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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Carol no puede creer que Peter haya dejado a Klaa al mando del Enterprise, ¿en qué estaría pensando? ¡Menuda imprudencia!

 

Voy a dejar de poner esto, ya sabéis... “capítulo basado en la película Star Trek IV. Misión: salvar la Tierra” Es una de mis preferidas, resulta muy divertido ver a toda la troupe en el San Francisco de los años ochenta.

 

Un klingon al mando

 

 

                                                                      Las lunas brillando en el cielo violeta de Nuevo Vulcano proporcionaban, como ya sabemos, un marco incomparable donde desarrollar el romanticismo. La doctora Marcus lo estaba experimentando en el atrio de la casa de Sarek, ahora su lugar de residencia. Olvidándose de su proyecto científico gafado, Carol se dejaba abrazar y besar por St. John. Los ojos grises del diplomático la devoraban con deseo.

         De pronto una luz azulada brilló unos metros más allá, cerca de los arbustos con flores de dulce perfume como las lilas de la tierra. Peter Kirk y el Canciller Korrd se habían materializado, llegando puntuales a su cita para cenar.

   El pelirrojo se quedó pasmado al ver a la rubia doctora sentada a horcajadas sobre Talbot, dejando que él le levantase la blusa blanca para meter las manos por debajo y acariciarle la piel. Tuvo que carraspear para llamar la atención de ambos, y aún así, ella no soltó el labio de su amante durante unos segundos.

   - Buenas noches, caballeros. - Saludó St. John tratando de recuperar la compostura y haciendo que Carol se levantase de sus piernas.

   - Hola, yo... - Peter se ruborizó ante la fría mirada que le lanzó la científica. - Lamento la interrupción.

  - ¡Oh, no pasa nada, Pete...! ¿Puedo llamarte así? ¡Dios, eres clavado a tu tío Jim! - Le sonrió Carol. Pensó que así es como se vería su hijo David dentro de unos años, el aire de familia de los Kirk era muy fuerte.

   - ¿Cómo sigue Alex, tu pareja? - Preguntó St. John con delicadeza. - ¿Hay alguna noticia del almirante?

   - El joven doctor continúa criogenizado, a la espera de que Kirk regrese del planeta Tierra. - Respondió Korrd por el jefe de seguridad, al ver cómo él bajaba la vista al suelo y se quedaba en silencio.

   - La compañía que traerán no es en absoluto de mi agrado. - Murmuró Carol caminando hacia la mesa que los sirvientes terminaban de preparar para la cena.

   - Peter ha tenido a bien ponerme al corriente de todo, señora. Lamento las circunstancias en las que ocurrió el fallecimiento de su padre... - El canciller la siguió y apartó caballerosamente la silla para que ella tomase asiento. - Sin embargo todos nos alegraremos de que la sangre de ese hombre sirva para traer de vuelta al doctor Alexander Freeman, el muchacho no tiene la culpa... - Miró a Peter para ver cómo levantaba el rostro y le otorgaba una sonrisa.

   - ¿Y quién se ha quedado al mando en el Enterprise, Peter? - La doctora cambió de tema, no quería darle más vueltas a lo de Khan.

   - Pues el capitán Klaa, por supuesto. - Contestó el pelirrojo sentándose frente a la mujer que de nuevo le clavó una fría mirada con sus ojos azules.

   - ¿Cómo? - Se sorprendió ella. - ¿Sabes que mi antimateria está a bordo? ¡Y tú dejas a un klingon en la silla de mando! ¿Te has vuelto loco?

   St. John miró al general Korrd y tosió llevándose la mano a la boca para murmurar al oído de su novia...

   - Querida, por favor... - Se sentó a su lado y sonriendo le quitó importancia al asunto. - Estoy seguro de que Klaa es consciente de lo que implica ser el comandante en jefe de una nave de la Flota Estelar.

   - ¿Qué quieres decir? - La rubia seguía desconcertada. - ¿Ha hecho un juramento o algo por el estilo?

   - Señora mía, lo último que el Imperio Klingon desearía ahora mismo es una guerra con la Federación. - Intervino Korrd. - Somos aliados, les debemos mucho a los humanos. Kronos no habría sobrevivido sin el Excelsior, sin el comandante Chekov, mi buen amigo...

   - Le conoció usted en Kronos, ¿no es cierto? - Ahora era St. John quien trataba de cambiar de asunto.

   Peter sonrió, la doctora Carol Marcus no le parecía una mujer de hielo, por mucho que fuese capaz de lanzar miradas que dejasen helado a cualquiera.

   - Espero que la cocina vegetariana sea de su agrado, canciller. - Carol le sirvió un buen plato de verduras asadas. - Tendremos que aguardar a que nos traigan suministros de carne desde la Tierra, he intentado solicitarlos esta tarde pero no sé por qué motivo no he logrado contactar con nadie que pudiese servirnos.

