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T'HY'LA por KeepKhanAndKlingOn

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Notas del capitulo:

Sulu resulta ser un buen auriga, conduciendo en perfecto equilibrio su carro tirado por los caballos blanco y negro como decía Platón. Es importante en la vida saber cumplir con las obligaciones sin desatender los deseos: el deber y el placer por igual, sin anteponer uno al otro.

 

El auriga del cuadrante Delta

 

«El hombre es un auriga que conduce un carro tirado por dos briosos caballos: el placer y el deber. El arte del auriga consiste en templar la fogosidad del corcel negro (placer) y acompasarlo con el blanco (deber) para correr sin perder el equilibrio.»

- Platón -

 

                                                                              Como experto piloto, el capitán Sulu sabía dominar con pericia a sus caballos blanco y negro. En el puente del Enterprise pudo compartir con agrado la risa con Peter, Alex y la teniente Sjare: los tres conocían el secreto de la inusual ropa interior que llevaban sus dos amantes.

         Khan, con su flema británica, soportaba mejor las sonrisas y los murmullos a su espalda. Pavel, de carácter mucho más inseguro, no pudo evitar molestarse con los comentarios más o menos inocentes que sus amigos dejaban escapar.

   - Eso debe picar... - Soltó Peter al ver cómo el ruso tiraba de la cintura de sus pantalones, tratando de ocultar la tira de encaje blanco que le asomaba al encontrarse allí agachado.

   - ¡Ven y ráscame aquí! - Le espetó señalándose las pelotas con el destornillador. En cuclillas, junto a la consola de navegación que tenía desmontada, le miraba con los ojos aguamarina llenos de ira.

   - ¿Es una proposición deshonesta? - Siguió bromeando el pelirrojo. - Me temo que debo rechazarla, ahora soy un hombre casado.

   - ¡Oh, te voy a...! - Pavel se levantó y amenazó con golpearle, alzando el puño y apretando la herramienta.

   - ¡Baja esa mano, fiera! - Alex se puso delante de su marido, dispuesto a defenderle como solía hacer.

   - ¡Ya basta! - Intervino Sulu. - Pavel, vuelve a montar la consola del piloto, y tú... Peter, regresa a tus obligaciones. Seguro que tienes algo mejor que hacer que haraganear por aquí.

   - Vamos, cariño... - Alex tomó del brazo a su esposo. - Hay quien no sabe aguantar una broma. - Dijo camino del ascensor y mirando de reojo al ingeniero.

       Khan meneó la cabeza y puso los ojos en blanco. En ocasiones su novio tenía salidas de tono que no le gustaban demasiado.

  - Teniente Sjare, - Sulu giró la silla hacia el puesto de telecomunicaciones, - ¿no ha dado aún con T'rak en Rómulo?

   - No está allí, señor. Desconocen su paradero. - Respondió la joven. - He dejado un mensaje para que contacte con nosotros en cuando tengan noticias suyas.

   - ¿Dónde se habrá metido esa mujer? - Se preguntó el japonés.

   - Tal vez continúe en HarOs... - Comentó Khan levantando su ceja izquierda.

   - Es posible... Ya lo ha oído teniente. Intente establecer una comunicación con el palacio de Azetbur y pásela a mi despacho cuando lo consiga. - Sulu se levantó de su silla para acercarse a Pavel. - ¿Has acabado?

   - Da! - Respondió recogiendo sus herramientas. - Siento lo de antes, es que ese idiota...

   - No te disculpes conmigo, sino con Peter y Alex. - Le dijo con una sonrisa, conocía bien sus prontos y sabía que no tardaba en arrepentirse. - Vamos a mi despacho, los dos... - Se aseguró de que Khan les siguiera. - Quiroly... queda usted al mando.

    Khan entró el último al turboascensor. Antes de cerrarse las puertas, Sulu, situado entre ellos, echó las manos hacia atrás y las introdujo por sus pantalones hasta tocarles las braguitas. Ambos abrieron los ojos de par en par sintiendo allí sus juguetones dedos.

 

 

                                                             Después de cenar Jim se encerró en la biblioteca. David y Amy querían preparar un trabajo de historia que les habían encargado en la Academia, consultando alguno de los antiguos ejemplares de la colección de su padre. Protestaron cuando Bones les echó de allí para dejar a su amante trabajar tranquilo.

