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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

¿Conseguirá la doctora Woolcott colarse entre la tripulación de la Katyusha?


La aventura en el pasado llega a su fin, la tropa ha de volver a casa y enfrentarse a todos los problemas pendientes de solucionar.

 

Por allí resopla...

 

 

                                                                             La doctora Woolcott seguía intentando convencer a aquel hombre, de ojos tremendamente azules y sonrisa retorcida entre sus barbas, de que ella era la única capaz de cuidar de Áyax, de Bessy y de su cría en el futuro. Deseaba partir con ellos, emprender semejante aventura y dejar su patética vida... cuatro siglos atrás.

   - He preparado ensalada, tortillas y carne empanada. También llevo ahí queso, vino, pan y frutas. - Le dijo señalando la parte trasera de su Chrevrolet azul. - Deja que opinen los demás, Jim. Sé que eres el almirante, tuya será la última palabra y aceptaré lo que decidas... pero permite que todos escuchen mis argumentos, por favor.

   - Un almuerzo en el parque del Golden Gate, ¿eh? - Se relamió los labios sin sacar la lengua, estaba hambriento. - ¿Hay sándwiches de pollo?

   - Sí, un par. Con mayonesa. - Respondió la rubia con una amplia sonrisa.

   Iban a subir a la camioneta de la bióloga cuando el comunicador de Jim empezó a pitar con insistencia. El almirante respondió.

   - Aquí Jim, adelante. - Esperó junto al vehículo. Suzanne comprobaba en su cesta de picnic que había metido los bocadillos de pollo, no estaba muy segura.

   - Hemos tenido que despegar, Jim. - La voz de Nyota sonó al otro lado. - El viento ha hecho que se estrellase el helicóptero y...

   - ¿Cómo dices? ¡Sulu...! - Gritó nervioso al oír aquello.

   - ¡Oh, él y Khan están bien! Le ha salvado la vida, Jim. Se ha quemado un poco pero... ya sabes, es un superhombre... Por lo que puedo escuchar desde aquí ya está totalmente recuperado. - Nyota rió; hasta su puesto de comunicaciones, situado junto a las puertas hacia los dormitorios, llegaban los gemidos y los “da” *(sí, en ruso)

   - ¿Funciona bien la nave? - Inquirió Jim con más calma.

   - Está arreglada, Pavel lo ha conseguido.

  - Espera, entonces... ¿estáis todos a bordo? - Preguntó echando cuentas.

   - Sí, Jim. Todos. - Respondió Nyota.

   - Transportadme de inmediato. - Jim miró a la doctora con su sonrisa más retorcida. - Lo lamento, Suzanne... como almirante acabo de tomar mi decisión. - Pretendía abandonarla allí mismo.

   La luz anaranjada brilló alrededor del cuerpo de Jim, con resplandecientes partículas girando veloces en torno a sus moléculas que empezaban a desintegrarse.

   - Adiós, doctora. - Le decía. - Lo siento...

   - Y yo... - Respondió ella echándose a sus brazos en el último segundo. - ¡Sorpresa! - Sonrió cuando también fue teletransportada.

   - ¡Ah, maldita sea! - Protestó Jim airado, ya a bordo del pájaro de presa. - ¿Es que no voy a poder deshacerme de ti? - Le gritó a la doctora.

   - ¡Jim...! - Bones corrió a su lado. - ¡Ha sido increíble! ¡Khan saltó al helicóptero, sacó de allí a Sulu y le protegió con su cuerpo del fuego! ¡No sabes cómo se le ha regenerado la piel en cuestión de minutos! ¡Es un maldito milagro genético!

   - T'hy'la... habla con esa mujer. - Señaló a la doctora Woolcott que, al escuchar semejante heroicidad, les miraba con los ojos abiertos de par en par. - ¡La muy cabezota está empeñada en venir con nosotros al futuro!

   - Sí, lo sé... ¡Que se venga, qué importa eso...! ¿Has oído lo que te he dicho? ¡Khan es...! - Estaba tan emocionado por lo que había visto, totalmente contrario a todos los principios médicos que había estudiado, que no le prestó ninguna atención a la bióloga. - Podré hacer el suero, Jim... Pavel tenía razón: el factor de que Khan esté vivo es lo que hace que su sangre... sus células... ¡Oh, la regeneración es impresionante!

