habrá una muerte, de eso estoy convencido. Cassandra me despertó anoche con sus pesadillas... - Cerró los ojos, agachó la cabeza y besó la coronilla de su medio hermano.


   - Cassie y sus visiones... - Hércules meneó la cabeza. - ¡Pues esta vez le haremos caso! ¿Qué ha visto exactamente, Apolo?


   - El futuro, Herc. Mi sacerdotisa preferida siempre ve el futuro... - Retrocediendo dos pasos volvió a la silla de mando. - Un futuro oscuro, lleno de dolor y angustia. La Tierra desaparecerá si Ares se sale con la suya.


   - Ese vulcano al que ha poseído... - Hércules trató de recordar el nombre. - ¡Sybok! ¿Qué hará Spock cuando sepa que es él?


   - Confío en su vínculo con Jim y Leonard, si se mantienen unidos no tendrán nada que temer. - Apolo pulsó un botón en su silla, pronto llegarían a Nimbus III, todo el mundo a bordo debía estar preparado.


 


 


                                                              Los dedos revoloteando sobre la piel dorada por el sol, como ligeras mariposas acariciando el vientre de Natalie, sintiendo el finísimo vello erizarse bajo su contacto. David quería probar todo lo que le gustaba a su hermana... Nunca había estado con una chica, con nadie en realidad. Siempre solo, rodeado de adultos, científicos en su mayoría... no había podido experimentar el sexo. Lo más cerca que había estado de compartir algo así con nadie fue una noche en Rinax, en la que se masturbó en la litera de arriba mientras Pavel dormía en la de abajo. Cuando terminó sintió cómo su amigo le acariciaba la pierna con la mano, debía haberle despertado con la agitación. No le dijo nada, nunca hablaron de aquello. Desde aquel momento buscó la soledad y la privacidad para hacer tal cosa.


      Ahora pasaba los labios por debajo del ombligo de la chica, descendiendo en minúsculos besos hacia aquel lugar que le atraía por su olor salado... Amy les miraba complacida, quería verlo. Sentada sobre la cómoda, igual que si fuese un gato encima de un mueble, les contemplaba absorta jugar en la cama.


   - Amy... - susurró Natalie, - ...ven aquí... - Le tendía la mano con la mirada turbia por la excitación.


   - No, es mi hermano, no voy a hacer eso. Solamente quiero mirar. - Se abrazó a sus propias rodillas y ladeó la cabeza viendo cómo ya David trataba de penetrar a su amiga.


   - ¡Ay! - Le dolió, Amy nunca había llegado tan adentro. - David... te quiero... - Musitó cerrando los ojos y abrazándose a su espalda.


      Gimieron y jadearon, moviéndose sobre las sábanas revueltas. El chico empujaba con fuerza, ella se revolvía debajo de su cuerpo. Amy observó el tono cada vez más sonrosado de sus pieles humanas, aquello le fascinaba. Sin darse cuenta se tocó, frotando con fuerza su propio sexo húmedo y caliente, no tardaron los tres en alcanzar el orgasmo. Su hermano gritó de placer cuando se derramó sobre el vientre de Natalie, ella dejó salir una risa nerviosa estirando las piernas y tensando la columna. Amy se deslizó sobre sus cuerpos con cuidado, abrazándoles y besándolos a ambos.


   - Ahora es tuya, David. - Le susurró al oído. - Yo esperaré a Pavel, a Khan... ya no tardaremos en estar juntos.


   - ¿Significa eso que nunca más volveré a tenerte? - Natalie sonaba triste, sintió la mano de su amiga apartándole el pelo de la cara.


   - Tienes a mi hermano, Nat... - Le respondió con una sonrisa. - Él se ocupará de ti.


   David se giró y miró a su hermana. Lo que acababa de ocurrir les había cambiado. Ahora sí lo habían compartido todo. Los dos cruzaron sus miradas azules y se sintieron unidos, como dos ramas ligadas al tronco del fuerte árbol del que provenían.


 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por los comentarios.


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