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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Eris no se limita a infundir las ansias de batallar entre los tripulantes y pasajeros del Enterprise, ahora además la ha emprendido con el ordenador central. Sus poderes son inmensurables. ¿Podrá alguien detenerla?


Capítulo inspirado en el episodio de la serie original Star Trek, “El día de la Paloma” escrito por Jerome Bixby.

 


El fáser que se volvió gladius


 


 


                                                                 A Amy solamente le restaba una cosa por compartir con su hermano: a Khan. No hablar de él no le parecía suficiente. Tenía que hacerle entender lo que el sobre-humano significaba para ella.


      Le convenció para salir de madrugada, dejando a Nat dormida en la cama, y colarse en las instalaciones subterráneas de la academia.


      Robó un pase de su a'nirih en el cajón de la mesita de su dormitorio. David se ruborizó al ver las esposas, a Amy le dio exactamente lo mismo. No le interesaban en absoluto los juegos eróticos que tuvieran sus padres con su loco doctor.


     Bajaron al garage y cogieron la moto caitiana. El muchacho aún estaba sonrojado, se apretó fuerte contra el cuerpo de su hermana al ver la velocidad a la que conducía.


      Llegar hasta el sótano de la academia fue pan comido, usaron el pase del almirante para entrar por una puerta lateral y los dos se deslizaron ágilmente por los pasillos, ocultando su presencia a las cámaras de seguridad. Con la tarjeta de Jim no pudieron atravesar aquella última puerta que les separaba del criotubo. Amy se sintió frustrada... tan cerca y tan lejos. Su hermano la miró conmovido, sacó una navaja multiusos del bolsillo de su pantalón y desmontó la caja de la pared junto a la puerta.


   - ¿Estás seguro de que podrás abrirla? Si haces saltar las alarmas estamos perdidos, la escalera se cerrará y quedaremos atrapados. - Amy le miraba trastear con los cables de colores, absorta por la habilidad de su hermano mayor con la tecnología.


   - El rojo... siempre es el rojo. - Murmuró ignorando a la chica. Sin dudar un segundo más cortó el cable. Ambos contuvieron la respiración hasta que la puerta se abrió automáticamente. - ¡Chupado! - Exclamó con una sonrisa recibiendo un beso en la mejilla por parte de su hermana.


   Amy le tomó de la mano y juntos se acercaron al criotubo en mitad del laboratorio. Allí estaba, el hombre que mató a su abuelo. Su expresión era serena, pacífica. David se preguntó cómo sería aquel tipo para haberse ganado los corazones de Pavel y de su hermana.


   - Bueno, ya está, ya le he visto. - Quería irse, no solamente por miedo a ser descubiertos, la presencia de Khan le hacía sentir incómodo.


   - Espera... - Amy le soltó la mano y la pasó por el cristal, limpiándolo con cuidado.


   - ¿Qué haces? - La observó curioso.


   La muchacha besó la pulida superficie con los ojos cerrados, concentrándose en sus propios pensamientos.


   - Khan... mi amor... pronto regresará Pavel y te despertaremos. ¡Ya has dormido bastante, príncipe mío! - Pensó para él, sabiendo que no podría escucharla pero con la ilusión de compartir su impaciencia con su amado.


   - Tenemos que irnos, Amy... - David tiró de ella.


   - Sí, marchémonos. Creo que la ronda del guardia está a punto de empezar. - La chica besó de nuevo el cristal, justo por encima de donde Khan tenía sus labios cerrados. - Hasta pronto t'hy'la. - Se despidió.


      Durante el camino de vuelta ninguno de los dos dijo una palabra. David no dejaba de pensar en lo mucho que debía haber sufrido su hermana, privada de la compañía de Khan y de Pavel durante tantos años. La abrazó con fuerza en la moto, el viento soplaba a su alrededor, pronto estarían de vuelta en casa.


 


 


                                                                     El espíritu de Eris flotaba entre humanos y klingons a bordo del Enterprise. Afortunadamente T'rak había decidido partir con Riley en el Excelsior, según parece el Imperio Romulano sería el único que se libraría de entrar en una guerra.


