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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

El código de pañuelos (traducción del inglés handkerchief code, también conocido como hanky code o flagging) es un medio de comunicación no verbal usado en el ambiente gay. Surgió entre gais y bisexuales estadounidenses a principios de los años 1970 para luego extender su uso al resto de Occidente. Khan va a enterarse de su significado.

 

Código de pañuelos

 

 

                                                                          El lunes se levantaron muy temprano, tenían mucho que hacer. Scott fue con Pavel y Khan a la zona industrial de San Francisco, a la búsqueda del metacrilato con el que poder construir el tanque para las ballenas. Primero pasaron por un banco, claro está. Encargaron cuatro paneles del tamaño y grosor apropiados, en la fábrica los tendrían listos para el miércoles. Llamaron a Sulu por el comunicador para decirle cuándo debía alquilar el helicóptero al que ya había echado el ojo. Con el dinero que sobró, Scott insistió en pasar por aquella tienda en la calle Market y compar los zapatos para su esposa.

   - Son muy bonitos. - Comentó Khan. - Creo que le irían perfectos con el vestido rojo que vimos en el escaparate, dos o tres boca calles más arriba.

   - ¡Pues a por él! Quiero que Nyota se lleve un buen recuerdo de mil novecientos ochenta y siete. - El escocés estaba encantado. Khan tenía el gusto por la moda que a él le faltaba e ir con Pavel suponía no tener problemas de efectivo.

      Mientras su novio y el ingeniero entraban a la tienda, Pavel se quedó en la calle viendo a la gente pasar. Le encantaba el movimiento ininterrumpido de personas que iban y venían de un lado a otro, solas o en compañía, hablando o en silencio. Recordando sus dos años en Rinax, sin ver otra cara que la suya reflejada en el espejo, disfrutaba de la multitud de San Francisco; los colores chillones de las ropas de moda le tenían hipnotizado.

      Observó a un policía detener su moto cerca del paso de peatones en la esquina. El tipo vestía su uniforme azul y parecía orgulloso de llevarlo. Pavel se le acercó para verle mejor, el policía llevaba puestas unas gafas de espejo que le tapaban totalmente los ojos así que no se dio cuenta de que le había estado mirando desde que había llegado.

   - Buenos días, agente. - Le saludó educadamente con una abierta sonrisa. - ¿Podría indicarme dónde encontrar un submarino nucliar? - Le preguntó con su horrible acento ruso.

   El policía no respondió, seguía allí de pie mirando a Pavel como si estuviese delante de una anomalía histórica.

   - Submarino nuclear. - Se corrigió el ruso. - Por favor, agente, ¿dónde puedo encontrar uno? Estoy muy interesado en sus reactores de fusión, si es tan amable de desirme hassia dónde he de dirigirme... yo le estaría muy agradesido. - Apoyó su mano en la moto del policía, eso fue la gota que colmó el vaso.

   Cuando Khan asomó fuera del comercio, seguido por el escocés que sostenía en sus brazos los paquetes para su mujer, se quedó pasmado viendo cómo el hombre de azul esposaba a su novio con las manos a la espalda.

   - ¡Eh! - Le gritó avanzando hacia el policía. - ¡Suéltale ahora mismo, cerdo! - Le escupió dándole un empellón.

   El agente sacó su arma y Scott dejó caer las dos cajas al suelo.

   - ¡Quieto Khan! - Le gritó. - ¡Tiene una pistola!

  - ¡Mierda! - Exclamó el moreno. - ¡Pavel, haz algo...! - Le pidió, esperaba que su telequinesia les sacase del apuro.

   - ¡Tengo las manos atadas! ¿Qué quieres que haga? - El ruso se revolvió y acabó en el suelo con un empujón del policía que ya estaba pidiendo refuerzos.

   - Joder... - Scott pulsó un botón de su intercomunicador en el bolsillo de sus pantalones. - ¡Jim, nos está deteniendo la policía en la calle Market con la Séptima...! - Le dio tiempo a gritar antes de que dos policías más, que habían llegado en coche, le pusieran contra el vehículo y le esposaran como a Pavel.

