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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Como dios de la curación, el padre de Asclepio plantó las semillas de la medicina entre los humanos. Aprendimos a curarnos a nosotros mismos, mejorando las técnicas con el paso de los siglos. Cada médico en nuestra Historia, desde el propio hijo de Apolo hasta el mismo doctor McCoy, participa en algo de su divino don.


Pavel lo había soñado en el Excelsior, desde entonces temía cruzarse con ella: la muerte le había estado esperando a la vuelta de la esquina. ¿Podrá Apolo salvar la vida de su favorito?


 

 


La funesta y negra Ker


 


“Como en los sueños ni el que persigue puede alcanzar al perseguido, ni éste huir de aquél; de igual manera, ni Aquiles con sus pies podía dar alcance a Héctor, ni Héctor escapar de Aquiles. ¿Y cómo Héctor se hubiera librado entonces de las Parcas de la muerte que le estaba destinada, si Apolo, acercándosele por la postrera y última vez, no le hubiese dado fuerzas y agilizado sus rodillas?”


 - Iliada, canto XXII: Muerte de Héctor. - Homero.


 


 


                                                                       La negra Ker, diosa de la muerte violenta, encontró a Pavel antes de que alcanzase la mano de su amante. Hija de Nix, la noche, y de Érebo, la oscuridad; hermana de las Moiras que rigen el destino de los hombres, de Tánatos, el dios del sueño, de Geras, la vejez, de Némesis, la venganza... la funesta muerte le sorprendió haciéndole doblar las rodillas y mojar el suelo con su sangre. Todo se volvió oscuridad absoluta.


   - ¡Scotty, actívalo de nuevo... llévame allí...! - Gritaba Jim nada más adquirir forma en el pájaro de presa.


   - ¿Qué ha pasado? ¿Dónde está Pavel? - Chilló Nyota asustada.


   - ¡No hay energía, Jim...! - Scott pateó el transportador furioso.


  - Pavel... - Sulu no podía creerlo, su amada rosa había sido arrancada delante de sus ojos.


   Khan le quitó la mochila de la espalda y se la arrojó al vulcano.


   - ¡Ahí tienes tu maldito reactor...! ¡Arregla la nave! ¡Tenemos que sacar a Pavel de allí...! - Su voz sonaba desesperada.


   - ¿Sigue vivo? - Jim le agarraba por los brazos, zarandeándole le hizo usar el tel *(vínculo)


   - Aún le siento... - Khan respiró aliviado, - ...su corazón sigue latiendo. ¡McCoy! - Gritó el nombre del médico que había subido de la bodega de carga. - ¡Han disparado a Pavel en la cabeza!


   Nyota se llevó las manos a la boca reprimiendo un grito de terror. Su cuerpo cayó sobre la silla del puesto de comunicaciones.


   - ¡Dios mío, Khan! - Bones recogió su instrumental médico. - Tengo que llegar a él cuanto antes...


   - Si está herido le llevarán a un hospital. - Intervino Suzanne detrás del doctor. - Al de la Marina, es el más cercano al submarino.


   - ¡Llévanos allí en tu camioneta! - Le ordenó Jim. - ¡Spock, Scotty...! ¡Instalad el reactor, quiero energía en esta jodida lata klingon y la quiero ya!


   Ambos corrieron a la cubierta inferior para ponerse manos a la obra.


  - Bones, ¿lo tienes todo? - Le preguntó Jim saliendo por la plataforma seguido de Khan.


   - Creo que sí... - Se giró a su espalda para ayudar a la doctora a bajar de la nave. - Ese hospital... ¿qué le harán a Pavel?


   - Operarle de urgencia, supongo. - Imaginó Suzanne. - Con una bala en la cabeza no hay tiempo que perder.


   - ¡Dios Santo! - El médico se estremeció. - En esta época la cirugía está tan atrasada... - Temía por la vida de su amigo. - ¡Sulu! - Llamó al japonés. - ¿No vienes con nosotros?


   El piloto no podía reaccionar, la imagen de la cabeza de Pavel sangrando y golpeando el duro suelo del submarino le tenía paralizado.