   El intercomunicador de Peter empezó a silbar con insistencia. El pelirrojo pidió disculpas y atendió el aparato. La voz de Klaa sonó alterada al otro lado.

   - Peter, será mejor que regreses a la nave.

   - ¿Qué pasa? ¿Alex...? - Preguntó exaltado.

   - No, no se trata de él. - Klaa chasqueó la lengua. Tendría que explicarse mejor con aquel débil humano. - Hemos recibido un mensaje de socorro desde tu planeta. Algo horrible está ocurriendo allí.

 

     El capitán klingon les resumió la situación. Una sonda alienígena disparaba un rayo que hacía que los océanos de la Tierra se evaporasen y cayesen en forma de tormentas sobre la superficie, pronto se verían ahogados en semejante diluvio. Korrd miró a Peter y con un gesto de su cabeza le hizo entender que no debía perder el tiempo.

   - ¡Dios mío, David está allí! - Carol se puso pálida de repente. La seguridad de su hijo peligraba y ella, estando a decenas de miles de pársecs de distancia, no podía hacer nada por protegerle.

   - ¡Súbeme, Klaa! - Ordenó Peter. - Pondremos rumbo a la Tierra de inmediato.

   - Pero el almirante Kirk te prohibió expresamente dejar la órbita de Nuevo Vulcano... - El capitán klingon dudó, no sabía bien qué debían hacer.

   - No voy a ordenarlo yo. Tú eres quien está al mando. Señores... - Peter se despidió de los presentes justo cuando sus moléculas empezaban a desmaterializarse. - Tranquila, Carol. Mi primo estará bien.

 

 

                                                Nada más girar a máxima velocidad en torno al Sol, la nave klingon, vibrando como una vieja lata de conservas en una trituradora, se introdujo en un túnel espacio-temporal que les hizo retroceder más de cuatro siglos. Al aprovechar la gravedad de la estrella para corregir el curso, todos quedaron inconscientes por la aceleración tan increíble. Los cinturones cumplieron su función, haciendo que no cayeran de sus asientos y se golpeasen con el traqueteo del pájaro de presa atravesando el agujero de gusano.

      Al salir del túnel la nave se vio atraída por el planeta, acercándose peligrosamente y sin control a su atmósfera. Jim abrió los ojos, en la pantalla principal comprobó que de seguir así acabarían estrellándose en unos segundos, tenía que detener la marcha.

   - ¡Sulu! - Gritó viendo a su piloto desmayado en el asiento de navegante.

   A toda prisa desabrochó las correas y se levantó, Khan notó el movimiento y reaccionó del mismo modo. Juntos se lanzaron hacia delante y sujetaron con sus manos los mandos del piloto, haciendo retroceder la palanca justo a tiempo de evitar el desastre.

   - Ha estado cerca... - Suspiró el moreno aliviado.

  - ¿Khan? - Dijo Sulu al verle allí a su lado inclinado sobre su consola. - Mata atta-na! *(Un placer volver a verte) – Bromeó el japonés.

   - Hisashiburi-dane... *(No te veía desde hacía tiempo...) - Le respondió Khan en el mismo tono.

   - Kawaisô! *(Qué pena) – El tono de Sulu destiló ironía.

   - ¿Ya estáis otra ves hablando en japonés? - Protestó Pavel volviendo en sí. - Nyota... traduse, por favor.

   Su amiga aún intentaba enfocar con los ojos, había estado desmayada algo más de tiempo que sus compañeros.

   - No me metas en eso, Pavel... - Le sonrió.

   - Spock, cariño... ¿Cuándo estamos? - Preguntó Jim ayudando a su esposo a ponerse en pie.

   - Mmm... - El vulcano trataba de aclararse las ideas, viajar en el tiempo aturdiría la mente de cualquiera. - Mil novecientos ochenta y siete.

   - Dose de junio, viernes. - Afinó aún más Pavel.

   - Scott, comprueba el estado del pájaro de presa e infórmame si ha habido daños. - Le encomendó el almirante.

   - ¡Seguro! Este viejo cacharro klingon ha estado a punto de desintegrarse en el túnel espacio-temporal... - El escocés salió del puente hacia la sala de máquinas en la otra cubierta, la inferior.

   - Spock... ¿Pueden detectar nuestra presencia? - Le interrogó Jim señalando en la pantalla la preciosa esfera azul que es la Tierra.

   - No creo, con el sistema de ocultación funcionando seremos invisibles. - El vulcano no parecía muy seguro.

   - Sí que pueden... - Murmuró Khan. - El programa de la “Guerra de las Galaxias” está activo. ¿No has estudiado nada sobre la guerra fría entre Estados Unidos y Rusia?

