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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Llegó la hora de irse a la cama. Unos estarían más apretados que otros. Los gritos no tardaron en escucharse por todo el hotel.

 

Gritos por encima de la marea

 

 

                                                                           Cuando la reposición de los Muppets terminó, Khan recogió a su novio del suelo y le secó las lágrimas que la risa había dejado en sus mejillas. Hora de irse a la cama. Spock volvió a zapear, no tenía sueño y le intrigaba todo lo que podía aprender de los humanos mirando aquella caja parpadeante. Pavel quería quedarse a su lado.

   - Un ratito más, Khan... - Le suplicó.

  - Nada de eso. - El moreno le tomó por la cintura atrayendo el cuerpo hacia su pecho. - Voy a hacerlo, Pavel...

   - Mmm... - Gimió mirándole a los ojos azul hielo. - Da! *(Sí) ¡Dímelo... he esperado mucho tiempo para oírtelo desir!

   - ¡Voy a comerte entero y a escupirte después! - Su voz fue grave, sensual, vibrante... haciendo que Pavel temblara al escucharla.

   Khan le tomó en brazos y cruzó con él por el cuarto de baño hasta la habitación de al lado. Cerró con una patada la puerta, que resonó dando un portazo. Todos en el cuarto de Jim se habían quedado sin respiración.

   - ¡Vaya! - Exclamó McCoy. - ¡Eso ha sido increíble!

   - Sí... se me ha puesto dura... - Pensó Jim echándose a reír encima del médico.

   - ¡Chicos...! ¡Buenas noches a todos! - Scott tomó a su esposa de la mano y salió cruzando el pasillo hacia su propia habitación.

   - Estupendo... ¿y ahora dónde se supone que voy a dormir yo? - Se preguntó Sulu en voz alta.

  - Tranquilo, la cama es grande y creo que Spock no piensa acostarse... ¿Me equivoco, mi amor? - Jim, con su pie descalzo, golpeó con cuidado la cabeza de su marido sentado en el suelo.

   - Hay guerras por todas partes... - Comentó el vulcano sin hacer caso de la patadita, absorto como estaba en la televisión. Había vuelto a poner el canal de noticias. - No sé cómo pudisteis sobrevivir como especie.

   - ¡Durmiendo ocho horas diarias, duende! - Le espetó McCoy metiéndose en la cama en calzoncillos.

   - Déjale, Bones... - Jim se acomodó entre él y Sulu, estaba muy cansado. - Ya se acostará cuando le de sueño.

   - Quiero mi propio cuarto, esto es absurdo. ¿En qué estaría pensando ese idiota de Khan cuando dijo que yo dormiría con ellos? - El japonés estaba enfadado, incómodo con el abrazo del almirante a su espalda.

   - Spock, baja el volumen al menos... - Le pidió Jim cayendo ya en el sueño. - Mañana buscaremos una solución a eso, Sulu. Ahora a dormir.

 

                                      Nyota no tenía una muda limpia así que después de la ducha, se envolvió en el albornoz del hotel y lavó su ropa interior en el lavabo. Scott la miraba desde la cama con una amplia sonrisa dibujada en el rostro.

   - ¡Deja eso ya y ven aquí! Tengo una cosita que darte...

   - Guarda tu cosita en tus calzoncillos, Monty. ¡No estoy de humor!

   El escocés gruñó, mirando a su entrepierna pensó que tendría que aguantarse las ganas que los dos Black Donald's *(demonios) habían soliviantado. Las palabras de Khan sonaron muy sucias en su cabeza... “comerte entero y escupirte después”.

   - Monty, los niños... - Nyota se dejó caer sobre la cama junto a su esposo. Le cogió el brazo izquierdo y se lo pasó por debajo de la cabeza. - ¿Estarán bien?

   - Ya oíste a Amy, se encuentran a salvo, ¡en el búnker del Cuartel General, nada menos! - El ingeniero la abrazó y besó la frente de su amada. - Además, preciosa... ¡Eso aún no ha pasado!

   - Ya, pero cuatrocientos años en el futuro está ocurriendo. - Apoyó la cabeza en el peludo pecho de su marido.

   - Llegaremos a tiempo de evitar el desastre. ¡Piénsalo, cariño! Es lo bueno que tienen los viajes temporales... - Se rió, su cuerpo se agitaba moviendo a su vez el de Uhura.

   De pronto unos gritos se oyeron al otro lado del corredor.

   - ¿Qué es eso? - Scott prestó atención a sus oídos. - ¿Da? Eso significa sí en ruso, ¿verdad?

   Nyota levantó el cuello para mirarle a los ojos.

   - Imagina, Monty... trece años son mucho tiempo. - Sabía perfectamente a lo que Pavel estaba diciendo que sí y se rió con una sonora carcajada.