   - Yo me ocupo de él. - Le respondió Nyota al doctor. - No perdáis más tiempo. ¡Corre! - Dijo mientras se acercaba a su amigo y le envolvía en un abrazo.


   - Mi rosa... mi amada rosa... - Susurró Hikaru entre lágrimas, las piernas le temblaban, Nyota tuvo que sentarle en la plataforma del transportador.


   - Tranquilo, Khan dice que aún está vivo. Jim le traerá de vuelta, no temas. - La comandante acunaba aquel cuerpo sin fuerzas, trémulo como un junco azotado por viento.


 


        Bones ocupó el sitio del copiloto, Suzanne arrancó el motor y salió disparada por el camino de tierra, derrapando en cada curva a toda velocidad. Jim miraba a Khan a su lado en el asiento de atrás. Sabía que si dejaba de sentir a Pavel le habrían perdido para siempre, así que observaba sus ojos azul hielo perdidos en el infinito.


   - ¡Cómo he podido ser tan estúpido! - Gritó el moreno golpeándose la frente una y otra vez. - Debí hacerte caso Jim y esperar, tú intuiste el peligro... Dejar a Pavel solo... ¿Cómo he sido tan estúpido? ¡Estúpido, maldito estúpido...! - Siguió dándose con ganas en la cabeza.


   - Céntrate en él, en sentir su corazón latiendo, Khan. - Jim le sujetó las manos con las suyas. - Háblale, dale fuerzas...


   - No puede oírme, sólo hay negrura en su mente. - El sobrehumano cerró los ojos y lloró en silencio. - T'hy'la... no me dejes ahora...


 


            Cuando Aquiles mató a Héctor en Troya los dioses tuvieron una buena discusión al respecto. Zeus no quería intervenir, pero sabía bien el amor que su hija Artemisa profesaba hacia aquel mortal. Por otro lado, su otra hija, Atenea, exigió la muerte del troyano con vehemencia. Apolo intentó ayudarle enviándole arrestos, aún así el destino de Héctor era hallar la muerte a manos del Peleida. Ares había insuflado su ardor guerrero en el pecho de Aquiles, y éste vengó la muerte de su amante Patroclo hundiendo la espada en el cuello del hermoso Héctor.


   Ahora Pavel se debatía entre la vida y la muerte en la camilla de aquel hospital, empujada por un enfermero hacia el quirófano. Dos soldados se detuvieron en la puerta.


   - No dejen entrar a nadie aquí. - Les ordenó el médico militar. - Si conseguimos salvarle la vida a este espía tendrá muchas cosas que explicarnos.


 


      Khan iba a entrar rompiendo huesos cegado por la ira, Jim le detuvo en la puerta de urgencias.


   - Lo haremos a mi manera, Khan. - Le ordenó.


   El moreno asintió, respirando con lentitud recobró la calma.


   - Ahí están los vestuarios, robemos un par de pijamas de cirugía, Leonard. - Sugirió la inteligente doctora Woolcott.


   Disfrazados como doctores, Suzanne y Bones caminaban detrás de Jim y Khan con sus uniformes militares. Por los pasillos buscaron el croquis con los casos urgentes, entre las carpetas McCoy no tardó en localizar en qué quirófano iban a operar a Pavel.


   - Por aquí... - Khan presintió su presencia, débil, lejana... - Su pulso se detiene... ¡McCoy!


   - ¡Corred! - Exclamó Jim empujándole.


 


      Los dos soldados de la puerta se cuadraron ante los galones de capitán de Khan. El moreno hizo ademán de ir a atravesar entre ellos pero le detuvieron.


   - El doctor Giuliani ha ordenado que no pase nadie, señor. - Le dijo el soldado.


   - ¿Ese matasanos? - Arguyó Bones.


   - Bueno, es nuestro coronel al mando. - Rió el otro hombre, la fama del médico no era demasiado buena al parecer.


   - ¡Si no me dejan entrar ahí el paciente morirá! - Bones fue tajante.


