Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

[Reviews - 264]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Cada once mil años, aproximadamente, el planeta Tierra tiene la fea costumbre de sumergirse bajo las aguas. Una tradición a la que humanos y dioses se enfrentan juntos desde tiempos inmemoriales. Por ahora la especie humana ha logrado sobrevivir... ¿lo conseguirá también es esta ocasión?


Capítulo basado en la película Star Trek IV. Misión: salvar la Tierra, dirigida por Leonard Nimoy. Tuvo que pasárselo pipa rodando.


Breve mención al capítulo de la serie original de Star Trek Misión: la Tierra, escrito por Art Wallace. En él el Enterprise viaja por primera vez al pasado.


 

 

El Diluvio... otra vez

 

 

                                                                   Oculta bajo su capa de negra invisibilidad, la nave oscura les estaba observando. Apolo también rió con lo que dijo Uhura acerca de comprarse unos zapatos. Entre tanto Hércules seguía intentando contactar con la sonda que enviaba aquella señal a la Tierra.

   - No está tripulada, Apolo... - Su voz denotaba frustración. - ¡No puedo controlarla desde aquí!

   - Déjalo, Jim lo arreglará todo. - Observó el monitor a la derecha de su trono dorado con orgullo. - Ya les has oído... viajarán al pasado y traerán una ballena para que conteste a esa maldita cosa.

   - Temo por su seguridad, ya viste lo que pasó con la USS Olympia, no pudimos evitarlo. ¿Y si no lo logran? - Le preguntó intranquilo.

   El dios se levantó airado y golpeó con ganas la coronilla de su medio hermano.

   - ¿Cuándo un Kirk ha fallado en su propósito? - Le gritó. - Voy a ver a mi hermana, la convulsión en el trisquel ha sido grande cuando mi chico ruso ha despertado a Khan.

   - ¡Ay! - Se quejó Hércules. - Oye, ten cuidado con esa fiera... seguro que quiere entrar en el laberinto y enfrentarse a Ares.

 

         El de la cabellera leonada tenía razón. Pan había acabado con dos costillas rotas en el suelo de la sala del trisquel, apenas podía respirar cuando pulsó el botón de alarma. Resollando se apoyó en la pared para ver cómo Artemisa... no, ya era Hécate quien abría las puertas y arrastraba a su amante el cazador por el suelo de la galería agarrándole del pelo.

   - ¡Le quiero muerto! - Gritaba enloquecida camino del laberinto.

   Apolo la interceptó antes de que llegara. La golpeó con fuerza en la mandíbula dejándola atontada.

   - ¡Ya basta, hermana! - Le chilló. - ¡Hay una sonda no identificada evaporando todo el agua del planeta Tierra, los humanos se ahogarán bajo la lluvia si no conseguimos detenerla!

   - ¿Un diluvio? ¿Otra vez? - Artemisa volvió a su ser poco a poco. - ¿Ya han pasado once mil años?

   - ¡El tiempo vuela, cielo! - Apolo la tomó de la mano y la arrastró al puente de mando. - Los chicos se han reunido, eso te tiene trastornada... Jim va a viajar al pasado para tratar de arreglarlo todo.

   - ¡Pavel y Khan... juntos! - La diosa luna miró a su espalda. Sonrió a Orión que se levantaba del suelo secándose las lágrimas.

   - Estoy bien, mi señora. - Le dijo el cazador. - Pero creo que Pan necesitaría de tu ayuda, Apolo.

   - ¡Oh, ya voy! - El dios soltó a su gemela y corrió a la sala del trisquel para curar las heridas de Pan. - Llévala al puente, Orión.

   - ¡Puedo ir solita, Apolo! - Protestó ella.

   - Mi señora... - El cazador le pidió permiso y solamente cuando ella consintió la besó con dulzura en los labios.

   - Lo siento si te he hecho daño, cariño. Ya sabes, la energía del trisquel me altera... - Se disculpó entre sus fuertes brazos desnudos. - Te compensaré, te lo prometo.

