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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

El dios de Sha Ka Ree *(nombre del Paraíso para romulanos y vulcanos) revela su verdadera identidad. Sybok está decepcionado.


La muerte que anunció Cassandra, la sacerdotisa de Apolo, ronda cerca.


Spock y Bones verán que su mayor miedo se hace realidad.

 


Presentaciones


 


                                                           En el planeta Primigenio, Sybok continuaba con su pose de sacerdote iluminado, con las manos alzadas ante el haz de luz azul y brillante que hablaba con voz atronadora.


   - ESA NAVE... ¿PODRÍA LLEVAR MI SABIDURÍA MÁS ALLÁ DE LA GRAN BARRERA? - Preguntó “Dios”.


   - ¡Desde luego, sí...! - Sybok nunca había sido tan feliz.


   - ENTONCES ME SERVIRÉ DE ELLA... - La voz sin rostro sonó aún más tétrica.


   - ¡Será tuya! - El vulcano ya se veía como mensajero de la nueva religión que liberaría al Universo entero del dolor y el sufrimiento.


   - ¡LLEVARÉ MI PODER A TODOS LOS RINCONES DE LA GALAXIA! - Las palabras casi parecían una amenaza.


   Jim levantó la mano con gesto de querer hacer una pregunta. Hasta el momento todos se habían mantenido en silencio contemplando la extraña conversación de Sybok con aquel ser.


   - Disculpe... - Dijo Jim con educación. - ¿Para qué iba a querer Dios una nave estelar? - Inquirió con la chispa de la curiosidad brillándole en los ojos azules.


   - ¿QUIÉN ERES? - Se interesó el ente por aquel hombre que le había dirigido la palabra.


   - ¿Cómo que quién soy? - Respondió Jim con cinismo. - ¿Acaso no lo sabes, no lo sabe Dios todo? - Sus labios dibujaron la familiar sonrisa torcida y burlona.


   - Él... duda de ti, no cree en un solo Dios, sino en muchos... - Justificó así Sybok la osadía de su cuñado el almirante.


   - ¿DUDAS DE MÍ? - El haz de luz se volvió más intenso.


   - ¡Quiero una prueba! - Exigió Jim. Bones le miró aterrado con los ojos avellana abiertos como platos.


   - ¡Cariño! No puedes pedirle a Dios que se identifique, no tiene pasaporte... - Le susurró asustado.


   La columna de energía vibró con un sonido ensordecedor y un rayo salió disparado hacia el pecho de Jim, tirándole de espaldas al suelo un par de metros atrás.


   - ¡ESTA ES LA PRUEBA QUE ESTÁS BUSCANDO! - El ente se jactó de su poder.


   - ¿Por qué le haces daño? - Sybok no entendió aquello.


   - ¡PORQUE DUDA DE MÍ! - El tono sonó más elevado, Dios parecía estar muy cabreado.


   Bones comprobó que Jim estaba bien agachándose a su lado. La camiseta ocre tenía ahora una mancha negra sobre el corazón, por lo demás, aunque algo aturdido, el rubio se encontraba perfectamente. Solo había sido un toque de atención.


   Spock se interpuso entre aquel ser y sus dos t'hy'la, no estaba dispuesto a dejar que les hiriese.


   - ¡No has respondido a su pregunta! - Dijo en tono desafiante. - ¿Para qué iba a querer Dios una nave?


   El vulcano acabó con su camiseta azul también manchada de negro, el pecho le humeó y sus huesos terminaron en tierra, un metro más allá de Jim. Bones saltó hasta él, tomándole el pulso observó que el rayo que la maldita cosa le había lanzado, debía haber sido más potente que el que usara con Jim.


   - ¡Basta, el Dios de Sha Ka Ree no haría esto! - Gritó Sybok mostrando las palmas de sus manos a aquel ser.


  - ¡SHA KA REE...! UNA VISIÓN QUE CREÉ EN TU MENTE PARA ATRAERTE HASTA MÍ... ME SACARÁS DE ESTA PRISIÓN DONDE HE ESTADO ATRAPADO DURANTE MILES DE AÑOS. NECESITO UN CUERPO... ¡VOLVERÉ A CAMINAR ENTRE VOSOTROS, VOLVERÉ A DOMINAR EL UNIVERSO!


