Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

[Reviews - 264]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Apolo tiene por costumbre conceder el don de la adivinación a aquellos a los que ama. Cassie es el más claro ejemplo. Jim también disfruta en cierta medida de esa habilidad; aunque no tan claramente como la sacerdotisa, es capaz de predecir el peligro... Igual que a ella la ignoraron cuando anunció la destrucción de Troya, Jim vería desarrollarse los acontecimientos sin poder cambiar el destino con el que Pavel había soñado.

Del Enterprise a la Katyusha

 

 

                                                                          Jim tenía razón, Pavel se puso malo al ver a la bióloga sentada al volante de aquella furgoneta azul. Tumbado en la parte de atrás junto a Khan, al descubierto, hundió la cabeza en el pecho de su novio y lloró durante el trayecto.

      Nada más llegar al parque del Golden Gate, Jim corrió campo a través al ver a Spock haciéndole señas a lo lejos. ¿Tendría ya la información que necesitaban sobre el traslado de las ballenas?

   - El jueves, Jim. - Spock supo con mirarle a los ojos qué se estaba preguntando.

   - Iremos ajustados. Scott dice que el metacrilato no estará listo hasta el miércoles y hay que instalarlo en la bodega de carga. - El rubio miró a Bones, sus ojos avellana estaban perdidos en la distancia. Se giró y vio que el objetivo de su mirada era la rubia doctora. - Ve y despídete de ella, no quiero que ande por aquí y vea la nave.

   - Pero Jim... - Musitó el médico.

   - ¡Haz que se marche, joder! - Fue brusco, la mujer le resultaba agradable pero el modo en que Bones la miraba le hacía sentir el estómago revuelto.

   El almirante escuchó el motor de la Kawa Ninja, Sulu se acercaba por el sendero de tierra y acudió a su encuentro.

   Khan ayudó a Pavel a saltar de la Chevrolet azul, el ruso había dejado de llorar. Bajo una lona descubrió unas latas de pintura blanca y una brocha.

   - Doctora Woolcott, ¿puedo utilisar esto, le importa? - Le pidió permiso con una sonrisa.

   - Claro, llevan ahí tiempo, las usé para la valla de mi casa. - Suzanne se preguntó para qué querría el melenudo la pintura.

   - Grassias... - Pavel cogió una lata y la brocha, y se encaminó al pájaro de presa con Khan. De camino se cruzó con Bones, le saludó con un gesto de su cabeza y una mirada triste.

   - Suzanne, debes irte. - Le dijo McCoy con amargura. - Gracias por tu ayuda, pero comprende que no puedes seguir con nosotros.

   - No tengo a donde ir, Leonard. - Su voz tembló con emoción. - Escucha, sé que te sonará patético, pero Áyax y Bessy son toda mi vida. Soy soltera, sin pareja, ¡ni siquiera puedo tener hijos! Mis padres están muertos y mi única familia es mi hermana gemela. No nos llevamos nada bien, ella vive en Denver, hace años que no nos hablamos... ¿Entiendes?

   - ¿Una gemela... en Denver? - Bones tembló. Christine le había contado que su familia era originaria de aquella ciudad.

   - Si os lleváis a mis ballenas ¿qué haré? - Sus ojos azules se vieron inundados por unas lágrimas que pronto empezaron a rodarle por las mejillas.

   McCoy se compadeció de aquella preciosa mujer solitaria, dedicada por entero a su trabajo y la abrazó con ternura.

   - Lo siento, Suzanne... Jim no quiere tenerte rondando por aquí. - Fue sincero, ella no merecía que le mintieran.

   - ¿Por qué? ¡Él tiene a su amante, a Spock...! - Se separó del médico, su voz pasó de la suavidad al grito.

   - Es su marido. - La corrigió McCoy.

   - ¿Casados? Pues peor me lo pones... ¿por qué ese celo contigo? - Le preguntó clavándole la mirada con enojo. - He notado cómo te mira, cómo te habla y te toca...

   - Porque somos amantes, los tres compartimos... - No sabía cómo explicarle lo del vínculo sagrado que les unía. - Bueno, tenemos algo muy especial.

   - ¡Nunca entenderé esa promiscuidad de los homosexuales! - La doctora negó con la cabeza, se apartó del médico y se secó las lágrimas.

   - ¿Promiscuidad? - McCoy levantó las cejas sorprendido. - ¡Nada de eso! Jim, Spock y yo somos uno. Tú no lo entenderías... los vulcanos...