   - Subid arriba... - Les conducía hacia las escaleras con grandes aspavientos de sus manos. - Tenéis a vuestra disposición todo el saber de nuestra civilización con sólo conectaros a la computadora.

   - Pero a'nirih *(papá) siempre dice que es mejor acudir a las fuentes originales. - Amy se hacía la remolona.

   - ¡Jo, con lo que molan esos libracos llenos de ilustraciones y notas a pie de página! - Refunfuñó el rubio. No era lo mismo... ya manejaba el ordenador a diario.

   - ¡Fuera de aquí o le pediré a Spock que os ponga un examen de ciencias mañana! - Les amenazó con su cínica sonrisa.

  - ¡Por mí estupendo! - Se jactó David, seguro de sus conocimientos.

   - No le retes, Dave... - Amy le cogió del brazo y tiró de él hacia la planta superior. - Bones puede llegar a ser un auténtico cabrón. - Conocía bien a su loco doctor, por las buenas era un encanto pero a las malas... resultaba implacable.

       El médico se quedó riendo en el recibidor, viendo cómo la chica se llevaba a su hermano al dormitorio para estudiar juntos.

   - Amy... ¿qué significan esos caracteres en las nuevas pulseras de Bones y papá? - Le preguntó mientras ella conectaba el monitor sobre la mesa.

   - Compañero: La maestría de la pasión y el amor. - Respondió sin girarse.

   - Y en el anillo de Spock... “He sido y siempre seré tuyo...” - Recordó la inscripción a la que no había quitado ojo durante la cena.

   - "Vuestro". - Le corrigió. Volviéndose observó el rostro pensativo de su hermano y sonrió. - ¿Qué esperabas? Están enamorados...

   - Maestros en el amor... - Masculló con su sonrisa torcida marca Kirk. - ¡Ya pueden, con lo que practican! - Dijo agitando la mano en un gesto que indicaba lo harto que estaba de escucharles hacer el amor a diario.

   - En eso tienes razón. - Amy se echó a reír. - ¡A estas alturas deben ser unos expertos!

    Los dos hermanos se dejaron caer en la cama de Amy, carcajeándose a costa de los tres hombres que cuidaban de ellos: unos verdaderos maestros en el arte de amar.

 

               Spock tocó a la puerta de la biblioteca, en su mente sintió la invitación de su esposo para que entrase.

   - Te he traído una copa. - Le dijo posando sobre el escritorio un vaso con dos dedos de brandy. Notó que el monitor estaba conectado al comunicador y que Jim se encontraba en mitad de una conversación un tanto extraña.

   - Azetbur no puede ponerse ahora, - respondía la romulana anudándose al hombro la fina tela con la que cubría sus senos, - le diré que le llame en cuanto pueda.

   - ¡T'rak! - Se sorprendió Spock al verla, maravillado por un segundo ante su exultante belleza madura.

   - Vaya, el que faltaba... - Murmuró, sonriendo de inmediato y fingiendo alegrarse de verle. - Señor Spock, le decía a su marido que mi buena amiga Azetbur está ocupada ahora mismo. Les dejo, yo también...

   - ¡No! - La interrumpió Jim. - Verá, la consulta que quería hacerle puede responderla usted, tal vez incluso mejor que ella.

   - ¿De qué se trata, capitán Kirk? - La curiosidad era su punto débil. Siempre lo había sido.

   - Talos IV. - La cara de la romulana al escuchar el nombre del planeta le dijo más al rubio que sus palabras.

   - ¡Aléjense de allí! - Les advirtió. - Los humanos no son bienvenidos por esos lares...

   - Me han encargado una investigación sobre ese lugar. Pertenece a su cuadrante, tendrán ustedes datos... - Dijo echándose hacia delante, apoyando los codos sobre la mesa y entrelazando los dedos por delante de la barbilla. Con su sonrisa de medio lado Jim trataba de sonsacar a su vieja conocida.

   - El Imperio Romulano no es el dueño de todos los territorios del cuadrante Delta, capitán. - A la orgullosa general no le hacía gracia reconocer que había mundos a los que ni ella osaría aproximarse.

   - De cualquier modo parece usted saber mucho más que nosotros acerca de ese planeta. - Spock le habló con su calma habitual, tras lo ocurrido entre ellos no se atrevía a pedirle directamente su colaboración.

       T'rak le miró fijándose en la particular forma en la que ahora peinaba su flequillo. Se preguntó qué era lo que habría visto en el vulcano para sentirse tan atraída por él en el pasado.

