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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Alex y Sulu continúan su búsqueda desesperada. ¿Conseguirán encontrar con vida al esposo del médico y a las amadas flores del jardinero japonés?

Tres agujas en un pajar

 

 

                                                                                            A bordo de la lanzadera ambos hombres estaban ya desesperados. Habían sobrevolado un amplio círculo cuyo centro era el punto donde Khan, Pavel y Peter fueron teletransportados, y lo habían hecho una y otra vez desde distintas alturas y a diferentes ángulos, dejándose los ojos en cada desnivel del terreno, en cada recoveco, en cada maldita piedra de aquel planeta donde sus amados iban a perecer si no podían remediarlo.

   - Sulu... ¿dónde están? - Alex se iba a poner a llorar. Sentía el corazón encogerse con la angustia, cada minuto afuera la temperatura bajaba más y más. Las posibilidades de encontrar a su marido y sus amigos con vida también. - Esas rocas...

   - Lo sé, es la sexta vez que pasamos por ahí. - El japonés trataba de mantener la calma. - No tengo idea de dónde se habrán metido. Si los aparatos funcionasen... ¡Esto es como intentar encontrar una aguja en un pajar!

   - ¡Eso es! - A Alex le brillaron los ojos azules, una sonrisa muy parecida a la de su esposo se le asomó al rostro. - ¡Tú mismo lo has dicho! “¿Dónde se han metido?” - Le repitió sus palabras.

   - ¿Qué? No te entiendo... - Sacudió la cabeza aturdido.

   - ¡Esas rocas! ¿No crees que su disposición es muy poco natural? - El rubio señaló a su derecha.

   - ¡Claro! - Sulu comprendió y dirigió hacia allí la lanzadera. - ¡Habrán intentado refugiarse!

 

                                                                Khan suspiró aliviado al oír aterrizar la lanzadera. Se puso el jersey azul y los pantalones, dejando los cuerpos de Pavel y Peter entrelazados uno a otro y cubiertos con el resto de las ropas, se apresuró a salir apartando la pesada roca que usó a modo de puerta.

         Les vio acercarse a lo lejos. Corrían hacia él, les hizo señas. Miró hacia dentro. Su amigo y su novio dormían el sueño previo a la muerte. El médico fue el primero en llegar con sus larguísimas zancadas.

   - ¡Por Odín! - Gritó al verle solo en la entrada de su refugio. - ¡Dime que aún respiran!

   - ¡Alex, ocúpate de ellos! - Le empujó dentro del improvisado iglú de piedra. - Están al borde de la congelación. Unos minutos más y... - Se echó a llorar. Sulu ya le había alcanzado y le estaba abrazando.

   - Khan... mi violeta... mi preciosa violeta... - Le llamaba así aferrándose a su pecho.

    Alex sacó las mantas de su maletín y envolvió a Peter y a Pavel juntos, tal cual les encontró. Luego les pinchó el suero que había fabricado, considerando que aún no estaban muertos pensó que sería más conveniente usar el suyo que el que hiciera Bones. Pronto sus propiedades curativas empezaron a hacer efecto y su amigo y su marido abrieron los ojos.

   - ¡Alex! - Exclamó Peter. Sintiéndose desnudo y pegado a la piel del ruso se sonrojó. - Cariño, no es lo que parece...

   - Es exactamente lo que parece, mi vida. - Le contestó el médico. - Te dejo solo unas horas y me la pegas con éste bombón. - Bromeó guiñándoles un ojo. - Pavel, cielo... ¿te encuentras bien? ¿Podéis caminar? Hemos tenido que dejar la Galileo VI a unos metros, en la explanada.

   Los dos negaron con la cabeza, sus extremidades aún se encontraban adormecidas e inflamadas, pies y manos amoratados y cubiertos de ampollas.

   - Tú lleva a Peter y yo cargaré con Pavel. - Le dijo Sulu al médico con voz grave. Después de tener a Khan, temblando y llorando sobre su hombro, reconoció que el sobrehumano no tendría fuerzas para sacar al ruso de aquel maldito planeta.

   - Bien, vámonos... - Exhaló Khan, el capitán había dado sus órdenes y todos obedecieron.