   - ¿Qué diablos es eso? - La rubia señaló a la espalda de Bones, una nave gigantesca apareció de pronto ante sus atónitos ojos.

 

      Pavel había entrado al pájaro de presa y desconectado el sistema de ocultación. Mojó la brocha en la pintura y encaramado por encima de la plataforma de acceso, escribió sobre el casco una palabra con las letras más grandes que fue capaz de dibujar.

   - ¡Estás loco, mi amor! - Reía Khan sujetándole por las piernas para que no cayese al suelo.

   - ¡Teníamos que darle un nombre! - Se explicó el ruso.

   - ¿Pero qué haces? ¡Chekov! - Le gritó Jim enojado al ver la nave. - ¡Scotty...! ¡Por todos los dioses!

   - Katyusha... - Leyó Sulu en voz alta cuando Khan bajó a Pavel de la plataforma.

   - ¡Scotty, activa el sistema de ocultación de una puñetera vez! - Chilló Jim hacia dentro de la nave. Miró a su espalda, la doctora y Bones se estaban acercando. - ¡Mierda, Pavel!

   - ¡Oh, amigo! ¡Te has metido en un buen lío! - Sulu se reía a carcajadas, el almirante parecía querer cogerle del cuello y ahogarle allí mismo.

   - ¿Es ésta la nave? - Suzanne se quedó pasmada mirando el enorme aparato. - ¿Podría subir? Quiero verla por dentro, por favor Jim...

   - ¡A la porra! Está bien, Bones, hazle una visita turística... - Le dijo con un gesto de su mano izquierda que reflejó que ya no importaba si la mujer seguía por allí. - Y tú... ¡tú! - Señaló a Pavel con su dedo índice, una vena en su frente empezaba a destacar congestionada.

   - Déjalo, Jim... - Le pidió Sulu sin dejar de reír. - ¡Cuando Klaa vea esto le partirá la cara!

   - ¿Quién es Klaa? - Preguntó Khan al japonés.

   - ¡El dueño del pájaro de presa! - Jim agarró a Pavel por el pelo y le abrazó. - Idiota... ¿estás bien? Antes te vi llorar por el retrovisor...

   Pavel le miró a los ojos con una gran sonrisa.

   - Deberíamos robar ese reactor nucliar esta noche, a la Katyusha no le queda mucha energía, Jim. - Le dijo tirándole de la barba.

   - Esta noche, sí. Khan, vendrás con nosotros. - Jim besó en la mejilla a su querido niño ruso y lo lanzó de un pequeño empujón a los brazos de su amigo.

   - Yo también iré. - Sulu sabía que la misión sería arriesgada. - ¿No deberíamos dejar a este chiflado aquí encerrado? - Señalaba a Pavel a su lado, mirando de reojo cómo el moreno le besaba en el cuello a la altura del lunar.

   - Imposible. Aquí el genio es el único capaz de desmontar el reactor del submarino. - Jim golpeó el brazo del piloto con camaradería, sabía que le preocupaba la seguridad de Pavel tanto como a él mismo o a Khan.

 

         En el puente de mando Nyota besaba a su marido sin darle un respiro, las cajas con los zapatos y el vestido estaban abiertas sobre la consola de comunicaciones. Bones se llevaba a la doctora a la cubierta inferior, para enseñarle dónde pensaban instalar el tanque en el que iban a trasladar a las ballenas. Suzanne le cogió de la mano, el pájaro de presa le parecía impresionante, un sueño futurista hecho realidad. Jim les vio alejarse por el pasillo, su estómago dio un vuelco.

   - T'hy'la... Leonard nunca nos abandonaría, no sé por qué ese miedo en tus entrañas. - Spock, subiendo a bordo, se comunicaba telepáticamente con él.

   - ¿Estás seguro? Es como si Christine hubiese regresado de la tumba. - Jim extendió su mano y esperó a que su marido la cogiera. - No quiero perderle, Spock. Le amo.

   - Y él a nosotros, no lo dudes ni un instante. - El vulcano le abrazó, dejando que Jim metiese sus manos por debajo de la camiseta hasta tocar con las yemas de los dedos sus cicatrices en el pecho.

 

 

                                  La doctora Suzanne Woolcott ayudó a Scott y a Spock con los planes para acomodar a las ballenas en el pájaro de presa. Sabía exactamente la cantidad de agua que necesitarían, el peso de Áyax y Bessy, el oxígeno que precisaban respirar y la frecuencia con la que emergerían sus narinas. Se quedó en la nave aquella noche, a pesar de que a Jim no le gustó la idea.

