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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Las mujeres tenemos ciertas costumbres, hay que reconocerlo. A veces, las mejores confidencias se hacen en ese espacio tan singular, en un ambiente donde resulta imposible ocultar las emociones y todo acaba saliendo a la luz. Carol y Nyota compartirán algo más que un pipí.

 


El lavabo de señoras


 


                                                           Sus brazos y piernas le envolvían, las cuatro manos acariciaban su piel, el cálido aliento de McCoy a su espalda le estaba volviendo loco rozándole la punta de su oreja. Jim le besaba sin cesar, dejando entrar su miel en la boca le rozaba la lengua con avidez. Un dedo se adentró donde termina la espalda, húmedo por la saliva del doctor no tardó en penetrar dentro de su cuerpo.


      Ya pronto las aguas de su océano azul e infinito les mecían. Los tres se dejaban llevar a la deriva, jadeando con ritmo cada vez más rápido. Spock abrió los ojos para ver los de su sa-telsu brillar con placer debajo de su propia cara. Rozó la boca entreabierta con su nariz, un embate fuerte de Leonard le hizo perder el apoyo sobre el colchón durante unos segundos: el médico había alcanzado la orilla y se dejó caer de espaldas a su lado.


      El vulcano siguió moviéndose dentro de Jim, hasta que le hizo gritar con los ojos cerrados. Las piernas se tensaron a su alrededor, el rubio también había tenido su orgasmo. Spock gruñó y se derramó sobre el vientre de su amado esposo, apoyando la cabeza sobre su pecho suave y sin apenas vello.


   - Yuk-tor, taluhk... *(duerme, precioso) – le susurró en vulcano, Jim había caído rendido tras el breve éxtasis. Sintió la mano de su otro t'hy'la sobre sus nalgas y giró la cabeza para mirarle.


   - Nunca le dejarás solo... ¡Prométemelo! - El doctor le clavaba los ojos avellana, su expresión era grave. - No quiero que tu katra acabe en esa maldita piedra. Los dos sabemos que yo me iré antes, Spock. ¿Qué le pasó si no al otro doctor McCoy, en el universo alternativo?


   - Leonard... - Spock no podía responder a esa pregunta, su otro yo se había llevado aquel secreto consigo, con su katra y con el alma del otro Jim a la nave oscura. - Nunca dejaré a Jim solo, te lo prometo si así te quedas más tranquilo. Y ninguno de los dos te dejaremos a ti, mi amor... mi vida... mi t'hyla... - Se acercó a su boca y le besó con suma ternura.


   Spock se acomodó entre Jim y Bones, tomando la cabeza del doctor la colocó sobre su pecho, sabía que eso le haría dormir.


 


 


                                                      Por la mañana Carol paseaba descalza, envuelta en una bata de seda azul marino, por la enorme mansión de Sarek. Le maravillaron los suelos pulidos y blancos como el mármol, las columnas sencillas que se elevaban sobre su cabeza, los altos techos y las paredes decoradas con lujosas telas. Spock debía ser inmensamente rico, quizá por ese motivo siempre le había parecido distante y altivo. Era un niño de papá, no solamente un arisco vulcano sin sentimientos. Y sobre esto último, que se hubiese convertido en el esposo de Jim y padre además de su hija, le hacía pensar que tal vez su fachada de no emoción fuese solamente eso: una máscara.


   - ¿Qué haces levantada, Carol? - Nyota la sorprendió cuando regresaba del atrio camino del cuarto de baño. - Deberías estar en la cama, Spock ha encargado que os lleven a ti y a Talbot el desayuno.


   - Me encuentro bien, quería ir al lavabo... - Mintió. Lo que quería era curiosear en aquel pequeño palacio.


   - Es por aquí. - La comandante la acompañó al servicio de la planta baja, tal vez era hora de tener una pequeña charla de mujer a mujer.


   - Gracias, ya puedo yo sola. - Carol intentó cerrar la puerta pero Nyota empujó y entró con ella. - ¡Oh, esto es tan típico! - Protestó la científica.


   - Oye, sé que no nos llevábamos bien en el pasado, pero las cosas han cambiado. - Uhura fue directa al grano. - Yo estoy con Scott, tú con Talbot, las dos somos madres...