   Bones abrazó a Jim, se encontraba tan excitado con el descubrimiento científico que besó a su amante con pasión delante de todo el mundo. Él le correspondió abriendo la boca y dejando que el médico la devorase por completo, hasta quedarse casi sin respiración.

   Suzanne apartó la vista, aquella exhibición y las palabras del doctor la hirieron en el corazón. “Que se venga, qué importa eso...” La mujer comprendió que había estado perdiendo el tiempo al hacer el mejor almuerzo de picnic que le permitieron sus escasos conocimientos culinarios. Se miró sus propias ropas... la falda corta, las botas altas de tacón, la blusa ajustada y escotada... aquella mañana se había peinado y maquillado a conciencia, y todo ¿para qué? Para que el médico ni la mirase a la cara, besando como estaba al rubio almirante. Se sintió ridícula.

   - Doctora, siéntese. - Le indicó Spock. - Imagino que volar en un pájaro de presa será una experiencia impactante para usted, tal vez se maree.

   - Estoy bien, gracias. - Respondió ella sonriendo ante la amabilidad del extraterrestre.

   - De acuerdo, Bones... - consintió Jim, - ...recojamos nuestras cosas y a las ballenas, partiremos ahora mismo... ¿por qué esperar?

   Le miraron en silencio, ¿había sido una orden? Un doble grito llegó a sus oídos desde los dormitorios klingons. Pavel y Khan habían alcanzado la orilla.

 

 

                     Primero devoraron el almuerzo que había traído la doctora. Pensaron que sería mejor enfrentarse al viaje a través del túnel espacio-temporal con el estómago lleno. Los más voraces fueron Khan y Pavel, después de hacer el amor era lógico que necesitasen reponer fuerzas.

      Sulu les miraba con tristeza. Había oído sus gemidos, como todos los demás, pero él sintió algo totalmente distinto a la sana alegría de sus amigos. No se quitaba de la cabeza el beso que Khan le dio cuando se hizo el tatuaje, ni sus palabras cuando le pidió que tomase a Pavel: “Te lo debo, los dos lo sabemos.” Ahora era él quien estaba en deuda con Khan, el moreno le había salvado su desgraciada vida.

   - Habrá que volver a hacer los cálculos para viajar en el tiempo, Pavel. - Le decía Spock viéndole devorar la carne empanada. - El peso añadido de las ballenas y el agua, cambia las condiciones de la masa total de la Katyusha.

   - ¿Cuándo regresaremos? - Preguntó Scott. - Quiero decir a qué momento en el futuro... ¿antes o después de partir de allí? - Su física cuántica estaba algo oxidada.

   - Después sería lo más conveniente, evitaría paradojas. - Respondió el vulcano atacando el último filete.

   - ¿Y dónde? - Añadió Khan. - ¿Detrás de la Luna?

   - ¡No! - Jim sintió un pellizco en el estómago. - Aquello estará lleno de naves que habrán acudido a la llamada de socorro. Aparecer por allí de repente, saliendo de la velocidad de curvatura, puede ser peligroso.

   - Cierto, las llamadas pidiendo ayuda cruzaron todo el espacio, más de una nave puede andar ya por allí. - Nyota estuvo de acuerdo.

   - Lo mejor sería que amerizases con el pájaro de presa en el océano. - El almirante se dirigía a Sulu, le vio con la mirada perdida y se acercó para poner la mano sobre su hombro. - Así soltaríamos a las ballenas directamente en el mar.

   - Espera... - El piloto reaccionó bajo su contacto. - ¿Quieres que haga amerizar una nave que pesa más de veintiocho mil toneladas?

   - Si alguien puede haserlo eres tú, Hikaru. - Pavel dejó su plato en el suelo del puente y acudió al puesto de navegante para sentarse sobre sus rodillas.

   - Creo que tenéis demasiada confianza en mí. - Murmuró el japonés con cara de fastidio, su amigo le estaba besuqueando la mejilla.

   - Me alegra que estés bien... - Le susurraba al oído. - Temblé cuando oí explotar el helicóptero, pero sabía que Khan te había sacado de allí.