 

         Artemisa solía tener arrebatos de furia cuando la forma con tres aspas encerradas en un círculo brillaba con intensidad. Tener al traidor de su hermano Ares a bordo la sacaba de sus casillas; por su culpa murió Héctor en Troya y por mucho que él dijese que solamente fue un accidente ella no podía perdonarle. Cuando su padre Zeus les envió a la Vía Láctea lejos del Olimpo, ella juró encontrarle y hacerle pagar aquel descuido en el que Aquiles, lleno de furia guerrera, acabó con la vida de su troyano favorito.

  - ¡Héctor...! - Murmuró soltándose del abrazo de Orión y encaminando sus pasos al puente de mando.

      El trisquel, esa radiación antiquísima, esa estación débilmente resplandeciente que perseguía constelaciones desmembradas... La conexión entre la enigmática figura y su personalidad más violenta se debía a que el padre de todos los dioses la había nombrado su guardiana. Así pues, cada vez que una de sus aspas brillaba ella reaccionaba de forma incontrolada.

     El brazo que simbolizaba a Khan fue el primero en dibujarse, aunque durmió durante casi trescientos años sin dar señales de vida mientras él viajaba a la deriva, junto con su extinta tripulación, criogenizado en su nave. Luego apareció el aspa que correspondía a Pavel, su luz fue tenue al principio pero últimamente lanzaba resplandores muy intensos.

        Diecinueve años más tarde llegó la niña. Artemisa en persona se ocupó de su bienestar en el centro del laberinto, encargándose de que el minotauro no la encontrara durante los nueve meses que duró su gestación. Salvo, claro está, cuando Jim bajó a Metafisto... ¡La diosa se llevó un buen susto cuando el feto desapareció de la nave oscura para ir a parar al vientre de su padre! Por suerte Spock le sacó de allí y la niña regresó a bordo bajo su cuidado.

   - Amy, mi pequeña amazona... - Orión la miró sentarse en el trono dorado. - ¡Heracles, haz el favor y dale voz a la pantalla! Quiero oír a los chicos, Apolo me ha dicho que planean hacer un viaje en el tiempo.

   El piloto, bisnieto de Perseo, obedeció. Las voces de Jim y Spock resonaron en los altavoces.

 

 


    - Cariño, cuando tengas los cálculos pásalos a la consola de navegación. Sulu, estate atento. - Ordenó Jim tranquilamente apoyado sobre el hombro de Khan.

   - Debo tener en cuenta multitud de variables... - Spock trabajaba en su consola, Pavel supervisaba las ecuaciones sin quitarle ojo de encima.

   - Hay un error... - El genio ruso corrigió la fórmula haciendo que un rubor verdoso subiera a las mejillas del vulcano.

   - No te lo tomes a mal, mi amor. Ya sabes... - Jim sonrió con su boquita torcida. - Su cociente intelectual...

  - Creía que el tuyo era superior, mi vida. - Comentó Bones sorprendido.

   - Al contrario, Leonard. Pavel es más inteligente que yo. - Reconoció sin pudor cuando vio el resultado de los cálculos del comandante reflejados en el monitor.

   - ¿Mi vida? - Preguntó Khan en voz alta, McCoy le acababa de dejar helado. Le miró y vio cómo se encogía de hombros.

   - Los tres comparten el tel *(vínculo) - Le aclaró Pavel volviendo a su asiento.

   - ¿Ya lo tienes, Sulu? - Inquirió Spock.

    El japonés afirmó con la cabeza y pulsó unos botones en su consola de navegante.

   - Bien caballeros, señora... - Jim giró el cuello con una brillante sonrisa hacia Nyota. - Abróchense sus cinturones, próxima parada...

   - ...calculo que finales del siglo veinte. - Concluyó su marido.

 

      Todos tomaron asiento y pulsaron los botones que desplegaron automáticamente los cinturones de seguridad de la nave. Viajar al pasado suponía un riesgo importante que ya sabían les dejaría inconscientes e indefensos durante unos interminables minutos.

     Cuando tuvieron que hacerlo con el Enterprise en una de sus misiones hacía años conocieron a Seven, el curioso personaje que evitó que se desarrollase en mil novecientos sesenta y ocho la tercera guerra mundial. Por aquel entonces Amy tenía un año y medio, Pavel aún le era fiel y Khan no era más que una pesadilla congelada a la espera de ser despertado por los klingons.