   - Este es el mejor cirujano de todo San Francisco... ¿quieren perder a ese hombre? - Les gritó Jim.


   - Tenemos órdenes directas del Pentágono. - Argumentó Khan.


   - A mí no me miren, sólo soy una enfermera... - Dijo Suzanne cuando los soldados le echaron una mirada inquisitiva encima.


   - Está bien, entren. - Se apartaron de la puerta. - El espía debe sobrevivir, Giuliani no es tan bueno...


   - Si lo dice el Pentágono... - Comentó el otro soldado.


 


      Nada más cerrar detrás de sí, Khan corrió por el corto pasillo hacia el quirófano que tenían enfrente. Una sierra eléctrica rugía ya con su motor en marcha.


   - ¡Por Dios! - Gritó McCoy. - ¡Van a abrirle la cabeza!


   El sobrehumano separó de una patada las puertas basculantes de metal, entró como una exhalación y se abalanzó sobre Giuliani, haciéndole soltar la sierra quirúrgica con la que estaba a punto de romper el cráneo de Pavel.


   - ¡Aaaah! - Gritó el coronel por el dolor, aquel capitán le estaba partiendo el brazo.


   - ¡Adentro todo el mundo! - Jim les apuntaba con su fáser, empujando al equipo médico hacia el dispensario del fondo. Comprobó que no tenía otra salida y les encerró allí inutilizando la cerradura con un disparo.


   - ¿Es un arma del futuro? - Suzanne se quedó pasmada al ver el rayo brillar sobre el pomo de la puerta.


   - ¡Pavel! - Khan le miraba con lágrimas en los ojos, las manos le temblaban.


   - ¡Aparta, déjame a mí! - McCoy ya le estaba colocando el TRC neuronal sobre la frente. Las lucecitas rojas empezaron a parpadear, unos pitidos sonaban sin cesar.


   - ¡Date prisa, Bones! - Le azuzó Jim volviéndose hacia el pasillo.


   - ¿Qué tiene? ¿Puedes curarle? - Khan no dejaba de mirar a su amado allí inconsciente, desnudo bajo una sábana verde, con media cabeza rapada y una herida sangrando en su sien. - Usa mi sangre, quítame la vida a mí si es necesario, pero por favor, no dejes que Pavel muera...


   - ¡Cállate, Khan! Deja que haga mi trabajo... - Buscó en su macuto y sacó una pantalla táctil. Conectándola al TRC la usó para controlar la actividad que la máquina iba realizando. - La bala salió por el otro lado, eso es bueno. Solamente hay que eliminar los coágulos, sellar la hemorragia y esperar que el daño cerebral no sea permanente.


   - ¿Daño cerebral? - Jim se temió lo peor. - ¡Por todos los dioses, Bones! ¡Mi niño...!


   El almirante se giró a mirarles. Su amante, el doctor, seguía concentrado en su labor.


   - El lóbulo temporal no parece muy afectado, ha tenido suerte... - Algo en la pantalla le llamó poderosamente la atención. - Pero... ¡No puede ser! Estas ondas Ram-Alta....


   - ¿Qué, qué pasa? - Khan se aferró a la mesa de operaciones.


   - Debe ser por lo de su telequinesia, Khan... - El médico levantó la vista y le sonrió. - ¡Su cerebro es más poderoso de lo que yo pensaba!


   - Khan.... - Pavel murmuró el nombre, estaba volviendo en sí.


   Bones retiró los aparatos y buscó un hipospray en la mochila.


   - Moy dragotsennyy muzh! *(mi precioso esposo) – Musitó Khan al verle abrir los ojos aguamarina. Con sus manos le envolvió la cara sin atreverse a besarle.


   - Mi niño... ¿estás bien? - Jim le cogió la mano y la apretó con fuerza.


   - Se recuperará. - Respondió Bones por él, pinchándole en el brazo.


   - Deberíamos salir de aquí cuanto antes. - Suzanne abrió las puertas del quirófano para que cruzasen sin pérdida de tiempo.