   - ¿Cómo? ¡Ni siquiera asomaste fuera de la nave! - Quiso saber Sulu.

   - ¡Oyendo sus pensamientos, moy drug! *(amigo mío) - Respondió el ruso con una gran sonrisa.

   - Claro... vuestro vínculo. - Sulu le apartó haciendo que se levantase. - Anda, ve con él y déjame tranquilo. ¡Amerizar! ¡Has dicho poco, Jim! - Exclamó agitando la cabeza.

 

 

                             Por la tarde Scott transportó a Jim, Khan y Bones a la casita en la avenida Newcomb que había sido su hogar durante los últimos cuatro días. Yendo de habitación en habitación recogieron sus cosas, comprobando que no dejaban atrás ninguna huella de su paso. No alterar el transcurso de la Historia era la premisa que Jim les había impuesto.

   - Voy a echar de menos las motos, ojalá pudiéramos llevárnoslas. - Se entristeció el almirante.

   - Pues yo estoy tan contento por dejarlas atrás... - Le comentó Bones. - ¡Odio esos malditos trastos! Y no solamente por el accidente de Chris, sabes que nunca me han gustado.

   - Ya, te aterraba verme subido a mi moto cuando salía por ahí estando en la academia. - Jim rió acariciándole la cara. - Dime una cosa... ¿ya sentías algo por mí entonces?

   - ¡Lástima! Eso es lo que sentía... - Le espetó con una sonrisa cínica en los labios que el almirante besó brevemente sin pérdida de tiempo. - De flor en flor, emborrachándote cada fin de semana... ¡Eras un bala perdida!

   - Bueno, las cosas cambian. - Jim le palmeó el trasero y bajó al salón seguido de su amante.

   - ¡Khan! ¿Lo tienes todo? - Le preguntó en un grito.

   El moreno apareció con una gran bolsa negra que cargaba a la espalda, parecía pesar bastante.

   - Pero ¿qué llevas ahí? - Sonrió el almirante. - Bueno, vámonos. ¡Scotty...! - Gritó a su comunicador. - ¡Súbenos!

   Una vez a bordo Khan abrió la bolsa y sacó un par de objetos, el resto lo guardó en una taquilla junto a los dormitorios klingons. Sonrió al ver las cajas con los zapatos y el vestido de Uhura allí dentro.

   - Ya casi tenemos los cálculos, Jim. - Anunció Spock mientras Pavel seguía garabateando fórmulas en la pantalla táctil, sosteniendo el stylus con sus tres dedos de esa forma tan especial.

   Khan se acercó a Nyota cogiéndole la mano, mirando a uno y otro lado para asegurarse de que nadie les veía, le puso su anillo de compromiso en el dedo.

   - Te lo dejaste en el baño. - Le susurró.

   Ella le abrazó con una gran sonrisa y le besó en la mejilla.

   - Gracias... - Le dijo mirándole con sus dulces ojos almendrados. - A Monty le daría algo si lo perdiera.

   - ¿Tanto le costó? - Preguntó el moreno riendo.

   - ¡Lo robó! - Respondió ella. - Es una larga historia, un día le pides que te la cuente.

   - Lo haré. - Dijo Khan girándose hacia la consola científica para hablar con Pavel. - ¡Despistado! - Le increpó. - Te dejabas esto... - Masculló con una sonrisa, tirándole el muñeco a la cara.

   - ¡Kermit! - Gritó Pavel. - Ay, lyubimiy moy! Grassias... - Abrazó a su ranita con ternura. - ¡Ya está, Jim! Todo preparado.

   - ¡Sentaos en vuestros puestos, a por las ballenas...! - Ordenó el rubio dando una fuerte palmada.

   Suzanne estaba un poco perdida, agradeció con una sonrisa que Scott le indicase una silla libre junto a la consola de transportación. Sulu dirigió la nave hacia el Acuario. Cuanto más cerca estuvieran de la piscina menos sufrirían las ballenas al ser desmaterializadas. Los pobres bichos iban a llevarse un buen susto con la luz naranja brillando a su alrededor.

   - Jim, tenemos un problema... - Spock habló con su voz grave y calmada, sin apartar la vista de su monitor. - Áyax y Bessy ya no están ahí abajo.

