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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Irene significa "Aquella que trae la paz". Es una de las tres Horas, hijas de Zeus y Temis, junto con sus hermanas Eunomia y Dice, diosas del orden y de la justicia moral.


La diosa de la paz invade al fin el Enterprise cuando Pavel logra expulsar a Eris.


Capítulo basado en el episodio “El día de la Paloma” de la serie original Star Trek, escrito por Jerome Bixby.

 

La hora de Irene

 

                                                 Los pasillos del Enterprise estaban desiertos desde que el almirante había ordenado el toque de queda. La mayor parte de la tripulación permanecía encerrada en sus propios camarotes, solamente trabajaba el personal imprescindible para el funcionamiento de la nave. Jim pensó que así se reducirían considerablemente los enfrentamientos a bordo.

      Encontraron al general Korrd y le liberaron, les costó bastante, la primera oficial klingon no quiso rendirse. La mujer, fuerte y más alta que Spock, luchó como una leona antes de terminar inconsciente por un golpe del gladius de Jim.

   - General, hay un alienígena entre nosotros, una forma de energía que se alimenta del odio que él mismo fomenta. - Le explicó Spock al viejo canciller.

   - Me quedaré aquí vigilando a Bazthum. - Señaló a la mujer klingon que yacía en el suelo. - Ella es muy peligrosa, no sólo odia a los humanos sino que además está enamorada de su capitán. Ahora que sabe que ustedes tienen a Klaa querrá ir a buscarle en cuanto despierte.

  - Tenga cuidado, Korrd. - Jim le tendió la mano, el klingon se la estrechó saludándole.

   - Almirante Kirk, son ustedes los que deben tener cuidado. - El general era consciente del enorme peligro al que se enfrentaban.

 

                                   La bahía médica era un verdadero caos. Klingons y humanos se reponían de sus heridas milagrosamente para pelear otra vez entre ellos y volver a sus camillas sangrando. McCoy optó por desentenderse de todo aquello. Había estado observando el progreso de Pavel que contrastaba con la inmovilidad del panel indicador sobre la cabeza de Alex. El ruso se despertó sentándose en la cama de golpe, como impulsado por un resorte.

   - Kak koshka s sobakoy, kazhdyy den' ssoryatsya... *(como el perro y el gato, peleando cada día) – Murmuró en ruso. Miró a Alex, comprobando con tristeza que seguía igual. - Bones, ¿cuánto tiempo ha pasado?

   - Tres cuartos de hora, Pavel. - El doctor le ayudó a levantarse, su pierna estaba curada.

   - ¿A qué esperas para criogenisarle? - Le increpó. - ¡Métele en la cápsula!

   - Tienes razón. ¡Peter! Deja a esos inútiles, que se maten otra vez si es lo que quieren. - Le llamó a su lado. - Ayúdame a meter a tu novio en el criotubo.

      Pavel salió de la enfermería dejando al pelirrojo acariciando el cristal bajo el que su amado vikingo dormía un sueño eterno. La imagen le recordó a sí mismo despidiéndose de Khan hacía ya más de doce años. Un escalofrío le recorrió la columna vertebral.

   - ¿Despertarás a Khan para intentar hacer el suero, Bones? - Peter le miraba con lágrimas en los ojos.

   - No te preocupes, chico. Lo conseguiremos... - McCoy no estaba muy seguro, pero los ojos azules del sobrino de su amante le llegaron al alma. - Todo acabará bien.

 

                                         El hangar se había convertido en un auténtico campo de batalla. La sangre púrpura se mezclaba con la roja por el suelo, los heridos se reponían, los muertos se levantaban, y todo volvía a empezar de nuevo.

   - Jim, esto es una locura. - Spock sentía la ira en su interior y trataba de dominarla con su lógica vulcana. - El ente alienígena quiere que las peleas duren eternamente.

  - ¿Y qué podemos hacer tú y yo? - Jim también notaba la furia dentro de sí. - Ni siquiera le vemos...

