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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Era una reposición. Había sido grabado en 1977, tenía diez años ya. Aún así el episodio de los muppets que daban en la tele hizo reír a Pavel más que nunca. Ni siquiera Spock osaría cambiar de canal.

 

El Show de los Muppets

 

 

                                                                               La ciudad estaba muy cambiada, o más bien cambiaría mucho con el tiempo. Aún así Sulu creía que sería capaz de moverse por allí sin ningún problema, por algo su familia llevaba establecida en San Francisco casi trescientos años. Khan se preguntó por qué dirían de él que era japonés, quizá porque su raza continuaba viviendo arraigada con fuerza a sus tradiciones, conservando su lengua y sus costumbres.

   - Aquello de ahí enfrente es Sausalito, Jim, donde nacerá mi abuelo. - El piloto señalaba en la distancia. - Podríamos hospedarnos allí, imagino que será más económico que San Francisco.

   - Económico... - Bones meneó la cabeza. - ¡Sulu, no tenemos dinero de esta época!

   - Bueno, vaciaros los bolsillos, a ver qué podemos vender. - Propuso Jim echando su chaqueta al suelo.

   Nyota extendió la cazadora de Jim en el césped sentándose a su lado, todos dejaron caer sus escasas pertenencias sobre la tela. Cuando Scott vio allí el anillo de compromiso de su mujer protestó.

   - ¡Ni hablar! Lo que sea menos eso, preciosa. - No iba a permitir que su amada se quedase sin la joya que más le costó conseguir de todas las que le había regalado. - ¿Por qué diablos lo llevabas puesto?

   - Sabes que me trae suerte, Monty. - Contestó ella.

   - Esto no hará falta amigos, conosco otra forma de conseguir dinero... - Intervino Pavel de rodillas entre Jim y Khan.

   - ¿Algo que no tenga que ver con el sexo, cielo? - Le preguntó Jim con su sonrisa pícara y retorcida. - No creo que a Khan, aquí presente, le hiciera ninguna gracia que tú...

   - ¡No, venga ya...! - El ruso le dio un manotazo en el hombro. - Con mi telequinesia podría reventar una de esas máquinas que tienen fuera los bancos. ¿Cómo las llaman?

   - Cajero. - Respondió Sulu con paciencia.

   - ¿Telequinesia? - Khan le miró con el ceño fruncido.

   - ¡Nada de robar! - Le regañó su almirante.

   - Eso limita las opciones, Jim. - Incluso Spock consideraba la posibilidad.

   - ¡Ya está, lo tengo! - Jim devolvió sus cosas a cada uno, con especial cuidado el anillo de compromiso de su amiga, y sacó la funda de las gafas del bolsillo interior de la cazadora.

   - ¡Oh, no! - Exclamó el vulcano en cuclillas frente a Jim. - Mi amor, son un regalo de Leonard...

   - Y eso es lo bueno, Spock. ¡Que lo seguirán siendo! - El rubio pensó que en el futuro Bones podría volver a comprarlas.

  - Déjame ver... - Khan se las quitó de las manos para examinarlas. - Unas gafas de pasta negras, ¿y qué tienen de especial?

   - ¿No las reconoces? ¡Flojeas en historia! - Bromeó el médico.

   - Pertenecieron a alguien muy ilustre, mira las iniciales. - Le animó Jim con una gran sonrisa.

   - J.F.K. - Murmuró Khan al leer las pequeñas letras grabadas en plata en la cara interna de la patilla derecha. - ¿Kennedy? ¿Son las gafas de John Kennedy?

   - Sí, las conseguí en un anticuario. - Dijo orgulloso McCoy.

   - Intenta venderlas y acabarás en la cárcel. - Khan se las devolvió a Jim. - ¡En esta época deben estar en un museo, hombre!

   - ¿Podemos reconsiderar lo del cajero? - Insistió Pavel.

   - ¡Oh, estoy cansada, hambrienta, quiero irme a la cama...! - Nyota se puso en pie tirando de su marido hasta levantarlo. - ¡Y necesito una ducha y sábanas limpias! ¿Monty...?

   - ¿Qué quieres que haga, cariño? - Se encogió de hombros, los demás le miraban aguantando la risa.

   - Me casé contigo, se supone que eres el proveedor. - Nyota se giró ciento ochenta grados y echó a andar hacia Sausalito. - Ya me ocuparé yo, como siempre...

