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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Es una pregunta complicada de responder... tan complicada como las propias emociones humanas y vulcanas.

¿Por qué la gente llora en las bodas?





                                                                                        Ahora el Embajador Spock, convertido en singular maestro de ceremonias, les tenía ambos situados ante él y frente al altar. Solamente restaba hacerles las preguntas rituales. Pero antes debía sonar el gong... Miró a su Jim levantando una ceja, luego inclinando ligeramente la cabeza.

- Por todos los dioses, Jim... ¿quieres darle al maldito gong? - Finalmente habló.
- ¡Oh, sí, perdón! Disculpad... se me había olvidado esa parte.

    Todos los humanos presentes tuvieron que contener la risa. No tanto por el despiste del Almirante como por el lenguaje que había utilizado el Embajador, más propio de un humano que de un vulcano. Aunque según dicen, todo se pega y dos que duermen en el mismo colchón se vuelven de la misma condición.

    El Almirante tomó el mazo dorado y con fuerza golpeó el Gong ceremonial con parsimonia una, dos y hasta por tres veces. Nadie se presentó a reclamar al novio para sí, a ninguno de los dos, por lo tanto ya podían hacer sus votos.

    El embajador Spock suspiró antes de continuar. Por el rabillo del ojo le pareció ver a Sarek sonriendo, pero debía ser un efecto óptico, la falta de luz tal vez, ya casi era de noche. Tomó la cinta blanca de pureza y unió las manos derechas de la pareja mientras las mantenían en ozh'esta, dedos índice y corazón unidos.

- Capitán James Tiberius Kirk, hijo de George Kirk, hijo de Tiberius Kirk, ¿aceptas la propuesta de matrimonio de Spock para convertirte en su esposo y compartir con él el vínculo sagrado que os unirá de por vida?
- Sí quiero... es decir... acepto. - Miró la pulsera de cuero que llevaba en su mano izquierda y después a su amado con una tierna sonrisa y ojos de enamorado. - Hace tiempo que lo he aceptado. - Aclaró en un susurro.

    El viejo Spock se percató de aquella pulsera y comprendió que su unión ya había sucedido, que esta ceremonia proporcionaba la solemnidad y el carácter formal de matrimonio a su vínculo, convirtiéndolo en algo sagrado que habría de durar para siempre.

- Spock, hijo de Sarek, hijo de Skon, realizaste tu koon-ut so'lik *(propuesta de matrimonio) a James Tiberius Kirk para convertirle en tu sa-telsu *(esposo) y él ha aceptado. Tu padre Sarek le ha dado su bendición, ahora podréis comprender el Kah-ka que os unirá de por vida... – Al decir esto se le quebró por un segundo la voz, miró al Almirante, quién tenía lágrimas en los ojos, y seguidamente fijó su vista en la pulsera de plata que rodeaba la muñeca izquierda de su amado Jim. Tuvo que tragar saliva antes de poder terminar. - Reunidos ante vuestros familiares y amigos sois libres de declarar vuestra unión.


        Nyota agarró con fuerza la mano de Montgomery. Aquello estaba ocurriendo ante sus ojos. Sus amigos se estaban casando, algo tan serio, tan definitivo... algo que a ella le asustaba y que había conseguido postergar por al menos cuatro años. Pero viendo la tierna sonrisa de aquel hombretón a su lado supo que tarde o temprano ella también se casaría. Recordó cuanto había hablado con Spock en su habitación mientras él la ayudaba a escoger unos zapatos para la cena en la que Monty le pidiera en matrimonio. Su conversación acerca del misterioso vínculo mental, más bien espiritual, que unía a aquellos dos chiflados. “Conmigo no podías encontrarlo, sé que era frustrante... lo era al menos para mí. ¿Cómo supiste que estaría en Kirk?” Le había preguntado ella con curiosidad y, ¿por qué no admitirlo?, con bastante envidia. “No lo supe... lo encontré casualmente, establecí contacto mental con él sin querer en Rigel XII, durante una tormenta de arena.” Le respondió Spock con absoluta sinceridad.

