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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Un planeta lejano, solitario, deshabitado. Un mundo inhóspito donde la Flota les había enviado para tomar unas muestras y analizarlas posteriormente. Aquel supuesto paseo por Talos IV se convirtió de pronto en una pesadilla.

 


Un paseo por Talos IV


 


 


                                                                                            Las cosas no iban bien, nada bien. Aquel planeta desconocido, situado al borde del cuadrante Delta, estaba resultando más peligroso de lo esperado. Nada funcionaba correctamente a bordo del Enterprise, la influencia diabólica de aquel mundo había dislocado todos los sistemas. Alex miraba a su capitán con desasosiego en los ojos azules: su esposo había desaparecido hacía ya cuatro horas.


   - Pavel y Donald están con él, sé que también estás preocupado. - Le decía apoyado en el respaldo de la silla de mando. - ¿No hay forma de traerles de nuevo aquí?


   - Quiroly hace lo que puede con el transportador pero... - Sulu se frotó la frente con la palma de la mano, unas gotas de sudor revelaban lo turbado que se encontraba. - Hemos perdido su señal, el escáner no responde y las comunicaciones se encuentran interrumpidas por alguna clase de extraña interferencia.


   - Estaré en la bahía médica. - Dijo Alex con seriedad negando con la cabeza. - Este silencio me está volviendo loco.


   - Te informaré en cuanto tenga novedades. - Sulu consintió que abandonase el puente. Él no se encontraba mucho mejor, aún así se esforzó por mostrarle una sonrisa. - Tranquilo Alex, no olvides la telequinesia de Pavel y la fuerza sobrehumana de Donald. Peter está protegido.


      El rubio entró al turboascensor y suspiró. La situación no le daba buena espina. Mencionó el nombre de la cubierta de enfermería y desapareció tras las puertas automáticas.


        Sulu se quedó un instante mirando el hueco en el puesto del oficial científico. ¿Por qué había dejado que los tres bajasen allí sin más compañía que sus fasers y el tricorder de Khan? La Flota había ordenado la exploración de aquel lugar, una sencilla expedición para tomar muestras y regresar a la nave para estudiarlas, eso era todo, un maldito paseo.


       Recordó que Pavel bromeó con lo de poseerle aquella noche, le dijo que fuese preparándose agitando un frasco de lubricante en la mano que le lanzó justo antes de desmaterializarse sobre las plataformas circulares. El capitán pudo ver cómo el joven alférez Quiroly se sonrojaba al observarlo. Aquello le enfureció y mandó a la mierda a Pavel mientras desaparecía ante sus ojos. ¿Cómo iba a imaginar que aquellas tal vez fueran las últimas palabras que el ruso escucharía de sus labios?


 


 


                                                            Cuando sus moléculas volvieron a unirse sobre el planeta los tres acusaron el terrible calor del sol de medio día.


   - Su estrella está muy serca, y es tan joven que hasse que todo arda por aquí... - Pavel se quitó la camiseta roja, quedándose con la negra sobre el cuerpo.


   - No, al revés. - Le corrigió Khan. - Quítate la oscura y déjate la roja, mi amor. Peter, haz lo mismo.


      Los dos le obedecieron. El oficial científico hizo lo propio quedándose con su jersey azul y envolviendo la camiseta negra sobre la cabeza a modo de turbante.


   - Cubríos, el sol es muy fuerte. - Les aconsejó.


   - Tomemos esas muestras y volvamos arriba... - Se quejó Peter. - Esto es un jodido infierno.


   - ¿Por dónde empessamos? - Consultó el ruso.


   - Por aquí... - Khan echó a andar siguiendo el pitido de la señal de su tricorder. - He detectado una fuente rica en minerales que podrían serle útiles a la Federación.


 


         Tras horas de caminar por un suelo de arenisca y roca bajo el terrible sol abrasador, Khan llegó a la conclusión de que su equipo estaba fallando.