   - ¿Has tenido hijos? ¿Tú? - Carol no daba crédito.


   - Sí, dos niños... - Nyota sonrió al ver la cara de asombro de la rubia. - ¿Qué tiene de raro?


   La doctora Marcus se sentó en la taza del water mirando al suelo y riendo. El pipí empezó a sonar cayendo sobre la blanca loza.


   - ¡Nada! Es que... siempre pensé que eras una soldado profesional, ya sabes, que te debías a tu carrera militar y esas cosas. - Negó con la cabeza, el papel higiénico le quedaba algo lejos.


   - Supongo que tienes razón, yo era así. - Nyota le acercó el royo de papel y se dio la vuelta para no ver cómo se limpiaba. - Monty me ha cambiado, no... En realidad la vida lo ha hecho. La vida nos ha cambiado a todos.


   - ¿Y se supone que ahora tú y yo tenemos que hacernos amigas? - Carol se acercó a ella para lavarse las manos. Ambas se miraron la una a la otra utilizando el espejo que tenían enfrente.


   - No lo sé. Tampoco es cuestión de forzar las cosas. - Ahora era Nyota la que se sentaba en la taza.


   - ¿Cómo se llaman? - La rubia seguía mirándola por el espejo. - Tus hijos, ¿y qué edad tienen?


   - Cayden Bakari y Bean Jelani, tienen diez, casi once ya... y siete años. - Respondió pidiéndole que le pasara el papel con la mano extendida.


   - ¿Se parecen a ti? - La rubia le entregó lo que solicitaba y se giró con respeto.


   - Son morenitos, sí... - Rió Nyota. - Pero tienen el aire de Monty, su sonrisa y su maldita testarudez escocesa, sobre todo Cayden.


   Las dos mujeres se sonrieron frente al lavamanos. Carol le pasó una toalla a Nyota y miró cómo se secaba.


   - Siento lo de Christine. Sé que era tu mejor amiga. - Vio los ojos almendrados brillando bajo unas lágrimas que empezaban a arremolinarse. - Sarek me lo contó, lo del accidente con Pavel. Él estaba hecho una verdadera pena cuando le encontré en Rinax.


   - ¿Es cierto que pasó allí dos años completamente solo? - Nyota se secó el lacrimal frente al espejo.


   - Así es, en total soledad. No sé cómo no perdió la cabeza. ¡Estaba tan flaco! Era todo barbas, greñas, huesos y pellejo... - Carol suspiró, la visión de Chekov cuando le abrió la puerta en la estación de Rinax regresó a su mente estremeciéndola. - ¡Tuve que prepararle muchos asados para que se recuperase!


   Nyota la abrazó. Le salió de dentro, sin pensar. La doctora se dejó rodear por sus brazos y correspondió con los suyos.


   - Cuidaste de él... Gracias. - Le susurró la comandante.


   - Él también cuidó de mí y de mi hijo. David se convirtió en su sombra, no le dejaba ni un instante. - Carol se separó y sonrió con sus ojos azules clavados en los almendrados de Nyota. - ¡Ah, ya está bien de sensiblerías! ¿Qué va a pasar ahora, Uhura?


   - Iremos a la Tierra. - Salía del cuarto de baño, la rubia la seguía. - Bones tiene que despertar a Khan para usar su sangre con Alex.


   - ¿Qué? - Los ojos azules se convirtieron en dos bloques de hielo que misteriosamente ardían con furia. - ¿Khan, dices?


   - El novio de Peter, el sobrino de Jim, ha muerto. McCoy le puso en un criotubo. - Nyota la observó tensar el cuerpo. - ¡Es la única oportunidad de revivirle, Carol! Bones tiene que intentarlo...


   La doctora Marcus avanzó con paso firme por la galería hacia el atrio. De haber llevado sus botas habrían resonado los tacones por toda la mansión. En el exterior vio a Jim, Spock, McCoy, Pavel, Scott y Sulu sentados alrededor de una mesa desayunando bajo el sol de la mañana.


   - ¿Qué es eso de despertar a Khan, Jim? - Gritó acercándose a todos ellos. - ¡Es un asesino!


