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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Cuando se sufre una grave bajada de temperatura el sujeto no debe dormir. Tiene que mantenerse consciente, ya que la pérdida del conocimiento por hipotermia es paulatina y no se apercibe que uno se está muriendo. Es como quedarse dormido... por eso a la muerte por congelación se la ha llamado la "muerte dulce".

 

La muerte dulce

 

 

                                                                                              La hipotermia es el problema más grave que aparece tras la exposición al frío ambiental y puede llegar a ser potencialmente mortal. Cuando la temperatura corporal desciende por debajo de los treinta y cinco grados centígrados comienzan a producirse trastornos cardiovasculares, respiratorios, del sistema nervioso central y de la coagulación: desde taquicardia, hipoventilación, temblores y confusión hasta bradicardia o lentitud en los latidos, arritmias, rigidez, acidosis respiratoria con el consiguiente aumento del dióxido de carbono en el plasma sanguíneo, coma y muerte por debajo de veintiocho grados centígrados.

              El sol empezaba a ponerse. Khan sabía que debían darse prisa. Les obligó a correr, yendo delante, hacia una acumulación rocosa en la distancia donde esperaba encontrar alguna cueva o recoveco para resguardarse de la fría noche que les caía encima.

   - Espera... no puedo más... - Pavel estaba agotado, al borde del colapso. El calor y la caminata durante todo el día le habían dejado deshidratado.

   - Ven aquí... - Su novio le tomó por la cintura y le besó, dejando caer su saliva dentro de la garganta. - A falta de agua es todo lo que puedo darte.

   - No te preocupes por mí... - Bromeó Peter con los labios cortados y media sonrisa que le hizo sangrar. - ¡Ay! Bueno, sí. Preocúpate.

   - Con permiso, Peter... - Khan le besó también. El pelirrojo cerró los ojos y tragó la baba que el moreno pudo ofrecer.

   - Ay, yebát! *(joder) – Exclamó Pavel al verles. - ¡Esto mejor no se lo contamos a Alex!

 

 

                                                              La Galileo VI ya había entrado en la atmósfera. Nada más hacerlo Sulu notó cómo el sistema de navegación, las comunicaciones y el escáner se volvían locos. Todo fallaba, igual que en el Enterprise. ¿Qué diablos tenía Talos IV tan especial como para desbaratar los sofisticados mecanismos de sus naves?

   - Sobrevolaré la zona donde les enviamos. - Informó al médico. - No puedo detectarlos bajo estas circunstancias así que tendremos que usar nuestros ojos.

   - Miraré a la derecha, tú a la izquierda. - Alex se sentó a su lado para controlar la superficie del planeta.

   - Se habrán movido, calculo que en estas siete horas habrán podido caminar unas cuantas millas... - El japonés pilotaba sin apartar la vista del planeta, aproximadamente veinte o treinta metros por debajo de la lanzadera.

   - Sí, pero... ¿en qué dirección? - El doctor se encogió de hombros, aquello era demasiado grande.

   - Estableceré un perímetro y lo examinaremos palmo a palmo si hace falta. - Sulu no podía rendirse. Sus amadas flores le necesitaban.

 

 

                                                    Los mecanismos de termorregulación del organismo intentan mantener la temperatura corporal central estable a expensas de la temperatura periférica de la piel y las extremidades. Cuando se produce la exposición al frío ambiental, la circulación sanguínea se deriva de los tejidos periféricos a la circulación central para evitar la disipación del calor, lo que conlleva algunas de las manifestaciones cutáneas asociadas al frío.

       Khan observó las manos de Peter, empezaban a hincharse y a ponerse moradas. Cogió su fáser y disparó a aquella piedra hasta que se puso de color naranja.

   - Acercaos y calentaros las manos y los pies. Yo terminaré con esto. - Les instó. Ambos le obedecieron.

   - ¿Qué vas a hasser, mi vida? - Le preguntaba Pavel frotándose los brazos junto a Peter y la roca caliente.

   - No será una cueva, pero rodearé con rocas este espacio para conservar el poco calor que podamos emitir. - Su fáser había quedado descargado, ya solamente tenían los de Pavel y Peter.

        Utilizando su fuerza sobrehumana Khan improvisó una especie de iglú de piedras que les protegiera del frío nocturno. La temperatura en Talos IV ya bajaba de los menos doce grados y no parecía ir a detener su descenso.

       Cuando hubo terminado les miró temblar. Tiritaban sin control, la roca estaba cambiando de color al apagarse. Cogió el fáser de su novio y lo vació contra la piedra. Colocándose entre ambos humanos los envolvió con su abrazo.

   - Todo irá bien, saldremos de esta. - Intentó animarles.

   - Ay, lyubimiy moy... *(amor mío) – Pavel le besó en el cuello. - Si Sulu no viene a buscarnos no sé qué va a ser de nosotros.

   - ¡Vendrá! - Confió Peter. - Mi capitán jamás nos abandonaría.

   - Ojalá tuviésemos el vínculo con él... - Deseó Khan. - Todo sería más sencillo.

   - ¿No puede leer vuestras mentes? - Preguntó Peter con sorpresa. - Creí que igual que Bones acabaría...

   - No sin Amy, tu prima es la que lleva sangre vulcana, no lo olvides. - Le interrumpió Pavel. - De todos modos empiesso a pensar que Sulu nunca será parte de nuestro tel *(vínculo) – Se le llenaron los ojos aguamarina de lágrimas, sabía que entre Amy y el japonés no podría existir nada, él no era parte de su mágico trisquel.

   - Comprendo... - Musitó el pelirrojo apretándose más aún contra el pecho de su amigo Khan. - Spock es quien mantiene unido el vínculo entre él, tío Jim y Bones. Igual que mi prima os une a vosotros dos.

