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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Juntos, al fin... ahora sólo tienen que volver al Enterprise para traer a Alex de entre los muertos, pero un canto de ballena les atrapará alejándoles de la costa. Igual que le ocurriera a Ulises cuando terminó la guerra de Troya, Khan y los demás tardarán un poco en volver a casa.

 

Capítulo basado en la película Star Trek IV. Misión: salvar la Tierra, “The Voyage Home” (el viaje a casa) en su versión original. Escrita por Leonard Nimoy, Harve Bennett, Steve Meerson, Peter Krikes y Nicholas Meyer.

 


El canto de la ballena


 


                                                                                 Sus moléculas se desmaterializaron para volver a unirse a bordo de la nave, Scott les había puesto a salvo. Khan dejó que la manta cayese al suelo deslizándose por sus hombros, su espalda y sus piernas. Totalmente desnudo apareció ante los ojos de Scott, Spock, Sulu y Nyota, que le miraron con una sonrisa en los labios y lágrimas arremolinadas en los ojos.


   - ¡Bienvenido, Khan! - Le saludó el vulcano con una ligera inclinación de su cabeza.


   - ¡Vámonos, Sulu! - Ordenó Jim al piloto de inmediato. Pasando junto a Khan le acarició el hombro. - ¡Regresemos a Nuevo Vulcano!


   El japonés sacó el pájaro de presa de su escondite tras la Luna, tenía que girar sobre la Tierra para tomar dirección al planeta donde el Enterprise, con Alex a bordo, aguardaba su regreso.


   Pavel seguía mirando a Khan allí plantado, sin saber qué decir, sin poder moverse siquiera. Las lágrimas no dejaban de brotar de sus ojos aguamarina y su boca temblaba entre la sonrisa y el llanto. El moreno bajó de la plataforma y se acercó a él lentamente, extendiendo la mano le acarició la mejilla. Con sus ojos azul hielo le miró de arriba abajo.


   - Pavel... - Susurró. Sintió un espasmo en la boca del estómago al decir su nombre, un escalofrío le recorría la espalda. - ¿Cuánto ha pasado desde...?


   - Trese años... - Respondió.


      Su voz, apenas un susurro, sonó grave, masculina... A Khan se le erizó todo el vello del cuerpo al oírla, podía verse con facilidad bajo la intensa luz del puente. Adelantó un pie y abrió los brazos para envolver el cuerpo de su amado. Pavel se apretó contra su pecho desnudo llorando como un niño, todo él temblaba como una hoja. Khan no pudo reprimir el llanto. Enterrando los dedos en la melena de Pavel y hundiendo la cara en su cuello, aspiró su aroma con fuerza cerrando los ojos.


   - Pavel... mi amor... - Pensó en silencio.


   - ¡Ay, lyubimiy moy...! ¡Te he extrañado tanto! - Dejó de bloquear sus pensamientos, Khan había iniciado la comunicación telepática. Separó la cabeza hacia atrás y poniéndose de puntillas buscó su boca, los labios carnosos y dulces que tantas veces había soñado con volver a besar.


   - Jim, algo muy extraño está pasando... - Spock le agarró por el brazo y lo llevó hacia su monitor de observación.


   - ¿Qué cojones es eso? - Preguntó el almirante frente a la pantalla.


   - Una nave desconocida está enviando un rayo a la Tierra... - Su marido no tenía mucha más idea de lo que ocurría en realidad.


   - Uhura, abre un canal con el Cuartel General y pásalo a la pantalla principal. - Se volvió hacia atrás. Pavel, besaba a Khan sin darse cuenta de nada de lo que ocurría a su alrededor. - Scotty, llévales abajo.


   El escocés recogió la manta del suelo, echándosela a Khan sobre los hombros intentó empujarles para que saliesen del puente. Ninguno de los dos se movió, parecían una estatua allí clavada representando con su beso el amor que ambos sentían.


 


      La imagen de la Tierra apareció distorsionada, repleta de ruido e interferencias. La radio subespacial no dejaba de sonar, mensajes de socorro estaban siendo enviados a todas partes, al espacio, pidiendo ayuda a cualquiera que pudiese captarlos.


   - ¿Qué está pasando ahí abajo? - McCoy se agarró al brazo de Jim, los dos en pie junto a la silla de mando.


   - ¡Por todos los dioses! - Tembló Jim. Lo que estaban viendo parecía el fin del mundo.


   La gigantesca nave desconocida, de paredes lisas y grises, con forma ovalada y redondeada en sus extremos, estaba dirigiendo su disparo al planeta. En torno a aquel rayo azulado se formaban nubes blancas que ascendían y se tornaban oscuras en un remolino de proporciones descomunales. La radio subespacial empezó a hablar con más claridad cuando Sulu se aproximó a la órbita.