   - ¡No lo es! - Pavel se puso en pie, cerrando el puño golpeó la mesa haciendo que el vaso de zumo de Sulu se volcase manchándole los pantalones. - ¡No vuelvas a dessir eso de mi amante!


   - Pero... ¿qué coño dices, Pavel? ¿Cómo que tu amante? - La doctora no podía creerlo, ¿qué se había perdido?


   - Carol, cálmate, te lo explicaré todo... - Jim intentó que la rubia se sentase.


   - ¡Cállate, soldadito! - Le espetó ella enojada.


   - Es mejor que te sientes, querida. - Bones la sujetaba del brazo, había notado el mareo que estaba sufriendo, aún se encontraba débil. - Ten, bebe un poco. - Le ofreció una taza de mocha caliente.


   La rubia suspiró y le dio un sorbo. El sabor amargo le agradó. Nyota le acariciaba el pelo desde atrás, sabía que lo de Khan la había sacado de sus casillas.


  - Los klingons despertaron a Khan hace años, secuestraron a su tripulación e intentamos ayudarle a recuperarla. Él y Pavel se enamoraron, pero la Flota obligó a Bones a criogenizarle otra vez y desde entonces están separados. - Le explicó la comandante sin dejar de peinar los rubios cabellos con sus largos dedos.


   - Alex, el novio de mi sobrino Peter, necesita su sangre. - Continuó Spock con su voz más calmada y profunda. - Khan no es el mismo hombre al que conociste, Carol.


   - Mató a mi padre... - Murmuró con rabia.


  - ¡El almirante Marcus casi nos mata a todos! - Intervino Scott. - Preciosa, lo siento, pero es la verdad. Tu padre era un loco al que no le importaba nada salvo la guerra.


   - ¡Le aplastó la cabeza delante de mí! - Su voz se volvió un grito, Nyota la abrazaba a su espalda, las lágrimas de ambas mujeres conmovieron los corazones de los hombres allí presentes.


   - No quise desirte nada en Rinax por respeto, pero la de tu padre es de las pocas muertes que Khan no lamenta haber cometido... - Susurró Pavel volviendo a su silla. Sulu le cogió la mano, sentado a su derecha no le quitaba ojo de encima.


   - Perdió a toda su tripulación, se quedó solo, es el último de su clase. - Jim le hablaba mirándola con sus ojos azules llenos de compasión por ambos. - Sé que tú también entiendes lo que hizo Khan, tú misma me lo dijiste, Carol. Tu padre no era en absoluto un buen hombre. Khan... se dejó llevar por la ira, por su deseo de venganza, es cierto, pero te aseguro que ha cambiado. A todos se nos partió el corazón cuando tuvimos que congelarle...


   - Nuestra hija tiene un vínculo sagrado con él y con Pavel. - Añadió Spock. - Sé que todo esto es demasiado para ti, no tendrás que verle si no quieres. Debemos despertarle, por Alex, por Pavel... por Amy... - El vulcano cerró los ojos y suspiró conteniendo el llanto. - Puedes quedarte en esta casa con Talbot. Dispón de ella como gustes, sé que a mi padre le complacería que tú la habitaras. Nosotros tenemos una misión que cumplir.


   Spock se levantó de la mesa seguido de Jim. Juntos se alejaron dejando a todos en silencio. Aún tenían que hablar con los klingons acerca del pájaro de presa, no había tiempo que perder.


   Bones se aseguró de que la doctora Marcus estuviese bien, dentro de lo que cabe. Cuando St. John Talbot asomó al patio por la puerta de la mansión, ella se levantó y corrió a sus brazos. Nyota se sentó sobre las rodillas de su marido que le enjugó las lágrimas con los labios. Sulu seguía sosteniendo la mano de Pavel, McCoy se preguntó qué pasaría con eso cuando Khan estuviera despierto.


 

Notas finales:

Gracias por leer. Gracias por compartir la historia conmigo a través de vuestros comentarios, son una guía para mí, una fuente de inspiración y de aprendizaje, por favor, no os cortéis a la hora de darme vuestra opinión, vuestras sugerencias, vuestros gustos y si observáis algo que corregir (fallos de redacción, de texto, etc.) comunicádmelo. Gracias de nuevo.


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