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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Eris continúa flotando por el Enterprise haciendo que Carol y Jim se enfrenten, claro que tienen sus motivos. Esta vez la visión de los límites de la realidad hace que se detengan las hostilidades... por el momento.

 


En los límites de la realidad


 


 


 


“En el espacio infinito, innumerables esferas luminosas, alrededor de las cuales gira una decena de otras esferas iluminadas más pequeñas, cuyo núcleo es candente aunque están cubiertas por una dura corteza fría sobre la cual una película mohosa ha generado seres vivientes y pensantes: tal es... lo real, el mundo.”


 - Arthur Schopenhauer -


 


 


                                                                 Aquel cuadrante ni siquiera estaba cerca de su territorio, aún así el capitán Klaa, hijo primogénito del general Chang, conducía a su tripulación en busca de la gloria que lograse restaurar el buen nombre de su familia. Una muerte con honor en la batalla o una gran victoria, harían que la casa de Mogh fuera recordada por algo más que la traición que su padre estuvo a punto de perpetrar contra el Emperador.


      Cuando descubrió el rastro de la burbuja de curvatura en la que se deslizaba el Enterprise camino de la Gran Barrera, le siguió. Había tenido noticias de que aquella nave estaba comandada por el mismísimo James T. Kirk, el maldito héroe de Kronos que hizo que su padre diese con sus huesos en Rura Penthe, donde no tardó en realizar el ritual de Hegh'bat dándose muerte con su mevak *(cuchillo klingon tradicional) Nada en todo el Universo le daría mayor placer que capturar a aquel hombre... nada, salvo tal vez matarlo con sus propias manos.


   ¿De qué le culparía? ¿Cómo haría que algo así fuese considerado un hecho glorioso por el pueblo klingon? Ya se las ingeniaría más adelante... Le acusaría de instigar una guerra, o mejor aún, de secuestrar al canciller Korrd en el planeta de la Paz Galáctica, algo de lo que también había oído hablar en la radio subespacial; cualquiera de los dos sería un buen motivo para aparecer, él mismo, el hijo de la casa de Mogh, como un verdadero héroe en los salones del Alto Concilio Klingon.


      Lo que el joven y ambicioso Klaa ignoraba, es que su pájaro de presa había sido detectado a su vez por el Excelsior. Les traía a su cola prácticamente desde que abandonase el espacio de Kronos. El capitán Sulu, sentado al escritorio de su despacho, trataba de contactar con su amigo el almirante Kirk por enésima vez sin ningún éxito, estaba empezando a preocuparse.


   - No sé qué diablos está pasando en el Enterprise, pero tu tío Jim no responde a mis llamadas. - Su jefe de seguridad le calvaba los ojos azules bajo el ceño fruncido, apoyado el trasero sobre el lateral de la mesa, los brazos y piernas cruzados.


   - ¡Van a toda velocidad hacia el centro de la Galaxia, Sulu...! - Peter estaba realmente alarmado. - De seguir así... ¿qué haremos?


   - Esperar que se detengan antes de atravesarla. - Sulu levantó su mano de la mesa y la posó sobre la rodilla del pelirrojo.


   - ¿Y si no lo hace, y si se mete en esa barrera? ¡Sulu, ninguna nave ha sobrevivido para contar qué hay al otro lado! - Su voz sonó vibrante, estaba muy preocupado.


   - Cálmate, Peter... - Le acarició el muslo. - Conociendo a Jim, debe tener sus razones para lo que está haciendo.


   Sulu no tenía muy claro que esas razones no fuesen otras que la propia impotencia, imaginar a Jim en apuros le sobrecogió. Ordenó a Riley poner al máximo rendimiento los motores, interceptarían al Enterprise si eso era posible.


   - Y ahora, Peter, ve a acostarte. - Le palmeó la nalga con la confianza de conocerle desde niño. - Tu novio debe estar preguntándose dónde te has metido, son ya las tres de la mañana.