   - Está bromeando, bromea... - Explicó a sus amigos antes de seguirla colina abajo. - ¿Bromeas, verdad mi amor?

   - Vamos, chicos, a ver si Nyota tiene una idea mejor. - Jim instó a la tropa a levantarse.

  - Eso de reventar un cajero, Pavel... - Le comentó Sulu caminando a su lado. - ¿Te crees capaz? Solamente tiraste dos libros en la biblioteca de Sarek.

   - Ya, pero desde que él está conmigo... - señaló a Khan a su derecha, - ...creo que puedo hasser cosas... ¡mas grandes!

   - Igual tenemos que comprobarlo. - Jim no estaba muy orgulloso pero robar parecía la única forma de conseguir dinero en mil novecientos ochenta y siete.

 

                    Habían dejado atrás el pájaro de presa con el sistema de ocultación que lo hacía invisible ante los ojos de cualquiera. La zona donde se encontraba, en el área nacional de recreo del Golden Gate, no era muy frecuentada. Y de todos modos ¿qué harías tú si caminando por el campo chocases con un enorme objeto que no podías ver? Salir pitando hacia otro lado, supongo.

 

 

                                                        Cuando ocurre un gran desastre como el que estaba aconteciendo en el planeta Tierra, la gente suele ponerse a rezar. Se formaron distintos grupos que, según la religión de cada uno, juntaban sus cabezas mirando al techo del búnker para orar en compañía a sus diferentes dioses. Selene y su hija eran católicas. Cayden y Bean también, su padre Scott les estaba educando en sus creencias. Junto al almirante Jackson y su pareja Alex Duke, unieron sus manos y comenzaron una plegaria.

   Amy y David les miraban en silencio. La chica tomó a su hermano del brazo y le llevó aparte. Aprovechando los murmullos que se elevaban en el aire le susurró al oído un secreto que la estaba devorando por dentro con ansiedad.

   - Nuestro padre lo ha hecho, David. - El chico la miró intrigado. - ¡Han despertado a Khan!

   - ¿Cómo? - Se sorprendió. Los ojos azules de su hermana empezaron a brillar con unas lágrimas. - ¿Estás segura?

   - Lo sé. Les he sentido, juntos... iban en la nave klingon con ellos. - Amy sonaba triste y emocionada al mismo tiempo. - ¡Oh, David! ¡Mis dos t'hy'la se han reunido otra vez! Me muero de ganas de verles...

   - No podrás. Les harías daño con tu mente. - El muchacho recordó la imagen de Pavel tirado en el jardín de los Scott y sangrando profusamente por la nariz.

  - No si papi hace el koon'ul... el compromiso. - Sonrió impaciente.

  - Esperemos que puedan volver a casa, con lo que está pasando... - Miró a su alrededor. Todos parecían enfrentarse al fin del mundo con un arrebato de genuina fe.

   - Yo creo en los dioses, sé que no nos abandonarán. - Amy recordaba vagamente su experiencia en la nave oscura, sabiendo que alguien velaba por ellos ahí arriba. - A'nirih lo conseguirá, él lo arreglará todo, David.

      Los hermanos se abrazaron y la chica lloró sobre el hombro del rubio. Le recordaba tanto a su padre que su sola presencia le hacía sentir mejor. Se prometió a sí misma no volver a rechazar ni una sola caricia de Jim nunca más, reconocía que últimamente se había comportado como una verdadera imbécil con él. Las duras circunstancias hicieron que la madurez se adelantara, Amy sentía que debía hacer las paces con su querido a'nirih.

 

 

                                                  Al final la idea de Pavel fue la que se impuso. Sacaron miles de dólares de aquella máquina y lo más divertido fue salir corriendo por las calles de Sausalito mientras sonaba la alarma del banco. Nyota eligió el hotel donde se hospedarían: el Above Tide *(por encima de la marea) Le gustó el nombre, le parecía romántico. Antes de entrar, Bones se acercó a su amante vulcano y le subió la capucha tapándole las orejas y las cejas.

  - Mañana te compraremos una gorra, mi vida. - Le dijo comprobando que podría pasar por humano.

 

      Delante del mostrador de recepción Jim se giró hacia sus amigos e hizo cuentas.

   - Denos... cuatro habitaciones. - Solicitó al recepcionista del turno de noche, dejando un buen puñado de billetes al lado del libro de registros.