   - Creo que hemos caminado en círculos. - Giró sobre sí mismo con el brazo estirado, su tricorder no dejó de pitar en los trescientos sesenta grados. - ¡Mierda! ¿Cómo he podido ser tan estúpido? - Se dijo golpeándose la frente.


   - ¡Amor, no me gusta que hagas eso! - Le reprendió Pavel. - No podías saberlo, Khan. Este lugar paresse poseído por el demonio.


   - Volvamos a la nave. - Sugirió Peter. Sacando su comunicador intentó establecer contacto. - Aquí Peter Kirk desde el planeta Talos IV, adelante Enterprise... - Esperó en silencio. Nada, salvo un zumbido, les llegó desde el otro lado.


   - Trae, déjame a mí. - Pavel le arrancó el aparato de la mano y giró la rueda varias veces. Comprobando que no recibían más que interferencias se lo devolvió. - Es inútil, no hay comunicassión.


   - ¿Y ahora qué? - Preguntó el moreno. - ¿Cuál es el protocolo para estos casos?


   - Esperar a que nos rescaten. - Le informó Peter. - ¿Aún no te has leído los manuales que te dejé?


  - No he hecho los deberes, Pete... - Bromeó el sobrehumano. - Castígame si quieres.


   - ¡Como si estar aquí perdidos no fuera ya bastante castigo! - Pavel se subió a unas rocas, oteando el horizonte a su alrededor descubrió con disgusto que no había lugar donde guarecerse. - Habrá que esperar a que esa maldita estrella se ponga... - Espetó dando un salto y regresando junto a su amigo y su novio. - Ah, yebát! *(joder) ¡Maldito calor!


   - Guarda tus energías, Pavel. - Peter se sentó en el suelo apoyándose en la roca de la que su amigo había saltado.


   - No sé si será peor la noche. - Khan se agachó a su lado y rozó la superficie de la piedra con los dedos. - Parece que este mineral sufra congelaciones a menudo. Tal vez la temperatura nocturna baje demasiado.


   - ¡Perfecto! - Gritó Pavel pateando el suelo y levantando una nube de polvo. - Un infierno de día y un congelador por la noche. ¡No me extraña que nadie haya explorado este planeta antes!


   - Deberíamos movernos, encontrar un refugio para cuando caiga el sol. - Khan ayudó a Peter a ponerse en pie.


       El pelirrojo asintió y juntos reemprendieron su peregrinar por aquel inhóspito lugar. Faltaban un par de horas para que la noche les sorprendiera, de no encontrar un sitio donde meterse y algo con lo que calentarse, Khan sabía que sus compañeros humanos no tardarían en morir de hipotermia. Tenía que hacer lo que estuviese en sus manos para evitar tal desgracia.


 


 


                                                        La consola desmontada y el alférez Quiroly tirado en el suelo rodeado de herramientas y piezas por todas partes. La visión no trajo consuelo a Sulu. Sin decirle nada salió de la sala del transportador camino de la bahía médica. Allí encontró a Alex experimentando con el suero que McCoy dejó sobrante tras su resurrección.


   - Claire, las notas de Bones no son muy comprensibles. He seguido los pasos con la sangre de Khan pero este producto que he conseguido no es lo mismo que el suero que él hizo. - Su colega le miraba con los ojos irritados, acusando el cansancio y la excesiva concentración. - ¡Oh, perdona! Debes estar agotada. Vete a la cama, Claire.


   - Tienes razón en dos cosas: una, estoy que me caigo de sueño; dos, tu suero no podría resucitar a nadie pero considera las propiedades curativas que tiene. Creo que es muy interesante, Alex. - La doctora le acarició la espalda y se alejó camino de su camarote.


   - Buenas noches, Norton. - La saludó Sulu cuando pasó a su lado. - Alex, quiero hablar contigo.


   - ¿Hay noticias de esos tres? - Preguntó con los ojos inquietos.


   - No. - El japonés bajó la mirada. - Está a punto de anochecer en el sector de Talos IV donde les dejamos. - Ahora tenía los ojos rasgados fijos en la punta de sus botas.


   - Y eso no es bueno... ¿verdad? - Alex intuía el desastre.