   - “Éste es un mensaje de socorro: aquí el planeta Tierra, necesitamos ayuda desesperadamente. Estamos siendo atacados por una sonda alienígena, envía una señal a nuestros océanos que no podemos descifrar. No responde a nuestras llamadas pidiendo que cese en su ataque. Las ondas que está lanzándonos hacen que toda el agua marina se evapore. De seguir así a este mundo solamente le quedarán unas horas antes de desaparecer bajo la lluvia. Si logran llegar hasta nosotros busquen en los búnkeres subterráneos, ahí nos estamos refugiando, dada la imposibilidad de despegar de nuestros pilotos debido a la tormenta eléctrica que provoca esta nave desconocida. Esperemos que la humanidad logre sobrevivir...”


   Nyota se llevó las manos a la boca reprimiendo un grito de espanto. En el monitor principal estaban viendo el Apocalipsis. El agua de los mares y océanos de la Tierra, evaporada por el rayo de aquella maldita nave, formaba nubes de tormenta en toda la atmósfera. Millones de rayos caían sobre la superficie del planeta, llovía en un noventa y nueve por ciento del globo, el Diluvio Universal debió ser algo así.


   - ¡Comandante Uhura! - Jim la hizo reaccionar. - ¡El Cuartel General, inténtalo...!


   - Sí... yo... - Nyota no dejaba de pensar en sus hijos. Respiró con fuerza y se concentró en establecer la comunicación.


   La cara del almirante Paul Jackson apareció sudorosa en la pantalla. El hombre controlaba la consola de mando, las pantallas explotaban a su alrededor, saltaban chispas por todas partes.


   - ¡Paul! ¿Puedes oírme? - Gritó exasperado. - ¡Soy Jim... Jim Kirk! ¿Me oye alguien?


   - ¡Jim! - Contestó el almirante intentando estabilizar la comunicación. - ¿Estás en nuestra órbita? ¡Aléjate, muchacho! La USS Olympia fue destruida por esa nave cuando intentó detener su ataque... ¡Sal de ahí!


   - ¿A'nirih...? - La muchacha se acercó al monitor, apoyando las manos en la mesa se dejó ver.


   - ¡Amy! ¿Estáis bien? - Jim se echó hacia delante golpeando a Sulu en la cabeza con el fáser de su cinturón.


   - ¡Sí, David está conmigo! - Se giró para mirar a su hermano. - Selene, Demora, Cayden y Bean están abajo, en el búnker... ahora nos iban a llevar con ellos. Alex Duke fue a buscarnos a casa, a'nirih... ¿Papi? ¿Estáis bien vosotros? ¡Percibo algo... es como si...! ¿Pavel?


   - Todos estamos bien, mi tesoro. - Respondió Jim. Mirando a su espalda vio a Pavel y a Khan tirados en el suelo, sus narices sangraban, se habían llevado las manos a la cabeza al sentir a su otra t'hy'la. - ¡Bones...! - Empujó a McCoy hacia atrás para que les atendiera.


   - Cariño, baja con tu hermano a ese búnker. - Le ordenó Spock con voz grave. - Poneos a salvo.


   El cristal de una ventana estalló en pedazos, la lluvia y el viento invadieron la sala de comunicaciones del Cuartel General de la Flota. Amy miró a los ojos de su padre y supo que Khan y Pavel estaban allí con él. Bajó la cabeza en señal de que había comprendido, tomando a David de la mano corrió hacia las escaleras para bajar las seis plantas que les separaban del búnker.


   - Gracias, Paul, por poner a salvo a nuestras familias... - Dijo Jim con la mano apoyada en el hombro de Sulu y sin perder de vista la pantalla pequeña de su consola, donde veían el progreso de las tormentas de proporciones bíblicas que se formaban en la atmósfera de su amado planeta. - Haremos todo lo posible por acabar con este ataque...


   - Lo sé, te conozco. ¡Un Kirk nunca se rinde! - Paul era el último en permanecer en la sala, todo el mundo se había ido ya. - Espero volver a verte, muchacho. ¡Buena suerte! - Se despidió.


 


      Nada más desaparecer Amy de la pantalla, Khan y Pavel habían dejado de sentir aquella energía que amenazaba con hacer explotar sus cabezas. El ruso se volvió a Jim, secándose la sangre de la nariz con la camiseta negra le interrogó con la mirada.


   - No lo sé... No tengo ni idea de lo que debemos hacer. - El almirante dejó caer su cuerpo en la silla de mando. Intentó hacerla balancearse pero estaba fijada al suelo.


   - Khan, ¿puedes oírme? - Bones le abofeteaba la cara. - ¡Contesta!


   Se había vuelto a desmayar, la intensidad de los pensamientos de Amy le había superado. Pavel se levantó, estaba algo mareado pero pudo caminar hasta su puesto junto a Sulu. Revisó los datos en su consola, la nave alienígena... ¿Cómo podrían detenerla?