         Sulu caminó a la cabeza de la expedición con su amada rosa en brazos hasta llegar a la lanzadera. Le costó volver a ponerla en marcha. Khan se sentó a su lado, los dos hombres convalecientes fueron acomodados por el médico que no dejaba de controlar sus constantes vitales.

   - Se recuperan... - Dijo mirando a la cabina para tranquilizar a su capitán y al increíble superhumano que ya no solamente le había salvado a él la vida, sino también a su marido. - Khan, de no ser por ti...

   - Alex, tú procura que mi Pavel no pierda ni un solo dedo. Aprecio demasiado sus caricias. - Le sonrió mostrándole los hoyuelos.

   - ¡Mierda! ¡No puedo contactar con el Enterprise! - Protestó Sulu sacándolos ya de la atmósfera de Talos IV. - ¿Cómo van a recogernos con el rayo tractor para entrar en el hangar?

   - ¿A quién has dejado al mando, Hikaru? - Le consultó Khan.

   - A Quiroly... - Respondió el japonés. De inmediato una sonrisa le asomó a los labios. - Lo sé, lo sé... apenas tiene experiencia pero es el más preparado a bordo y la cadena de mando se acaba con Alex... ¡Los cinco estamos aquí! ¿Qué querías que hiciera?

   - ¡Espero que ese descerebrado esté pendiente de nuestra llegada! - Exclamó el sobrehumano.

   - ¡Lo estoy, señor Black! - La voz del joven alférez se escuchó entre interferencias.

   - ¡Edward! - Le llamó por su nombre de pila. - ¿Has arreglado las comunicaciones? - Se sorprendió gratamente el capitán.

   - ¡Sí, señor! Creí que era lo más urgente. ¿Están todos bien ahí, mi capitán? - Quiso saber preocupado por sus superiores.

   - Todos bien, Quiroly... Active el rayo tractor y devuélvanos a casa. - Le pidió Sulu con autoridad.

   - ¡Oh... oh! - Murmuró el muchacho. - Me temo que no funciona, capitán. Y tampoco he podido arreglar el transportador, la influencia de ese planeta tiene loca a la nave.

         Sulu cerró el canal un momento. Con la cara desencajada se giró a su derecha para mirar a Khan. Él levantó las cejas y abrió como platos sus ojos azul hielo.

   - ¿Qué vamos a hacer? - Se preguntó Sulu. - Sin transportador, sin rayo tractor... Después de las horas de vuelo a esta lanzadera no le quedan más que unos veinte minutos de oxígeno.

   - ¡Mierda! - Escupió Alex. - ¿He oído bien? - Les dijo acercándose a ellos.

   - Tendrás que aterrizar en el hangar manualmente. - A Khan le parecía la única solución.

   - ¿Manualmente? - Gritó Sulu. - ¿Tienes puñetera idea de lo que estás diciendo?

   - ¡Eso no se ha hecho nunca, Khan! Es físicamente imposible... - Alex se aferró al hombro del moreno, apretando los dedos hasta dejarle una marca.

    En la parte trasera los dos pacientes se agitaron, habían estado escuchando la conversación de la cabina. Peter intentó levantarse, no pudo más que incorporarse un poco, al igual que Pavel, sentándose ambos apoyados uno en el otro.

   - Si alguien puede hacer eso eres tú, Sulu. - Peter confiaba en las habilidades de su capitán. - ¡Venga! - Le animó. - No pierdas el tiempo, quiero darme un baño caliente.

   - ¡Todos los Kirk estáis locos! - Chilló nervioso el japonés. - Tu tío me pide que haga amerizar un pájaro de presa klingon en la bahía de San Francisco y ahora tú me dices que pilote manualmente y entre en el hangar de una nave estelar en órbita sin ayuda alguna. ¡Locos! - Meneó la cabeza y se aferró a los mandos.

    Khan le acarició la nuca. Clavándole la mirada asintió con la cabeza.

   - Empieza la maniobra. - Pulsó el botón del comunicador. - Alférez Quiroly, baje defensas y abra la compuerta. ¡Vamos a entrar!

   - Hikaru, moy drug! *(amigo mío) – Pavel le habló, la voz débil apenas le salía de la garganta. - ¡Eres el mejor de los pilotos... y el mejor de los amantes! Sé que lo harás bien, nos llevarás a todos sanos y salvos a casa... como siempre has hecho.