   Pavel se giró a mirar a su amante. Cuando mencionó su país de origen sonrió con inocencia.

   - Nunca pasó nada con esa guerra... - Comentó orgulloso de su pueblo. - Los rusos no fuimos tan estúpidos como para inisiar un ataque nuclear que destruyese el planeta.

   - Más bien los americanos fueron lo suficientemente pacientes como para aguantar todas las tonterías de tus políticos, cariño. - Ahora Khan era quien sonreía, le pasó las manos por el cuello apartándole la melena para besarlo. - ¡Ah, cuánto pelo! - Se quejó.

   - Me lo cortaré si te molesta... - Pavel se rió encogiendo los hombros cuando notó los labios de su amado sobre su lunar.

   - He soñado con esta manchita tuya tanto tiempo... - Usó la telepatía de nuevo, empezaba a cogerle el gusto a comunicarse sin tener que utilizar la boca, pudiendo así seguir besando a Pavel.

   - Lyubimiy moy...! *(Amor mío) – El ruso se levantó de su puesto, Khan seguía pegado a él.

   El sobrehumano le tomó por la cintura y le giró el cuerpo hasta tenerle de frente. Atacando su boca introdujo la lengua para jugar con la de Pavel. Le tendió sobre la consola de artillero, la pantalla crujió bajo el peso y unos botones se iluminaron.

   - ¡Eh! ¡Cuidado, idiotas! - Les reprendió Sulu. - ¿Queréis disparar sobre el planeta? - El piloto desconectó presto los fasers para evitar un accidente.

   Pavel abrió las piernas envolviéndolo con ellas, Khan presionaba con la pelvis sobre sobre la suya.

   - ¡Cómo te deseo! - Su voz sonó grave y sensual en la cabeza de su amante.

   - ¡Al fin... - le costaba respirar bajo el cuerpo de su enamorado, - ...so mnoy! *(¡...conmigo!)

   El roce de sus entrepiernas se hizo más intenso, tanto es así que ambos tuvieron una erección.

   - ¡Madre mía! - Exclamó Bones mirándoles. - ¿No podéis esperar a que aterricemos y buscaros un motel?

   Jim se echó a reír a carcajadas. Entendía perfectamente lo que estaban experimentando aquellos dos. Sulu se había puesto colorado y girando la cabeza intentaba centrar su atención en otra parte.

   - Jim... ¿tomamos tierra o nos quedamos en órbita? - Preguntó sin mirar al almirante.

   - Mejor aterricemos. - Sugirió Spock con la vista en su consola científica. - Encontraremos ballenas en el Pacífico, podemos quedarnos en San Francisco, al menos es una ciudad que conocemos.

   - Rumbo a casa entonces, Sulu. - Ordenó Jim apartándose de los dos locos que seguían besándose y frotando sus cuerpos sin parar.

 

      El ritmo de las pequeñas acometidas de Khan se incrementó y Pavel no tardó en echar la cabeza hacia atrás y gritar.

   - ¡Aaaaah! - No pudo evitarlo, demasiado tiempo sin nada de sexo y de golpe tener a Khan allí encima... Eyaculó dentro de sus pantalones, humedeciendo ligeramente los de su amante que se separó justo a tiempo.

   - ¿Ya está? ¿Eso es todo? - Sonrió el moreno clavándole su cálida mirada de ojos de hielo.

   - ¡Oh, déjame en pass, imbésil...! - Le apartó de un empujón. Su cara se había puesto roja como un tomate. - Ay, niet...! *(Ay, no) ¿Delante de todo el mundo? - Se miró la pernera del pantalón negro, una mancha blanquecina asomaba delatando su breve orgasmo.

   - Cielo, ve abajo y cámbiate de ropa... - Le aconsejó Nyota sin dejar de reírse.

   Pavel salió disparado del puente de mando, al pasar junto al doctor vio la sonrisa burlona en su cara y eso le irritó.

   - ¡Por lo menos yo no he enseñado mi culo! - Le espetó recordándole el vergonzoso episodio del Yosemite.

   - ¡Anda y que te den...! - Le contestó McCoy acompañándolo de una sonora carcajada.

   - Eso me lo tenéis que contar... - Murmuró Khan mirando a Bones.

 

      Había muchas cosas que contarle a Khan, trece años de acontecimientos que se había perdido. Entre ellos, las cicatrices en la espalda de su novio. Cuando Khan vio que ninguno de los presentes hacía por explicarle nada, salió del puente para reunirse con Pavel en la cubierta inferior.

 

Notas finales:

Gracias por leer, por comentar, por estar ahí y demostrarlo.

Esta historia también se alimenta de vuestras palabras.


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