    “Casualmente”, había encontrado el vínculo con Jim sin querer, sin buscarlo siquiera... Estaba claro que los dos chiflados estaban destinados a estar juntos. No pudo evitar emocionarse y echarse a llorar. Y no era la única. Christine miraba a McCoy y también lloraba, aunque probablemente por otros motivos. Y Pavel... ¡oh Pavel lloraba como un niño al que hubieran castigado sin postre! Sulu le daba palmaditas en el hombro sin poder evitar la risa. Monty ofreció un pañuelo a su novia para que se sonase la nariz y Christine se estremeció por completo cuando McCoy la tomó por la cintura y la apretó contra su cuerpo: “Leonard...” pensó, ¿o tal vez lo había murmurado? No estaba segura.


- Taluhk nash-veh k'dular. – Pronunció finalmente en alta voz el joven Spock, clavando sus ojos negros en la limpia mirada azul de su marido.
- Yo también te quiero, Spock. - Le respondió Jim, que iba a besarle directamente cuando una tos disimulada del Almirante le detuvo.
- Bebed de esta copa, muchachos, para que vuestro amor no se seque jamás.

    Kirk les entregó un cáliz con Oporto Vulcano y cada uno le dio un sorbo. Spock devolvió la copa al Almirante y buscó con la mirada el consentimiento de su padre. Sarek cerró los ojos en señal de aprobación y levantó la vista a las estrellas. Entonces su hijo atacó la boca de su esposo y la devoró con ansia durante una húmeda eternidad.

    El embajador Spock se giró hacia su propio t'hy'la.
- Vínculo, Jim...
- ¿Cómo dices?
- Las palabras al entregar la copa son “para que vuestro vínculo no se seque jamás.”
- ¿Y yo qué he dicho? - Preguntó levantando las palmas de sus manos hacia el cielo mientras se encogía de hombros.
- Amor... - Y no pudo continuar porque sus labios ahora estaban sellados por los del pícaro almirante.

    Sarek se dirigió a los amigos humanos de su hijo y les rogó le siguieran hasta su casa, una gran mansión propia de su estatus donde tendría el honor de acogerles como invitados. Nyota dejó que la tomara del brazo y empezaron el descenso del Monte Seleya.

- ¿Habrá una sselebrassión? - Inquirió Chekov aún secándose las lágrimas.
- Eso espero, Pavel. Ya que no hemos podido disfrutar de despedida de soltero... - Bromeó Sulu.
- Mírales Leonard... tan felices, unidos por sus dedos, con esas túnicas blancas y bajando todas esas escaleras... ¿descalzos? - Christine cayó en la cuenta y no pudo evitar preocuparse.
- Tranquila Chris, no creo que les duelan los pies precisamente... - Le dijo con ironía.
- Almirante Kirk, ¿a dónde van? ¿No celebrarán con nosotros la boda en casa de Sarek?
- ¡Oh Scotty, para ellos aún no se ha terminado, queda lo más importante: el  plathau!
- ¿Disculpe señor? No comprendo...
    El embajador Spock intervino tomando a Kirk del brazo.
- Su Capitán y su Primer Oficial estarán más cómodos en nuestra casa que en la casa de Sarek. - Dijo dando a entender lo que la consumación implicaba sin tener que ser explícito.
- ¡Oh, ya entiendo! - Exclamó el señor Scott. - Y ¿saben ustedes si Sarek tendrá alguna botella de whisky por ahí?
- Veré lo que puedo hacer, Scotty. ¿Puedo llamarte así? ¡Oh, viejo amigo! Es extraño verte tan joven y “enamorado”... No he podido evitar fijarme en tu relación con Uhura. Verás en mi mundo vosotros dos también...

        Juntos se alejaron dejando atrás a Spock: ceja levantada, cabeza inclinada, brazos cruzados a la altura del pecho y soltando un profundo suspiro cargado de paciencia y ternura por su amado.

Notas finales:

Gracias por leer, espero que os guste. Y por cierto: soy de las que siempre llora en las bodas, aunque no conozca de nada a los novios.


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