         Él, Pavel, Khan y Sulu se marcharon a la Bahía con las motos. Vigilaron el submarino con los prismáticos de Bones desde lo alto de la colina, en la distancia.

   - ¡No puede ser! - Exclamó Sulu observando la nave.

   - ¿El qué? - Preguntó Jim quitándole los binoculares digitales. - ¿Qué pasa?

   - Mira el nombre... - El japonés sonreía.

   - ¡USS Enterprise! - Leyó Jim. - Es una señal...

      Y lo era. ¿Buena? ¿Mala? Jim tenía las tripas revueltas, no sólo por haber dejado a la bióloga con Bones en la Katyusha; después de lo que Spock le dijo estaba algo más tranquilo con ese tema. No, aquello era un presentimiento, y por el dolor de estómago debía ser de los malos.

   - Esperemos un poco, hay mucho movimiento de soldados ahí abajo. - Sugirió el rubio.

   - Están cambiando la guardia, Jim. - Khan le miró a los ojos. - ¿No sería mejor hacerlo ahora?

   - Tiene rasón, vamos... - Pavel bajó la cuesta, ocultándose en las sombras corrió hacia el submarino.

   - ¡No, aguarda! - Jim trató de detenerle, no pudo, le había tomado ventaja. - ¡Joder! Sulu, síguele. Vamos Khan... - Tiró de él. - Tumbemos a un par de militares y pongámonos sus uniformes, así podremos pasar inadvertidos.

   - Buena idea. - El moreno corrió a su lado, acercándose con sigilo al recinto militar en el muelle.

 

      Sulu alcanzó a Pavel y le hizo esperar.

   - Jim no ha dado la orden de abordar la nave. - Le sujetó por el brazo, el ruso se revolvía.

   - Voy a saltar a esa escalera... - Señaló a la cubierta del sumergible. - ¿Ves la escotilla abierta? Nos colaremos por ahí.

   - Pero Khan y Jim... - Protestó el japonés.

   - ¡Ya nos seguirán! - Se levantó y corrió hasta el submarino, escalando con agilidad la pared y entrando de cabeza por la pequeña compuerta redonda abierta en su parte superior.

 

      A Khan el uniforme le sentaba como un guante, el de Jim le venía algo grande. Miraron sus respectivos galones y se rieron.

   - ¡Capitán Khan! - Le saludó el rubio guiñándole un ojo.

  - ¡Teniente Kirk...! - Correspondió el moreno sonriendo. - ¿Dónde se han metido esos dos? - Preguntó mirando a su alrededor.

   - Conociendo a Pavel ya estarán dentro del barco... - Jim sintió de nuevo el retortijón en sus entrañas.

   - Submarino. - Le corrigió el inglés.

   - Lo que sea. ¡Mueve el culo, vamos! - Ordenó caminando hacia allí con toda la autoridad que su cuerpo podía transmitir.

   Subieron juntos la pasarela de acceso, un soldado raso les saludó llevándose la mano estirada a la frente, Jim le respondió del mismo modo. El hombre se echó a un lado para permitirles entrar, afortunadamente no hizo preguntas. Los estrechos pasillos del USS Enterprise les obligaron a caminar uno detrás del otro. Jim se acercó a la espalda de Khan para susurrarle al oído.

   - ¿Dónde está Pavel?

   - ¿Cómo quieres que lo sepa?

   - Usa el tel *(vínculo) idiota, concéntrate en él y guíanos. - Jim le tuvo que recordar que Khan siempre sabría dónde se encontraba su t'hy'la.

   El moreno cerró los ojos un instante, hasta que supo a dónde debían dirigirse.

   - Por aquí... - Se agarró a una escalera de mano y se deslizó hacia la cubierta inferior. Jim le siguió.

 

      Sulu había sacado el fáser y el comunicador. Vigilaba la espalda de Pavel agachado frente a la maquinaria del sumergible, con su mochila abierta y las herramientas para desmontar el reactor en el suelo, a su lado.

   - Date prisa, creo que alguien se acerca. - Murmuró el japonés.

   - Esto no es tan sensillo, Hikaru... - Sus ojos aguamarina, entrecerrados, no perdían de vista los indicadores a la altura de su cabeza. Si la aguja entraba en la zona roja significaría una fuga de radioactividad que resultaría mortal para todos a bordo de la nave. - Yebát! *(Joder) – Exclamó viéndola oscilar en el segmento amarillo mientras forzaba las tuercas del cierre.