   - No lo es. He calculado la temperatura a la que han estado sometidos todo el día: al menos cuarenta y cuatro grados centígrados. - Murmuró con seriedad. - Alex... - le puso la mano sobre el hombro y levantó la cabeza para clavarle la mirada, - ...de noche bajará a los menos veinte grados.


   - ¡Hipotermia...! - Musitó el rubio aterrorizado. Como médico conocía bien las consecuencias cuando a un ser humano le baja de treinta y cinco grados la temperatura corporal.


   - Estoy seguro de que Khan aguantará más... y de que a Pavel se le ocurrirá algo. ¡Una creación genética y un genio! ¿Crees que algo puede salir mal? - Sulu intentaba con todas sus fuerzas sonreír.


   - Vas a ir a buscarles, ¿no es cierto? - Alex conocía bien a su capitán. Sabía que se estaba despidiendo. - ¡Iré contigo! Tal vez necesiten esto. - Cogió el frasco con el suero que había creado así como los restos del que Bones dejó allí. Echando un par de hiposprays a su maletín médico se dispuso a seguir a Sulu. - ¡Listo!


   - Añade a esa bolsa una manta. - Le aconsejó el japonés. - Bones siempre lleva una, son muy útiles, créeme.


 


         Juntos se colaron en el hangar de la cubierta A. Lo que iban a hacer no tenía precedentes: un capitán de nave estelar y su oficial médico jefe robando una de sus propias lanzaderas.


   - ¿A quién dejas al mando, Sulu? - Le preguntó el rubio cerrando la puerta de la pequeña nave.


   - No sé, al primero que responda cuando pida que abran las compuertas. - El japonés se sentó en el puesto de navegante y encendió los motores. - A la Flota no le va a gustar que abandone mi nave y mi tripulación para ir a rescatar a mis dos amantes...


   - Entonces no se lo diremos, señor. - Quiroly contestó a la llamada que Alex había emitido sin que Sulu se diese cuenta.


   - Queda usted al mando, alférez. Abra para que podamos irnos. - Sulu inició un vuelo en suspensión con los propulsores, esperando a ver la salida desbloqueada para recorrer el largo túnel.


   - Regresen pronto con los señores Chekov, Black y Kirk, capitán. - El joven muchacho estuvo orgulloso de poder ayudar en la medida de lo posible. - Yo me haré cargo del transportador, ya casi lo tengo arreglado.


   - Detrás de ti en el mando va Pavel, luego Donald, después Peter... - Enumeraba el médico cerrando su maletín, para ello tuvo que empujar las dos mantas que embutió dentro. - ¿Quién es el quinto? ¿Yo?


   - No importa, si esto no sale bien nos harán un consejo de guerra; o nos degradan o nos expulsan con deshonor. - El japonés soltó una breve y amarga carcajada. - Claro que si no sale bien tú y yo preferiríamos estar muertos. ¡Quiroly! - Gritó. - ¡Ahora!


   - Sí, capitán. ¡Buena suerte! - Les deseó bajando las defensas del Enterprise y accionando las enormes compuertas del hangar.


   - Sujétate ahí atrás, Alex... - Le indicó Sulu. - ¡Vamos allá!


 


               La Galileo VI, pequeña lanzadera del Enterprise, salió de sus tripas rumbo al desconocido, extraño y peligroso planeta Talos IV. El doctor Freeman cargaba los hiposprays con sendos sueros mientras el experto piloto Hikaru Sulu intentaba establecer unas coordenadas para su búsqueda. Tenían que encontrarles, no había otra opción.


 

Notas finales:

Gracias por leer. Gracias por comentar, por seguir la historia y demostrarme que hay alguien al otro lado, que no camino sola.

Dejo imagen para nostálgic@s como yo. La lanzadera Galileo II con Jim y Spock junto a ella, en uno de los muchos planetas que exploraron juntos en el pasado.

http://knightwise.com/wp-content/uploads/2014/02/kirk-and-spock-with-the-galileo.jpg


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