   - ¡Sulu... moy drug... *(amigo mío) - pensaba Pavel aún sabiendo que no podría escucharle, - ...ven pronto!

 

 

                                                             Alex le dio un codazo, aquellas rocas a su derecha le eran familiares. Ya habían pasado por allí. Volaban en círculos.

   - Sulu, acércate más al suelo. - Le rogó. - Es noche cerrada ya y no veo bien.

   - Tienen que estar en alguna parte... Fakku! *(joder) – El japonés empezaba a ponerse tenso. - ¿Dónde se habrán metido? ¡Maldito planeta! Sin el escáner va a ser difícil encontrarles.

   - ¿No puedes oír sus mentes? - Alex tenía que preguntarlo, aunque ya imaginaba la respuesta.

   - Nunca he podido... - Los ojos rasgados se le empañaron con lágrimas. Aquello le frustraba, hacía que se enfadase cada vez que notaba cómo sus preciosas flores se comunicaban entre ellas en silencio y ahora... ¡Ahora le habría venido de perlas! - Alex, céntrate en verles y abre bien los ojos. - Le ordenó tragándose el dolor que le suponía no poder contactar mentalmente con Khan o Pavel.

   - Quizá sea pronto... - Murmuró el rubio percibiendo el enfado en su superior. - Creo que a Bones le llevó años de convivencia hasta poder escuchar los pensamientos de Jim y Spock.

 

 

                                                         El fáser de Peter fue el último que descargaron: ahora, además de helados, estaban indefensos. El pelirrojo temblaba casi como si estuviera convulsionando, Pavel también, por mucho que Khan los apretase contra su cuerpo.

   - ¿Cómo he podido ser tan estúpido? - Gritó de pronto dándose un porrazo en la frente con el puño.

   - Te he dicho que no hagas eso... - Le regañó Pavel.

   - ¡Quitaos la ropa! - Les ordenó a los dos humanos mientras él se desvestía. - ¡Vamos, hacedlo! Entraremos en calor más rápido si nos rozamos la piel.

   - Pero... - Peter se puso colorado, al menos las mejillas estaban calientes.

   - Da! Dabai, dabai! *(Sí, vamos, aprisa) – El genio no había caído antes tampoco, aturdido y confuso como estaba por el descenso de su temperatura corporal, pero sabía que era cierto lo que Khan decía.

   - ¡Cielo! - Le detuvo el moreno. - ¡Los calzoncillos no!

   - Claro... Peter... - Le miró sonriendo. - Lo siento, yo... Es la costumbre.

   - No, si ya... - El pelirrojo no podía desabrocharse los pantalones. Tenía los dedos dormidos hacía rato.

   - Deja que te ayude. - Le pidió Khan con una sonrisa.

      Le desvistió y lo rodeó con sus brazos, Pavel se pegó a ellos frotándose con avidez. A Khan empezaba a subirle una sensación familiar por el estómago y miró a los ojos de su novio. Le vio sonrojarse y respirar con dificultad, poniendo la mano en su cuello le tomó el pulso: su ritmo era muy lento, irregular. Tenía que hacer algo por acelerar los corazones de aquellos dos humanos.

   - Creo que Alex lo entenderá... - Murmuró justo antes de besar a Peter en los labios y rozarle toda la espalda con la mano hasta llegar a la nalga izquierda que apretó con fuerza.

   - Mmm... ¿qué haces? - El pelirrojo reaccionó, abriendo los ojos azules de par en par.

   - Yo también quiero, Khan... - Le pedía Pavel sin saber qué estaba diciendo. El frío le tenía atontado.

 

          El sobrehumano empezó una especie de juego erótico donde se dedicó a besar y acariciar a Peter y a Pavel alternativamente, llegando a lugares bastante secretos, deteniéndose justo a tiempo antes de que las reacciones de ambos se convirtieran el algo más que generar calor. Así conseguiría mantenerles con vida unas horas más. Si Sulu no les encontraba tal vez tendría que pasar a mayores.

   - No os muráis, por todos los dioses... - Pensaba Khan para él, sin dejar que Pavel lo advirtiera. - Si Jim estuviese aquí ¿a qué dios rezaría? ¡Apolo... Artemisa... llevadme a mí, no a ellos! - Rogó en silencio con todo su corazón.

 

           Perder a Peter o a Pavel sería demasiado doloroso, antes perder la propia vida. Volvió a besar sus labios, a frotar su piel desnuda contra la de los dos frágiles humanos a su cargo. Introdujo sus manos por debajo de la ropa interior, entre las nalgas de ambos, y pasó sus largos dedos por las zonas más erógenas de sus cuerpos. Sentía calor en su pecho al tenerles así, trataba de compartirlo con su amigo y con su amante para que la vida no se alejase de ellos.

   - ¡Apolo, te lo suplico, haz que Sulu nos encuentre rápido! - Exclamó con lágrimas en los ojos y sacudiendo los cuerpos del pelirrojo y el ruso. - ¡No os quedéis dormidos! ¡Despertad! - Gritó desesperado.

   - Estoy despierto, Khan... - Peter apenas conseguía abrir los ojos.

   - Yo también, lyubimyi moy... - Se aferraba a su cuello como un náufrago a una tabla.

   - Si dejáis que el sueño os venza estaréis perdidos. - Les advirtió seriamente con su voz más grave.

      Hipnos, el sueño, es hermano gemelo de Tánatos, la muerte sin violencia; la trae a veces de la mano y ésta se presenta en su forma más dulce, llevándose el alma inmortal sin sufrimiento alguno.

 

Notas finales:

Gracias por la lectura, ánimo a la hora de comentar. Seguro que tenéis algo único e importante que decir. Las críticas también son bienvenidas.

 


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