   - ¡Mathews! - Exclamó la doctora. - ¡El muy idiota habrá adelantado su liberación!

   - ¿Y a dónde las han llevado? - Inquirió Jim maldiciendo una vez más que la silla de mando no girase.

   - A mar abierto, claro está. - Suzanne se levantó para acercarse al almirante. - Estarán en peligro, hay balleneros en aguas internacionales, si las alcanzan...

   - Las sacaremos de ahí antes, tranquila. - Le dijo Bones agarrándola de un brazo y llevándola de nuevo hacia atrás en el puente.

   - Sulu, vuela hacia el océano. - Ordenó Jim. - Spock, mi amor... trata de localizarlas.

  - Llevan un transmisor de baja frecuencia. - Apuntó la bióloga levantándose de nuevo. McCoy la miró y puso los ojos en blanco meneando la cabeza.

   - Nyota, busca esa emisión. - Jim retorció el cuello para mirarla atrás a su derecha.

   - Sí, almirante. - Respondió colocándose el pinganillo en la oreja y pulsando los botones de su consola de comunicaciones.

   - Detecto un barco en la distancia, aparece en el escáner, Jim. - Spock levantó la vista. - Lo paso a la pantalla principal.

   - Tengo la señal de las ballenas... - Nyota se quitó el auricular y señaló al frente. - ¡Están demasiado cerca!

   La imagen de un ballenero peruano había asomado en el monitor. Navegaba a toda máquina hacia el oeste, como siguiendo un rastro. Unas pocas millas más adelante una ballena gris emergió para respirar. El chorro de agua que expulsó por su narina hizo que el capitán del barco diese la voz de alarma.

   - Por allí resopla... - Murmuró Khan con ronca seriedad.

   - ¡Van a matarlas! - Chilló histérica la bióloga. - ¡Jim, haz algo!

   - Scotty, prepara el transporte. Avisa cuando lo tengas. - Ordenó él sin moverse de su silla. Khan, a su lado, apretó los labios y frunció el ceño. - Sulu, interpón la Katyusha entre las ballenas y ese maldito barco.

   - A la orden, Jim. - El japonés maniobró sobre el agua, colocando la nave para proteger a los cetáceos.

 

      El capitán peruano lanzó él mismo el arpón, imitando a Ahab quiso dar caza a su Moby-Dick. El venablo volaba hacia su objetivo, Suzanne aguantó la respiración. Se escuchó un golpe sordo en el casco de la nave y el dardo cayó al agua sin alcanzar a la ballena. La bióloga cogió aliento de nuevo.

   Pavel giró el cuello para mirar a Jim con las cejas levantadas, una pregunta silenciosa se escondía en sus ojos aguamarina. El almirante sonrió con su boca torcida y con un guiño le dio permiso.

   - Adelante, cielo... - Le dijo. - Hazlo.

   El ruso bajó un émbolo en su consola de defensa, desactivando el mecanismo de ocultación del pájaro de presa.

   - ¡Buh! - Exclamó el ruso hacia la pantalla, dejando escapar una sonora risotada.

   La carcajada se hizo general cuando la tripulación del ballenero gritó asustada al ver aparecer a la Katyusha ante sus atónitas miradas. Un marinero hacía sonar la campana frenéticamente mientras el timonel viraba toda a estribor para evitar a aquel monstruo surgido de la nada.

   - ¡Ballenas a bordo, Jim! - Gritó Scott desde atrás. - ¡Podemos irnos!

   - Vamos Sulu, dale una vuelta al sol... nos están esperando en casa. - Indicó Jim al piloto.

 

      Éste suspiró con amargura, su aventura en el pasado había terminado. La casa en la avenida Newcomb, las noches que pasó en el dormitorio de Khan abrazado a su amada rosa, la mañana en la playa, la Kawa Ninja, el zumo de frutos rojos... todo quedaría atrás para siempre. Se acercaba el momento de enfrentarse a la realidad, regresar a su vida junto a Selene y Demora o bien... El japonés tenía mucho en qué pensar.

 

Notas finales:

Gracias por leer, lo digo siempre pero es de corazón.

Y gracias por tomaros el tiempo y la molestia de comentar, vuestras palabras vuelan hasta mí y me dan ánimos para continuar.

 


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