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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Humanos y Klingons serán mudos testigos de la ceremonia vulcana con la que el sumo sacerdote rescatará el katra de Sarek de la mente de Carol.

 


Tuluk tu vokau *(Recuerda)


 


                                                                     La explanada ceremonial sobre el monte Seleya resplandecía rodeada de antorchas bajo las dos lunas de Nuevo Vulcano. T'mau, el gran sacerdote del Consejo, tenía una mano posada sobre la cabeza de la doctora Marcus, en la otra sostenía una misteriosa piedra negra con un extraño símbolo tallado en bajo relieve en su pulida superficie.


      Era el tercero de los fragmentos de la piedra de Gol, conservado por Surak, padre de la filosofía vulcana de la ausencia de emoción. Los otros dos trozos que hacían referencia a la guerra y a la muerte, se perdieron para siempre en los confines del tiempo. Los vulcanos abandonaron su tradición guerrera, dejando de lado la violencia para convertirse en el pueblo pacífico que evolucionó hasta ser uno de los primeros fundadores de la Federación Unida de Planetas.


      Spock observaba el ritual en silencio, las manos unidas por las palmas y alzadas frente a su adusto rostro. Los humanos y los klingons contemplaban la escena unos pasos por detrás. Korrd había querido bajar, junto con el capitán Klaa y su primera oficial Bazthum, para rendir honores al padre de Spock en su funeral.


   - Tuluk tu vokau, tuluk tu vokau... *(recuerda, en vulcano) – Repetía sin cesar el sumo sacerdote mientras extraía el katra de Sarek de la mente de Carol Marcus.


   Pavel no quitaba ojo de St. John. Le pareció que era un buen hombre y si Carol se había enamorado de él debía ser extraordinario. El diplomático esperaba paciente a que su amada rubia se recuperase.


   Bones y Jim sintieron un escalofrío. Spock estaba despidiéndose de su padre.


   - Adiós, Sarek. - Pensó en silencio. - Has sido el mejor de los padres, gracias por tus sabias enseñanzas, por tu paciencia infinita, por tu inmenso amor hacia mí y hacia aquellos a los que yo amo. - Una lágrima se deslizaba por su mejilla. - Tu katra descansará en paz junto a la almas de nuestros antepasados. Reúnete con ellos en comunión sagrada, un día estaré ahí contigo.


  - ¡Ni hablar, duende! - Pensó McCoy para que le escuchara en su mente. - Tú no irás a ninguna parte sin nosotros dos. - Agarró con fuerza la mano de Jim a su lado.


   - Amor mío... - musitó el almirante en sus pensamientos, recordando la muerte de los alternativos Jim y Spock no pudo evitar pensar con todas sus fuerzas: - ...tal vez nuestro destino sea otro.


   Spock giró el cuello para mirarles allí detrás. Las comisuras de sus labios se elevaron ligeramente, separó las manos y abriendo los brazos se les acercó para envolver a sus dos t'hy'la con extrema dulzura.


   - Siempre estaremos juntos, los tres... - Les dijo sin importarle que el sumo sacerdote le estuviese mirando desde el altar de la ceremonia.


   - ¡Sarek, hijo de Skon, descansa por siempre tu katra en la piedra de Gol! - Pronunció las palabras sagradas y dio por finalizada la transferencia. - Spock, la mujer está fuera de peligro pero debe descansar.


   - Iremos a casa de mi padre. - Spock hizo una reverencia ante el sumo sacerdote. - Gracias por todo T'mau.


   Él le respondió con otra reverencia, el linaje de los S'chn T'gai era merecedor de respeto, a pesar de los escándalos amorosos que acostumbraban a protagonizar sus más destacados miembros.