 

                                     Sulu abrió los ojos de golpe, no podía creerlo. ¿Pavel? ¡Gritaba en ruso como un poseso! Notó que Jim le abrazaba más fuerte a su espalda. Miró a los pies de la cama, Spock no se había movido de delante del televisor.

   - Madre mía, esos dos me están poniendo malo... - Pensó McCoy para sus amantes.

   - Spock, tienes que dormir. Apaga el aparato. - Le pidió Jim con su pícara sonrisa.

   - Ahora mismo creo que ninguno de nosotros cuatro podría conciliar el sueño, Jim. - El vulcano se tapó los oídos, a los gritos de Pavel no tardaron en seguir los de Khan. Unos golpes contra la pared, a ritmo cada vez más rápido, revelaban lo que estaba sucediendo al otro lado del cuarto de baño.

 

                                        Si una vez fue un pequeño arroyo de aguas azules debió ser hacía mucho tiempo. La mente de Khan se vio invadida por un inmenso mar de aguas negras como la noche. El vínculo con Pavel había cambiado. La intensidad de las emociones le hicieron marearse al principio. Cuanto más besaba y lamía las cicatrices de su espalda, más fuerte golpeaban las olas en su cerebro.

   - Ay, lyubimiy moy...! *(amor mío) – Pavel se deshacía en el deseo de ser poseído de nuevo por su amante. Ia tebe liubliu! *(te quiero)

   - Mi corazón va a estallar... te tengo en mi cabeza, es tan fuerte lo que sientes... - Khan susurraba las palabras a su espalda, rozando la piel con la suya sin cesar.

   - ¡Deja que suseda, mi amor! Entra en mí, seamos uno... - Le pidió del mismo modo, con la voz rasgada y grave.

      Cuando le tuvo dentro se estremeció por entero. Jadeando se apoyó en las rodillas, su cuerpo respondía moviéndose sólo en un rítmico vaivén de sus nalgas golpeando la pelvis de su amante. El ruido de sus cuerpos al chocar entre sí le excitó aún más.

   - Da! Da, da, da! Ay, da! - Gritaba sin control a pleno pulmón.

   El cabecero de la cama daba contra la pared, martilleando en sus oídos sin parar.

   - ¡Aaaah Pavel! - Gritó Khan fuera de sí. - ¡Cómo te mueves, oooh, joder...! - Apoyó las manos firmemente en las caderas de su amado, abriendo los ojos miró el tatuaje. Por un instante le pareció que brillaba, no podía ser. Lo rozó con las yemas de sus dedos mientras se sostenía sobre sus rodillas sin moverse, dejando que Pavel hiciese todo el trabajo.

   - Dabai... nazhmite trudneye, Khan! *(vamos... empuja fuerte) – Le gritó en ruso.

   El moreno no tardó en obedecer y enterrando la mano en los largos rizos de su melena, empujó la cabeza de su amante hasta hacerle morder la almohada. Sus embates fueron cada vez más fuertes, más intensos... Al mismo tiempo notó las aguas nocturnas que le envolvían la mente, eran frescas, acariciaban su piel, le llevaban mar adentro sin que pudiera evitarlo.

   - Ya bol'she mogu...! *(no puedo más) – Pavel advirtió que el orgasmo le estaba alcanzando. - So mnoy... Khan! *(conmigo) – Quería que ambos llegasen juntos a aquella orilla.

   - Niet! *(No) – Khan deseaba más.

      Se separó de su cuerpo dejándole a medias, vibrando vacío sobre las sábanas, revolviéndose para agarrar sus brazos y atraerle a su pecho, con las piernas abiertas prestas a envolverle por las caderas. Su sexo estaba húmedo y duro, la punta pegada a su propio abdomen. Khan lo miró con detenimiento. Le pareció más grande que la última vez que lo vio.

   - Ayer... - Susurró. - Pavel, quiero sentirte dentro de mí, quiero tenerte encima, mirar tus ojos mientras me dejas clavado en el colchón... ¡Dame un poco de lo que yo te he dado! - Le pidió con lascivia.

   - Da...! - Exhaló echándosele encima.

      Primero le besó en los labios, las lenguas bailaron su danza de lujuria con el rumor de las olas oscuras de fondo. Luego descendió con sus besos por el cuello de Khan, lamiendo el lunar que él tenía junto a la nuez. Pronto llegó al pecho, los pezones quedaron duros apuntando al techo cuando su boca los abandonó. El liso vientre, el vello rizado y suave sobre el pubis, su miembro... Se detuvo allí un buen rato, escuchando a Khan respirar con dificultad, jadeando y gimiendo sin control alguno cuando usó los dientes para arañar la línea del rafe.

   - ¡Aaah! ¿Dónde has aprendido eso? - Gritó levantando el cuello, sorprendido cuando descubrió la excitante sensación.