   - Mi amor, ¿estás bien? - Khan se agachó a levantar a su novio de la acera.

   - ¿Espía ruso y marica? - Se dijo el guardia de la moto. - ¡Vamos, a comisaría los tres!

   - ¡Mis paquetes, por favor! - Pidió Scott señalándolos con su cabeza. - ¡Me han costado un dineral, mi mujer me matará si los pierdo!

   El agente los recogió y los echó dentro del coche. Sujetando la cabeza de Khan le obligó a entrar.

   - Lo he vuelto a fastidiar todo, ¿verdad? - Pavel se mordió el labio frunciendo el entrecejo, su carita de metepatas le resultó irresistible al moreno que le besó aguantándose la risa.

   - ¡Quietos ahí detrás! - Le gritó el policía subiendo al asiento de copiloto. - Odio esta ciudad, Pete, cada día hay más maricas.

   - Pues pide un traslado a Texas y deja ya de quejarte, Mike. ¡Me tienes hasta las pelotas con el tema! - Le respondió su compañero arrancando el motor camino de jefatura.

 

 

                                           En el Acuario, Bones hablaba con la doctora Woolcott junto a la piscina de ballenas, mientras Jim y Spock se colaban en el despacho del jefe de la bióloga: necesitaban saber con exactitud de cuánto tiempo disponían antes de que Bessy y Ayax fuesen liberadas.

   - ¿Estás seguro de que esos dos no le harán daño a Matthews? - Le preguntaba la rubia con su voz más dulce, el doctor McCoy sudaba bajo su mirada azul.

   - Tranquila, Spock tiene unos métodos de convicción totalmente infalibles. - Pensó que el superior de la doctora estaría a punto de experimentar la fusión mental vulcana o tal vez su famosa pinza.

   - ¿Hace cuánto tiempo que perdiste a Christine? - Suzanne se interesó por aquello, el moreno de sienes plateadas y ojos avellana le gustaba de verdad.

   - Pues... - Bones tragó saliva, exactamente el tiempo que Pavel había estado fuera. - Casi ocho años ya.

   - ¿La echas de menos? - Le dijo llevándose la mano al cuello, señalando así el delicioso hueco sobre la horquilla esternal a los ojos del médico.

   - Desde que te conozco, Suzanne, a cada segundo. - Respondió con dolorosa sinceridad.

   - Ya, mi parecido... ¿es realmente tan asombroso? Ya os lo dije a todos anoche en la cena, Chapel no es un apellido que pertenezca a mi familia.

   - No al menos por el momento. - Murmuró Bones.

   - ¡Oh, claro... el futuro! - A la doctora le costaba admitir que ese hombre de espaldas anchas y manos grandes y suaves, perteneciese a un mundo que tardaría en llegar cuatrocientos años. - Y, dime, Leonard. ¿Puedo llamarte así? - No esperó respuesta. - Después de esos ocho años... ¿no has pensado que tal vez sea hora de rehacer tu vida?

   McCoy se puso totalmente colorado. Cuando ella le llamó Leonard sintió una serpiente recorriéndole la columna, ahora que le preguntaba sobre su vida privada con la misma mirada de Christine... no supo qué responder.

   - Yo... Jim y Spock... - Titubeó.

   - ¡No! ¿Tú también eres gay? - La bióloga abrió la boca asombrada. - Pero ¿qué les pasa a los tíos en el futuro?

   - ¡Bones, sube tu precioso culo aquí ahora mismo! - Le gritó Jim por el intercomunicador.

   - ¿Qué es eso? ¿Un teléfono móvil? ¡No parece un Ericson! Es mucho más pequeño... - La rubia le miró sacar un extraño aparato del bolsillo de atrás de su pantalón vaquero.

   - Algo así... - Bones lo abrió. - ¿Qué pasa, Jim? ¿Algún problema con el jefe de la doctora Woolcott?