 


 


                                                 La gran mansión de Sarek impresionó tanto a los klingons como a los humanos que aún no la conocían. Spock se aseguró de que todos estuviesen bien atendidos acudiendo a las cocinas para ordenar al servicio que preparasen una cena a gusto de sus invitados. Ya no recordaba la última vez que había comido... ¿las judías del Yosemite? Todos estaban agotados, especialmente Carol. El trance que acababa de superar la dejó sin fuerzas. Talbot la llevó en brazos al dormitorio que le indicó Jim. Pavel acomodó las almohadas bajo su cabeza.


   - Cuida de mi hijo, Pavel... - Le rogó ella por enésima vez.


  - Deja de desir eso, Carol. David estará bien, con su padre, con su familia. - El ruso la besó en la frente, en esta ocasión se libró del tirón de labio acostumbrado, la doctora estaba muy débil. - Descansa, amiga mía.


   - Me quedaré con ella. - Murmuró St. John viendo cómo caía rendida en un profundo sueño.


  - Haré que te suban algo para cenar. - Jim le estrechó la mano y tomando a Pavel del brazo salieron de la habitación.


 


            Korrd admiraba las extrañas flores del atrio a la luz de las dos lunas que brillaban en el cielo. Su aroma le envolvía trayendo el recuerdo de su esposa a su corazón.


   - Agapantóideas, una peculiar variedad de este planeta. - Murmuró Sulu a su lado. - Su olor es dulce, parecido al de las lilas terrestres.


   - Mi mujer utilizaba un perfume similar. Esta flor me gusta. - El viejo general se acercó al arbusto para aspirar sus efluvios con nostalgia.


   - La perdió con la explosión de Praxis, ¿no es así? - El japonés le puso la mano en el hombro. - Reciba mis condolencias, señor.


   - Gracias. - El enorme klingon se giró y le dio un fuerte abrazo. - Gracias por todo lo que hizo usted allí con el Excelsior.


   Sulu aguantó el fuerte apretón del canciller con una sonrisa.


   - ¿Qué va a hacer ahora, general Korrd? - Le preguntó con curiosidad.


   - Regresaré a mi planeta. - Miró a su espalda, el joven capitán Klaa y su hembra, Bazthum, se abrazaban bajo la romántica noche de Nuevo Vulcano unos metros más allá. - Ese muchacho necesita un padre que le guíe por el buen camino y yo necesito una familia de la que ocuparme.


 


                                       La cena se sirvió en el gran salón comedor de la mansión. Los sirvientes la prepararon con todo lujo de detalles y los más elaborados platos para su señor. Entre ellos murmuraban acerca de si cerraría la casa o la mantendría funcionando, sus puestos de trabajo dependían de la decisión de Spock.


   - ¡Me muero de hambre! - Exclamó Jim llenándose la boca con verduras asadas y masticando a dos carrillos.


   - Todos tenemos hambre, Jim. - Comentó Spock. - Han sido treinta horas muy intensas...


   - ¿Treinta horas nada más? Parese que haya pasado un mes desde que dejamos la Tierra... - Pavel le hincó con ganas el diente a un plato de pok tar *(guiso vulcano preparado con varios vegetales) - ¡Esto está muy bueno! Mejor que sus gladst *(plato klingon parecido a las algas marinas que se come guisado con salsa) – Comentó mirando a Klaa que mareaba su comida con la cuchara sin atreverse a probarla.


   - Descansaremos aquí esta noche, mañana partiremos hacia la Tierra. - Jim miró a Bones sentado a su izquierda. - Debemos despertar a quien tú ya sabes para traer de vuelta a Alex.


   - Hablaremos de eso más tarde, sa-telsu. - Spock no quería que sus invitados klingons se enterasen de sus planes.


 


                                  Esa noche, en la biblioteca, Spock y sus dos t'hy'la conversaron a solas con Pavel, Sulu, Scott y Nyota. Peter se había quedado en el Enterprise. No se apartaba del lado del criotubo que contenía el cuerpo sin vida de su amado vikingo.


   - Sacar a Khan de la academia no va a ser cosa fácil. - Decía Spock sirviendo una copa de agua altair a sus compañeros. - Al retirarte el permiso para entrar al laboratorio cometí un grave error, Leonard.