   - Mi criatura imposible... - Murmuró volviendo en sí.


   - ¿Cuantos dedos ves aquí? - Bones extendía su índice y su dedo corazón frente a la cara de Khan.


   - Dos... - Respondió. Con una sonrisa levantó la mano y tocó la de McCoy con sus dedos como había hecho con Pavel más de una vez. El médico se sonrojó.


   - ¡Deja eso para tu novio, chico! - Le dijo con una cínica sonrisa.


   Scott volvía de la parte trasera de la nave con un bulto de ropa en las manos. Se la tendió a Khan mirándole a los ojos.


   - Ponte algo encima... Es de Jim, creo que tenéis la misma talla. - El escocés se acercó a sus compañeros en el puente. - ¿Cuál es el plan? - Preguntó dando una palmada y esperando una respuesta. Sabía que sus cachorros estaban a salvo en un búnker y estaba ansioso por sacarlos de allí.


   La Tierra acabaría por sumergirse bajo las aguas si aquella cosa no dejaba de disparar su rayo. Spock analizaba la nave, no tenía datos suficientes para sugerir nada. Jim se estrujaba la frente, Sulu y Pavel se miraban el uno al otro sin decir una palabra.


   - Dispara al océano... - La voz de Khan, justo detrás de Jim, sonó rotunda. - Ese mensaje de la Flota decía que el rayo es una señal, ondas. - Se volvió a Uhura. - ¿Puedes captarla? Deberíamos oír qué están enviando.


   Nyota se puso manos a la obra, un galimatías de pitidos agudos sin sentido no tardó en escucharse por toda la nave. Spock se llevó las manos a los oídos, su sentido vulcano era demasiado sensible ante la vibración de aquel sonido.


   - No, espera... - Pavel se acercó a la consola de comunicaciones. - Esa cosa... ¿cómo sonaría debajo del agua del mar?


   - Pues... - Nyota pulsó varios botones de su panel. - Tendría que corregir la frecuencia, adaptarla a la salinidad, la densidad del agua... ¡Sería algo así!


   Los agudos pitidos cambiaron volviéndose melódicos, Spock los escuchó con atención. El sonido le resultó más armónico, en absoluto molesto. Parecían una canción...


   - ¡Ballenas...! - Exclamó Khan. - ¿Cómo puede ser la especie humana tan soberanamente engreída?


   - La señal va dirigida a los océanos, no a la tierra... - Murmuró Spock. - Esperan respuesta, sí, pero no de la humanidad.


   - Pues si quieren que conteste una ballena estamos arreglados... - Dejó escapar Jim levantándose y poniendo la mano sobre el hombro de su viejo amigo Khan.


   - ¿Por qué? - Le preguntó clavándole la mirada con extrañeza.


  - ¡Se extinguieron hace más de doscientos años! - Le respondió el almirante.


   - ¿Cómo pudisteis permitir algo así? - El moreno le agarró de la cazadora y le zarandeó.


   - ¡Eh! ¡Que yo ni siquiera estaba allí! - Se defendió soltándose de su agarre.


   - Pero algún Kirk sí que estaría... - Khan maldijo a la especie humana una vez más y se sentó en la vacía silla de mando llevándose la mano al flequillo y echándolo hacia atrás.


   - ¡Algo habrá que se pueda hasser...! - Pavel miró a Spock y sonrió. - ¿Y si volvemos atrás en el tiempo? Viajar hasta cuando había ballenas y traer una para que responda a esa cosa...


   - La idea es brillante, Pavel. - Le alagó el vulcano.


   - ¿Podéis hacer eso? - A Khan lo de viajar en el tiempo le sonaba a ciencia ficción.


   - Ya lo hemos hecho antes, yerno. - Le contestó Jim sentándose a su lado en la silla. - ¡Hagan los cálculos caballeros! - Ordenó con su sonrisa torcida mirando de reojo a Pavel y a Spock.


   - ¡Ay, Dios! - Se quejó el médico. - ¿Otra vez al pasado?


  - ¡Será divertido, Bones! - Le animó Nyota. - Esta vez pienso comprarme unos zapatos... ¡y no me importa lo que pienses, Spock!


   Khan les miraba a todos con cara de sorpresa, el comentario de Uhura le había hecho reír. Sus amigos estaban locos. La mano de Jim le palmeó el muslo con toda confianza, sus ojos azules y la pícara sonrisa le hicieron sentir en casa.


 

Notas finales:

Gracias por leer, por comentar, por llevar a medias esta historia conmigo.

No viene mucho a cuento pero dejo imagen de Jim con las gafas que Bones le regaló.

http://www.casimages.es/i/140709050750532950.jpg.html


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