   - ¡Ah, cállate! - Gritó totalmente tenso. - ¡Y agarraos... esto no tiene frenos!

 

         Edward Quiroly obedeció las órdenes del teniente Black y se quedó pasmado cuando vio entrar a la Galileo VI a toda velocidad por las compuertas. Las redes automáticas saltaron al final del túnel para tratar de detener la lanzadera. Sulu hizo lo que pudo con los propulsores y consiguió no acabar estrellados como un mosquito contra la cubierta del Enterprise. Su pericia de piloto quedó por todo lo alto. Nadie, absolutamente nadie, en toda la historia de la navegación transcurvatura, había logrado hacer semejante gesta y salir con vida para contarlo.

   - Sabía que podías hacerlo, un Kirk no se equivoca en estas cosas... - Peter se dejó caer al suelo, la cabeza apoyada en el regazo de Pavel.

   - El mejor de los pilotos... y el mejor de los amantes... - Musitó el ruso antes de desmayarse.

 

 

                                       Más tarde, aquella noche, Peter descansaba entre los brazos de su vikingo ya repuesto de los síntomas de congelación.

   - Cariño... ¿tengo que preocuparme por algo? - Le preguntó el rubio con ganas de bromear. - Verte desnudo entre los brazos de Pavel, ya sabes la mala fama que tiene ese chiflado...

   - Mi vida, yo... - Por un segundo creyó que hablaba en serio. Al darse cuenta de su sonrisa se echó a reír. - Alex, idiota, que hemos estado a punto de palmarla...

   - Lo sé. - Le besó con pasión los labios aún agrietados. - ¡No vuelvas a darme semejante susto, mitt mann! *(esposo mío)

   - No más sustos. - Le prometió a su marido. - Ahora estamos en paz.

 

                                    La cama “kling-size” se les quedaba pequeña; Khan y Pavel rodaban el uno sobre el otro fundidos en un íntimo abrazo en el que envolvían a Sulu.

   - Si esto va a ir más allá necesitaré ese lubricante, Pavel. - El japonés lo dijo medio en serio medio en broma. Notaba el miembro de su amigo crecer a su espalda y tenía ganas de sentirlo dentro.

   - Mañana, Hikaru... - Susurró el genio besándole el cuello y haciéndose un hueco entre él y su novio. - Estoy algo cansado, quiero dormir.

      Se puso de lado doblando las piernas y echando el culo hacia atrás, la cabeza apoyada en el hombro de Khan que quedó boca arriba después de los besos giratorios. Pavel agarró la mano de Sulu y se la llevó al pecho por encima de su costado, recibiendo el abrazo al que el japonés le tenía acostumbrado desde hacía tantos años.

   - Mmm... - Gimió estirando la otra mano hacia la cómoda en penumbra.

   - ¿Qué haces, cariño? - Le preguntó Khan.

   - Intento usar mi telequinesia, pero no tengo fuerssas, no hay manera... - El ruso trataba de coger con su poder a Kermit sin lograrlo. - ¡Quiero mi ranita!

   - Yo te la traigo, amor mío. - Khan se levantó y fue a buscarla, en dos pasos estuvo de nuevo en la cama. - Aquí la tienes. - Se la apoyó contra el pecho y suspiró poniendo los ojos en blanco con cara de fastidio.

   - Sé que no te gusta que duerma con ella, pero es sólo por esta noche... - Pavel le estaba haciendo pucheros. - La pobre también se ha asustado, creía que no volvería a verme.

      Khan sonrió con dulzura. Agarró la cara de su novio y le plantó un sonoro beso en la frente. Por encima de la cabeza rizada vio los ojos rasgados del japonés, le sonreían a su vez con infinita ternura. Estirándose y procurando no aplastar a Pavel, besó a Sulu en los labios.

   - Oyasuminasai... *(buenas noches) – Le susurró despidiéndose para dormir.

   - Buenas noches, violeta mía. - Respondió el japonés cerrando los ojos.

      Pavel ya resollaba entre los dos, había caído rendido con Kermit apretado contra su pecho.

 

Notas finales:

Gracias por leer, gracias por comentar.

Y ya está bien de sustos, señor Kirk... su esposo ha rezado a sus dioses nórdicos de Asgard para poder recuperarle.

Dejo imagen de Odín atendiendo las súplicas de Alex.

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