   - ¡Tú eres el almirante! - Miró a su marido esperando una orden.

   - ¡Claro, ahora soy tu jefe! Pero cuando te pedí que hicieras el koon-ul *(compromiso) entre Amy y Pavel bien que te negaste... ¿Obedeces sólo cuando te conviene, Spock?

   - ¡Necesitamos a Pavel! - El vulcano salió del hangar llamando al puente por su intercomunicador portátil. - Nyota, cariño... ¿puedes decirme dónde está Chekov?

   - Ha dejado la enfermería... - La comandante buscó su ADN en la pantalla, un punto brilló cerca de ingeniería. - Creo que va a ver a mi marido, Spock. Está en la cubierta A.

   - Gracias preciosa. - Respondió el vulcano.

   - ¿Preciosa, cariño? ¿A qué viene todo eso? ¿Tratas de ponerme celoso? - Jim le empujó camino del turbo ascensor.

   - ¿Qué crees que siento yo con Carol a bordo? - Le devolvió el empujón mientras esperaban a que el elevador llegase a su planta.

   - ¡Eso fue hace mil años, Spock! - Le gritó.

   - Es la madre de tu hijo, Jim... - Las puertas se abrieron y Spock lanzó dentro a su marido que acabó golpeándose con la pared del fondo del ascensor. - ¡Ni siquiera le conozco y ya le odio!

   - ¿Cómo puedes hablar así? - Jim le golpeó en el hombro.

   - ¡Cállate!

   - ¡No, cállate tú!

   Se quedaron en silencio mirándose el uno al otro. Entendieron que estaban bajo la influencia del ser maligno que flotaba invisible por la nave y se fundieron en un abrazo.

   - Cubierta A. - Ordenó Spock con voz calmada al aparato que de inmediato inició su movimiento abajo y hacia delante. - Será mejor que no hablemos, Jim.

   - Pavel... - Susurró el almirante. - Espero que él pueda deshacerse de esa horrible cosa.

 

                                        El escocés terminaba sus reparaciones en el ordenador central, estaba a punto de desactivar el sistema secundario y activar el principal cuando vio acercarse a un grupo de cinco hombres de rojo y tres klingons. Luchaban entre sí, espadas contra cuchillos, sin prestar atención a su alrededor.

   - ¡Eh, ya está bien, maldita sea! - Les gritó Scott. - ¡Id a mataros a otra parte! - Ya había visto cómo unos y otros se recuperaban misteriosamente de sus heridas para volver a pelear.

   - ¡Scotty! - Le llamó Jim corriendo hacia él.

   El almirante y su marido, el primer oficial, tuvieron que atravesar la marea de cuerpos y Spock acabó con una herida en su brazo, una estocada perdida le hizo sangrar.

   - ¡Mi amor! - Jim observó inquieto el jersey azul tiñéndose de verde.

   - Se curará... - Le tranquilizó su marido. - ¿Dónde está Pavel?

   - Entró hace un minuto, creo que se ha vuelto loco... - Scott señaló a popa. - Iba hablando solo, mirando al techo y apuntando a la nada con sus manos.

   - No Scotty, no está loco. Solamente él puede ver a ese ente alienígena. - Le aclaró Spock improvisando un torniquete en su brazo con la ayuda de su sa-telsu *(esposo)

      Juntos acudieron a la sección donde el ingeniero vio dirigirse a Pavel y le encontraron allí en pie, con los ojos aguamarina llorosos, mirando impotente cómo la mancha de energía crecía sobre su cabeza sin poder hacer nada.

   - Aquellos que odian y pelean deben parar por sí solos, de lo contrario no servirá de nada... - Pavel expresó así que él no podía detener aquella cosa sin ayuda.

   - El ser se alimenta de odio... - Murmuró Jim. - ¡Tenemos que para esto!