   Hasta el momento Pavel no había abierto la boca, limitándose a estar allí como un mero observador. Todo ese tiempo notó una sensación indescriptible en su interior, lo más parecido podría ser un nido de gaghs *(gusanos serpiente que se dan en Kronos, comida favorita de los klingons) retorciéndose en su estómago. De pronto avanzó y apartó a un lado a Sybok. Extendiendo sus manos trató de tocar el haz de luz.


  - ¿Quién eres tú? - Preguntó el ruso. Los demás le miraban desconcertados.


   - MI NOMBRE ES... ¡ARES! - El ser soltó una carcajada tétrica.


   - ¡Encantado, yo soy Pavel! - Su voz estaba cargada de ironía. En las puntas de sus dedos aparecieron hilos brillantes de electricidad que le unieron con la columna de energía haciendo saltar chispas por todas partes.


   - ¡No! - Gritó Sybok derribando al comandante con un fuerte empellón para protegerle de aquel ser. - ¡Me engañaste, Ares...! ¡Me trajiste hasta aquí con ardides y falsas visiones! ¡El don que me diste no trae la paz a los hombres! ¡Eres un ser violento, deleznable...!


   Pavel se levantaba del suelo otra vez, mirándose las manos las sintió cargadas de poder. Se volvió para comprobar que Jim, Bones y Spock estaban bien. Con un gesto, una mirada, les hizo entender que debían ponerse a cubierto. Jim le entendió y tomando las manos de sus t'hy'la les llevó hasta detrás de una enorme roca. Entretanto Sybok se estaba acercando demasiado Ares.


   - ¡TRAE HASTA AQUÍ ESA NAVE, MORTAL...! - Le exigió el dios incorpóreo.


   - ¡Nunca, jamás saldrás de tu prisión! - Sybok entró en la columna de energía y se consumió en ella con un grito terrible.


   Se inmoló para dar tiempo a huir a los demás, pensando que con el amor que había en su corazón podría combatir, tal vez incluso derrotar, a aquel ente formado por odio y agresividad.


   - ¡Sybok, no! - Gritó Spock contemplando impotente desaparecer a su hermanastro.


   El dios tomó aquel cuerpo vulcano, lo hizo descomponerse en millares de moléculas para unirlas a su gusto hasta conformar la figura de un hombre vacío, cuyo organismo habitó con su espíritu insuflándole la vida inmortal que era él mismo. Había conseguido su objetivo: ya podía volver a caminar entre los hombres. La columna de energía desapareció y Ares, en pie, poderoso y ávido de sangre, miró a Pavel frente a él y le sonrió con maleficencia.


   - Ahora llévame a esa nave, mortal. - Acercándose al ruso le amenazó con la mirada, los ojos pardos clavados en los aguamarina.


   - ¡Ni en tus peores pesadillas! - Le respondió Pavel enfrentándose a él.


   Ares se echó a reír. ¿Qué se había creído aquella pobre criatura? Para él era menos que un insecto. Con un dedo le disparó uno de sus rayos al corazón. Se quedó atónito cuando vio que el hombre ni se inmutaba, al contrario, alzando su mano le respondió con otro rayo que le hizo tambalearse.


   - ¡Huelo a mi hermano en ti! - Le dijo el dios con la voz rasgada por la ira. - ¡Date la vuelta! Hay algo en tu espalda que quiero ver... - Le había cogido por el brazo, solamente era unos centímetros más alto que Pavel pero tenía mucha más fuerza. Girando al ruso hacia sus amigos le levantó el jersey y vio el tatuaje sobre la rabadilla. - Lo que pensaba... - Le empujó al suelo con violencia, haciéndole caer de bruces.


   - ¡Pavel! - Jim le llamó con un grito. - ¡Huyamos, a la lanzadera, aprisa! - Ordenó.


 


      El dios les persiguió a los cuatro lanzando rayos que Pavel se ocupaba de rechazar, iba el último en la carrera por salvar sus patéticas vidas, Spock y Bones ya alcanzaban la pequeña nave. Subiendo a bordo descubrieron que había sido inutilizada por uno de los certeros disparos del dios de la guerra.


  - ¡Mierda! - Rezongó Jim. Pulsando el comunicador, lo único que funcionaba en la lanzadera, habló con el Enterprise. - ¡Uhura! Dile a tu marido que nos saque de aquí con el transportador...