   - Ahora sé algunas cosas más, mi amor... - Le respondió sonriendo, mirándole por encima de la punta sonrosada de su sexo. La lamió goloso, haciendo que Khan volviese a dejar caer la cabeza sobre la almohada.

   - Mmm... ha merecido la pena... - Murmuró cerrando los ojos y estirando la columna sobre la cama.

   Pavel hundió su boca entre las nalgas, humedeciendo la zona, preparándola para zambullirse allí dentro. No se entretuvo demasiado, estaba desesperado por saber lo que Khan experimentaría cuando le tuviese a él en su interior. Se encontraban unidos en cuerpo y alma, todo lo que uno era, todo lo que podía pensar o sentir, lo veía el otro en su mente con nitidez absoluta.

   - ¡Oh... ten cuidado! ¡Es más grande, lo sabía...! - Khan se sentía lleno por aquel miembro dentro de sí.

   - ¿Tanto a cresido, mi vida? - Pavel pensó que estaba exagerando, pero vio en su expresión algo de dolor y se detuvo. - ¿Salgo...?

   - ¡No... espera...! - Khan se relajó, respiró profundamente. Su muchacho ya no era tal, el hombre que ahora le estaba follando tenía una buena herramienta entre las piernas. - Deja que sea yo... - Le pidió con calma agarrándole las caderas con las manos.

   Pavel asintió y esperó a que él se moviera, poco a poco, despacio al principio, hasta que la carne cedió y el roce dejó de molestarle. Ahora notaba su propio placer además de el de Khan, las olas de su mar nocturno y oscuro les envolvieron de nuevo. ¿A qué orilla arribarían? ¿Por qué no eran aguas azules? Ambos cruzaron la mirada un instante, los ojos aguamarina brillaron en el fondo de los azul hielo y al revés. Algo faltaba, estaban incompletos. Aún así lograron alcanzar el éxtasis juntos, fundiéndose en un abrazo, derramándose el uno sobre el otro.

   - Amy... - Susurró Pavel.

   - Mi criatura imposible... - Musitó Khan.

 

 

                                           El silencio había regresado. Por fin podría dormir. Sulu se pegó al filo de la cama con Jim a su espalda. Spock se coló entre su marido y el doctor McCoy, había apagado el televisor.

   - No te estires, duende, o me iré al suelo. - Pensó Bones para el vulcano. Tenía media nalga fuera de la cama.

      Después de unos minutos la puerta del baño se abrió y Khan, en calzoncillos, apareció en la habitación. Se acercó de puntillas a Sulu y le sopló en el rostro haciendo que abriese los ojos.

   - ¿Qué haces? - Le estaba levantando por una mano. - ¿Qué quieres?

   - Vamos, allí hay más sitio. - Le contestó señalando hacia su cuarto.

  - No pretenderás que duerma con vosotros... - Sulu se puso colorado.

   - Ya hemos terminado por hoy. - Vio cómo Jim le sonreía tumbado en la cama. - Ven Sulu, deja que estos tres se pongan más cómodos.

   - ¡Vaya, gracias! - Bones suspiró, ya tenía sitio. Tirando del hombro de Spock lo puso boca arriba para apoyar la cabeza sobre su pecho. - ¡Esto está mejor!

   Al entrar a la habitación 113 vio a Pavel durmiendo entre las sábanas. Parecía tan feliz, con los ojos cerrados y una sonrisa dibujada en los labios. Tenía el pelo revuelto, desparramado como serpientes castañas sobre la almohada.

   - Dime que lleva ropa interior. - Le susurró a Khan.

   - Yo me quedaré en el medio. - Fue su dudosa respuesta.

   Sulu se acomodó en el borde de la cama, rozar a Khan no le parecía bien. Pero no tardó en notar cómo él le abrazaba desde atrás y le acariciaba el pelo en la nuca.

   - Watashi wa anata ga kare o aishite iru koto o shitte iru, anata ga omou yori mo sarani... *(sé que le amas, incluso más de lo que crees) – Le susurró al oído. - No puedo entender por qué vosotros dos nunca...

   - ¡Soy un hombre casado, Khan! - Le interrumpió. - Deja el tema, por favor.

      El sobrehumano frunció el ceño con sorpresa. ¿Casado? ¿Con quién? ¿Desde cuándo? ¿Por qué Sulu nunca había tomado a Pavel? ¿Acaso le había respetado, a él? El japonés era un hombre de honor, no le cabía duda. Imaginó lo mucho que debió sufrir todos esos años junto a su rosa, como llamó a Pavel, sin culminar su deseo de tenerle para sí. Le emocionó, y pensó que tendría que hacer algo para compensar todo aquel esfuerzo.

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

Para aquell@s que fumen he dejado cigarrillos sobre la cisterna del cuarto de baño. No hagáis ruido, todos duermen.


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