      Klaa, en su búsqueda de Jim por los pasillos, tropezó con Peter. Le provocó, cosa que el pelirrojo no entendió en un principio, insultando al almirante y tachándole poco menos que de asesino. El jefe de seguridad no le tomó muy en serio hasta que le vio sacar su d'k tahg *(cuchillo tradicional klingon) y amenazar con clavárselo a todo los Kirk que se le cruzasen en el camino.


   - ¡Klaa! ¿Se ha vuelto usted loco? - Peter esquivó las estocadas del joven capitán. - No me obligue a tener que dispararle... - Le apuntó con su fáser.


   - Bet'ala nog'tor! *(Mira esto) Como todos los humanos, no sabe combatir con honor... - Le despreció el klingon al verle utilizar un arma de fuego.


   Entonces ocurrió algo muy curioso, extraño y desconcertante. El fáser que Peter sostenía en su mano derecha en posición de aturdir, de repente se transmutó... en una espada corta, concretamente en un gladius romano. El pelirrojo se quedó pasmado mirando su nueva arma.


   - ¿Qué es esto? ¿Cómo ha... - miró a Klaa para comprobar en sus ojos abiertos como platos que él no había tenido nada que ver, - ...cómo coño se ha convertido en una espada?


  - Maw' tok! - Se sorprendió el klingon. - Ahora podrás luchar con honor... - Se carcajeó. - ¡No te queda otro remedio, humano!


   Klaa se lanzó al combate y Peter tuvo que hacer memoria de las clases de esgrima que Sulu le había dado para defenderse. El ruido de los metales chocando entre sí atrajo a varios guardas de seguridad que, al ver a su nuevo jefe en apuros, desenfundaron sus armas con idéntico resultado: todos los hombres de rojo a bordo del Enterprise llevaban un gladius en lugar de una pistola fáser. Aprovechando semejante confusión, el capitán Klaa echó a correr y escapó de Peter y sus hombres. Encontraría a Jim, él era su verdadero objetivo.


 


                                          El panel sobre la cabeza de la doctora Marcus sonaba con cada latido de su corazón. El ritmo era irregular, acelerado. McCoy estaba preocupado.


   - ¿Cuánto tardaremos en llegar a tu planeta, Spock? - Le preguntó sin quitarle ojo a las constantes vitales de la rubia.


   - Dos, tres horas... - Balbuceó Spock. Tenía la vista clavada en la mano de St. John Talbot que sostenía con ternura la de Carol.


   - ¿Qué te pasa, cariño? - Pensó para el vulcano. - No has dado una respuesta exacta, eso es raro en ti.


   Bones estaba acostumbrado a que Spock afinase hasta el último decimal cuando se le consultaba cualquier dato. Lo achacó a la turbación que le provocaba el hecho de que el katra de su padre estuviera en la mente de la mujer que había tenido un hijo con su marido. Agitó la cabeza ligeramente y se acercó a su amante para acariciarle la cara.


   - Ve al puente. Ocúpate de llegar cuanto antes a Nuevo Vulcano. - Le sugirió. - No me separaré de ella, tranquilo.


   Spock asintió, besó a Leonard en los labios y salió de la enfermería. Pero en lugar de tomar el camino hacia el puente de mando, bajó por el turbo ascensor hasta ingeniería. Encontró al escocés mirando atónito los paneles del ordenador central, las luces le indicaban que algo extraño pasaba con los cristales de dilitio.


   - ¡Spock, estaba a punto de llamarte! - Le agarró del brazo nada más verle y le arrastró hacia la pared. - ¡Mira esto! - Señaló las parpadeantes luces de colores. - ¡Se ha vuelto loco!


   - ¿Una avería? - Su voz vibró, lo último que necesitaban era algo que retrasase la llegada a Nuevo Vulcano.


   - Todo funciona correctamente, Spock. - El ingeniero jefe le miraba aturdido. - Lo he comprobado diez veces... sin embargo la energía no hace más que fluctuar. Los cristales no aguantarán mucho de seguir así.


   - Usa el sistema secundario. - Le aconsejó. - Te ayudaré a desactivar éste.