   - Tres. - Le corrigió Khan agarrando a Sulu por el brazo. - No vamos a dejarte apartado. - Le susurró.

   - No... no, de ninguna manera. No... - El piloto refunfuño, intentando inútilmente soltarse del fuerte agarre del sobrehumano.

   - Sí eso, tres habitaciones con camas grandes de matrimonio. - Jim mostró su mejor y más blanca sonrisa.

   - ¿Podrían instalar una supletoria? - Sulu no deseaba compartir el cuarto con nadie pero ya que no le dejaban otra opción al menos quería dormir solo.

   - ¿Sería posible encargar la cena? - Consultó Nyota.

   - El hotel no tiene restaurante, señora. Pero hay montones de sitios con comida para llevar siguiendo la calle hacia la bahía. - Sugirió el empleado tomando nota de los nombres que Jim le iba dictando.

   - James Kirk, Spock Kirk, Leonard McCoy, Nyota Uhura, Montgomery Scott, Hikaru Sulu, Pavel Chekov...

   - Perdón, ¿cómo ha dicho? - El hombre le miró algo asombrado.

   - C, H, E, K, O, V... - Le deletreó. - Es ruso, ¿algún problema?

  - No, ninguno señor... Pero si el caballero es ruso, voy a necesitar un pasaporte y quizás un visado.

   - No lo llevo ensima, ¿puedo entregarlo mañana? - Se excusó Pavel con agilidad.

   El empleado asintió, aquellos tipos extraños no parecía que fuesen a causar problemas. Se veían muy americanos, salvo el de la capucha azul, el ruso hippy de las melenas y el moreno alto con la piel blanca como la leche cuyo nombre aún no le habían dado.

   - ¿Y usted es...? - Le preguntó directamente el recepcionista.

   - Black, Donald Black. - Dijo Khan con su acento más británico.

   Scott tuvo que darse la vuelta para disimular la risa, Nyota le abrazó tapándole la cara.

   - Bien, aquí tienen las llaves. - Se las entregó al rubio de la barba que parecía llevar la voz cantante. - La 111, 112 y 113. Las impares se comunican, comparten el baño, ¿les viene bien así?

   - Es perfecto, gracias. - Jim le ofreció la mano y esperó a que el desconcertado tipo tras el mostrador se la estrechara.

   - Tú y yo a la 112, Monty. No quiero sorpresas cuando esté en la ducha. - Nyota cogió su llave y subió las escaleras seguida de su esposo.

   - Sulu, Pavel... - Les dijo Jim entregándoles un fajo de billetes. - Id a buscar algo de comer.

   - ¡Hecho! - El japonés cogió el dinero y salió por la puerta del hotel seguido de su amigo.

   - Khan, quiero hablar contigo a solas. - Le pidió Jim entrando a la 113.

   Spock y Bones se miraron el uno al otro levantando las cejas y se metieron en la habitación contigua.

   - Me ha dado su apellido... - Murmuró Spock cerrando la puerta.

   - ¡Y no te queda mal! - Sonrió Bones echándole la capucha de la sudadera azul sobre los hombros. - ¡Mejor que SschhhQuéSéYo! - El médico tampoco era capaz de pronunciar el verdadero apellido de su t'hy'la. - ¿De qué estará hablando con Khan?

   El vulcano se encogió de hombros y se tumbó en la cama. Era grande, sí, pero no una “Kling-size” como a la que estaban acostumbrados. Cerró los ojos y repitió en su mente las palabras de Jim... “James Kirk, Spock Kirk...” Le gustó cómo sonaban.

 

      El rubio se sentó en la cama, no había otro lugar en la habitación donde poder hacerlo. Palmeó la colcha a su lado invitando a Khan a que le acompañase.

   - ¿Qué ocurre, Kirk? Si es por el puñetazo que le di a Sulu ya lo hemos solucionado. - El rubio le miraba con los ojos azules llenos de tristeza, no había ninguna sonrisa en los labios del almirante.

   - No es eso. - Jim suspiró, no sabía cómo hablar de aquello con aquel hombre, así que fue directo al meollo del asunto. - Se trata de Pavel, de ti... y de mi hija. De vuestro vínculo. Escucha, ella... - tragó saliva, - ...tiene quince años todavía, no creo que esté preparada para...