   - Pertenece a los Kazon, ¿no es cierto? - La intuición de Jim le decía que Talos IV tenía algo que ver con la raza guerrera de la que solamente tenían noticias por terceros. La ceja alzada de la romulana le confirmó que estaba en lo cierto.

   - La Federación no debería tratar de contactar con ellos. ¡Déjenles en paz! - Sus palabras sonaron a amenaza.

   - General, - Jim se apoyó en el respaldo de su sillón, - ¿qué pasaría si una nave de la Flota, por casualidad... aterrizase en ese planeta? - Estaba preocupado por Sulu y sus amigos. - ¿O si una expedición...?

   - ¡Ni se les ocurra! - Agitó su melena negra con ímpetu. - Los romulanos no tenemos trato con los Kazon. Ni siquiera los gorgones, esos repugnantes reptiles, se atreven a meterse en sus asuntos.

       Spock se estremeció, ¿cómo serían los Kazon? Recordó, de los viejos tiempos en el Enterprise, su encuentro con los gorgones: la raza de terribles reptiloides que también habita en el cuadrante Delta. Jim tuvo que enfrentarse al capitán Gorn tras perseguir su nave por la masacre en Cestus III. Los Metrones les obligaron a ello en un duelo uno contra uno.

   - No ha respondido a mi pregunta, T'rak. - Con su tono de inspector de la Flota, autoritario e inquisitivo, Jim volvió a acercarse al monitor. Spock le puso la mano sobre el hombro.

   - Se equivoca, capitán James T. Kirk... - La romulana clavó sus ojos color café en el vulcano. - Lo he hecho. - Cortó la comunicación dejando a ambos esposos con la palabra en la boca.

 

              Unos pasos se escucharon aproximándose por la galería. Azetbur entró al dormitorio quitándose la capa dorada con la que cubría sus hombros. No traía muy buena cara.

   - ¡No te vas a creer con quién acabo de hablar! - Le dijo a la romulana dejando que le acariciase la espalda.

   - Ni tú... - Le respondió besándola en el cuello y girándola para mirarla a los ojos. - Pero dime, tú primero...

   - Con Sulu y sus íntimos amigos... Chekov y ese humano tan espectacular: Black. - Pensando en lo que su preciosa amante de orejitas puntiagudas había dicho sonrió. - ¿Tú también has tenido una conversación extraña? ¿Quién te ha llamado?

   - ¡James Kirk! - Contestó levantando ambas cejas.

   - ¡Humanos! - Rió Azetbur. - ¿Qué es lo que quería?

   - Preguntarme acerca de un planeta del cuadrante Delta...

   - ...Talos IV. - Adivinó la klingon dejando atónita a su amada. - Sulu buscaba información sobre lo mismo. El Enterprise ha tenido una mala experiencia allí.

   - ¡Estúpidos! - T'rak comprendió el interés de Jim por aquel tema. - Los Kazon lo habrán detectado, les causarán problemas.

   - En tal caso debemos acudir en su ayuda. - Afirmó acariciando la negra melena de su compañera.

   - No sé por qué tenemos que ir tú y yo a ninguna parte. - Se apartó la romulana con brusquedad.

   - No trates de impresionarme con tus malas maneras, sé que esos humanos te importan tanto como a mí. - Su amante parecía conocerla de toda la vida. - Chekov está a bordo de esa nave, le debo mucho. Sin él mi pueblo habría muerto de sed...

   - ¡Al brujo ya le dieron una medalla por eso! Además, si está en el Enterprise, son los Kazon los que deberían estar preocupados. - T'rak tal vez sobrestimaba los poderes de Pavel.

   - Mañana tomaremos nuestras naves e iremos en su ayuda. - Le dijo desatando el nudo sobre el hombro de su amante y dejando sus pechos al descubierto. - Esta noche es para nosotras... - Azetbur lamió el tramo de piel entre el cuello de T'rak y su clavícula.

    Un rubor verdoso se le subió a las mejillas. Sintiendo su desnudez entre las grandes manos de su amante, consintió en hacer lo que ella deseaba; aquella noche... en la cama, al día siguiente... en el espacio.

 

Notas finales:

Gracias por leer...

Ahora mismo me voy a la cama, mi trabajo en turno de noche en el Enterprise me tiene agotada.

Cuando despierte veré vuestros comentarios.


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