   No hubo respuesta. El rubio asomaba ya corriendo por la explanada.

   - Segunda planta, tercera puerta a la derecha. Ese Matthews ha puesto bastante resistencia a la fusión mental, te necesita. Ayuda tú a Spock con ese tipo. Doctora... - Se dirigió a la asustada rubia. - Tienes que llevarme a la comisaría más cercana a las calles Market y Séptima, han detenido a Scott.

   - ¿Detenido? Iba con Pavel y Khan... - Bones se preocupó. - ¿Qué ha hecho tu niño ruso esta vez?

   - ¡Ve con Spock, ahora! No me gusta que pases tanto tiempo con esta mujer... - Le ordenó mentalmente.

   - ¿Celoso, Jim? - Le preguntó Bones del mismo modo con su sonrisa más cínica.

   - ¡Os veo luego en el pájaro de presa! - El rubio tiró del brazo de la doctora hacia los aparcamientos. - ¿Cuál es tu coche?

   - Furgoneta, allí... la azul. - Señaló Suzanne corriendo detrás del almirante. - ¿Por qué han detenido a tus amigos?

   - No lo sé, pero tengo dinero suficiente para sacarles bajo fianza. Tú firmarás los papeles. - Jim vio el color del vehículo de la doctora y maldijo la coincidencia, era el mismo tono del coche de Chris. - ¡Por todos los dioses! Pavel se pondrá enfermo si tiene que subir aquí contigo...

 

 

                              La doctora Woolcott tenía que rellenar tres solicitudes por cuadruplicado para poder sacar de los calabozos a los amigos del almirante, amén de presentar multitud de documentos y credenciales. Jim la esperaba sentado frente al mostrador del sargento de policía que la atendía. Miró el reloj en la pared, había pasado ya más de media hora allí plantado y calculó que tardarían un buen rato en poder largarse de la comisaría. Se preguntó si sus amigos estarían bien en las celdas.

   - ¡Deberíais llevar pañuelos, tíos! - Dijo el rubio de la coleta con pinta de yonqui acercándose a Khan y a Pavel. - Os he estado observando... Sois del gremio, ¿verdad?

   - ¡Déjanos en pass! - El ruso se dio media vuelta y se sentó junto a Scott en el banco pegado a la pared. No le interesaba en absoluto entablar conversación con alguien que le recordaba bastante a Martin.

   - ¿Qué pañuelos? Explícate... - El moreno tenía curiosidad y tampoco había mucho más que hacer en la celda.

   - Ya sabes, tío. ¡Los códigos de colores! ¿Es que eres marciano? - Al reír mostró las caries que la heroína le había dejado en los dientes oscurecidos.

   - Soy británico. - Contestó con su acento más formal. - Allí no tenemos esos... “códigos”.

   - ¡Un inglés...! - Exclamó encantado. - ¡Mola! - Los ojos azul hielo de Khan le tenían atontado. - Verás, si eres activo te pones el pañuelo a la derecha, si eres pasivo a la izquierda...

   - Entiendo... Sexo. - Asintió el sobrehumano. - ¿Y si te van las dos cosas?

   - Pues te lo cuelgas en medio o te lo pones en el cuello. - Le contestó, pensando que aquel tipo parecía más bien de los activos. - Luego están los colores... El amarillo para la lluvia dorada, azul claro las mamadas, azul oscuro sexo anal, blanco las pajas, gris para el bondage...

   - ¿Qué es eso del bondage? - Le preguntó frunciendo el ceño.

   - Cuerdas, atarse, ya sabes colega... esos juegos. - Sonrió con picardía y continuó. - El negro es para el sado-maso, el verde es que eres un chapero... - Se dio la vuelta, un pañuelo de color verde le colgaba de la trabilla más a la izquierda de su pantalón vaquero desgastado y roto, un buen trozo de su nalga asomaba por uno de los agujeros.