   - Yo puedo hasserlo, Spock. - Pavel bebió de un trago el contenido de su vaso.


   - No lo dudamos, Black Donald... *(demonio) - Bromeó Scott. - Podrías hacerlo tú solito con tus poderes telequinéticos.


   - Desde que expulsé la discordia del Enterprise no son lo mismo. - Pavel se puso en pie y extendió sus manos hacia la pared repleta de libros que tenía enfrente. - ¡Mirad!


   Concentrándose al máximo solamente consiguió que un par de ejemplares, no demasiado gruesos, vibrasen y cayesen al suelo.


   - ¿Has perdido facultades, Pavel? - Rió McCoy.


   - Es todo lo que queda... - Se encogió de hombros. - Supongo que esa horrible cosa me agotó la energía que extraje de Ares en Sha Ka Ree. - El ruso volvió a sentarse en el sofá junto a Jim, dejando que éste le acariciase los rizos de la nuca.


   - No importa que no tengas superpoderes, cielo. Sigues siendo un maldito genio. - El almirante le sonreía, mirándole con profundo amor desde sus ojos azules.


   - Despertar a Khan... - Susurró Uhura estremeciéndose.


   Los siete se quedaron en completo silencio, sumidos en sus pensamientos, en sus recuerdos. Habían pasado casi trece años desde que Bones cerró la cápsula congelando a Khan. Ahora necesitaba su sangre para elaborar el suero que sirvió para traer a Jim de vuelta de la muerte, esperando que también funcionase con Alex.


   - No podemos ir en el Enterprise, implicar a toda la tripulación en esta locura sería demasiado. - Spock meditó sobre el asunto. - Ni siquiera deberíamos ir todos.


   - Cuenta con nosotros, Spock. - Habló Nyota sosteniendo la mano de su marido.


   - Y conmigo. - Sulu miró a Pavel con una sonrisa en los labios. - Tengo un par de cosas que decirle al gilipollas de tu novio.


   - Intentaré que Klaa nos preste su pájaro de presa. Es más pequeño, más práctico, entre los siete lo podremos manejar. - Jim pensaba ya en cómo negociar con el klingon semejante favor.


   - Su mecanismo de ocultación nos será muy útil. - Añadió Scott.


   - A la Flota no le va a gustar nada lo que vamos a haser... - Pavel apoyó la cabeza en el hombro del almirante, jugueteando con los pelos de su barba y encontrando canas de la que tirar.


   - ¡Ay! ¿Quieres estarte quieto? - Jim le soltó un manotazo. - Ya me ocuparé yo de la Flota. ¡A dormir todo el mundo! - Ordenó levantándose del sofá.


   - No hay habitaciones para todos. - Lamentó Spock. - Hikaru, ¿te molestaría compartir la cama con Pavel?


   El japonés se puso colorado por un momento, pero asintió y sonrió a Spock quitándole importancia al asunto. Luego subió las escaleras sin levantar la vista del suelo. Volver al dormitorio donde él y Pavel pasaron borrachos la noche de bodas de Spock y Jim, le trajo demasiados recuerdos a la cabeza. Abrazando el cuerpo de su amada rosa notó su agitación, le costaba quedarse dormido.


   - Tranquilo, Pavel. - Susurró a su oído. - Pronto serán los brazos de Khan los que te envuelvan.


   Sintió el enorme suspiro que dejó escapar su amigo y poco a poco el sueño les venció. Quizás esa fuera la última vez que dormiría abrazado a su rosa, o tal vez no. El futuro siempre trae sorpresas.


 

Notas finales:

Gracias por leer, porque que el conteo aumente supongo que significa eso.

En fin, gracias por comentar, si os apetece y tal...

Dejo imagen de la maravillosa noche de Nuevo Vulcano, con esas dos lunas en su cielo vistas desde la explanada del Nuevo Monte Seleya.

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