   Scott corrió a la consola de su izquierda, el sistema de apoyo del ordenador central se podía activar desde allí mismo, pero debía sincronizarse con la desactivación del principal.


   - Cuando tú me digas, Spock. - Se volvió a mirarle esperando su señal.


   El vulcano pulsó unos botones, levantó la cabeza e indicó con un movimiento de su otra mano que era el momento. Ambos introdujeron el código de seguridad y esperaron. No hubo ningún cambio.


   - ¿Qué? - Scott se sorprendió. - ¡No hace caso! - Exclamó viendo que el computador central había ignorado los comandos y seguía con su irregular funcionamiento. - Mi chica está poseída, Spock...


   - Te refieres a la nave, ¿verdad? - A veces olvidaba lo que el ingeniero sentía por el Enterprise.


   - ¿Qué vamos a hacer? - Se encogió de hombros, la cara del escocés reflejaba el total desconcierto que sentía en aquellos momentos.


   - Apaguemos el ordenador central, el sistema secundario se activará automáticamente. - Dijo Spock caminando hacia popa, Scott le seguía un paso por detrás.


   La solución era lógica, pero conllevaba un riesgo importante. De no entrar en funcionamiento el ordenador secundario, los sistemas de soporte vital acabarían apagándose en media hora y todos a bordo morirían.


   - Informa a Jim. - Ordenó Spock. - Voy a introducir mi código de seguridad, esperaré su confirmación.


   Una vez que el almirante estuvo al tanto de lo que ocurría en ingeniería ordenó a Spock que procediera. Las luces del Enterprise se apagaron por unos segundos. El reinicio de la computadora central les sumió en la completa oscuridad. Los escudos de defensa se desactivaron, los escáneres y las comunicaciones enmudecieron, todo el personal estaba con el corazón en un puño esperando que la situación recobrase la normalidad con el sistema secundario. A los cinco minutos se encendieron las luces de emergencia, un tono rojizo y parpadeante que invadió toda la nave.


   - Tenemos media hora, Jim... - La voz de Spock sonó grave a través del comunicador. - La computadora secundaria ha fallado.


   - ¡Mierda! - Exclamó el rubio en el puente.


   - Jim... - Pavel se levantó de su puesto de artillero. - Creo que yo puedo haser que funsione...


   - ¡Baja ahí, Pavel! - Le ordenó el almirante. - ¡Demuestra que eres un genio!


   El ruso se dejó caer por la escalera de mano, el turbo ascensor estaría fuera de servicio. Llegó a la cubierta A con las manos enrojecidas por el roce, escupió en ellas y las frotó contra su jersey. Tenía veintiocho minutos para solucionar el problema antes de que el oxígeno empezase a escasear.


 


                                            Entretanto Klaa había organizado a su gente en grupos de tres para dar caza a Jim Kirk. El general Korrd permanecía atado y amordazado en su camarote, la primera oficial klingon le vigilaba. Los seis grupos se repartieron la nave, dos a ingeniería, uno a la sala del transportador, uno al hangar, otro a la cubierta de oficiales y Klaa con sus dos hombres de confianza subirían al puente. Las luces rojizas no le preocuparon, pensó que se debían a que ya habrían dado la alarma tras su breve lucha con el sobrino de Kirk.


   - Nos estarán buscando, compañeros. ¡Estad alerta! - Aconsejó a sus subordinados. - Ka'pla! *(la victoria es nuestra)


   - Ka'pla! - Respondieron con su saludo militar, golpeándose el pecho con sus puños derechos.


   - Quiero a Kirk vivo... - Añadió el capitán. - ¡He de darle muerte yo mismo!


 


            Así estaban las cosas, Eris no solamente se había ocupado de enardecer a los klingons, cosa bastante sencilla, sino que también había hecho estragos con el ordenador principal de la nave. Ahora que Apolo estaba lejos ¿quién podría enfrentarse a Discordia?


 

Notas finales:

Gracias por leer, ánimo a la hora de comentar. Me gustaría conocer vuestra opinión.

Dejo imagen de Khan en el criotubo, tal como David le vio por primera vez.

http://www.casimages.es/i/140704040849542086.jpg.html


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