 


      Khan envolvió a Pavel en la sábana y le tomó en sus brazos, le vio sonreír antes de perder el conocimiento. Jim iba delante, armado con el fáser en posición de aturdir. Bones cogió la mano de la bióloga y salió detrás de ellos por el pasillo.


   - ¡Alto! - Gritaron los soldados impidiéndoles el paso. - ¿Qué están haciendo? ¿Qué es eso? - El fáser se disparó y los dos cayeron al suelo en un instante.


   - ¡Vamos, al ascensor...! - Gritó Jim.


   La salida de urgencias estaba bloqueada por un grupo de militares que, al verles, iniciaron una persecución por los pasillos del hospital.


   Dentro del elevador Jim activó el comunicador.


   - ¡Spock, dime que podéis transportarnos...! - Las puertas se cerraron justo cuando empezaban los disparos.


   - Podríamos intentarlo. ¡Limpiacristales! Sube y actívalo, el dilitio se ha cristalizado un poco... - Le ordenó el vulcano al ingeniero.


   - Vamos Scotty... - Murmuraba el rubio sin dejar de mirar a Bones. - ¿Está bien, seguro? - Le preguntó por Pavel.


   - Dormirá unas cuantas horas. - Asintió el médico comprobando las constantes vitales en el cuello de su paciente.


   Khan no dijo nada, sus pensamientos estaban dirigidos exclusivamente a su amado que descansaba entre sus brazos.


   - Lyubimiy moy... mne ochen' zhal'! Proshchayet! *(¡Mi amor... lo siento! ¡Perdóname!) ¡No volveré a dejarte solo!


   - Tu culpa no ha sido... t'hy'la... - Susurró Pavel, ante la sorpresa de McCoy: el ruso estaba regresando de su sueño. - ¿Muzh... me has llamado... muzh? *(esposo)


   El ascensor estaba llegando al último piso, todo el hospital les estaba buscando, tenían que huir de allí.


   - ¡Scotty...! - Volvió a gritar Jim a su comunicador.


   La luz naranja brilló envolviéndoles a los cinco, Suzanne dio un grito cuando vio sus moléculas desintegrarse y así apareció en el puente de la Katyusha, chillando.


   - ¡Pavel! - Sulu se acercó a Khan, le puso la mano en el hombro y respiró cuando los ojos de su amigo le miraron con una sonrisa.


   - Estoy bien, moy drug... *(amigo mío) – Musitó débilmente. - Si en el suelo me dejas, mi amor, creo que sostenerme puedo en pie...


   - Nada de eso, necesitas descansar. ¡Hablas muy raro! - Renegó el médico. - ¡Con lo que te he puesto no deberías ni estar despierto!


   - Será la tolerancia a las drogas por sus años de adicción... - Murmuró Jim.


   - ¡No, éste siempre ha sido así...! - Le corrigió Bones. - ¿Recuerdas cuando nació Amy? Le metí de todo y aún así se levantó...


   - ¡Y menos mal que lo hizo! - Agradeció el rubio. - Sin la wakizashy de Sulu, Spock no habría podido matar al minotauro.


   - ¿De qué demonios estáis hablando? - Khan no entendía una palabra.


   - De tu demonio, chico... - Le aclaró Scott. - ¡Este Black Donald es impresionante! - El escocés se había aproximado para ver cómo se encontraba Pavel. Con una sonrisa le acarició la mejilla.


   - ¡Oh, Pavel! - Exclamó Nyota al verle. - ¡Tu pelo...!


   El ruso se llevó la mano a la cabeza, el lado izquierdo había sido rapado al uno, le habían afeitado la zona más próxima a la herida que le dolió a rabiar.


   - Yebát! *(Joder) – Se quejó. - Ahora tendré que cortármelo...


   - Yo te lo arreglaré, pareces un indio cherokee. - Nyota se rió, la tensión había terminado.


 

Notas finales:

Tachán!!!

Gracias por leer, por comentar, por dar vuestra opinión aportando un granito de arena a la historia... todo tiene su transcendencia.

Dejo imagen de la muerte de Héctor por la espada de Aquiles el Peleida.

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