   - Se supone que habéis hecho esto antes... - Murmuró el sobrehumano al oído de Jim, viendo cómo él hacía que las correas de sujeción les envolvieran a ambos amarrándolos con fuerza a la silla de mando.

   - Spock y Pavel juntos no pueden fallar en sus cálculos. - Le tranquilizó el rubio. - Es cuestión de realizar un curso de asistencia gravitacional en torno al Sol y... - describió una parábola con su mano en el aire al tiempo que emitía un silbido con sus labios, - ...cuando despertemos estaremos unos cuantos cientos de años atrás.

   - ¡Ah, bueno! - Exclamó el moreno sin entender una palabra. Aquello le parecía una locura, pero la seguridad de Jim en sus hombres le hacía sentirse a salvo. ¿Qué podría ir mal? - Por cierto, me gustaba más cuando era Spock el que llevaba la barba, te tapa mucho la cara, pareces mayor. - Le dijo acariciándole el mentón con una sonrisa.

   - SOY mayor, Khan. - Contestó Jim haciendo énfasis en el verbo.

 

 

 

                                                                           La gente se arremolinaba junto a las escasas pantallas que aún funcionaban, ávida de imágenes del exterior. La sonda seguía lanzando su misterioso rayo, todas aquellas nubes girando en la atmósfera, las tormentas... había estado lloviendo sin parar durante horas y no parecía que se fuese a detener. Amy y David localizaron enseguida a Selene, la pobre luchaba por acallar a su hija y tranquilizar al pequeño de los Scott.

   - Calma, Bean, papá y mamá estagán bien... - Le repetía apretando a Demora contra su pecho, la niña no dejaba de llorar. - ¡Amy, David...! ¡Ggassias a Dios que estáis aquí!

   - ¡Hola chicos! - Saludó a los hermanos Scott. - He visto a mi a'nirih... él nos salvará el culo a todos, os lo prometo. - La muchacha sonreía, los brillantes ojos azules inspiraban confianza.

   - ¿Ha bajado Paul con vosotros, muchachos? - El ex-almirante Duke estaba inquieto por la tardanza de su pareja.

   - Creo que venía detrás, señor. - Le respondió David.

  - Esto no es justo, hermano. - Amy le cogió de la manga del impermeable y le llevó a un rincón apartado. - Han ido a buscarnos por ser hijos de quien somos... ¿y qué pasa con el resto? ¿Qué pasará con Nat, sin ir más lejos?

   - No lo sé, ojalá se encuentre a salvo. - El chico estaba realmente preocupado por su amiga, la echaría de menos si le ocurriese algo malo.

   - ¿Dónde están mis padres, Amy? - Cayden les había seguido, tirándole del jersey le clavaba los ojos almendrados esperando una respuesta.

   La chica le acarició el pelo negro y rizado con ternura, no sabía qué responder. David cogió al niño por los hombros y agachándose para mirarle cara a cara le habló como si fuese un adulto.

   - Escucha, nuestros padres harán todo lo que esté en sus manos para salvar el planeta Tierra, yo confío en ellos ¿y tú? - El pequeño tragó saliva y asintió con la cabeza varias veces. - Bien, ahora ve con Selene y ocúpate de tu hermano pequeño, haz que se sienta seguro, háblale de cualquier cosa... a ser posible algo que le guste y que le mantenga distraído.

   Cayden sacó pecho y obedeció a David. Tenía que hacer de hermano mayor, no podía permitirse estar aterrorizado.

   - Oye, eres bueno con eso... - Le comentó Amy cuando Cayden ya no podía oírla.

   - Me dieron charlas así durante toda mi infancia. - Bromeó abrazando a su hermana, sabía que ella, en el fondo, también estaba asustada. - Todo irá bien, Amy. - Le susurró al oído. - Todo irá bien...

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por los comentarios, siempre serán bienvenidos.

He dejado impermeables, paraguas y botas de goma en el recibidor... por lo que tarden en regresar los chicos del pasado.

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).