   El almirante comunicó con el puente, ordenó a Uhura que estableciera un canal con el general Korrd y les pasase a su vez a ambos por megafonía, haciendo que sus voces resonaran en todo el Enterprise.

   - Al habla el almirante James T. Kirk. A toda la tripulación. Ordeno que depongan las hostilidades de inmediato. ¡Tiren sus armas!

   - Soy el general Korrd, canciller del Alto Consejo Klingon. Me dirijo a todos mis compatriotas a bordo de esta nave: les ordeno que abandonen la batalla contra los humanos ahora mismo. ¡Arrojen al suelo sus d'k tahg! *(cuchillo klingon tradicional)

   Poco a poco las peleas cesaron en todas las cubiertas. Humanos y klingons soltaron sus armas y dejaron de luchar entre ellos. Pavel sonrió, la horrible cosa se hacía más y más pequeña.

   - Da poshol ty! *(¡vete a la mierda!, en ruso) – Gritó el comandante, las manos alzadas y los pies bien plantados en el suelo. - ¡Y no vuelvas, cosa horrible!

  - ¿Lo hemos logrado? - Jim se acercó a su niño ruso, deseaba estrecharle entre sus brazos.

   - Da! *(sí) – Exclamó lleno de alivio. - ¡Ay, Jim... todo lo que ha pasado...! Era Discordia, hasiendo que peleásemos entre nosotros.

   - Lo sé, cariño. - El almirante le abrazó, acariciando sus rizos con dulzura miraba a Spock por encima de su hombro. - Ya pasó, todo ha terminado.

   Eris abandonó el Enterprise disolviéndose en el vacío entre las estrellas. No volvería a molestar a los hombres, no hasta que alguno de los dioses creyera conveniente despertarla de nuevo.

   - ¿Cómo está Carol? - Preguntó el ruso.

   Spock y Jim se encogieron de hombros. McCoy la tenía vigilada en la enfermería, no la habían visto desde hacía un buen rato.

   - Debemos estar a punto de llegar a Nuevo Vulcano, Spock. - Le indicó Scott. - Deberías contactar con el Consejo para avisarles de que vamos para allá.

   - Hablaré con el sumo sacerdote, tiene que preparar la ceremonia en el Nuevo monte Seleya. - Spock encaminó sus pasos hacia la enfermería. Jim y Pavel le siguieron.

   - Esa seremonia para sacar el katra de Sarek de la cabesa de Carol... - Pavel parecía preocupado por su tono de voz. - ¿Será peligrosa para ella?

   - Al contrario, lo peligroso ha sido llevarle en su mente. - El vulcano pasó los dedos por la frente del ruso, apartando un rizo rebelde de sus ojos aguamarina.

   - Pavel... no te lo he preguntado antes, pero... - Jim le miraba con su sonrisa torcida. - ¿Acaso hemos compartido a la misma mujer?

  - ¿Qué? - La voz del ruso sonó aguda, la pregunta le había desconcertado.

   - Te besó... en los labios, Pavel... - Le recordó el rubio sonriendo.

   - Niet! *(no, en ruso) – El comandante agitó la cabeza de lado a lado. - ¡Es... es Carol! Ya sabes cómo es... Yo jamás... ¡Oh, Jim, deja de reírte de mí!

   Hasta Spock se estaba riendo, la cara que había puesto Pavel le resultó tremendamente divertida. El vulcano comprobó una vez más que la risa era capaz de aliviar las tensiones. Abrazó a su esposo y a su amigo agradecido de que todo hubiese terminado bien con el alienígena. Ahora solamente le restaba llevar a Carol al Seleya. Sarek, su padre, debía reposar junto a sus ancestros en el tercer fragmento de la piedra sagrada de Gol.

 

Notas finales:

Gracias por leer. No estaría mal recibir algún comentario, la retroalimentación es importante.

Dejo imagen de algo que parece molestar a algunas lectoras.

http://www.casimages.es/i/140704121825291400.jpg.html

 


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