   - ¡Por favor, Kirk! - Khan se levantó y fue hacia la ventana. Abriéndola se sentó en el alfeizar. - Es una niña, lo sé. ¿Por quién me tomas? Además, mi mente no soporta estar cerca de ella, ni la de Pavel, ya viste cómo sangramos cuando asomó por la pantalla en la nave.

   - Eso lo arreglará Spock, cuando volvamos a casa hará el koon'ul. - Sonrió al ver la cara de no entender nada que ponía su amigo. - Es una ceremonia vulcana, os preparará para compartir los pensamientos con Amy sin que vuestros cerebros colapsen. En realidad es un compromiso que os unirá de por vida, Khan. Y de eso es de lo que te quería hablar.

   - ¿Temes que la apartemos de tu lado? - El sobrehumano se levantó para volver a la cama junto a Jim. Cogiéndole de la mano le miró a los ojos. - Ya te lo dije el otro día... hace trece años. Yo nunca te separaría de tu hija, Kirk.

   - ¿Puedes llamarme Jim, por favor? - Le sonrió con la mirada. - Y sé que un día ella se irá con vosotros dos, es su sino, Khan... Vuestro destino. Solamente te pido que esperéis dos o tres años más. Deja que mi niña siga siendo eso por ahora, te lo ruego.

   - No tienes de qué preocuparte, Jim. Nuestra criatura imposible seguirá siendo tu niña por una buena temporada, te lo prometo. - Khan se llevó la mano al corazón al dar su palabra.

   Aquella antigua costumbre hizo que Jim confiase en él aún más si cabe, Khan no le fallaría. Le había demostrado ya ser un buen amigo, algún día sería también un buen yerno.

 

                 Cuando Pavel y Sulu trajeron la cena todos se reunieron en la habitación 111 para comer juntos. El menú era variado: hamburguesas, tacos de chili con carne, pizza con vegetales para Spock, sándwiches de pollo para Jim, arroz teppanyaki para Sulu, patatas fritas y montones de latas de coca cola... La bebida les encantó a todos y McCoy se preguntó por qué habrían dejado de fabricarla.

     El otro gran descubrimiento de la noche fue la televisión. Spock y Pavel, en particular, se sintieron hipnotizados ante la caja tonta. Pelearon por el mando a distancia, el vulcano ganó y pulsaba los botones cada cierto tiempo cuando consideraba que lo que estaban viendo carecía de interés. Ambos permanecían sentados en el suelo frente al monitor, los demás se habían acomodado en la cama.

     El irregular zapping se detuvo en un canal de noticias. La tropa guardó silencio al escuchar al locutor hablar del actual presidente de los Estados Unidos, Ronald Reagan. Ese mismo día había exigido al líder soviético Mikhail Gorvachov, en un discurso pronunciado en Berlín Occidental, que tirase abajo el Muro de Berlín.

   - Dentro de dos años se hará realidad. - Murmuró Jim echando mano de otro bocadillo.

   - ¡Oh, Spock... me aburre, cambia el canal! - Le pidió Pavel quitándole un trozo de pizza de la mano.

   El vulcano pulsó de nuevo el mando y unos curiosos muñecos de tela aparecieron cantando y bailando en el monitor. ¿Qué era aquello? A Pavel le hizo reír.

   - "Es hora de tocar la música, es hora de encender las luces... es hora de encontrarse con los Muppets en el Show de los Muppets esta noche..."

   - ¡Es genial! - Gritó el ruso. - ¡Me encanta!

   No dejaba de reír, y su carcajada fue tremenda cuando unos muñecos que representaban a unos viejecitos asomaron en la pantalla. Uno tiraba del otro, para obligarle a tomar asiento en lo que parecía un palco del teatro donde los demás monigotes actuaban.

   - "¡No, por favor... no me hagas mirar!" - Gritaba el muñeco anciano sin bigote.

   Pavel se revolcó sobre la alfombra muerto de risa. ¿Cómo podía existir en el mundo algo así?

   - Fascinante... - Musitó Spock levantando su ceja izquierda, sin apartar los ojos del televisor.

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

Sé que es una locura, pero dejo la intro de la reposición de los Muppets que hizo a Pavel revolcarse de risa.

https://www.youtube.com/watch?v=Uh_aG5MzPVM

Y foto de Spock con su sudadera azul pensando en el apellido que le había otorgado su sa-telsu.

http://i5.imageban.ru/out/2013/03/20/5e6dbd26e01df331daa333ecfd7fd8ca.jpg

"Spock Kirk..."


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