   Dos soldados aparecieron al fondo por el angosto pasillo. Uno de ellos sacó su arma, el otro pulsó un botón rojo y una sirena ensordecedora empezó a sonar. Les habían descubierto. Sulu disparó el fáser, dejando a ambos hombres inconscientes en el suelo.

   - Venga, Pavel... No tardarán en llegar más... - El japonés activó el comunicador. - ¿Scott? ¿Me recibes?

   - ¡Aquí Nyota! ¿Qué ocurre Sulu? - Respondió la comandante al otro lado del canal.

  - Dile a tu marido que prepare el transportador, vamos a necesitar salir de aquí en breve... - Le pidió el piloto.

 

      Khan y Jim habían echado a correr. La señal de alerta no era nada bueno. Unos soldados se les unieron detrás de ellos, sacando sus pistolas de los cinturones.

   - ¡Capitán...! - Gritó uno de los militares. - ¡Tenemos intrusos a bordo!

   - Vayan al puente de mando, el teniente y yo nos ocuparemos de la sala de máquinas. - Khan intentó que dejasen de seguirles.

   - ¡Ya han oído...! - Ordenó el cabo a los dos soldados rasos que les acompañaban. - Yo iré con los oficiales.

   El hombre no se apartó de la espalda de Jim que volteó los ojos mirando a Khan con señal de fastidio.

 

      El intercomunicador de Sulu volvió a pitar.

   - Dime Nyota... - Respondió.

   - Scott dice que con la poca energía que hay solamente podrá hacer un transporte. ¿Estáis los cuatro juntos? - Preguntó con la voz alterada.

   - Pues... no, ya te avisaré. Sulu, fuera. - Cerró el aparato y se lo guardó en el bolsillo. - ¿Qué te queda, joder?

   Pavel ya había sacado el reactor y lo guardó en la mochila, pero aún tenía que cerrar las compuertas, la radiación podría escapar e invadirlo todo. No quería hacer que unos soldados inocentes muriesen por un descuido tan grave.

   - Coge la bolsa, estoy terminando... - Le dijo a su amigo sin apartar los ojos de su concienzudo trabajo.

   Sulu se cargó la mochila a la espalda. Al hacerlo perdió de vista por unos segundos el final del pasillo, un soldado armado asomó por allí y se ocultó tras una caldera apuntándoles con su arma.

   Por el otro lado llegaron Khan, Jim y el cabo que no había querido dejarles solos.

   - ¡Señor, ahí están los espías...! - Gritó el hombre encañonando a Sulu con su arma.

   Jim le dio un codazo en el estómago y le quitó la pistola. Khan se dio la vuelta y golpeó al cabo en la mandíbula. Le dejó inconsciente, tendido en el suelo de la cubierta.

   - Lo siento, colega. - Se disculpó Jim con el militar.

   - ¡Chicos, hay que salir de aquí...! - Les gritó Sulu corriendo hacia ellos. - ¡Vamos Pavel!

   - ¡Ya voy, ya casi está...! - Cerraba a toda prisa las gruesas tuercas de hierro que protegerían al USS Enterprise de la radiación, la aguja pasaba del amarillo al verde mientras lo hacía.

   - ¿Tienes el reactor? - Preguntó Jim al japonés.

   - Lo tengo. - Contestó tocándose la mochila a la espalda. - He avisado a Scott para que nos teletransporte. Espera la orden, tenemos que ir los cuatro juntos... no tiene energía para más.

   - Pavel, amor... - Le llamó Khan tendiendo la mano.

   - ¡Scotty...! - Gritaba ya Jim a su intercomunicador. - Activa el transportador...

 

         Fue un segundo, un maldito segundo. Khan rozaba la punta de los dedos de Pavel cuando sonó el disparo. El soldado oculto tras el tanque de la caldera se había puesto en pie al ver que intentaban escapar. La luz naranja les envolvió a los tres, desintegrando sus moléculas al tiempo que un grito desgarrador salía de la garganta del sobrehumano...

   - ¡Nooooooooooo!

   Pavel cayó al suelo ante sus narices. La sangre brotaba de su cabeza. La bala del soldado le había alcanzado.

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar...

En fin, no sé... ¿Debe morir Pavel? ¿Dejará Bones a Jim y a Spock para liarse con la bióloga marina que es la viva imagen de Christine? ¿Qué pensáis de todo esto?

Dejo la imagen de la furgoneta de Suzanne Woolcott.

http://www.alfonsofigares.com/blog/wp-content/uploads/2012/05/1972_chevrolet_c20+front.jpg

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).