   - Despiértame si consigues contactar con mis tíos. - Se puso en pie y abandonó el despacho de su capitán para irse al camarote. Sabía que Sulu no se rendiría, seguiría intentando hablar con alguno de sus antiguos compañeros hasta el amanecer si hacía falta.


 


                  Alex dormía a pierna suelta atravesado en la cama. Peter se quitó las botas y se acurrucó en una esquina bajo su largo brazo derecho. En cuanto el rubio sintió su presencia le rodeó con su cuerpo, notando que no se había quitado la ropa tironeó de su jersey.


   - Estate quieto, vikingo... - Murmuró Peter. - He venido a dormir unas horas, nada más.


   - Mmm... - Protestó el médico desperezándose. - ¿Aún sin noticias de tus tíos?


   - Nada, no responden... Sulu seguirá intentándolo.


   - ¿Y los klingons? - Se incorporó ligeramente sobre su costado derecho, dejando caer con cuidado la mano sobre su novio para acariciarle el pelo.


   - Les persiguen, pero no nos han detectado. - Respondió apoyando la cabeza en el pecho desnudo de su amado doctor. - Llevamos un rumbo paralelo.


   - Jim y Spock estarán bien, cariño. - Trató de tranquilizarle. - Anda, descansa un poco.


   Alex le envolvió de nuevo entre sus brazos y le besó la frente. Él también estaba preocupado, pero pensó que era mejor no darle importancia al hecho de que nadie en el Enterprise respondiera a la llamada del Excelsior. ¿Qué narices estaría pasando a bordo?


 


 


                                             Carol acabó entendiendo que el vulcano Sybok había sorbido el seso a su querido St. John. Aprovechando que se había quedado dormido junto a la camilla en la enfermería, salió de allí a hurtadillas para buscar a Jim, a Spock, o a cualquiera que conservase la cordura en aquella nave fuera de control. Se llevó una gran sorpresa cuando vio a dos guardias de seguridad custodiando la puerta del despacho del almirante.


   - Señora, regrese a la enfermería. - Le ordenó uno de ellos viéndola vestida con una bata de hospital.


   Carol fingió un mareo y cuando el hombre trató de sujetarla para que no se fuera al suelo, la inteligente rubia le quitó el fáser y le apuntó.


   - ¡Abran esa puerta! - Sus ojos azules lanzaron una mirada de hielo que les hizo obedecer. - ¡Vamos, adentro los dos! Y tú, dale tu arma al comandante Chekov. - Fue el primero al que vio y de los cuatro hombres allí encerrados, el que le inspiraba mayor confianza.


   - ¡Carol! - Exclamó el ruso con una sonrisa de oreja a oreja. - Yebát! *(joder) ¡Creo que con esto estamos en pás...! - Bromeó.


   - Te debo alguna que otra más, Pavel. - La doctora se acercó a él para saludarle como acostumbraba a hacer, con el tirón del labio inferior que dejaba al ruso con cara de auténtico idiota. - ¿Estáis bien? ¿Os ha hecho algo ese vulcano? - Observó la sangre en la cara y las ropas de Jim y McCoy.


   - No es nada, estamos bien, sí... emm... - Jim la miraba pasmado. ¿Por qué habría besado así a Pavel?


  - ¿Qué hacemos con estos dos? - Preguntó McCoy señalando a los guardas.


   - Atadlos a la mesa. - Ordenó Jim.


   El almirante cogió el fáser de la mano de la doctora Marcus y se lo dio a Spock. Volviéndose de nuevo a ella la tomó del brazo y la llevó hasta un rincón.


   - ¿Se puede saber por qué no me lo contaste, Carol? - Trató de susurrar, pero estaba demasiado alterado.


   - No creo que sea el momento, Jim. - La doctora miró a sus pies descalzos, tenía la sensación de estar desnuda debajo de la bata. De hecho lo estaba.


   - Y no lo ha sido en los últimos diecisiete años, ¿verdad? - El rubio empezaba a tener los ojos inyectados en sangre. - ¡Si no es por Pavel seguiría sin saber que tengo un hijo!