   - Vale, ya lo voy captando. - Musitó Khan mirando aquel escuálido culo.

   - Luego está el morado para la gente que lleva piercings, el marrón para los que les pone lo de que te caguen encima, el rojo para esos tíos a los que les puedes meter un extintor si te da la gana y el naranja, mi favorito. No se ve mucho, la verdad...

   - ¿Qué significa el naranja? - Su acento británico y su voz grave derritieron al prostituto heroinómano.

   - ¡Que te va TODO...! - Se acercó a exhalar su aliento sobre el cuello del moreno al decir aquello.

   - ¡Tranquilo, hombre...! Mi chico está mirando. - Le apartó señalando a Pavel a su espalda, sus ojos aguamarina estaban clavados en el desagradable rubio.

   Scott agarró del brazo al ruso, sabía que si se ponía en pie volvería a armarla.

   - Déjalo Pavel, no está haciendo nada, sólo charlar. - Le susurró al oído.

   - ¡Ese p'tak (marica, en klingon) no me gusta...! Me recuerda a alguien que conosí hase años. - Martin también era rubio, con coleta, un adicto y con la sucia costumbre de prostituirse por drogas o dinero.

 

                           Suzanne ya había hecho todo el papeleo y entregado la documentación. Jim se levantó y se acercó al mostrador. Se sacó del bolsillo de su cazadora un par de fajos de billetes de cien dólares.

   - ¿A cuánto asciende la fianza, sargento... Kirk? - Se quedó helado cuando leyó el nombre sobre la placa.

   - Con eso le sobra, amigo. - Respondió el hombre rubio con los ojos azules como los de Jim. - Sólo les han detenido por escándalo público.

   - ¡Kirk! - Jim repitió el apellido. Le dio un codazo a la bióloga que empezó a reírse por lo bajo.

   - Si le quitas unos cuantos kilos y al menos diez años... ¡Imagínatelo con barba! - Bromeó la doctora. - Este debe ser uno de tus antepasados, tenéis los mismos ojos, no hay duda.

   - Mike, Pete... traed aquí a los tres tíos que detuvisteis esta mañana. Han pagado la fianza. - Les ordenó con voz firme. Girándose hacia la puerta vio salir a las patrullas del turno de tarde. - ¡Tened cuidado ahí fuera, chicos! - Les saludó como debía hacer cada día. Los policías se volvieron con una sonrisa, llevándose las manos a la frente al estilo del saludo militar.

   - Gracias, sargento Kirk, lo tendremos. - Respondió uno de ellos antes de salir a la calle.

   - Mis chicos de azul, la gente no es consciente del riesgo que corren estos hombres. - Masculló volviendo a sus papeles.

 

      Jim abrazó a Pavel en cuanto le vio aparecer por el pasillo. Acariciándole los rizos de la nuca le besó en la mejilla.

   - Mi niño... ¿estás bien? - Le preguntó en un susurro.

   - Todos estamos bien, Jim. - Contestó Khan con una sonrisa, viendo cómo el rubio actuaba de un modo tan protector con su novio.

   - ¿Y mis paquetes, oficial? - Scott se apoyó en el mostrador señalando sus dos cajas con el vestido y los zapatos allí detrás. - Gracias, sargento... ¡Kirk! ¿Es usted un Kirk?

   - Sí, desde que mi madre me parió. - Respondió el hombre con una sonrisa. - Doctora, llévese a esos tres de mi vista, espero no tenerlos por aquí de nuevo.

   - No volverá a verles, se lo prometo. - Jim salía ya por la puerta de la comisaría cogido del brazo de Pavel. - Sargento Kirk, dele recuerdos a la familia.

 

Notas finales:

Gracias por leer, por comentar y por acompañarme por esta larga y tortuosa senda que es la historia.

Dejo imagen de cómo se vería el trasero de Pavel si encontrasen suficientes pañuelos...

http://www.casimages.es/i/14071510122028029.jpg.html

¿...o es el de Khan? ¡Y qué importa! jajajaja


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