   - Jim... - Respondió el propio ingeniero. - No hay energía suficiente para subiros a los cinco.


   - ¡Cuatro! - Le corrigió Spock. - Mi hermanastro ha muerto.


   - ¿A cuantos puedes transportar? - Preguntó el almirante.


   - De dos en dos, tal vez... - Scott no estaba muy seguro.


   - ¡Llévate a Bones y a Spock! - Ordenó mirando detrás de él. Sus t'hy'la no estuvieron en absoluto de acuerdo. - ¡Ahora, hazlo!


   - ¡No, Jim...! - Spock estiró el brazo tratando de llegar hasta él.


   - Jim... - Bones hizo lo mismo, sin lograr alcanzar a su amante.


   Cuando les vio desaparecer, supo que estaban a salvo y suspiró. Ares andaba cerca, Pavel se estremeció a su lado.


   - ¡Deja que le de a ese cabrón su meresido, Jim...! - Intentó salir de la lanzadera para luchar contra el dios.


   - ¡Scott, sácanos de aquí! - Gritó agarrando al ruso por el brazo.


   - Sólo puedo llevarme a uno, este trasto no funciona bien Jim... - Su voz al otro lado del comunicador sonaba triste.


   - ¡Adiós Pavel! - Se despidió Jim soltándole.


   - ¡No! ¡Jiiiiiiim! - Gritó el ruso mientras se desmaterializaba.


 


      El escocés había comprendido la orden implícita y transportó al comandante a bordo. Jim se había quedado solo en el planeta. La furia de Ares estaba a punto de estallarle en la cara.


   Scott había transportado a Spock y a Bones directamente al puente del Enterprise, a Pavel le vio aparecer ante sus ojos en la sala del transportador.


   - Yebát! *(joder) – Protestó cuando se vio a bordo ante el ingeniero. - ¡Saca a Jim de allí...!


  - ¡Ayúdame con esta porquería de aparato! El conmutador de frecuencias se ha vuelto a desequilibrar... - Scott tiró del panel superior de la consola presto a solucionar el problema. Con la colaboración del genio no tardarían en arreglarlo definitivamente.


 


         McCoy notó las lágrimas aflorando en sus ojos avellana, miró a Spock, lo que más temían acababa de ocurrir: Jim estaba solo. El vulcano se acercó a su consola científica y observó el pájaro de presa a punto de disparar al Enterprise. Corrió hacia el Canciller Korrd, apoyando las manos sobre la baranda del puente se dirigió a él con su voz calmada y profunda.


   - General, voy a necesitar que me eche una mano. - Le pidió señalando al monitor principal, donde la cara de Klaa apareció de repente.


  - ¡James T. Kirk! Le habla el capitán Klaa, hijo primogénito del desaparecido general Chang, último representante de la casa de Mogh... - Las marcas de su frente se acentuaron con una expresión de triunfo. - ¡Rinda su nave, almirante!


   - Pero... - Korrd titubeó mirando a Spock con sorpresa. - Sólo soy un viejo retirado...


   - Y un general cuyas estrategias son objeto de estudio en todas las academias militares del universo conocido. - Le espetó Spock. - Ayúdeme a recuperar a mi esposo, se lo suplico.


 


      Korrd asintió. Sacando pecho se dirigió con solemnidad al joven impetuoso de la pantalla. Tendría que imponer su autoridad, hacerle entrar en razón deponiendo su actitud ofensiva. Finalmente lo consiguió, e hizo que Spock fuese transportado a bordo del pájaro de presa para volar al planeta y rescatar a su marido... si es que Ares todavía no había acabado con él.


   Bones le vio desaparecer ante sus ojos en el puente. Miró al suelo, a sus pies descubrió la pulsera de compromiso rota y se agachó a recogerla. Se quedó allí de rodillas, llorando en silencio, con el trozo de cuero entre los dedos y rogando a Dios, si es que existía de verdad, que protegiera la vida de su amado Jim.


 

Notas finales:

Gracias por leer, por comentar, por compartir esta locura conmigo.

Dejo imagen del dios Ares en la película Ira de Titanes II.

http://4.bp.blogspot.com/-zgWjmJGyVew/T3zMChYMGUI/AAAAAAAABIQ/z7c9uV8Fa-4/s1600/ira-titanes-edgar-pic.jpg


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