   - ¡Tomé la decisión que creí más adecuada...! - Agitaba las manos al hablar, estaba empezando a ponerse nerviosa.


   - ¿Para quién, Carol? - Le lanzó su sonrisa más retorcida.


   - Para mí, para el niño... - Odiaba aquella mueca en su boca, le recordaba tantas discusiones pasadas que acabó gritando. - ¡Soy su madre, Jim!


   - ¡Crecer lejos de su padre...! ¿Qué tiene eso de adecuado, joder? - La vena de su cuello se veía abultada, el rojo de sus mejillas se podía comparar a los restos de sangre seca en su barba.


   - Lejos de su padre, sí... - Los aspavientos de Carol hacían que Jim tuviese que retroceder a cada segundo. - Le quería para mí, Jim. David es mi niño... ¿cómo iba a arriesgarme a que se convirtiese en un cadete de la academia, en un soldadito como tú... como mi padre? - La voz se le rasgó en el grito. Unas lágrimas aparecieron en sus ojos azules.


   - Pues eso es justo lo que va a hacer David... - Le clavó la mirada lleno de ira, de buena gana la habría abofeteado. - ¡Antes de embarcarnos le apunté a la academia, empezará en septiembre!


   Fue Jim quien se llevó una torta. Carol se la propinó con todas sus fuerzas, haciendo que él torciese el cuello con el impacto.


   - ¡Eh! - Bones se había acercado y ahora la agarraba por los brazos desde atrás. - ¡Ya está bien, vosotros dos!


   - ¡Suéltame McCoy! - La rubia se revolvió, dejando caer su peso en el médico levantó las piernas para patear a Jim. - ¡Este maldito imbécil, soldadito idiota...! ¡Acabarás haciendo que maten a mi hijo!


   La puntería de Carol hizo que el almirante doblase las rodillas de dolor y cayese al suelo sujetándose sus partes.


   - ¡Carol! - Spock cogió a Jim por el brazo y tirando de él lo apartó de allí. La mujer seguía lanzando patadas y Bones no podía controlarla. - Sa-telsu... *(esposo) ¿estás bien?


   - No te preocupes, cariño... - gimió cogiendo aire sin dejar de sujetar con ambas manos sus doloridos genitales, - ...no tenía pensado volver a ser padre.


   - ¡Eh, reinas del drama! - Les gritó Pavel. - ¡Ya he atado a estos dos, grasias por la ayuda! ¿Vais a dejar de perder el tiempo? ¡Eso de ahí es la Gran Barrera, por si no os habéis dado cuenta! - Señaló a la claraboya del despacho.


    Unas tétricas brumas, aterradoras, se extendían sin fin frente a la nave. Resplandores de rayos y explosiones brillaban por doquier con un rugido espeluznante y atronador. Sybok iba a cruzar los límites de la realidad, dispuesto a averiguar qué se escondía tras la última frontera.


 


         En el puente de mando del pájaro de presa, la primera oficial klingon miraba con orgullo a su joven capitán. Siempre le había parecido atractivo pero ahora le creía el macho más sexy del Universo: Klaa, hijo de Chang, primogénito de la deshonrada casa de Mogh, estaba dispuesto a seguir al Enterprise más allá de las lindes de la Galaxia.


 


            Sulu ordenó que detuvieran la nave. Que Jim fuese hasta el fin del mundo no significaba que él, como capitán del Excelsior, con quinientas sesenta y cuatro personas a su cargo, fuera a seguirle.


   - Jim, amigo mío... - se dijo a sí mismo en pie ante la silla de mando en el puente, con la vista fija en la nave amiga a punto de adentrarse en la Gran Barrera, - ...¿qué estás haciendo, qué ocurre? ¡Te esperaré aquí por si me necesitas!


 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

Dejo imagen del Enterprise adentrándose en la Gran Barrera, de la película Star Trek V: la última frontera.

http://3.bp.blogspot.com/-5yltUpfd514/Ume9q2tKedI/AAAAAAAAab8/Tw9v5O2c1Ak/s400/09+GRAN+BARRERA.BMP


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